
Recibir un disco del clavecinista Javier Núñez es siempre una alegría. Colaborador habitual de, entre otras formaciones, Accademia del Piacere, Núñez presenta su segundo disco en solitario, Affectus, dedicado por entero a Bach.
El disco abre con el Preludio y Fuga BWV 895, obra temprana, seguramente superviviente de una serie de cortos preludios y fugas utilizados con fines de enseñanza, de gran energía y viveza. Da paso a Contrapunctus I, de El Arte de la Fuga, una fuga simple, mucho más reposada, que nos permite adentrarnos con más calma en el Coral BWV 745. Le sigue la Suite BWV 996 completa, originalmente escrita para laúd, de gran complejidad, que requiere del intérprete una perfecta comprensión de la partitura. Núñez deja patente en sus seis movimientos su enorme destreza técnica y dominio del repertorio barroco.
En el ecuador del disco encontramos el Coral BWV 732, con un arranque muy festivo y animado, que nos pone de nuevo en alerta ante El Clave Bien Temperado, del cual recupera el Preludio y Fuga BWV 849, de carácter solemne y meditabundo, en tonalidad menor
Visitamos de nuevo El Arte de la Fuga con el Contrapuncuts IX, fuga doble a gran velocidad y de enorme complejidad, en la que Núñez vuelca toda su expresividad. Ahora del segundo libro de El Clave Bien Temperado nos trae el Preludio y Fuga BWV 870, en tonalidad mayor, cuyas melodías fluyen de forma magistral, incluso en la fuga a tres voces, que requiere una lectura vertical complejísima y una velocidad extrema.
La Fantasía y Fuga Cromática BWV 903 fue considerada obra maestra en tiempos de Bach debido a su carácter virtuosístico e improvisatorio. La interpretación de Núñez deja sin respiración al oyente en ciertos momentos, debido a su altísima precisión y delicadeza.
El Preludio BWV 928 es jocoso, ligero y desenfadado, en contraste con la Sinfonía BWV 795, profunda y pesada, que da paso al cierre del disco: la Fantasía BWV 906, cercana a la improvisación, briosa y brillante, un caos organizado que requiere de una madurez absoluta que, sin duda, Núñez posee y explota.
Por: Prado Fernández
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