Por Diego Manuel García
Los orígenes de Danielle de Niese son un tanto exóticos ya que, aunque nacida en Australia, sus padres provenían de Sri Lanca y emigraron a EEUU, concretamente a Los Ángeles, cuando la cantante tenía once años. En la ciudad californiana completó una formación musical muy amplia: pianística, vocal y de danza. De adolescente ejerció de presentadora en un programa cultural televisivo para niños, donde incluso llegó a ganar u premio Emmy.
A los quince años cantó por primera vez en la Ópera de Los Ángeles, en Viaje a Córdoba de repertorio contemporáneo. Su formación vocal la concluyó en Nueva York, cantando en una función escolar la Susanna de Las bodas de Fígaro. Y, con solo diecinueve años, debutó en el Metropolitan neoyorkino con la Barbarina, de esa misma ópera mozartiana, con dirección musical de James Levine y acompañando un elenco de lujo: Renée Fleming, Cecilia Bartoli y Bryn Terfel y Dweyn Croff. Todo esto ocurría en 1998 y, desde entonces, Danielle de Niese viene realizando una fulgurante carrera en los mejores teatros del mundo.
Se trata de una mujer de gran simpatía y tremenda vitalidad, a la que tengo que agradecer que me concediese esta entrevista, que previamente concertamos a través del magnífico departamento de prensa del Teatro Real.
¿Hábleme de lo que supuso su debut en el Metropolitan neoyorkino con solo diecinueve años?
Tenga en cuenta que, si exceptuamos casos como el de Roberta Peters o Frederica von Stade, quienes debutaron jovencísimas en el Met, es muy raro que una cantante debute con menos de veinte años en el gran teatro neoyorkino.
Y fue el arranque de una importante carrera…
Efectivamente. Mi carrera internacional comienza en Holanda, en el Festival de Saito Kinen y, posteriormente, en la Ópera de París, donde participé en una producción de Las indias galantes de Jean Philippe Rameau. Mi debut italiano fue en el Teatro San Carlo de Nápoles con el Orfeo et Euridice de Gluck. Especial importancia tuvo mi debut en Glyndebourne cantando la Cleopatra del Haendeliano Julio Cesare, en una producción de David McVicar, con dirección musical de William Christie, quien desde entonces se convierte en un referente muy importante en el desarrollo de mi carrera.
Pero también cantó la Cleopatra en Valladolid….
Fue una experiencia maravillosa, hace ya ocho años ¡como pasa el tiempo! En la Catedral de Valladolid, con Marc Minkowski dirigiendo a su conjunto “Les Musciens du Louvre”.
En enero de este mismo año he vuelto a Valladolid, pero esta vez a su magnífico Auditorio Miguel Delibes, junto al “Il Giardino Armonico” y su director Giovanni Antonini, donde interpreté arias barrocas.
Quedé gratamente impresionado de su actuación en Acis y Galatea de George Frideric Haendel, que pude contemplar en un DVD, ampliamente comentado en Melómano.
Aparte de mi actuación vocal tuve que afrontar todo un reto: danzar como una bailarina de ballet clásico, intentando estar a la altura de todo un profesional como Edward Watson, una de las principales figuras del cuerpo de baile del Covent Garden. Obviamente, mi formación como bailarina de ballet en mi infancia y adolescencia me ayudó sobremanera. Creo que mi actuación gustó mucho al público y ello, para mí, fue altamente reconfortante ya que mi profesión es la de cantante no de bailarina.
El personaje de Poppea se ha convertido en un verdadero paradigma en su repertorio ¿Cuándo lo interpretó por primera vez?
Fue en Zurich en 2004 (aunque ya había tenido contacto con este personaje ese mismo año en la Ópera de Lyon) con la dirección musical de Nikolaus Harnoncourt, sin duda uno de los músicos que más han contribuido a la difusión de las óperas de Monteverdi en los últimos cuarenta años, tanto por sus grabaciones discográficas, como por las producciones televisivas, comercializadas primeramente en video y posteriormente en DVD, que fueron realizadas en ambos casos a través de la década de los años setenta del pasado siglo.
Aquel contacto con Harnoncourt fue decisivo en mi acercamiento al personaje de Poppea. La verdad es que tuve mucha suerte, ya que me encontraba en Milán cuando enfermó la cantante que iba a interpretar la Poppea, y me invitaron para sustituirla en varias funciones.
La metodología de Harnonncourt, a la hora de afrontar a Monteverdi, era para mí totalmente novedosa. Y, aquí, vuelvo a insistirle en las posibilidades tan grandes que tiene esta partitura, para matizar música y texto, con lecturas muy personales de cada director musical y escénico. Las modernas versiones de grandes especialistas monteverdianos: William Christie en primer lugar, o en los casos de Marc Minkowski y Emmanuelle Häim, conceptualmente pueden resultar alejadas de las propuestas de Harnoncourt; pero, en todo caso, todas –cada una con el toque personal de estos directores- pueden resultar auténticamente fascinantes.
¿Está contenta de cómo se va desarrollando de su carrera?
Absolutamente, tenga en cuenta todo el camino que he recorrido en estos últimos años. Y creo que con mis treinta años aún tengo muchas cosas futuras que hacer a nivel lírico y a nivel personal.
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“La metodología de Harnonncourt, a la hora de afrontar a Monteverdi, era para mí totalmente novedosa”
“Es muy raro que una cantante debute con menos de veinte años en el Metropolitan”
“Aún tengo muchas cosas futuras que hacer a nivel lírico y a nivel personal”