Por Alfonso G. Leoz
Ya queda muy lejos la imagen que tenemos de las agencias americanas, donde una secretaria hace pasar a una sala de espera a los artistas que esperan ser oídos. Asimismo, también ha desaparecido la imagen del profesor italiano de principio de siglo, que después de haber terminado una carrera se dedicaba a conectar a su alumno o alumnos aventajados, con las direcciones de los teatros a los cuales él había estado vinculado.
Asimismo, la imagen de Ricordi organizando los repartos de las óperas de Verdi y decidiendo cuáles deberían ser las futuras estrellas, también queda lejana. De cualquier forma, todas estas imágenes aún están vigentes en el campo de las agencias de cantantes en la actualidad, sólo que con un factor importantísimo añadido, la comunicación.
Ser oídos
Conocer profundamente lo que es una voz, saber la calidad de la misma y en qué momento se encuentra. Cuando un cantante llega al agente lírico y audiciona, éste se encuentra como llegado a un claro del bosque al que se accede por distintos caminos, y la facultad del agente está no sólo en determinar su capacidad actual, sino por cuál de los caminos ha accedido a esa explanada, ya que esto determinará la senda a seguir en un futuro. Esto es algo fundamental, ya que una carrera no es sólo presente sino también futuro, y el planteamiento de éste es lo que definirá el éxito de ambos, ya que el éxito del agente será siempre un reflejo del que consiga con sus artistas.
En mi caso particular, la condición anteriormente expuesta fue crucial para el desarrollo de mi agencia, ya que si bien comencé como secretario particular del tenor Luis Lima, lo cual me abrió las puertas (algo que comentaré más adelante), el hermetismo y complejidad en las contrataciones de los artistas, hace prácticamente imposible el tener acceso al ofrecimiento de los cantantes por parte de un agente novel. Es en este punto donde la experiencia de toda una vida en la música y más de cuarenta obras cantadas como solista me fueron claves ya que tuve que guiar mis pasos a la búsqueda de nuevos valores que fueran mis representados en el futuro y que juntos marcháramos en la difícil trayectoria que siempre es una nueva carrera de cantante. Creo que encontré de lo mejor en los cantantes hoy en día internacionales como Álvarez, Lanza y Zapater, ya verdaderas estrellas en el mundo de la lírica y, sobre todo, en Viena, ciudad reina de la ópera.
Asesoramiento de la voz: el asesoramiento del cantante es imprescindible ya que desde el mismo momento en que se decide hacer una carrera juntos, el manager pasa a convertirse en los oídos del cantante. El problema más grave de un gran cantante es que si bien su formación y técnica son importantes, al comienzo en grandes recintos y con grandes audiencias, ésta es sometida a movimientos en su voz que en ocasiones le llevan a mejorar, pero en su mayor parte le llevan al deterioro de sus cualidades. Por ello el manager debería convertirse en una especie de entrenador de élite, que sepa ver aquellos pequeños movimientos que si bien momentáneamente parece que no cambian sus cualidades, el uso repetitivo de éstos podría estropear una gran carrera. Al igual, el mejorar condiciones, cualidades e incluso ayudar en la técnica, debe ser algo frecuente en su función. No olvidemos que hoy día, todas las carreras de élite en el deporte, son en un porcentaje altísimo, el fruto de un equipo.
En mi experiencia personal el asesoramiento ha sido otra de las piezas fundamentales en el engranaje de la maquinaria de mi agencia, pues si bien algunos de mis cantantes llegaron con una base sólida, de técnica y musical, como en el caso de Lanza o Zapater (los cuales tuvieron una magnífica profesora en Isabel Penagos), otros, como en el caso de Carlos Álvarez, no habían aún recibido tanta información, ya que sus derroteros se habían desarrollado en otros parámetros, pues estaba en cuarto de Medicina y su formación vocal era prácticamente de amateur, aunque para compensar se le había concedido una voz e inteligencia poco comunes. Es en este último caso cuando un mal asesoramiento puede llevar al fracaso a la voz más importante, aunque afortunadamente no fue nuestro caso. Quiero también apuntar un factor importante en cuanto a asesoramiento. Éste es informar fundamentalmente de «qué es lo que no se debe hacer» algo que por desgracia también yo conocía en demasía.
Conectar… con los teatros
Conexión e información. Una de las partes ingratas en una agencia artística es el trabajo de oficina, pero no por ello es la menos importante. Entre todos, la conexión con los teatros importantes es primordial para los cantantes, ya que les coloca en la mejor vía para desarrollar su carrera. Asimismo, para la agencia estas conexiones son su mejor tarjeta de presentación, no olvidemos que la relación con teatros como Viena o la Scala de Milán dicen de una agencia su importancia e internacionalidad .
Como ya he comentado anteriormente, el hecho de haber comenzado mi andadura junto al tenor Lima fue vital para mí y por simpatía para mis artistas, ya que al ser un artista en la cima de su carrera hizo que los teatros se acercaran para obtener su presencia. A su vez, este acercamiento facilitó la posibilidad de ofrecer a los cantantes noveles que, si bien en un principio les fue de gran ayuda, enseguida fueron requeridos por ellos mismos debido a su gran calidad artística. Otro factor importantísimo fue la conexión que a través de Lima tuve con Ian Hollender, el director de la Ópera de Viena. Pieza fundamental en el transcurrir de sus carreras han sido nombres importantes como Plácido Domingo, Helga Schmidt o Emilio Sagi, gran valedor de todos los artistas jóvenes de los años 90.
Organizando los repartos
Producción. Asimismo, la agencia debe tener la capacidad de organizar un espectáculo completo y poder, en un momento determinado, ajustar un presupuesto para la consecución de una ópera, siendo capaz de organizar toda su infraestructura, desde los viajes hasta la tramoya, luminotecnia, pasando lógicamente por la producción, orquesta, cantantes, etc. Si bien este trabajo es puramente organizativo, abre puertas a la consecución de espectáculos siempre imprescindibles para el debut y el conocimiento de nuevos intérpretes. Además, este factor mide el conocimiento y cultura de la misma.
Este último aspecto es probablemente con el que yo más he disfrutado, el cual aunque es posible que menos interesante bajo el punto de vista de negocio, sin embargo a la larga, en el transcurrir de la agencia, es el aspecto del cual te sientes más orgulloso ya que te permite oír y ver en el escenario aquello que sólo había estado en tu mente y que no te habías equivocado con tal y cual artista o por el contrario ver tus errores; asimismo, te permite hacer debutar a jóvenes que no habrían tenido en otra situación quizás la misma suerte. Qué gran satisfacción un «Hoffmann» cantado por cantantes españoles como Sempere (el gran olvidado de este país), Arruabarrena, María José Moreno (soprano que sigue la trayectoria de mis otros artistas de élite), Lamoris y Rodríguez (artistas todos fantásticos) o el «Barbero» con Lanza, casi un «chico» joven encabezando un reparto de españoles.
Naturalmente, todo lo expuesto es una manera muy particular de pensar, pero creo que aunque no define exactamente las agencias actuales, estoy seguro que si alguien busca una agencia y sigue las indicaciones anteriormente citadas no quedará defraudado.