María Márquez es una joven pianista que ha realizado su carrera de forma paralela en España y en el panorama internacional, especialmente en Varsovia, donde ha realizado el máster de piano en la Universidad Frédéric Chopin, siendo la primera alumna española en cursarlo.
Ella misma se define como una pianista poco convencional, y sin duda tiene razón. Es muy creativa y de ideas muy claras. Gracias a estas cualidades ha desarrollado una técnica y un estilo que hacen de ella una artista única. Una pianista independiente que ha recorrido el mundo sola pero a la vez compartiendo escenario y experiencias con muchos artistas y siempre con repertorio español. Tiene verdadera vocación y pasión por la música, por hacerla y por compartirla, por garantizar los derechos de los músicos… tanto es así que preside la Fundación Talentos Musicales de Europa.
Por Ana R. Colmenarejo
¿Cómo empezaste en la música?
Fue una vocación, sentí pasión por la música desde muy pequeña, desde los 5 años. No tengo familiares músicos, sí artistas, arquitectos y pintores. Mi elección ha sido un poco personal. Empecé de la mano de Irene Rodríguez en Málaga y poco a poco fui haciendo Elemental, Profesional, Superior… Y pegué un salto a Polonia para hacer un máster en la Universidad Frédéric Chopin de Varsovia, financiado por Europa, que fue mi salvoconducto. El primer año fue de preparación para hacer el máster, que era en polaco, aunque mi preparación de piano era ya muy buena, necesitaba elevarla más alto. Fui la primera española en este máster. Nunca he seguido los patrones que a lo mejor me indicaban, y eso en un mundo musical es muy difícil. Siempre he sido fiel al compositor, pero también a mí.
¿Y esa rebeldía cómo lo han visto tus profesores?
El profesor que más influyó en mí, sobre todo en los últimos años, fue Jerzy Romaniuk, que no solo apoyó mi rebeldía, sino que la potenció al extremo porque me decía: ‘así logras aportar algo al mundo de la música, no solo lo común’. Me apoyaba y potenciaba, fue muy mágico. Polonia fue todo un proceso, al principio hubo muchos altibajos en el máster para lograrlo y al final lo conseguí.
‘Siempre he sido fiel al compositor, pero también a mí’. María Márquez
¿Qué puedes contar de tu disco ‘A Romantic Piano‘?
Este disco lo grabé hace tres años; ha tardado mucho en ver la luz porque es el primero. Ese nivel de perfeccionismo a veces te retrasa un poco. Grabé la Suite España al detalle, completa, y la Balada núm. 2 de Liszt.
¿En qué se basó tu elección del repertorio?
La Suite España la eligió mi profesor catedrático porque me dijo que era donde más destacaba. Cuando estás fuera de tu país, tocas mejor la música de allí, la echas de menos, la estudias más. Y a veces ocurre que, por personalidad, hay música que se adapta mejor a ti o tú te adaptas mejor a ella, entiendes el giro melódico, te imaginas al cantaor, los acordes te salen porque es innato, y me pasa con la música española. Además es mucho más valorada fuera. A veces he sentido que no solo la valoraban sino que la querían más fuera que aquí, porque tenemos joyas, Granados, Falla, y los actuales, Mompou, Zulema de la Cruz, etc.
Eres pianista solista pero te gusta compartir escenario con otros artistas; en tu currículum se puede leer que has tocado mucho en dúo. ¿Hay alguna colaboración que destacarías especialmente?
Sí, he tocado en muchísimos dúos, quizá el que más me marcó fue el que hice con el primer violinista de la Orquesta Filarmónica Nacional de Polonia, Piotr Cegielski. Hace un año dimos un concierto en un sitio mágico, en la iglesia militar de Brochów, que es un templo gótico donde se bautizó Chopin. Tocamos Chopin y música española: Sarasate, Albéniz y Lecuona. Estuvimos una semana en la Filarmónica Nacional, donde se celebra el concurso Chopin, ensayando todos los días. Actualmente formo parte del Dúo Atlántida con mi compañera Lara Wong, flautista muy polifacética, y juntas interpretamos una mezcla de Piazzola con unos pinitos hacia el flamenco. Intentamos explicar lo que quiere el compositor a través de la música y las artes visuales.
Lara Wong no es la única polifacética, tú también has trabajado en musicales. ¿Qué puedes contarnos de esa experiencia?
Sí, es otra faceta mía. Soy una pianista clásica pero de pronto me llegan musicales y me apasiona también ese mundo. Empecé con El fantasma de la ópera, me contrataron con una orquesta polaca para hacer toda la gira por Alemania, Suiza y Austria. En total dimos más de 140 conciertos, con cantantes como Deborah Sasson, que a su vez estudió con Leonard Bernstein. Fue fascinante conocer tantísimos países. Gracias a ellos aprendí muchas técnicas de musicales que no se tienen en la música clásica y que se acercan a la improvisación. En un musical aprendes a fusionarte con el director, con la orquesta y los artistas, y enriquece mucho. También hice El Rey Midas en Polonia. Y aquí en Madrid, cuando acababa de llegar, me ofrecieron entrar a formar parte del musical El Médico. De repente me encontré dentro del musical y fue una locura porque no hubo ensayos, Hay que tener muchas tablas para enfrentarte a eso, a tocar con el director y con la orquesta tantas horas en directo. Una locura que fue muy bien y fue una obra muy bonita que yo apoyo, porque es una manera de acercar música y historias a la gente.
¿Crees que es positivo compaginar varias actividades?
Dentro del eje, que es la pasión por la música, se pueden hacer muchas cosas. Si solo te centras en una cosa, que es lo que te dice todo el mundo, a lo mejor no aprovechas tanto. A veces ser un experto significa hacer varias cosas dentro del mismo campo, que te enriquece mucho. Y también dentro del mismo campo a veces hago críticas musicales, que consiste en ir a escuchar conciertos y básicamente analizarlos, y eso también enriquece mucho, escuchar a otros músicos es un mundo y se aprende muchísimo transformándolo en palabras.
‘Si sientes pasión por algo, hay que seguirla, es tu manera de ser feliz’. María Márquez
¿Qué diferencias ves entre Polonia y España en cuanto a estudios musicales y a cómo se vive la música?
Polonia es el país de las olimpiadas musicales, especialmente en el piano. Se celebra el Concurso Chopin, hay música por todas partes y festivales en todas las épocas del año. Cuando estudiaba allí fui mánager de la sala Chopin salón y actualmente soy presidenta de la Fundación Talentos Musicales de Europa; la creamos un grupo de amigos de la facultad. Tardamos cerca de dos años y fue muy difícil, con sus estatutos, estructuras… Vimos que había un vacío legal con la actividad musical, a lo mejor dabas un concierto y no te pagaban o se llevaban una comisión muy grande, estábamos muy desprotegidos. Esto fue una forma de velar porque se cumpliesen unas normas, como una especie de sindicato para todos nuestros artistas y amigos. También hay una parte muy altruista de querer cooperar con diferentes partes del mundo, con diferentes fundaciones. Esas ganas de compartir y de propagar arte es quizá mucho más idealista, pero con un origen pragmático.
¿En qué proyectos está involucrada en este momento la Fundación Talentos Musicales de Europa?
La Fundación es una de las cosas de las que más orgullosa me siento. Hemos hecho muchos conciertos, especialmente en Varsovia porque la sede está allí, ahora tenemos alguno más y un proyecto en España con el Intercentros Melómano, donde vamos a dar un premio al mejor pianista. Le ofrecemos un concierto en Varsovia y le apoyamos, y además tenemos un par de proyectos que están en proceso de creación.
¿Qué es lo que hace que te dediques en cuerpo y alma a la música?
Hay momentos que solo los he conseguido a través de la música. Por ejemplo, el concierto en el Teatro del Lago, en Chile. Es un entorno maravilloso, encima del lago. Cuando llegas a un lugar así y ofreces el concierto, estás inspiradísima porque estás a las puertas de la Patagonia chilena, el volcán puede erosionar en cualquier momento, el lago Llanquihue está muy tranquilo. Empiezas el concierto, tocas con total libertad en un piano Steinway y llegas a tal estado de plenitud que cuando estás en ese nivel de energía tan fuerte, te dura años la sensación de confianza y tienes ese recuerdo, que es lo que yo creo que hace que merezca la pena toda la preparación anterior. Es la pasión, si sientes pasión por algo, hay que seguirla, es tu manera de ser feliz.
¿Qué sientes en el escenario?
Depende del escenario, del entorno… Hay momentos que antes de salir hay una mezcla entre nervios y responsabilidad, porque estás jugándote tu carrera cada vez que sales, ya tienes un bagaje. Y por otro lado antes de salir necesitas concentración y un poquito de soledad. Hay quien se toma un café, una tila. Yo soy de café. Entonces sales y te da un subidón de adrenalina, que si estás concentrado te proporcionan placer hasta las melodías más tristes. Aparece lo bonito y lo feo, es difícil de explicar, pero cuando es un concierto bueno ocurre, y se disfruta mucho la experiencia.
¿Cómo has vivido la pandemia?
Ahora mismo siento una preocupación muy fuerte por la crisis cultural que tenemos en España. Y eso hace que siga con más fuerzas. Pienso que en una situación dura hay que luchar más, yo veo eso como una guerra, hay que hacer todo lo posible por mantener la cultura, y al ser artistas tenemos una creatividad que podemos aprovechar. Hay que buscar la manera, sobre todo porque empobrecer culturalmente a una población la somete. Hay que seguir potenciando que la gente piense y eso solo lo logra la cultura.
Durante la cuarentena te sumaste a conciertos online solidarios. ¿Cómo fueron esas iniciativas?
En abril encontraba a personas que llevaban mucho tiempo en su casa solos y ahí más que nunca necesitas cultura, necesitas arte. Participé con la Fundación Piú Mosso en uno de los primeros conciertos que dieron, y me gusta la idea, la cooperación entre los músicos y fundaciones es idealista y pragmático a la vez y puede salvar la cultura. También participé en Yo me quedo en casa creando, éramos muchísimos músicos de lugares diferentes. Había que adaptarse a las circunstancias con los aparatos que cada uno tenía en su casa y vía internet hubo conciertos llenos de inspiración muy buenos y eso ha creado conexiones entre nosotros y animar a la gente, que era el objetivo. También participé en unos conciertos que promovía Polonia para desalojar los campos de refugiados y reordenarlos para que esas personas pudieran pasar la cuarentena en mejores circunstancias.
Has tocado en muchos países, ¿cómo ha sido esa experiencia?
Quizá esa es una de las cosas que más me gustan de mi carrera. México sin duda me marcó, hicimos dos giras con más de doce conciertos por ciudades como Guanajuato, de pronto atravesabas un desierto y llegabas a Santa Catarina, León, San Luis Potosí… Han sido muchísimos conciertos y vas conociendo a músicos de otros lugares, otras culturas, y compartir músicas siempre enriquece mucho. También hice giras por Estados Unidos (California, Chicago, Nueva York) y a raíz de eso llegaron las giras de los musicales por Alemania, Suiza, Austria, la gira de Holanda y la última en Chiloé, el último reducto de España en Chile. Los conciertos a veces eran con mánager y otros creados por mí misma con cooperaciones entre músicos. Eso ha generado que el mismo trampolín me lo creara yo, y con la misma creatividad que pensaba los programas iba buscando los conciertos. Soy pianista solista pero me he caracterizado por estar siempre cooperando. En Chicago fue con una guitarrista flamenca, en México con otro pianista a cuatro manos. La música compartida se engrandece. Pero siempre vuelvo a España y siempre toco en el Teatro del Carmen en Vélez-Málaga y en otros lugares, como el Castillo El Bil-Bil de Benalmádena y el Palacio Orive en Córdoba. Hay un punto muy español en mí que me hace volver aquí.
‘Empobrecer culturalmente a una población la somete’. María Márquez
De todos los lugares y países en los que has tocado, ¿con cuál te quedas?
Hay un concierto que se debería de haber celebrado en septiembre en el Parque Lazienki de Varsovia, uno de los lugares más míticos del país, bajo la estatua de Chopin. No se ha celebrado por la pandemia y estoy haciendo todo lo posible para que el año que viene se haga. Ese quizá sea un sueño posible, que está medio trabajado.
Hablando de conciertos, vivimos una situación excepcional, pero aun así tienes algunos conciertos programados, ¿cuáles son?
Tengo programada una gira en Suiza, y ya tengo confirmado un concierto en el Festival Kyburgiade que estaba planeado para 2020 pero que se ha pasado a 2021. También verá la luz mi segundo disco, que ya está en masterización.
¿Qué nos puedes contar de tu nuevo disco?
Se trata de la grabación de un concierto en vivo que hice en el Teatro del Lago, el repertorio es Chopin y Lecuona. Es un proyecto para 2021. De momento va a ser independiente, sin sello discográfico, porque ya está grabado en buena calidad y me gusta, en ocasiones, organizarlo todo yo misma, eso sí apoyada en este caso por un diseñador, un ingeniero de sonido, etc., todo lo que conlleva un disco bien hecho. Saldrá en formato físico y digital.
¿Qué se siente al estrenar una obra? Me refiero al Concierto de Górecki que estrenaste en Málaga en 2016.
Es un compositor polaco que murió hace muy poco y que hizo un concierto para piano y orquesta bastante agresivo, pasional, con muchísima fuerza y resistencia física y me parecía un poco locura pero yo quería estrenarlo en España e insistí mucho a la Joven Orquesta Provincial de Málaga y me dijeron que sí. La Diputación de Málaga me apoyó y logramos hacerlo en el Auditorio Edgar Neville. Me siento orgullosísima de haber traído esa obra a España, creo que es muy interesante para los músicos españoles.
Además de ser una gran pianista y de estar involucrada en numerosos proyectos, también eres profesora de música, ¿cómo vives esta faceta?
Lo hago porque me encanta enseñar a otras personas, creo que se aprende muchísimo. En Polonia trabajo en la International European School y en Madrid también trabajo en otro centro,y elijo, o me eligen, no lo sé muy bien, muchos estudiantes de piano. En los últimos años lo he compaginado bien, daba uno o dos días de clase para seguir estudiando a un nivel fuerte, pero reconozco que me ayudan mucho las clases, porque aprendes muchas obras y te enriqueces tú también y, al final, cuando son buenos, es algo muy positivo para ambos.
¿Qué mensaje lanzarías a nuestros lectores y sobre todo a los que tocan algún instrumento o se dedican a la música?
Añado un mensaje de esperanza para animar a los músicos, mánager y artistas a cooperar como presidenta de la Fundación Talentos Musicales Europeos y decirles que desde allí les podemos aconsejar sobre cómo llevar a cabo un concierto, los contratos, etc. Es muy importante que estemos unidos entre nosotros.
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