Por Diego Manuel García
¿Hay antecedentes musicales en tu familia?
Profesionalmente no. A mis padres les ha interesado siempre la música y, al ver que a sus hijos también les gustaba, fomentaron esta afición y desde muy jóvenes recibimos clases de música. Mi hermana es flautista en la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española y con apenas 22 años ya tiene su plaza en propiedad. Por tanto la dedicación de ambos a la música no se ha producido por generación espontánea.
Naces en Lugo pero tu formación musical, antes de marchar a Rusia, se produce en Asturias.
Soy gallego de nacimiento, de Vivero, un pueblo costero del norte de Lugo, donde estuve los dos primeros meses de mi vida. Mis padres se trasladaron a Madrid donde vivimos siete años y posteriormente marchamos a Asturias, a un pueblo a 14 Km. de Oviedo que se llama Pola de Siero. Comienzo mis estudios musicales a la edad de 8 años, desarrollándolos en el Conservatorio de Oviedo, hasta que me gradúo en clarinete. Los tres últimos años en Oviedo los compaginé con estudios de dirección orquestal en Madrid, con Benito Lauret que entonces era profesor en el Conservatorio de Madrid. A Benito Lauret le había conocido en un curso de dirección que había dado en Asturias, cuando yo tenía 16 años. Si ya tenía ilusión con la dirección orquestal, Benito Lauret fue el que acabó de insuflarme el ánimo necesario para proseguir en este camino.
¿Cuándo se produce tu marcha a Rusia?
Me marcho a Rusia a los 20 años, aunque después de estudiar diferentes posibilidades: Estados Unidos, Austria, Alemania y Rusia. Finalmente mi destino elegido fue Rusia, sin duda, el más atípico. Me marché con una beca del Ayuntamiento de Pola de Siero que, al año siguiente de mi partida se amplió y fue sostenida hasta el final por La Caja de Asturias.
Dicen que el sistema de enseñanza musical ruso es muy duro.
Es cierto y sobre todo para los extranjeros por el cambio de cultura. La real dureza no está en el Conservatorio sino en el bachillerato donde entre los 14 y 17 años los alumnos reciben enseñanza musical antes de ir al Conservatorio. Ese período resulta especialmente fuerte, ya que los alumnos tienen cantidad de asignaturas. Sin embargo la gran diferencia de la enseñanza musical rusa radica en que cada profesor tiene un grupo de cuatro o cinco alumnos como máximo. El sistema de enseñanza esta muy personalizado y cada alumno tiene un repertorio y unas asignaturas específicas que, junto con la habilidad de los profesores, da excelentes resultados.
La clase de Kitaienko era la mejor ya que contaba con un asistente, Igor Dronov -mi actual maestro- que durante seis años dirigió el Teatro Bolshoi. La figura del asistente es muy importante para los estudiantes de dirección orquestal, ya que durante los dos primeros años vas un poco perdido y necesitas a tu maestro casi continuamente. El problema surge cuando tu maestro ejerce su actividad de director de orquesta y viaja con mucha frecuencia, este era el caso de Kitaienko, sin embargo, cuando él estaba ausente le suplía su asistente Igor Dronov.
Tienes una importante relación con la Orquesta Nacional Rusa. Háblame de la génesis de esta orquesta.
He dirigido esta orquesta hace poco tiempo en lo que ha constituido, hasta el momento, la oportunidad más grande de mi vida. La Orquesta Nacional Rusa es un gran conjunto que, hoy en día, está a la altura de las mejores del mundo. Fue creada en 1990 por Mihail Pletnev. Este era un sueño suyo que al final pudo cumplir consiguiendo el dinero necesario por parte del Estado así como de entidades privadas, para formar una orquesta con los mejores músicos de otras orquestas rusas e incluso del extranjero. En la actualidad la Orquesta Nacional Rusa realiza giras por todo el mundo. Tiene una amplia discografía con el sello Deutsche Grammophon. Tiene dos directores: el titular Vladimir Spivakov y Mihail Pletnev, que en la actualidad es director honorífico.
Mi relación con la Orquesta Nacional Rusa viene a través de su concertino, quien ha asistido en diferentes ocasiones como profesor de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia.
¿Qué está significando tu experiencia al frente de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia?
Me hice cargo de esta orquesta en 1997 y es el compromiso más grande que tengo en la actualidad, incluso más importante que haber dirigido a la Orquesta Nacional Rusa. Son dos caminos diferentes: uno es mi carrera particular, otro la Orquesta de Jóvenes, algo muy personal que quiero sacar adelante aunque tenga que dejarme la piel. Se trata de un grupo de jóvenes entre 16 y 25 años, con los que estoy encantado de trabajar. Mi mayor reto con esta orquesta es que, cuando me haya marchado de Murcia, siga funcionando como lo hace actualmente en los planteamientos y en la manera de trabajar.
En la actualidad hay crisis en España de instrumentistas de cuerda. ¿A qué se debe?
Hay varias razones. Una muy importante es que en España no hay mucha gente que estudie el violín como en Alemania, Rusia o Estados Unidos. Por otra parte la música en España, para mucha gente es un pasatiempo, cosa que es impensable para un alemán que, si estudia música, es de un modo profesional. Afortunadamente eso también está cambiando en España, dado que hay muchos instrumentistas que han estudiado en el extranjero y a su vuelta están formando a jóvenes estudiantes con una metodología que da muy buenos resultados. Además de tener buenos profesores, lo que también ayuda mucho en la formación, es el ambiente: en el Conservatorio de Moscú había conciertos diariamente, incluso sábados y domingos, actuando las mejores orquestas rusas y extranjeras. Hay algo que también es importante: cuanto más nivel tienen los estudiantes menos celos y envidias hay entre ellos. La crisis de instrumentistas de cuerda en España, también esta relacionada con la creación de muchas orquestas, algunas de ellas de gran calidad. Obviamente no había suficientes músicos nacionales para poder nutrir tantas orquestas y han tenido que recurrir a instrumentistas extranjeros.
Háblame de tu experiencia lírica en los teatros Reina Victoria de Madrid y Apolo de Barcelona.
Aquello fue en el verano de 1996. Se trató del montaje de varias zarzuelas y alguna ópera. En el mes de julio en Madrid y en agosto en Barcelona. He de reconocer que los montajes escénicos eran bastante mediocres y sin embargo había buenos cantantes y músicos, e incluso los coros tenían cierta calidad.
Ese mismo verano, en septiembre del 96, marcho a Argentina, concretamente a la provincia de Entre-Rios que está al norte de Buenos Aires y cuya capital es Paraná. Fuí con un pianista argentino también alumno en Moscú, teniendo ocasión de dirigir la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos. Aquello fue una magnífica experiencia que sin duda, me compensó de los disgustos de los meses anteriores.
Tus compositores favoritos.
He pasado muchas horas de mi vida dedicadas a Beethoven que es un compositor maravilloso por la versatilidad que tiene su música. Me gustan Brahms y Mahler y su «Sinfonía nº 2 (Resurrección)» es mi favorita de todo el repertorio sinfónico. Me gustaría dirigirla algún día, aún teniendo en cuenta lo complicada que es de montar, ya que requiere orquesta y coros de grandes dimensiones.
Un compositor que me apasiona en la actualidad es Dimitri Shostakovich. Precisamente en el concierto en que dirigí a la Orquesta Nacional Rusa, una de las obras del programa era su «Sinfonía nº10». La figura de este compositor se agiganta con los años: como compositor sinfónico -uno de los más grandes de la historia- sus conciertos, música de cámara, óperas, canciones. Su obra no es demasiado conocida por el publico e incluso por muchos músicos. Shostakovich fue tremendamente incomprendido dentro y fuera de Rusia. En Occidente siempre se le consideró un compositor al servicio del régimen comunista. En Rusia, su música en diferentes ocasiones recibió fuertes críticas por parte de las autoridades comunistas, sobre todo en el período stalinista, al considerar que Shostakovich hacía concesiones a la música occidental. Hace dos temporadas tuvo lugar en el Teatro Real de Madrid el estreno absoluto en España de su ópera «Lady Macbeth de Mtsensk», estrenada en 1934 cuando Shostakovich tenía 27 años y que constituye uno de los grandes títulos operísticos del siglo XX, mostrándose su tremenda capacidad para la orquestación. Sin embargo esta ópera no gustó a Stalin, coartando a Shostakovich para futuros proyectos operísticos que, sin duda, habrían sido importantes si tenemos en cuenta la calidad de «Lady Macbeth», aún tratándose de una obra juvenil. En diez o quince años la figura de Dimitri Shostakovich va a adquirir grandes dimensiones.
¿Cómo ves en la actualidad la dirección orquestal? ¿Cuáles son tus directores favoritos?.
Hoy en día se ha perdido la figura del director como punto de referencia. En la actualidad los directores cambian de orquesta con frecuencia. Ya no ocurre el caso de Evgeni Mravinski que estuvo durante cincuenta años al frente de la Orquesta Filarmónica de Leningrado, de Sergiu Celibidache con la Filarmónica de Munich o de Von Karajan al frente de la Filarmónica de Berlín. En todos estos casos se hablaba de la orquesta de Mravinski, de Celibidache o de Karajan. Entre mis directores favoritos, además de estas tres grandes figuras, citaría a Arturo Toscanini, que es la genialidad en persona. Le he visto en varios videos y era impresionante. Otra figura no tan famosa pero que me interesa mucho es Charles Münch. Me gustan también Rafael Kubelik y Otto Klemperer. En la actualidad citaría a Maris Jansons y sobre todo Yuri Temirkanov.
¿Estás satisfecho de cómo viene desarrollándose tu carrera?
La verdad es que estoy contento. He dirigido a la Orquesta Nacional Rusa y a la Filarmónica de San Petersburgo. Sin embargo aquí en España apenas se me ofrecen oportunidades. La carrera de los directores resulta problemática en nuestro país porque no existe un sistema de contacto entre jóvenes directores y por tanto es muy complicado hacer carrera en España.