Por Beatriz C. Montes
Biografía
Franz Joseph Haydn nació en la ciudad de Rohrau (Austria) el 31 de marzo de 1732, en el seno de una familia humilde, de la que también salió otro compositor notable, su hermano Michel (1737-1806). Joseph et Michel formaron parte durante su infancia del coro de la catedral de San Esteban de Viena. Joseph fue despedido en 1749, cuando le cambió la voz. En 1752 entró al servicio del napolitano Nicolás Porpora (1686-1768), compositor y célebre maestro de canto de la época (los castrati Caffarelli y Farinelli fueron discípulos suyos). Parece ser que Porpora residió en Viena entre 1752 y 1759 y en esos años Joseph Haydn fue su discípulo y asistente. Para J. Haydn era una referencia y manifestaba que con el napolitano aprendió las verdaderas bases de la composición musical. En esos años J. Haydn compuso los cuartetos Op. 1, su primera ópera y diferentes piezas. En 1759 obtuvo el puesto de director de la capilla del conde Morzin y a su servicio estuvo dos años hasta que llegó la que sería su gran oportunidad. En 1761 entró al servicio del príncipe Paul Antón Esterházy y un año después al servicio de su hermano Nicolás, llamado “El magnífico”. Se tienen referencias de la familia Esterházy desde la Edad Media hasta nuestros días, ya que el escritor húngaro Péter Esterházy (Budapest, 1950) es descendiente de los príncipes para los que Joseph Haydn trabajó. Péter Esterházy da una visión personal de la historia del Imperio Austro-Húngaro y en particular de sus ancestros en su obra Armonías Celestes (2000).
Entre 1762 y 1766 se construyó el palacio de Esterháza, como residencia de verano. Se inauguró en 1768 con la representación de la ópera de J. Haydn Lo speziale. Como este palacio pretendía rivalizar con el de Versalles, se diseñaron unos jardines inmensos y de gran elegancia, además de dos teatros y varias salas destinadas a los conciertos de música. En esas condiciones vivió Joseph Haydn treinta años al servicio de los Esterházy, encargado de supervisar las numerosas actividades musicales y de componer obras de todos los géneros que se estrenaban y tocaban dentro de este bellísimo marco. En estos años compuso las sinfonías de madurez, entre las que debemos destacar la Sinfonía fúnebre, La despedida, las seis sinfonías París, etc. Dentro de la música de cámara, dedica gran atención a los cuartetos (Op. 9, Op. 17, Op. 20 y 33, etc.) y durante estas décadas compuso muchas de las sonatas para piano.
A la muerte del príncipe Nicolás en 1790, J. Haydn se trasladó a Viena. Recibió una pensión de los Esterházy, pero también aprovechó para difundir su obra en Londres, donde estuvo en dos ocasiones: de 1791 al 92 y de 1794 al 95. Dirigió conciertos y entre otras obras compuso las doce Sinfonías Londinenses. Falleció con 77 años en Viena, en la actual Haydnhaus (Casa de J. Haydn), cuando las tropas napoleónicas entraban en Austria.
La obra vocal de J. Haydn es importantísima. A excepción de Armida (1783), las óperas de J. Haydn no son muy conocidas. Entre 1766 y 1783 compuso nueve óperas, como La canterina (1766), Lo speziale (1768), L’incontro improvviso (1775) La fedeltà premiata (1780) y Orlando paladino (1782). Dentro de su producción vocal, también son poco conocidas sus misas, un Stabat Mater de 1767 y la cantata Ariadna auf Naxos. Sin embargo los dos famosos oratorios La creación (1798) Las estaciones (1801) han tenido una inmensa repercusión. Su pieza Gott erhalte Franz den Kaiser (“Dios salve a Francisco el Emperador”) fue compuesto como himno del Imperio Austriaco y sigue vigente en nuestros días, aunque se canta exclusivamente la tercer estrofa. Pero ha sido sobre todo su música instrumental la que le ha convertido en uno de los grandes maestros de la música de todos los tiempos. Joseph Haydn fue un compositor admirado tanto por W. A. Mozart como L. V. Beethoven, y más tarde por Brahms y numerosos compositores de los siglos XIX y XX, como el inglés George Benjamín (1960-), quien compuso en 1982 Meditation on Haydn’s name para piano y con motivo del 250 aniversario del nacimiento del compositor austriaco.
La obra para teclado
La obra para piano de Joseph Haydn es menos conocida por el gran público que la de J. S. Bach, W. A. Mozart o L. V. Beethoven y también es menos interpretada que sus propias sinfonías u oratorios. Este hecho puede dar una idea equivocada sobre su calidad. Compuso obras para piano solo, conciertos para piano, y música de cámara con piano. Dentro de la obra para piano sólo algunas piezas son de dudosa identidad, pero la mayoría está confirmada. Hasta 1780 pudo componer para clave y clavicordio, pero las ediciones de las sonatas a partir de 1780 indican como primera opción el fortepiano. Las últimas sonatas exigen unos cambios de dinámica, variaciones de toques y otras características típicas del piano. Dentro de la obra para piano solo, dos géneros son los privilegiados: las variaciones y las sonatas.
De manera general, el estilo para teclado de J. Haydn nos puede recordar a varios compositores contemporáneos y posteriores: hay fragmentos que pueden hacer pensar en W. A. Mozart, aunque la impresión, salvo casos excepcionales no durará mucho tiempo. Algunos movimientos rápidos se parecen como gotas de agua a las sonatas de D. Scarlatti, aunque no a las de estilo hispánico. La presentación de motivos y la utilización de los recursos sinfónicos del piano evocarán algunos pasajes de las sonatas de L. V. Beethoven. Y es a J. Haydn a quien el compositor alemán dedicó sus primeras sonatas Op. 3. Finalmente si estudiamos la obra para teclado de Joseph Haydn nos llevará directamente al compositor Carl Philippe Emmanuel Bach, tanto a su propia obra para pianoforte como a su tratado sobre el verdadero arte de tocar los instrumentos de teclado de 1753 (Versuch über die wahre Art das Clavier zu spielen). De hecho, muchas de las sonatas de J. Haydn ilustran perfectamente los objetivos del Versuch y, en general, de la estética del Empfindsamkeit que subyace en el tratado de Carl Philippe. Pero la comparación con otros compositores no debe equivocarnos: J. Haydn no es un patchwork de las características de estos autores, ni siquiera de sus mejores aspectos. Los elementos evocados, que pueden en un momento dado hacer pensar a W. A. Mozart o L. V. Beethoven, a D. Scarlatti, o a C. Ph. E. Bach, se entremezclan en manos de J. Haydn y adoptan la factura de su propio estilo: espontaneidad, frescura y una riqueza de ideas casi imposible de seguir, como si desarrollar, glosar y variar no fuera necesario ya que tras un motivo inventará otro y otro y otro más… hasta el infinito. Estamos frente a un concepto de música instrumental pura, en general sin programa, con una profunda capacidad de conceptualización y de abstracción. Lo que podríamos rápidamente imaginar como algo demasiado intelectual y frío, J. Haydn lo dota de vida y de alma y ese es sin duda uno de sus talentos extraordinarios.
Finalmente, y antes de hablar de las sonatas para piano, hay entre las piezas concertantes, una verdadera obra maestra, que resume todas las características citadas: el Concierto para piano y orquesta en Re Mayor. Compuesto entre 1780 y 1783, el equilibrio y perfección de cada uno de los tres movimientos lo convierten en una obra digna de estudio.
Los tríos con piano y las sonatas para piano
En cuanto a las sonatas para piano solo, hay un poco de confusión en cuanto al número. La primera edición de 1918, realizada por Karl Päsler, comprende cincuenta y dos sonatas, mientras que, Christa Ludwig publicó en 1961 una edición con sesenta y dos sonatas y H. C. Robbins Landon corrobora sesenta y dos sontas. El musicólogo Anthony van Hoboken publicó entre 1957 y 1978 el catálogo de la obra de J. Haydn y siguió la numeración de Päsler. Dentro de la obra de Hoboken las Sonatas son el número 16 y por ello todas ellas llevan la numeración Hob. XVI más el número del catálogo de Päsler.
El grupo de primeras sonatas, compuestas hasta 1765, son las más sencillas y en él encontramos obras muy cortas en dos y tres movimientos, pero también alguna sonata importante en cuatro movimientos. Destaca la sonata en Sol M Hob. XVI/6, un modelo de lo que llegará a ser la sonata en el Clasicismo.
Un segundo grupo sería las sonatas compuestas mientras J. Haydn trabajaba para la familia de Esterházy. Cualquiera de ellas merecería unas líneas y bastantes han sido ya objeto de artículos. Encontramos sonatas en dos movimientos (uno lento y otro rápido), en tres y en cuatro. La variedad es inmensa. Algunos musicólogos prefieren dividir este grupo en dos: uno que estaría compuesto por las sonatas escritas hasta 1773 y otro hasta 1784. El primero respondería más a los aspectos del Sturm und Drang y el segundo, al estilo galante.
A lo largo de las sesenta y dos sonatas, encontramos toda la gama de estilos y de estéticas que han caracterizado el siglo XVIII: desde el Clasicismo, con su equilibrio y luminosidad, hasta el estilo galante, o el Empfindsamkeit, donde la expresividad es lo primero, pasando por las tempestades de ese primer Romanticismo que ya es el Sturm und Drang. La característica principal de este corpus es una gran libertad y riqueza de ideas. Nada se repite y casi nada se reutiliza incluso dentro de una misma sonata, como si la invención no pudiera faltar.
Las sonatas de J. Haydn no han interesado tanto a los intérpretes como las de W. A. Mozart y L. V. Beethoven, pero no han faltado las interpretaciones geniales. Ingrid Haebler grabó la integral aunque esta versión es hoy difícil de encontrar. Muy conocida es la grabación de las últimas, y antes que ellos, Wilhelm Backhaus y Lili Kraus han interpretado magníficamente Haydn al piano. Paul Badura Skoda y Patrick Cohen han grabado las sonatas al pianoforte. Actualmente podemos encontrar en el mercado la integral del compositor inglés John McCabe, gran especialista de Haydn, y la de Rudolf Buchbinder, una versión equilibrada y que da muestra la gran belleza de este corpus.