José Prieto Marugán
Lotería para La Calesera.
El gordo de Navidad
vino a caer en Madrid,
y alguien ha dado en el quid
de tanta casualidad:
iba a caer en Corcuera
y cambió de parecer
sólo por venir a ver
a Marcos, La Calesera.
Este Marcos era Marcos Redondo el gran barítono cordobés que estrenó la obra el 12 de diciembre de 1925, en Teatro de la Zarzuela.
Soprano desobediente.
Lo ha contado ella misma en varias ocasiones. En las Navidades de 1943, la familia de Montserrat Caballé tenía razones para estar alegre: la poliomielitis de su hermano iba cediendo y el muchacho mejoraba a ojos vista. En tal ambiente, sus padres la pidieron que cantara un villancico y Montserrat cantó Madama Butterfly, obra que conocía de memoria, de escucharla en una gramola.
Lo que no sabemos es si se ganó un aplauso o una reprimenda.
Eslogan publicitario
Anuncio publicado en El Sol, el 23–12–1926: “Turrón, pavo y Fleta, Navidad completa”.
Capricho real.
Lo que no sabemos es qué pensó el monarca cuando tuvo que emprender el camino del exilio. ¿Serían gigantes, o cabezudos?
Portero descuidado.
A pesar de la exquisitez con que fue escrita la respuesta. la intención era auténticamente venenosa. Claro que si el señor Wolff era tan radical y violento en sus comentarios, no es extraño. Esto de la crítica parece difícil, porque casi todos los que la ejercen terminan teniendo problemas. ¿Se los buscan ellos?
Allí nos vemos.
– ¿Adónde van? –les preguntó Plácido Domingo.
– Al Metropolitan.
– Pues no se rían, porque me oirán allí dentro de unos minutos.”
No es extraño que los anónimos ocupantes del otro coche reaccionaran así. No es frecuente, ni mucho menos que en un atasco o ante un semáforo, el conductor vecino comience a cantar arias de ópera o a realizar ejercicios de canto, vocalizaciones o escalas. Lo normal, en estas tierras al menos, es que el conductor de al lado aproveche la espera para horadarse las narices con tanta profundidad como ahínco. Seguramente sería mejor cambiar una cosa por otra, pero para eso, todavía falta tiempo. Habrá que esperar.
Ideas claras.
Como usted desea ciento cincuenta audiciones, además de los viajes, y como los profesores son ochenta…
¿Qué profesores?
Los de la orquesta.
No, si yo deseo contratarle a usted para que cuente cuentos y esas cosas.
A los norteamericanos se les suele acusar de muchas cosas: inocentes, ignorantes, despistados, etc. etc. Pero no que no se les puede achacar es no tener claro lo que quieren.
Compositores que componen.
Pese al elogio hay una frase que llama la atención. Es la del paréntesis: «si el compositor, por supuesto, ha compuesto música». ¿Se refiere el gran violonchelista a que muchos «compositores» no componen música? En tal caso, ¿qué hacen?