El dúo formado por la soprano guatemalteca Adriana González, ganadora del Operalia 2019, y el pianista y director de orquesta vasco Iñaki Encina Oyón acaba de sacar al mercado su segundo álbum para Audax Records, tras ‘Dussaut & Covatti. Mélodies’
‘Isaac Albéniz. Complete Songs’ incluye la integral de canciones para voz y piano del compositor catalán, todo un descubrimiento para el género que esperan que pueda hacerse un hueco en las salas de conciertos.
Por Susana Castro
‘Nuestro objetivo es que la música vocal de Isaac Albéniz llegue a un público más amplio’
Su nuevo álbum como dúo está dedicado íntegramente a Isaac Albéniz, ¿qué fue lo que les motivó a abordar este trabajo monográfico?
Siendo ambos hispanohablantes, la opción evidente para nuestro repertorio es música española, francesa o italiana, siempre teniendo como base la lengua latina. Cuando empezamos a buscar música para nuestros recitales, obviamente descubrimos Granados, Obradors y Falla, pero un día encontramos las canciones italianas de Albéniz, junto con canciones francesas de Mompou, para un recital en Francia en 2017. Poco después nos introdujimos en esa investigación de Albéniz y descubrimos canciones también en español, francés e inglés, pero encontramos muy pocas grabaciones.
Por otro lado, hasta hace veinte años no existía una partitura editada de las canciones, por lo que grandes como Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles y Pilar Lorengar no lograron hacer una grabación de referencia.
Como otros grandes compositores-pianistas (Chopin, Liszt…) Albéniz se ha ganado su reputación por su obra para piano, pero sus canciones son desconocidas para el gran público. Albéniz, que es considerado el padre del nacionalismo musical español, nos muestra aquí otra faceta menos conocida. Nos apetecía mucho mostrar este repertorio menos conocido de un gran compositor.
Se han conservado treinta canciones de Isaac Albéniz, y son las que hemos grabado. Hay dos más incompletas, que no hemos incluido en el disco. Cuando uno lee las variadas biografías de Albéniz, se mencionan unas canciones en catalán, que no se conservan, y La chanson de Baberine, podría pertenecer a un ciclo en francés, que o no llegó a completar o se perdió.
Estas treinta canciones van de obras de juventud de sus años en Madrid a las cuatro últimas canciones que escribió pocos meses antes de fallecer en Francia, ya achacado por una grave enfermedad. Escucharlas por orden cronológico permite asimilar la evolución del lenguaje compositivo de Albéniz, además de ofrecernos una verdadera biografía de Albéniz, incluso geográficamente.
‘Estas treinta canciones van de obras de juventud de sus años en Madrid a las cuatro últimas canciones que escribió pocos meses antes de fallecer en Francia’
¿Cómo describiría la escritura para voz de Albéniz?
Adriana: Es una escritura con tesitura extensa. Personalmente, me sentí muy a gusto con la tesitura de las canciones, especialmente analizando las partituras y dando importancia a la agógica del texto y la música. Lo que hace de las canciones una tarea titánica es concentrarse para cantar en cuatro idiomas diferentes: español, italiano, francés e inglés.
Primero, siempre he sido partidaria de que un cantante hable el idioma en el que canta, ya que con esa habilidad uno logra entender no solo los acentos silábicos y su relación con el fraseo musical, sino también el subtexto que viene con el bagaje cultural de un idioma.
Segundo, el nivel de concentración debe ser muy alto para interpretar treinta canciones en cuatro idiomas diferentes. Hay estudios neurolingüísticos que han demostrado que el idioma materno e idiomas secundarios representan partes diferentes del cerebro.
¿Qué características de su voz creen que se ajustan mejor a las obras aquí recogidas?
Adriana: Una ventaja que he tenido para abordar las canciones de Albéniz es hablar los cuatro idiomas: soy bilingüe, habiendo crecido con español e inglés en casa, doce años de francés en el colegio y dos años en la universidad estudiando italiano, que luego para mí se ha convertido en el idioma principal para trabajar en la ópera.
Vocalmente, hay piezas como Caterpillar, Morirò y To Nellie que necesitan de un sonido delicado y piano con un legato impecable. Después piezas como A song, ¿De dónde vengo? y The gifts of the Gods que requieren un poco más de bravura dentro del mismo legato y la intensidad de una tesitura extensa en la parte grave y aguda de la voz. Creo que la grabación de las canciones de Albéniz ha llegado en un buen momento, donde la voz se ha desarrollado más en el centro para dar más colores a estas canciones.
El álbum está dedicado a la memoria de su maestra Bárbara Bickford, ¿qué ha supuesto en su carrera el trabajo realizado con ella a lo largo de los años?
Adriana: Bárbara Bickford fue la primera maestra de canto que tuve en mi vida. Cuando salí del colegio en Guatemala, buscaba cantar jazz y rock a medida que iniciaba mis estudios universitarios. Fue gracias a la recomendación de la directora del Departamento de Música en la Universidad del Valle de Guatemala, la licenciada María Isabel Ciudad-Real, que conocí a Bárbara.
La primera clase que tuvimos consistió en vocalizar cuanreta y cinco minutos, haciendo escalas y varios ejercicios vocales. Su comentario fue: ‘no importa qué quieras cantar, sea jazz o rock, debes aprender la técnica clásica’ y me dio un fajo de partituras de Arie Antiche y dos discos para escuchar en casa. Escuchar esas arias fue un descubrimiento que me marcó mucho por la capacidad de moldear la voz a cualquier inflexión musical o emocional. Para mi segunda clase ya había aprendido cinco Arie Antiche para trabajar con mi maestra.
Algo que también le debo mucho es la capacidad de cantar piano. Al empezar cada clase hacíamos varios ejercicios con escalas y uno muy especial: messa di voce. El ejercicio consiste en emitir una nota desde el registro grave, subir a la octava de esa nota usando una dinámica piano, desarrollar un crescendo hasta llegar a un fortissimo, después lentamente hacer un diminuendo y al llegar al pianissimo, regresar a la octava grave de la nota donde empezamos. Este ejercicio y muchos otros me han ayudado mucho a desarrollar mi técnica y a mantenerme en forma.
Siempre he pensado que, si no fuera por Bárbara, nunca hubiera descubierto el mundo lírico y la alegría que es cantar ese repertorio.
‘Ahora ya no hay excusas para que la gente no se anime a programar estas maravillas de canciones’
En las notas al programa usted habla sobre cuáles pueden ser las razones que hayan provocado que la producción vocal de Albéniz sea bastante desconocida, ¿a qué conclusiones ha llegado?
Iñaki: Probablemente, cuando la gente busca repertorio español no espera encontrar canciones en inglés, sin ningún carácter nacionalista. También su complejidad puede descorazonar a más de uno. Y el hecho de que los manuscritos estuviesen desperdigados en varias residencias del autor y bibliotecas no había permitido hacer una edición completa de estas canciones. He leído que hasta algún manuscrito había servido de regalo de boda a algún descendiente. Afortunadamente ahora ya no hay excusas para que la gente no se anime a programar estas maravillas de canciones.
Suelen incluir en sus conciertos algunas de estas canciones, ¿cuál es la acogida por parte del público?
Iñaki: Habíamos interpretado varias veces la baladas italianas, que recuerdan mucho a otras composiciones de cámara como las canciones de Donizetti o Bellini. Son muy bellas y melódicas, de escucha sencilla. Las canciones francesas son más complejas, pero combinan muy bien con otros autores franceses, con un lenguaje más impresionista. Nos quedaba por interpretar en público los tres ciclos en inglés. Y ahora ya sabemos que el público se queda sobrecogido al escuchar las cuatro últimas canciones, que son de una gran belleza y melancolía, con unos textos muy profundos que abarcan cuestiones más filosóficas y existenciales, sobre la vida y la muerte, la salud y la enfermedad o la existencia de dios.
‘Albéniz quería que su música se vendiese y pudiese interpretar cualquier amateur‘
Teniendo en cuenta que Albéniz es fundamentalmente reconocido por su producción pianística, ¿cómo describiría el papel del instrumento en estas canciones?
Iñaki: Curiosamente las rimas de Bécquer y las baladas son muy sencillas, escritas para esos salones de la burguesía. Creo que había un interés en que tuviese un acceso fácil, Albéniz quería que su música se vendiese y pudiese interpretar cualquier amateur. La cosa cambia cuando pasa a tener el mecenazgo de Money-Coutts y puede escribir la música que deseaba. La escritura pianística se complica, y el piano pasa a tener un papel más relevante. De mero acompañante pasa a ser actor en partes iguales, hasta el punto que las cuatro últimas canciones casi uno puede tocar solo la parte del piano y ya sería una obra completa. El piano va creando un tejido sonoro complejo sobre el que la voz es casi declamada, como podría ser en Pelléas de Debussy.
¿Creen ustedes que, gracias a la grabación de esta integral, a partir de ahora será más frecuente escuchar este repertorio en recitales?
Ese es nuestro objetivo: que la música vocal de Isaac Albéniz llegue a un público más amplio. Es obvio que las canciones inglesas son una cumbre del género y merecen estar en los programas de concierto.
¿Cuáles son sus próximos compromisos en conjunto?
Acabamos de presentar el disco en la Ópera de Lille y en enero lo presentaremos también en la Ópera de Dijon. Esperamos poder presentarlo en España también y ya estamos avanzando en lo que serán nuestras próximas grabaciones. Primero un programa con orquesta donde Adriana cantará rondós escritos para La Ferrarese, que creó el rol de Fiordiligi. Habrá obras de Mozart y de otros autores menos conocidos. Después tenemos dos programas de música francesa, uno con dúos que prepararemos el próximo verano y después la integral de las melodías de André Caplet.
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