Cuando puso en marcha Clásicos Populares ¿tenía como objetivo conseguir incrementar el número de aficionados a la música clásica, o simplemente quería hacer un programa que se apartara de los encorsetamientos habituales de este género?
Con Clásicos Populares se me presentó la oportunidad, por un lado, de hacer un programa de música clásica, cosa que hasta ese momento yo no había hecho en Radio Nacional de España y por lo tanto poder trabajar con la música que más me gustaba. Y por otro lado, tener la posibilidad de hacerlo tal y como a mí me apetecía, empleando un lenguaje llano que llegara a todo tipo de oyentes.
¿Qué les diría a quienes se rasgan las vestiduras cuando utiliza apodos como «viejo peluca» o «cura pelirrojillo»?
Lo que les he dicho muchas veces: que rasgarse las vestiduras por eso es una idiotez y que denota un desconocimiento de la vida de los grandes autores puesto que yo no me invento nada, ya que esos apodos se los pusieron en su época, por ejemplo, en el caso del «Viejo Peluca», los mismos hijos de Bach. Y a Vivaldi se le conocía en toda Venecia como «Il Prette Rosso» (o sea, el «cura rojo», por el color de su pelo). Claro que, en 1976, aquel apodo podía tener connotaciones políticas y preferí llamarle «Cura Pelirrojillo».
¿No os sentís como magos privilegiados y generosos al tener en vuestras manos la posibilidad de acercar y a veces descubrir por primera vez en el oyente el arte que «engancha» para siempre de Berganza, de los Angeles, Schwarzkopf, Lorengar, Ameling, Popp…?
Cuando hacemos el programa no sentimos nada más que la responsabilidad de que el programa salga bien, que la música sea lo más enganchante posible, y que lo que decimos tenga interés y pueda provocar a veces una sonrisa. Si las cosas marchan bien, los primeros que disfrutamos de «Clásicos Populares» somos nosotros.
Aparte de su programa de Radio Nacional de España, usted desarrolla una importante labor de difusión musical a través de «Conciertos para niños» por toda España. ¿Cree que este tipo de iniciativas llegarán a modificar el panorama musical español?
Por supuesto que lo creo. Hay que sembrar primero para recoger después.
«Clásicos Populares» es también el título de un libro que usted ha escrito sobre algunos de los compositores más célebres. ¿No ha pensado en la posibilidad de escribir sobre las (seguramente miles) experiencias y anécdotas acumuladas en veinte años de programa?
Pues no, no lo he pensado porque tampoco existen tantas anécdotas o experiencias curiosas, y de las que hay no recuerdo ni la mitad. Tanto si hubiera conservado las cartas emotivas o especiales que se han recibido en «Clásicos Populares» en todos estos años, como si me hubiera dado por apuntar las experiencias o anécdotas vividas, posiblemente hubiera habido material suficiente para varios libros, pero desgraciadamente no ha sido así.
Aunque «Clásicos Populares» no siempre fueron Fernando y Araceli o Araceli y Fernando, en la actualidad parece un dúo indisoluble. ¿En la realidad se llevan tan bien como parece en antena o es una pose profesional?
Araceli y yo nos llevamos tal y como parece por el programa. De todas formas, entre excelentes amigos y compañeros a veces surgen desavenencias o pequeños roces, que son absolutamente normales en cualquier relación de trabajo. Puedo decir que he tenido una gran suerte al encontrar como compañera de trabajo a una persona como Araceli González Campa.
Parece que Araceli tiende a poner las cosas en su sitio cuando Fernando saca un poco los pies del tiesto. ¿Responde a una estrategia preconcebida o a las personalidades reales de cada uno?
Dichas actitudes responden totalmente al carácter de cada uno.
¿Cuánto hay, de verdad, de improvisación, en un programa en el que la naturalidad campa a sus anchas?
Ese es el gran secreto de «Clásicos Populares».
¿Qué ha supuesto para el programa y para usted el lanzamiento de los discos «Clásicos Populares»?
Para el programa ha supuesto la reafirmación de una fidelidad en la audiencia que es nuestra principal riqueza y que no muchos programas pueden presumir de tener. En Radio Nacional de España somos conscientes de que el noventa por ciento de las personas que han comprado los discos de «Clásicos Populares» batiendo records de ventas de música clásica en España, son oyentes habituales del programa.
Una vez comprobado el fuerte gancho comercial (ganado a pulso) que tiene «Clásicos Populares» ¿no sería interesante aprovecharlo para editar una colección de compactos dedicada a los clásicos populares españoles del siglo XX que ya se nos va y que muchos apenas conocemos? Fondos sonoros no le faltan a Radio Nacional de España.
Precisamente con esos fondos de Radio Nacional de España se editaron dos CDs de los que «Endesa» repartió 1.200.000 ejemplares entre los compradores de sus acciones, en la primera fase de su privatización. Creo que fue una excelente idea, gracias a la cual en un millón doscientos mil hogares españoles existe una recopilación con parte de los más popular de la música clásica española. Después de eso ¿sería sensato sacar a la venta lo mismo, o más de lo mismo?. No lo sé.
¿Qué criterios se siguen para la elección de la localidad en que se celebra un programa abierto al público? ¿Podremos verles en todas las ciudades de España?
No existe ningún criterio preestablecido. Generalmente elegimos o seleccionamos los lugares basándonos en diferentes criterios: Uno puede ser simplemente la simpatía y el interés mostrado por los peticionarios, que generalmente corren parejos a su modestia económica o institucional. Otro el intentar abarcar el mayor número de localidades posibles de las diferentes comunidades autónomas españolas. Otro el grado de interés que nosotros pensemos que pueda tener el dar a conocer a la audiencia una determinada manifestación musical acaecida en cualquier punto de España, etc, etc. ¡Ojala pudiera ser factible el realizar «Clásicos Populares» en todas las ciudades de España!. Pero de ilusión también se vive.