Por David C. Porto
Convertida en una de las referencias indiscutibles de la nueva generación de intérpretes españoles vinculados al mundo de la música antigua, Raquel Andueza lo hace por derecho propio, con un estilo de canto natural y espontáneo, que nos acerca con gran sencillez a la esencia del primer Barroco. Metida a emprendedora, ha creado su propio sello discográfico, Anima e Corpo, que está teniendo un gran reconocimiento, embarcándose en proyectos que van definiendo una forma de hacer basada en la calidad interpretativa y en la grabación de repertorios e intérpretes menos explorados.
¿Cómo se siente con respecto a la calurosa acogida de sus últimos trabajos tanto por parte del público como de los medios de comunicación especializados?
Sobre todo muy agradecida y también muy sorprendida, especialmente cuando empezamos. Con el primer disco, D’amore e tormenti, era una soprano española haciendo música italiana solo con tiorba, no pensábamos que fuese a tener trascendencia, lo hicimos más como una especie de sampler para enviar a promotores y festivales. Cuando vimos que se empezaba a vender y que la gente y la crítica lo acogían tan bien fue toda una sorpresa, más aun pensando en el momento débil que están pasando las compañías discográficas. El hecho de que nuestros discos se sigan vendiendo solo me hace tener palabras de agradecimiento para el público.
Realizó parte de su formación académica fuera de España, ¿dónde y por qué? ¿Cree que hoy en día en España no hay buenas escuelas especializadas de canto? ¿Qué cree que falta aquí para estar al nivel de otros países en ese ámbito?
Me fui fuera porque en ese momento no encontraba el camino a seguir y también por un cúmulo de circunstancias. Conocí a un director inglés que vino a hacer un curso a Pamplona, a un coro en el que yo cantaba, y fue él quien me recomendó a otro profesor inglés que, por supuesto, me habló de un conservatorio inglés. No me iba excesivamente bien en Pamplona, donde estudiaba, no sé si porque empecé demasiado pronto (con 14 años) o porque, honestamente, la profesora y yo no nos entendíamos del todo, pero hubo un momento en el que incluso decidí dejar de cantar, pues no le veía sentido ni siquiera a cantar en coros, que era mi objetivo inicial: mejorar para no hacerme daño, para evolucionar y hacerlo mejor. Nunca pensé en ser una gran solista.
Me fui a la Guildhall School of Music de Londres, donde recibí una educación muy completa. En España hay conservatorios muy buenos con grandes profesores, como Musikene, el Conservatorio de Sevilla, la Esmuc de Barcelona, etc., pero en aquel momento no ofrecían, sobre todo, la formación que me podían dar en la Guildhall de Londres, donde además, podía completar mis estudios con doctrinas como el teatro, el musical o la expresión corporal, que aquí no encontraba, ni creo que se pueda encontrar hoy en día.
Aunque no es lo único que canta, principalmente suele interpretar música anterior al siglo XIX, en especial del XVII y comienzos del XVIII, ¿por qué se especializó en este repertorio?, ¿por afinidad personal o por una mejor adecuación de su voz a este?
Creo que un poco por ambas razones. Reconozco que desde que era muy pequeña había algo del Barroco que me atraía sin saber que era Barroco. Mi hermana mayor es pianista y siempre le pedía que me tocara cosas del “libro azul”, que no era otro que uno de música de Bach. Después, en el colegio, la profesora de música nos ponía audiciones y, casualmente, me gustaban señores como Purcell, Monteverdi, Vivaldi, Haendel, sin saber que pertenecían todos al mismo periodo de tiempo. Por otro lado, tampoco tengo una voz enorme, por lo que se adapta muy bien a este repertorio. Supongo que podría haber explorado mucho más con la voz para hacerla crecer más, pero hay una parte de mí que no ha querido hacerlo. He intentado desarrollar la voz lo que he podido, pero sin adentrarme tanto en el bel canto, por si no había marcha atrás.
Si tuviera que convencer a alguien que nunca ha escuchado música antigua, ¿qué argumentos usaría para intentar que se interesase por ella?
Lo hago constantemente, con amigos o gente que voy conociendo. Una vez que saben que soy soprano, tengo que convencerles de que no es algo aburrido. Mis argumentos son: primero, perder el prejuicio y, segundo, que la música barroca es a veces mucho más moderna que la música pop actual, porque no tiene artificios, no es pomposa. Les animo a que escuchen con los oídos abiertos y se dejen llevar por esa llama que tiene el Barroco y que les conducirá, sin duda, a sentir cosas muy intensas.
Su manera de interpretar es muy escrupulosa con los textos y con los afectos que están detrás de ellos, ¿cómo afronta el estudio de las partituras en este aspecto?
Siempre digo que soy una friki de la retórica. Desde pequeña me llamaban la repipi de la casa porque me gustaban mucho la gramática, la ortografía, la lingüística y la poesía; ahí inicia mi estudio. Si escojo una partitura que tiene una melodía bellísima pero el texto no me interesa, me cuesta mucho más estudiarla. Lo primero que hago es leerme el texto; si me convence es difícil que la música no me convenza, aunque no tenga la mayor calidad musical. Cuando el texto es maravilloso, simplemente con decirlo la música se convierte también en maravillosa. Siempre canto con el texto, nunca solfeo con las notas, y desde ahí voy acentuando lo más importante, restando importancia a lo que no la tiene, pero siempre partiendo del texto más que de la melodía.
Por lo general la música antigua vive un momento dulce de éxito, ¿cree que se trata de una moda pasajera o que persistirá en el tiempo?
¡Persistirá! Goza de muy buena salud, y lleva relativamente poco tiempo estando en auge. Así como en Inglaterra y Centroeuropa es una música que desde los años 70 empezó a resurgir, en España llegó un poco más tarde, algo que nos hace un favor a los intérpretes más jóvenes porque nos da margen para poder seguir interpretándola. Creo que es una música que, además, le gusta al público joven. En nuestros conciertos siempre hay público joven, y eso es un buen síntoma de que perdurará durante muchos años.
¿Cuál cree que es la clave para conseguir vender discos y llenar auditorios con un repertorio tan poco “popular” en el que, además, suele elegir autores y obras desconocidos incluso para el público iniciado?
Es una pregunta difícil, casi más para hacérsela al público que viene a vernos. Quiero pensar que es porque confían en nosotros. Con La Galanía estamos recuperando, como comentabas, compositores inmerecidamente olvidados, pero nuestra mayor premisa es hacer programas de música maravillosa, que si se da el caso de que está escrita por un compositor injustamente olvidado, lo tenemos que dar a conocer. Creo que el público confía en nosotros y sabe que nos lo tomamos muy en serio y que valoramos mucho lo que ellos van a pensar, así que tengo la impresión de que vienen con mucho respeto y curiosidad a ver qué les vamos a ofrecer.
En ocasiones es complicado que este tipo de repertorio sea apoyado por las casas discográficas, ya que deben atender también a criterios de rentabilidad económica. ¿Fue esta la razón que les llevó a Jesús Fernández Baena y a usted a fundar su propio sello discográfico? ¿Cómo fue el proceso y con qué problemas se encontraron?
Las casas discográficas imponen repertorio no tanto por cuestiones económicas sino porque otros solistas o grupos del sello hayan hecho ya un programa similar, con lo que siempre quieren hacer modificaciones en lo que les propones. En proyectos como nuestro disco, Yo soy la locura, creíamos firmemente en que tenía que ser tal y como es. Es un programa que desconcertó a muchos productores por la mezcla de canciones, con muchos autores anónimos, y difícilmente catalogable para una estantería de una tienda. Jesús pensó que la única solución para poderlo llevar a cabo era hacer nuestro propio sello. Al principio me negué tajantemente, pero luego he tenido que darle la razón porque ha sido un éxito. Nos juntamos con varios amigos que conocían el sector; hablamos con Diverdi, que era la distribuidora nacional en aquel momento y que nos conocían ya por D’amore e tormenti, y nos dijeron que nos apoyarían. Fue un proceso más fácil de lo que pensábamos, lo más importante es rodearte de buenos especialistas de grabación, diseño, fotografía, distribución, etc. Lo más duro es el trabajo, tú lo eliges todo, letras, fotos, tamaños, y eso es maravilloso, pero conlleva un trabajo enorme. Además, hay que tener la empresa controlada, el trabajo es muy amplio y tienes que aprender a hacer muchas cosas.
Acaba de llegar de Panamá y ahora se va a Moscú, ¿cómo se puede llevar una vida propia con esa agenda?
Es muy complicado llevar una vida regular. Pretendes apuntarte, por ejemplo, a clases de alemán y no puedes ir siempre, y así con todo lo que quieres emprender en tu vida. Es una vida difícil, y tampoco te lo enseñan en los conservatorios. No solo vale con cantar o tocar bien, tienes una vida social impuesta, a veces maravillosa, pero sales de tu habitación de hotel por la mañana en París, por ejemplo, y desde el momento en que cierras la puerta de la habitación ya estás trabajando y con gente, pero cuando vuelves a la habitación estás de nuevo sola. Aprendes a vivir con lo que cabe en tu maleta, que se convierte en tu mejor amiga, tu pequeña casa. Pero llega un momento en que la llegas a odiar y necesitas cambiarla. Aprendes a vivir en cualquier sitio, a dormir en cualquier cama, a levantarte con el paisaje que tengas, y a que siempre estén lejos las personas que quieres. Esto no es nada fácil, es la “cara b” que casi nadie ve. A veces pienso que si me lo hubieran contado, me habría dedicado a otra cosa, porque hay que ser muy fuerte mentalmente y muy estable.
Cuando uno mira su agenda de conciertos las citas en nuestro país aparecen en menos ocasiones que las de otros países europeos, ¿a qué se debe esto?, ¿es un problema del público o de los programadores?
Del público jamás, siempre que actúo aquí me acompaña estupendamente y yo estoy feliz con el público español. También es el público que me genera más nervios, porque es el público con el que lo quiero hacer mejor. Es verdad que el mundo es muy grande y cada vez abrimos más puertas. Ahora mismo la situación musical en España es paupérrima y los músicos que hemos tenido la suerte de meter la cabeza fuera antes de que comenzara la crisis lo tenemos un poco más fácil que los que están empezando ahora. Hay cada vez menos conciertos, menos ciclos, el dinero no se destina a la cultura. También lo que le ocurre a los programadores españoles es que si estás programado en un lugar un año, invitarte el año siguiente al mismo sitio les parece abusar, mientras que en otros festivales te invitan cada año porque saben que les llenas el auditorio. Quizá sí que hay un punto de que no eres profeta en tu tierra, pero en España me siento muy querida y los programadores cuentan conmigo, aunque me faltan muchos festivales por pisar y espero hacerlo pronto.
¿Cómo ha cambiado su vida con el éxito y los continuos viajes? ¿Cómo se combina la vida privada con esa limitación? ¿Le queda tiempo para otras cosas? ¿Qué le gusta hacer a Raquel Andueza?
Hablar de éxito en un cantante de música clásica, salvo fenómenos puntuales, es un poco pretencioso. Uno tampoco es consciente de lo reconocido que es. En cuanto a la vida privada, cuando tu pareja viaja contigo es fantástico, pero cuando la dejas en casa o trabajando en otro sitio es más difícil. Lo peor es tener a la familia lejos, el miedo a que pueda pasar algo y tú estés lejos y no puedas estar con los tuyos al momento. Me ocurrió estando mi abuela muy enferma y me generó mucha impotencia el no poder dejarlo todo para estar con ella.
En el tiempo que me queda me gusta mucho cocinar, la jardinería, el campo y la montaña, viajar, el mar, el Arte Románico, la literatura… en fin, muchas cosas.
¿Escucha otras músicas?
Me gustan mucho otros tipos de músicas, en realidad escucho muy poca música clásica en casa. Me gusta en general la música con voces buenas, desde cantantes como Aretha Franklin a Pasión Vega o Presuntos Implicados. Me gustan desde el blues al rock o el pop británico de los 90. Cualquier música que sea buena me gusta.
Es una persona activa en el mundo digital, con varios perfiles en redes sociales. ¿Qué le gusta más de esta forma de poderse acercar al público? ¿Cree que es inevitable hoy en día tener un perfil activo en las redes sociales para tener éxito en el mundo de la música?
No es indispensable tener perfiles en las redes sociales, pero sí que me resulta interesante tener un contacto directo con el público y que ellos te puedan hacer llegar mensajes instantáneos en los conciertos, o que estén twitteando sensaciones o impresiones. O también mensajes de cariño de quienes no se han podido quedar a saludarte después de un concierto, me parece maravilloso. Siempre intento responder, aunque a veces no doy abasto y me sabe muy mal.
RECOMENDACIONES:
D’amore e tormenti (2008)
Raquel Andueza, soprano
Jesús Fernández Baena, tiorba
NB Musika NB014
Alma mía (2013) (MELÓMANO DE ORO)
Arias de Antonio Cesti
Raquel Andueza, soprano
La Galanía
Jesús Fernández Baena, tiorba y dirección
Anima e Corpo AeC003
Penúltimo trabajo de la discográfica Anima e Corpo. Raquel Andueza y sus músicos hacen un impecable trabajo de rescate de arias de ópera del poco conocido Antonio Cesti, músico italiano que desarrolló su producción en la segunda mitad del siglo XVII. Considerado en su tiempo como uno de los más grandes, quedó pronto en el olvido ante la vorágine musical de los tiempos que llegaron después. La soprano hace una interpretación impecable y sentida de esta música de enorme calidad, como siempre partiendo de un rigor histórico notable y centrada en el valor de los textos y en sus emociones. Un disco exquisito y delicado que nos inunda de belleza y placer de inicio a fin.