Por Juan Antonio Llorente.
Nacido en la provincia de Jaén en 1976, Antonio Jesús Cruz Martínez, llegó a la música a los seis años de la mano de su padre, un clarinetista que supo encauzar la carrera del joven pianista que, en 1987, consiguió el primer premio ROYALE en la fase provincial y el tercero en la nacional, donde concursó en representación de Andalucía. Era sólo el principio de una larga serie de reconocimientos coronada hace unos años con el Primer Premio del Concurso Internacional de Piano «Compositores de España», otorgado por decisión unánime de un jurado que, además, le otorgó la Mención Especial al mejor español clasificado.
Da la impresión de que llegó al instrumento por un impulso genético
Son muchos los factores que han hecho de la música para mí algo más que una vocación, pero sin duda mi padre ha ejercido una gran influencia. A él tengo que agradecerle, aparte de los conocimientos que me ha transmitido, el haber hecho de mí una persona exigente, que no se queda satisfecha con el resultado logrado. Y el ser muy constante.
Comenzando la actividad concertística a los 13 años, parece que se salva del tópico de «niño prodigio».
Yo no me considero una persona precoz en muchos aspectos, a pesar de haber ofrecido mi primer recital como solista a los 13 años, ya que aportaba un bagaje previo, teniendo en cuenta que desde los seis años estoy en contacto directo con el público, y que a los 10 ya conseguí mi primer premio en un Concurso Nacional de Piano en el que competí contra cerca de 800 pianistas. Por encima de mi talento, creo en mi trabajo y en las personas que en todo momento me han apoyado, en las que han creído en mí antes de conseguir este premio tan importante para mi carrera y en las que además, han guiado directamente mi carrera, me han transmitido fuerza y unas tremendas ganas de luchar por ser músico, artista y por llegar a estar en la elite del pianismo.
¿Acepta la existencia de escuelas, nacionales o internacionales?
Prefiero no hablar de escuelas, sino de intérpretes capaces de dotar a la música de toda su dimensión, y de intérpretes que no lo consiguen. No obstante, es evidente que ha habido grandes pianistas que han logrado que a través de un determinado camino sus discípulos sean buenos intérpretes. En este caso está bastante claro la existencia de escuelas, algo que no garantiza la calidad del intérprete.
¿Usted se adscribe a alguna, o piensa que restan personalidad al artista?
Hoy en día, a través de los medios de comunicación y de las grabaciones, se produce un fenómeno de información en el cual las formas de hacer música de las diferentes escuelas se enriquecen mutuamente. Por lo que pienso que, aunque uno estudie en un tipo de escuela, es importante recibir lo procedente de otras. Es lo que yo llamo la universalización de las escuelas.
¿Qué define la personalidad de un músico?
Cada músico es un mundo, e intentar buscar una personalidad tipo puede ser un error. No obstante, un músico debe cumplir determinados requisitos, entre los que yo incluiría sin ninguna duda el ser una persona capaz de sentir y de transmitir sentimientos y sensaciones y la capacidad de sacrificio, ya que el ser músico exige el seguir unas determinadas pautas.
¿Siente una especial simpatía por alguno?
Hay muchos músicos que, más que simpatía, despiertan en mí una gran admiración y muchas ganas por seguir su mismo camino. Pero si me tuviera que quedar con algunos, me quedaría con tres grandes artistas: Daniel Barenboim, Leonel Morales y Evgeny Kissin.
Salvando unas cuantas excepciones como los mencionados y unos pocos pianistas más, ¿existe un «hueco generacional» desde los grandes consagrados -Pollini, Brendel, Larrocha… – hasta la nueva cantera que está comenzando a dar fruto?
Yo pienso que continuamente están saliendo a escena buenos pianistas, pero es muy difícil llegar a la cúpula, que no sólo consiste en ser un gran pianista: hay que seguir un camino muy duro, en el que te encuentras muchas zancadillas que sortear. Y además, saber aprovechar todas las oportunidades que surgen.
¿Hay candidatos entre los nuevos nombres para relevarlos?
Cada músico es un mundo, e intentar buscar una personalidad tipo puede ser un error. Es muy difícil prever quien puede llegar a ser un pianista del nivel de Achúcarro u Orozco. Lo que es evidente es que no todos los pianistas que se están lanzando llegarán a la altura de los grandes intérpretes. De todas formas, una de mis aspiraciones es llegar a relevarlos algún día.
¿Cómo se hace una carrera internacional?
Aunque para hacer una carrera internacional existen muchos caminos más, uno de ellos es ganar concursos internacionales. Pero, por encima de todo, lo más importante es alcanzar un gran nivel artístico y una musicalidad fuera de lo normal. Sólo de esta forma se puede llegar a hacer una gran carrera.
¿El repertorio es decisivo?
Desde luego que sí. Es fundamental que el repertorio abarque todas las épocas y que esté compuesto por obras de diferentes enfoques artísticos. Es otra de las características que definen al «número uno». Además, hay que dominar todos los estilos, siendo consciente de que nada más en algunos se alcanza el máximo nivel.
¿En su oferta hay clásicos y contemporáneos? ¿En qué proporción?
Mi repertorio es bastante variado. Abarca desde el Barroco hasta el Contemporáneo y está compuesto por obras de diferentes enfoques artísticos. En él, conviven autores clásicos y contemporáneos. De hecho, ahora mismo estoy interpretando en la gira derivada del concurso dos obras de Antón García Abril, que bajo mi punto de vista es un gran compositor.
Mencionaba la importancia de los festivales ¿son mucho más que una simple pasarela?
Desde luego que sí. Todo lo que sea actuar ante el público es muy importante y hay que afrontarlo con mucho celo. Al final, el propio público es el que determina quién es un gran intérprete, cuando, a pesar de no conocerle, le hace vibrar; cuando le transmite sensaciones. Ese es el verdadero artista.
¿En qué medida valora los trofeos conseguidos: como un orgullo personal o por la posibilidad de producirse en público?
Los trofeos han marcado sustancialmente mi vida profesional, ya que me han alentado a seguir luchando por una carrera, que es mucho más difícil de lo que aparenta ser. También han supuesto el reconocimiento de mi trabajo, y me han permitido compartir con el público mi música, ya que no solo basta con tener un buen nivel. Es necesario que ese nivel sea reconocido públicamente.
¿Habría que potenciar los concursos y las iniciativas similares?
Afortunadamente, hay una gran variedad de concursos en lo que al piano se refiere. Lo que falla por desgracia a veces, es el reconocimiento que tenemos los que competimos. En muchas ocasiones, el ganar un premio importante sirve para que te den una oportunidad de acceder al público, a pesar de que hay pianistas que no teniendo un gran nivel, tienen la habilidad de estar continuamente en los escenarios.
¿Cuántos conciertos está ofreciendo por temporada?
Últimamente estoy desbordado. Tanto, que he tenido que suprimir alguno, o aplazarlos para la temporada que viene.
¿Recitales en solitario, o con orquesta?
Muchos, solo. Pero también actúo frecuentemente con agrupaciones camerísticas.
¿Cómo se encuentra más cómodo?
Tocar solo o con orquesta son facetas diferentes de un pianista que se deben dominar a la perfección. La verdad es que me resulta difícil decantarme por una de ellas. Pero puesto a hacerlo, casi prefiero tocar con orquesta ya que el resultado sonoro es mucho más rico del que se puede obtener con el único timbre del piano.
Ha acompañado voces, como la de María José Montiel ¿Lo hace por ampliar su actividad o por enriquecer su música?
Por ninguna de las dos cosas. En el caso de María José Montiel, fue para mi un auténtico lujo, ya que es una soprano de un nivel extraordinariamente alto. Un buen músico debe dominar todas las facetas, aunque luego se potencie especialmente en una, y en este sentido, es tan importante acompañar voces como hacer música de cámara.
Trabajar con una voz ¿sirve para mejorar un posterior diálogo en solitario con el piano?
Trabajar con una voz sirve para comprender mejor la música en sí ya que la música «clásica» está derivada en su mayor parte de modelos vocales, y todo lo concerniente a la interpretación, sobre todo el fraseo, ha de ser tenido en cuenta.
¿Y enseñar?
Enseñar enriquece muchísimo mi visión de pianista. Corregir defectos y ayudar en la interpretación a mis alumnos, se traduce en algo importante para mi carrera de intérprete.
¿Aspiraciones, metas, etapas por cerrar?
Mis mayores aspiraciones son superarme día a día; ser cada jornada que pasa un músico mejor que el de la jornada anterior. Además de esto, ganar concursos que sirvan para continuar aumentando mi prestigio, y que me permitan medirme frente a los pianistas de mi generación; darme a conocer, aprovechar todas las oportunidades que tengo para que el público disfrute de la música de la misma forma que la disfruto yo. Por último, ser un gran profesor, capaz de despertar en mis alumnos el mismo amor a la música que yo tengo, y hacer que lleguen a ser en el futuro grandes profesionales.
Después, Dios dirá.