Tatiana Alampieva forma Baltic Duo con el pianista Edgars Tomsevics. Este mes ve la luz su primer disco con el sello Nîbius, que combina transcripciones propias y grandes obras para chelo.
Por Ana R. Colmenarejo
Antes de hablar de Baltic Duo, me gustaría conocer tu trayectoria y saber qué te ha traído a España.
Terminé mis estudios en la Academia de Música de Letonia en la cátedra de Maris Villerus. Luego hice el máster de interpretación de dos años en la misma Academia. Tuve mucha suerte de que mi profesor fuese alumno de Mstislav Rostropóvich, ya que por esa razón el gran maestro venía cada verano a Riga para dar conciertos e impartir clases magistrales. Sin duda, el contacto directo con Rostropóvich sus las clases han sido mi influencia principal, donde me desarrollé como la músico que soy hoy en día.
Durante la carrera superior empecé a tocar como solista y a presentarme a concursos internacionales. Al mismo tiempo, en el año 1997 empecé a trabajar en la Orquesta Kremerata Baltica bajo la dirección de Gidon Kremer y Saulyus Sondetskis.
En el año 1998 fui elegida para representar a Letonia en la XI edición del Concurso Internacional Chaikovski, donde conocí a Natalia Shakhovskaya. Siempre había querido estudiar con ella, era un mito entre los chelistas. Desde entonces empezaron largos viajes a Moscú para las clases particulares, algunas de ellas duraban más de cinco horas.
Así fue como Shakhovskaya me ofreció hacer el doctorado en su cátedra en el Conservatorio de Moscú, pero en aquel momento Letonia se separó de Rusia, cayó la URSS, y desaparecieron las plazas gratuitas y no pude permitirme los estudios.
Shakhovskaya encontró la solución: me aconsejó que me presentara a la prueba de acceso de la Escuela Superior de Reina Sofía. Me presenté al examen y aprobé. Me concedieron la beca y pude venir para continuar mi formación en Madrid en su cátedra.
‘La formación en dúo de piano y violonchelo es la formación por excelencia de música de cámara.’ Tatiana Alampieva
¿Cómo surge la idea de hacer un dúo de piano y violonchelo?
Es la formación por excelencia de música de cámara. Hace veinte años, en Letonia, cuando todavía estaba estudiando el nivel superior, formé un dúo con un compañero pianista que ahora está en Canadá, y grabamos en Radio Nacional de Letonia. Quedaron algunas obras pendientes de grabar, entre ellas, la Sonata arpeggione de Schubert. Pasó mucho tiempo, pero la idea de acabar el trabajo empezado no me dejaba tranquila. Por eso, en 2019 decidí a volver a grabar. Edgars Tomsevics, considerado el mejor pianista de Letonia actualmente, ha colaborado conmigo para este proyecto.
¿Dónde habéis grabado el disco?
En la Radio de Letonia. Es un edificio histórico, el estudio es una sala de conciertos y la acústica es natural, auténtica. Antiguamente el sello discográfico ruso Melodía grababa en estos estudios.
¿Por qué os llamáis Baltic Dúo?
El nombre surge porque me acordé de cuando estaba tocando en la Orquesta Kremerata Báltica. Durante la grabación del disco me vino a la cabeza el nombre porque los dos somos de Letonia y nos pareció un nombre original.
¿Qué te ha hecho decantarte por este repertorio?
Siempre me gusta tocar cosas diferentes y he intentado también que sea un programa variado. Contiene música barroca, clásica, romántica y contemporánea. El año pasado escuché por casualidad una grabación de la Tocata y fuga de Bachpara violíny empecé a transcribirla en abril de este año, en tres días ya la tenía, y luego poco a poco fui haciendo ajustes y la grabé.
Por otro lado, he elegido Sarasate porque me gusta mucho la música española y es una pieza para violinistas virtuosos que he querido adaptar al chelo.
Entre el repertorio clásico, Britten siempre ha sido mi compositor favorito, y como el Moto perpetuo de su Suite para violonchelo solo es uno de los más difíciles que hay, también lo quise grabar. La Sonata arpeggione, como ya comenté,quedópendiente de grabación para mí desde hace veinte años.
‘Combinar transcripciones con el repertorio clásico creo que hace más interesantes los conciertos.’ Tatiana Alampieva
¿Qué buscas en la transcripción?
En la transcripción busco la innovación y ampliación del repertorio para chelo; interpretar obras que nadie haya interpretado anteriormente. Lo considero muy apasionante, experimentar e innovar. Probar ideas nuevas para mí es vital. Combinar transcripciones con el repertorio clásico creo que hace más interesantes los conciertos.
¿Cuándo empezaste a hacer transcripciones?
Empecé cuando tenía 19 o 20 años. Recuerdo que hice la transcripción de Zapateado de Sarasate para chelo. En aquella etapa hacía recitales anuales y quería incluir en mi repertorio algo diferente, algo que los demás no tocaran, y funcionó. Zapateado tuvo mucho éxito y vinieron chelistas pidiéndome la partitura.
¿Cómo has vivido la pandemia?
En general, bien. De pronto, tienes todo el tiempo del mundo, y yo lo aproveché para poner las cosas en orden y sobre todo para estudiar la segunda parte del disco.
¿Ha afectado a tu música y a tu agenda?
A mi música no le ha afectado la pandemia, todo lo contrario. He dedicado la mayor parte del tiempo al estudio y a la gestión. Así conseguí el contrato de management de Suiza. Pero la agenda sí que está muy afectada. Este agosto debería de haber grabado la segunda parte del disco y no he podido hacerlo, ya que el estudio de grabación está en Letonia, y tampoco he podido dar recitales por el cierre de las salas de concierto. Espero que para enero la situación se estabilice y pueda retomar la actividad musical.
¿Estás ahora planificando algún nuevo proyecto?
Es difícil ahora hablar de nuevos proyectos, ya que no hay ninguna certeza de la situación por motivo de la COVID-19. Lo primero es terminar el trabajo empezado e incorporarse a la actividad musical. A partir de ahí se podrá hablar de una perspectiva más concreta.
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