Por Diego Manuel García
El libreto elaborado por Jules Barbier sigue prácticamente la obra teatral, variando los títulos de las tres historias centrales, que toman el nombre de sus protagonistas: Olympia, Antonia y Julietta. El Prólogo se sitúa a comienzos del siglo XIX, en una taberna en Nuremberg, adosada a un teatro de ópera, donde se está representando «Don Giovanni» de Mozart. La cantante Stella, último amor de Hoffmann, participa en esa representación. Aprovechando el intermedio de la ópera, Hoffmann llega a la taberna, comentando a los asistentes que Stella es un compendio de las mujeres que ha amado, iniciando a continuación el relato de sus tres historias amorosas: en Berlín con la muñeca Olympia, en Munich con la cantante Antonia y en Venecia con la cortesana Julietta. El final de estas historias siempre es trágico para Hoffmann, debido a la interferencia de tres personajes maléficos: Coppelius que destruye a Olympia, Miracle que propicia la muerte de Antonia y Dapertutto que manipula a Julietta, en contra de Hoffmann. Otro malévolo personaje Lindorf, que aparece en el Prólogo, acabará marchándose en el Epílogo con la cantante Stella, arrebatándosela a Hoffmann. El contrapunto de estos maléficos personajes es el estudiante Nicklausse (apariencia terrena de la musa de la poesía) quien intentará guiar, reconducir y hacer ver la realidad al enamoradizo Hoffmann. El epílogo se lo llevará consigo, después de haber recuperado su apariencia de musa.
Offenbach, ya muy maltrecho de salud, trabaja intensamente en la creación de «Los Cuentos de Hoffmann», cuidando los más mínimos detalles de la partitura, consciente de que esta obra será lo más importante que deje para la posteridad. La muerte le sorprende el día 5 de octubre de 1880 sin haber podido concluirla.
La familia de Offenbach encarga a Ernest Guiraud, completar la obra. Guiraud era un compositor de cierta notoriedad, que ya había realizado una labor parecida, con «Carmen» de Bizet. Su trabajo quedaba centrado en concluir el Acto de Julietta y el Epílogo de la obra. Sin embargo, Guiraud cambia los diálogos hablados, previstos por Offenbach, por recitativos cantados. Ello hace que la ópera se alargue demasiado. León Carvalho, director de L’Ópera-Comique de París y responsable de la producción de «Los Cuentos de Hoffmann», decide que se acorte el Prólogo y, cuando faltaban pocos días para el estreno, que se suprima totalmente el Acto de Julietta, trasladando el Acto de Antonia de Munich a Venecia, incluyendo al final del mismo, la famosa barcarola. Por tanto, antes del estreno, diferentes manos habían entrado a saco en la composición de Jacques Offenbach y Jules Barbier.
«Los Cuentos de Hoffmann» se estrenaron en L’Ópera-Comique de París, el 10 de febrero de 1881 con un reparto en el que figuraban Adèle Isaac como Olympia, Antonia y Stella, Jean-Alexandre Talazac en el papel de Hoffmann, Emile Taskin como Lindorf, Coppelius y Miracle y la soprano Marguerite Ugalde en el papel de Nicklausse. Esta primera representación tuvo un gran éxito, teniendo que ser repetidas el aria de Olympia y la Barcarola. En diciembre de 1881 la ópera se estrenó en Viena, traducida al alemán a partir de una segunda redacción de Guiraud, donde quedaba restituido el Acto de Julietta, colocándolo entre los de Olympia y Antonia. Esta versión sirve de base a la primera edición de la ópera realizada por Chaudens. En una producción de la ópera de Montecarlo en 1904, se produce una nueva manipulación de la obra, con la inclusión en el Acto de Julietta, de dos fragmentos no compuestos por Offenbach: el aria de Dapertutto Scintille, diamant! y un sexteto con coros Hélas! Mon coeur s’egare ancore!… Estos cambios se incluyen en una nueva edición Chaudens, que será la base de las representaciones de «Los Cuentos» durante muchos años.
El devenir de esta ópera cambia de un modo muy importante a partir del descubrimiento en 1974, por parte del director de orquesta Antonio de Almeida, de unos manuscritos originales de Offenbach. A partir de ellos, el musicólogo Fritz Oeser publica en 1978 una edición crítica donde aparecen cambios muy sustanciales con respecto a la tradicional edición Chaudens. Se restablece el orden de los Actos: Olympia, Antonia y Julietta. Se restituye en su integridad la música de La Musa/Nicklausse, incluyendo en el Prólogo los couplets de la Musa La verité dit-on, sortait d’un puits, en el Acto de Olympia, Nicklausse canta los couplets Voyez-la sous son éventeil, en el Acto de Antonia el aria Vois sous l’archet fremissant y en el Epílogo la Musa canta la preciosa aria Des cendres de ton coeur. El Acto de Julietta, tiene cantidad de música nueva, con bellas intervenciones corales y una nueva aria para Julietta Qui connaît donc la soufrance. Se cambia el aria de Dapertutto de dudosa procedencia Scintille Diamant! por la autentica Tourne, tourne, miroir, con el acompañamiento musical del trío de los ojos (Coppelius, Hoffmann y Nicklausse) del Acto de Olympia, restituyendo a este, su música original, -obviamente- desaparece el sexteto. En el Epílogo Hoffmann retoma la canción de Kleinzach.
El musicólogo Michael Kaye ha elaborado otra versión de «Los Cuentos de Hoffmann», a partir de los manuscritos encontrados por Antonio de Almeida y a otros, también originales de Offenbach, aparecidos en Londres, en 1984. En esta versión se restablecen los diálogos originales. Los cambios más importantes con respecto a la versión de Fritz Oeser se producen en el siempre controvertido Acto de Julietta, donde se introduce una nueva aria de coloratura para la protagonista L’amour lui dit: la belle con un nuevo final, consistente en un gran concertante burlesco, donde Hoffmann debe cantar en una alta tesitura. El personaje de Stella, tiene intervenciones cantadas en el Epílogo. En el Acto de Olympia, Nicklausse vuelve a cantar sus tradicionales couplets Une poupée aux yeux d’émail.
A pesar de su accidentada historia, «Los Cuentos de Hoffmann» es uno de los títulos señeros del repertorio francés. La música compuesta por Offenbach es de un fino y exquisito melodismo, perfectamente adecuado a la atmósfera semireal y fantástica en que se desarrollan las historias.