Por Fernando Argenta
Independientemente de que en algunos lugares de España ha habido Conciertos para Niños, Didácticos (o como se les quiera llamar) desde hace muchos años, se puede decir que la nueva era, la era importante de este tipo de Conciertos, comienza con la creación de numerosas y buenas orquestas en las diferentes Comunidades Autónomas, en la llamada época de la transición democrática.
Contar con el importante medio que es una orquesta sinfónica hace que en muchos lugares de España, a comienzos de los años 80, se comience a plantear la difusión de la música clásica entre la juventud, de una manera más seria e importante.
Siempre se puede contar con el espíritu sensible de unos pocos niños para intentar llegar a ellos con música de cámara, con música hecha por pocos instrumentos, pero evidentemente es mucho más fácil impactar en una mayoría con el repertorio y el sonido que puede proporcionar una orquesta sinfónica funcionando a todo trapo.
Luego está la amortización de la propia orquesta sinfónica de que se trate. Vamos a pensar bien y a desechar la idea de que algunos políticos hayan creado orquestas sinfónicas en sus ciudades o Comunidades Autónomas buscando darse «pote», al tiempo que proyectan una imagen de benefactores culturales.
Por lo tanto, en principio, cuando nace una orquesta sinfónica lo normal es que se piense en dar satisfacción a una necesidad cultural de cierto sector de la sociedad así como en hacer una labor divulgativa en otros sectores, lo que siempre irá en beneficio de la elevación del nivel cultural de un pueblo. Naturalmente, en esa labor divulgativa no se puede excluir a la población infantil; es más, para los que estamos metidos hasta el cuello en esta guerra, el llevar el mundo de la música clásica a los niños debería ser una tarea prioritaria.
Bueno, pues (salvo honrosas excepciones) esto no es así y los Conciertos Infantiles suelen ser un apéndice de la actividad normal de una orquesta. ¡Y menos mal! porque así por lo menos se tiene algo. Lo que pasa es que algunos políticos y responsables de las orquestas saben que ésta es una actividad muy agradecida, que los niños (a no ser que les metas un «ladrillazo» importante), van a recibir bien cualquier cosa hecha por una orquesta sinfónica y un presentador, y que la sociedad va a ver con buenos ojos también cualquier cosa que se haga en este sentido. Así pues, no hace falta gastarse mucho dinero, ni emplear mucho esfuerzo y tiempo en estos Conciertos; en general son las migajas de una programación concebida para adultos.
En la puesta en marcha de estos Conciertos pueden jugar diferentes instituciones. En general, es la propia orquesta sinfónica la que programa varios Conciertos Infantiles al año, contando con la colaboración económica de alguna institución cercana o no tan cercana a la orquesta en cuestión. Pero también existen instituciones, ya sean financieras o culturales, que organizan Ciclos de Conciertos Infantiles, contratando para ello a músicos o agrupaciones musicales, sean éstas grandes o pequeñas.
La verdad es que entre todos se está logrando que el panorama de la divulgación de la música clásica entre los más jóvenes haya cambiado radicalmente en España en los últimos años. Claro que mejor sería decir que ahora existe ese panorama y hace unos años no.
Por mi parte tengo que decir que cuando entré en este mundo tan fascinante, hace unos quince años, yo no era consciente de que existiera ningún tipo de Conciertos Infantiles hechos con medios medianamente importantes, en España. Yo no conocía nada al respecto. Y en cuanto al extranjero, la única referencia eran los míticos programas para televisión que hizo Leonard Bernstein con la Filarmónica de Nueva York a finales de los 50 y comienzos de los 60.
Así que, por lo menos en lo que a mí respecta, me lo tuve que inventar todo, aunque seguramente no me inventé nada y lo único que hice fue aportar mi personalidad a la presentación de unos Conciertos Didácticos. Con el tiempo me he llegado a convencer de que, efectivamente, todo está inventado y que lo que hace diferente cada enfoque de estos Conciertos es la personalidad del organizador o, en ocasiones, la del presentador, que en algunos casos coinciden.
No puedo pretender que todos estén de acuerdo con mi enfoque de estos Conciertos y sé que mi idea de que sean lo más entretenidos posible, de que el objetivo se logrará más fácilmente si los chavales se lo pasan bien, no es compartida por todos. Desde luego yo siempre lo he tenido claro: dependiendo de las edades, dependiendo del número de Conciertos a los que vaya a asistir un mismo niño o adolescente, se deberá hacer un tipo de Concierto u otro; con una mayor o menor carga pedagógica, pero siempre con la vista puesta en la amenidad.
Si la edad es de doce o trece años en adelante y si un mismo adolescente va a presenciar varios Conciertos, el contenido de éstos podrá ser más profundo y didáctico pero ¡atención!, para dar una clase de música existen las escuelas y los discos, porque algunos meten unos rollos tremendos mientras la orquesta está cruzada de brazos en espera de hacer un ejemplito de tres segundos.Un Concierto Infantil, aunque sea didáctico, tiene que ser un Concierto, y muchas veces el didactismo se logra por el mero hecho de que el chaval disfrute con algo nuevo para él, que disfrute con la música clásica en directo, que le interese lo que se dice y que aprenda algo, aunque no sea demasiado.
Si son más pequeños, o el Concierto es único, éste debería ser una auténtica «Fiesta» en la que ellos puedan participar, en la que lo que suene sea lo más brillante y conocido posible, y en la que al salir, digan sinceramente que se lo han pasado muy bien y que quieren volver. En ese momento hemos empezado a destruir un peligroso prejuicio establecido en los más jóvenes a través de los poderosos medios de comunicación de que la música joven, moderna, divertida e interesante, es el «rock», y que la clásica es un auténtico rollo, sólo para «matusalenes» vestidos como empleados de pompas fúnebres.
Algunos pedagogos sienten la tentación de teorizar y teorizar sobre este tipo de Conciertos y sé que esas elucubraciones, muchas veces expresadas en ciertos folios, hacen mella en otras personas. ¡Hay que ver cuánto sabe de esto fulanito….! exclaman tras haber leído una auténtica tesis doctoral al respecto. Pero aquí no hay que buscar tres pies al gato, el asunto es sencillísimo: mucha música clásica es total de verdad y hay que lograr que los chavales la escuchen. Si para ello tienes que utilizar ciertos señuelos, se utilizan, y ya está. En esto es muy importante la personalidad del que sirve de correa de transmisión entre la orquesta, entre las obras a interpretar y el público infantil. Si esa persona conecta, bien, si no, fatal.
Así como ha habido algún colega que ha descalificado públicamente la labor de determinadas orquestas o presentadores por utilizar algunos de esos señuelos o medios (que persiguen el mismo fin que los que él persigue mediante otros), yo no. A mí me parecen muy válidos todos los medios que consigan que los chavales queden enganchados a la música clásica, o por lo menos no la rechacen. En este sentido son válidos los cuentos musicales tanto hechos por los propios autores que concibieron la obra así desde un principio, como aquellas adaptaciones hechas a posteriori, aunque en este último caso yo no sea totalmente partidario de distraer al niño con una narración por encima de la música, cuando lo verdaderamente importante es ella en sí misma.
También es válida la participación de los chavales, saliendo a responder a una pregunta, a tocar un instrumento, a bailar, o a dirigir la orquesta. Es válida igualmente la participación de famosos que provoquen la atención y admiración entre ese público. Son válidas las explicaciones, siempre necesariamente amenas, sobre detalles de las obras, sobre los autores, sobre la interpretación, las formas, etc. Incluso eran válidas las invenciones maravillosamente imaginativas que Leonard Bernstein hacía sobre muchas cosas, aunque algunos de sus Conciertos fuesen más para adultos que para niños.
En fin, todo es válido, menos aburrir como a las ovejas al respetable infantil.
Yo me siento orgulloso y honrado al haber organizado y/o presentado tanto Óperas como Conciertos Infantiles con las Orquestas de Cámara, Sinfónicas o Filarmónicas, de Sevilla, Málaga, Valencia, Palma de Mallorca, Tenerife, Galicia, Castilla y León, Bilbao, Principado de Asturias, Pablo Sarasate, Comunidad de Madrid, de Radio Televisión Española, y un buen número de orquestas extranjeras. Me siento orgulloso de que en algunos años han pasado más de doscientos mil niños españoles por los Conciertos Infantiles en los que yo he participado, en solitario o con Araceli González Campa.
En el último año habrán sido más de cien mil los niños que han asistido a estos Conciertos. Solamente en Madrid setenta mil pasarán por los Conciertos organizados por la «Fundación Caja de Madrid», que tan meritoria labor está haciendo en este sentido. Pero tampoco quiero dejar de resaltar la labor que están haciendo muchas instituciones y orquestas en todo el estado español y añadir a las ciudades, comunidades autónomas y provincias que antes he citado, a través de sus orquestas, a otras como Euskadi, Cataluña, Gran Canaria, Granada y tantos otros lugares.
Por suerte tampoco estoy tan solo como cuando empecé la labor de crear nuevos aficionados a la música clásica, o el de romper la imagen negativa que ésta tiene entre los más jóvenes. Hoy ya hay muchos compañeros que me acompañan, y que fascinados por este mundo, se han incorporado a él.
Echo de menos la importantísima aportación que pueden llevar a cabo en este campo las televisiones en nuestro país, y sobre todo las públicas. De momento no se puede decir que yo no lo haya intentado, sin obtener ninguna respuesta positiva hasta el momento, pero no desespero de ver como un día sale adelante algún programa, en el que seguramente no intervenga un servidor sino alguien con más suerte o agarraderas, pero de todas formas bienvenido sea por mi parte, y supongo que por la de todas las personas que lo vean.
A todos los que estamos implicados en esta lucha apasionante: suerte, enhorabuena y ¡adelante!