Por Fernando Poblete
Cuando era pequeño, ocho años, mi padre, (que era por entonces y afortunadamente hoy lo sigue siendo un gran melómano) forofo y buen amante de la música, tanto sinfónica, de cámara, lírica o popular, me llevó a un concierto en donde esa noche se interpretaba la 1ª Sinfonía de Mahler. Cuando escuché el inusual sonido del contrabajo, en el famoso solo del andante en re menor, el que acompañado sólo de los timbales y de los contrabajos tuttis en pizzicato expone el tema de «Frere Jacques», y que aún hoy después de muchos años de profesión a cualquier contrabajista le inspira respeto, le pregunté a mi padre interrumpiendo su atenta audición. ¿Qué instrumento es ese que suena tan misterioso y tan sorprendente. Mi padre me contesto que se trataba del contrabajo, y me comentó que muy pocos instrumentistas podían hacer sonar este instrumento con la nobleza y hermosura que en sí poseía.
Esta advertencia, no sé si con los años, se convirtió para mí en un desafío, pero durante toda mi vida he procurado interpretar este instrumento, otorgándole siempre el carácter de instrumento fundamental, instrumento base en el contexto Sinfónico, (sobre sus pedales armónicos se fundamentan los acordes de toda la orquesta), en la música de cámara que sea un instrumento ágil y bien sincronizado, intentando buscar siempre el equilibrio sonoro con los demás intérpretes. Y en calidad de solista, que pueda cantar y moverse con la rapidez y claridad del violín o del violonchelo, pero esencialmente que tenga carácter, personalidad y nobleza que suene a contrabajo.
En los últimos cincuenta años podríamos señalar que se han producido los mayores avances técnicos y pedagógicos de nuestro instrumento. Escuelas famosas en Viena , (Ludwig Streicher), Francia, (Jacques Cazauran), Italia, (Franco Petracchi), Rusia, (Rodion Azarkin), Rumania, Alemania, Gunter Klaus, República Checa, (Frantisek Posta) y los estados Unidos, (F Zimmermann- Lucas Drew), además de importantes intérpretes, no sólo han desarrollado el instrumento en su aspecto técnico, sino que además han logrado entusiasmar a los alumnos jóvenes hacia el estudio del mismo. Seguramente años antes hubieran elegido otro instrumento y posiblemente nunca éste para su futuro profesional. Durante la primera parte del S. XX el contrabajo se estudiaba con interés pero en la actualidad se estudia con voracidad. El excelente contrabajista americano, Gary Karr ha sentado cátedra en el concierto espectáculo, demostrando que el contrabajo es un instrumento con tantas posibilidades como cualquiera de la familia de las cuerdas y tal vez con un matiz agregado: por sus grandes dimensiones produce no sólo admiración y sorpresa ante quién lo escucha, cuando se toca bien, sino además cierta fascinación por sus enormes posibilidades tímbricas.
También durante la últimos cincuenta años el contrabajo es junto a la percusión el instrumento que con mayor frecuencia han utilizado los compositores, otorgándoles un papel importantísimo en el aspecto tímbrico, tanto en la música de cámara como sinfónica. S. Sciarrino, B. Maderna, L. Nonno, K, Stockhausen, L. Berio, E. Morricone, E. Varése, etc., por señalar los más contemporáneos, lo han utilizado no sólo como un vehículo de expresión, sino como un instrumento en constante desarrollo y con enormes posibilidades en la música de hoy.
En mi opinión, diría que «El Contrabajo» es uno de los más antiguos, además de un maravilloso miembro de la familia de las cuerdas, «profundamente grave y tremendamente misterioso, sólido, noble y generoso».
Digo tal vez el uno de los más antiguos de los instrumentos de cuerdas porque sus orígenes se remontan a finales del siglo XV en donde el contrabajo se llamaba «Violone a corde», tenía una 16 cuerdas y su sonido era grave y se ubicaba en la escala musical entre las octavas 3 y 5 del piano actual.
Su ejecución no permitía mayores alardes de virtuosismo porque la enorme cantidad de cuerdas lo hacía imposible. Posteriormente este instrumento sufrió grandes transformaciones hasta ubicarse dentro de un determinado registro y finalmente reduciéndose la cantidad de cuerdas a 4 o 5 solamente. El contrabajo actual, como le conocemos, lleva honrándonos con su sonido y aspecto desde finales del siglo pasado.
El contrabajo y su historia
El contrabajo es el instrumento más grave del conjunto de cuerdas, es el único que no deriva completamente del violín, sino de la combinación de elementos de la familia de la viola da gamba y del violín. Ya en 1565 un «intermedio» florentino compuesto por Striggio y Corteggia en una de sus ocho partes instrumentales, confía una de ellas a un Sotto basso di viola, si bien no explica si se trata de un solo de contrabajo de viola da Bracio (brazo) familia del violín, o viola da gamba (pierna) familia de violas da gamba.
Todo indica que el actual contrabajo desciende del Violone, término Italiano que se empleaba en el siglo XVI para designar el contrabajo de viola (da gamba) o contrabajo de violón.
Etimológicamente el violone, en el sentido de gran violón, así como violonchelo significa pequeño violón, ha permitido pensar posteriormente, en el siglo XIX, que estos dos instrumentos eran descendientes de las violas da gamba y que el contrabajo es con total certeza anterior al violonchelo.
Sybyl Marcuse, en su obra teórica contemporánea, nos dice que el violón durante los siglo XVI, XVII no es otro que la BASSE de VIOLóN, un instrumento de grandes dimensiones de cuatro cinco o seis cuerdas y que posteriormente durante el siglo XVIII se llamaría definitivamente contrabajo.
Durante años existe una larga utilización de los términos: basse de violón, contraviolone, etc. empleándo Haendel en «Rinaldo» en 1711 el violone como el bajo y el Pastor Fido en 1712, lo mismo que Juan Sebastian Bach con su primer «Concierto de Brandenburgo».
Leopoldo Mozart señala al contrabajo con este nombre: Método de Violón, y Achile Gouffe, considerado por los contemporáneos como el Bottessini francés, además de introducir importantes avances en la forma del arco y en el contrabajo de cuatro cuerdas, escribió en 1839 el primer método para el contrabajo de 4 cuerdas e introdujo este instrumento en la ópera de París.
La constante evolución de la música ha permitido que el contrabajo pasase de ser en los orígenes un instrumento fundamental, porque es el único que producía los sonidos más graves entre los instrumentos de cuerdas, a olvidarse casi completamente en algunos períodos de la música en donde otros instrumentos tuvieron su esplendor, avanzando con la necesidad musical y expresiva de sus compositores.
La aparición de Monteclaire, Dragonetti, Dittersdorf, Hause, Kempfer, Hindle, en calidad de celebres intérpretes y compositores en el siglo XVIII junto al gran G. Bottesini, Gouffe, Nanni, Prunner en siglo XIX permitieron al contrabajo instalarse definitivamente en el panorama musical correcto y actual.
En el S XX intérpretes tan importantes, por solo señalar a algunos, como: Sergei Kossevitzky 1874-1951, Gaston Logeroy, 1910 Gary Karr 1941, Francesco Petracchi 1937, Jean Marc, Rollez 1931, Klauss Stoll 1943, Ludwig Streicher 1920, Kamoro 1947, Thomas Martín 1936, Lucio Bucarella 1929, Antonio García Araque 1960, y muchos otros han permitido integrar este instrumento en la élite de los instrumentos de concierto en calidad de solistas, demostrando enormes posibilidades expresivas, técnicas y tímbricas, Actualmente el contrabajo es requerido de manera habitual en las grandes salas de conciertos de casi todo el mundo.
El contrabajo en la música de cámara
En el rico período del clasicismo aparecen los dos primeros conciertos para nuestro instrumento y orquesta: K.D. von Dittersdorf, «Concierto en Re Mayor» y «Sinfonía Concertante para viola y contrabajo» y Wolfgang A. Mozart en el famoso dúo «Per Questa Bella Mano» obra para contrabajo y bajo.
Entre 1750 y 1800 numerosas sonatas para nuestro instrumento junto a dúos y tríos como el «Dúo para viola y contrabajo» de Sperger (1750-1812) y el magnifico «Trío para violín, viola y contrabajo» de Michael Haydn (1734-1806) le permiten a nuestro contrabajo ganar cierta notoriedad en los salones de conciertos de aquella época.
El empleo del contrabajo en pequeñas formaciones camerísticas le hace imprescindible en el siglo siguiente: Boccherini, Rossini, Dragonetti, Roussel y Beethoven con su famoso «Septimino» Op. 20 y Schubert en su quinteto «La Trucha».
El contrabajo en la música sinfónica
Muchos son los ejemplos con los que podemos ilustrar la participación del contrabajo en este capítulo, comenzando por Joseph Haydn que le asigna la parte de solo de contrabajo en sus Sinfonías número 6 («Le matin») y nº 7 («La midi»); Gustav Maheler en (1888) en su «Primera Sinfonía»; Igor Stravinsky en su ballet «Pulcinella» (1919) confía un gran solo humorístico al contrabajo y al trombón. También el mismo autor introduce pequeños fragmentos de solos en el «Canto del ruiseñor».
Prokofiev utiliza la sonoridad expresiva del contrabajo en su hermoso solo del «Teneiente Kije», y la sonoridad humana en su melodía «Colombe y Blanches» para una voz y contrabajo.
Ravel en la revisión orquestal de la obra «Cuadros de una exposición» hace partícipe al contrabajo de la exposición de su sexta variación «Samuel Goldeneberg». Y en su «L’ Enfant et les Sortiléges» (1925) encontramos uno de los más importantes solos con la utilización de los armónicos.
Darius Milahud confía al contrabajo un largo solo ritmico inspirado en el Jazz en su obra «La Creación del mundo» (1923).
En épocas más recientes encontramos a Benjamin Britten en su «Guía orquestal para la juventud» un importante solo de contrabajos en su variación H. El excelente compositor Alberto Ginastera finalmente ha escrito tal vez el más importante y endemoniado solo de contrabajo en su » Concerto per Corde» (1953).
El contrabajo en la ópera
También podemos encontrar algunos ejemplos de la utilización del contrabajo como instrumento de expresión y de misterio sonoro que acompañan magníficamente la escena.
Verdi, en su ópera «Otello», obtiene un efecto sonoro espectacular del contrabajo comenzando por su cuarta cuerda (Mi) que progresivamente va creando una atmósfera de inquietud en su determinación de que Desdémona le es infiel. En su ópera «Rigoletto» hay un solo para violonchelo – contrabajo.
La emoción de ser contrabajista
Durante años he trabajado para la difusión de este instrumento, tocando partituras de compositores vivos que muchas veces escribieron sus obras para mí y que nunca antes habían sido interpretadas. He fundado el prestigioso Ensamble de Madrid, grupo de cámara en donde he podido interpretar prácticamente todo el repertorio de cámara para nuestro instrumento. Pero además he comprobado con enorme emoción, la transformación real que existe en España en los últimos diez años, en lo que respecta a la enseñanza del Contrabajo, en Conservatorios y Escuelas de Música, cómo avanzaba la técnica de nuestro instrumento, gracias a nuevos profesores que han traído nuevas escuelas. Su experiencia y su buen hacer, nos permiten augurar un gran futuro para este instrumento.
Actualmente y en general, el nivel contrabajístico en las agrupaciones sinfónicas de nuestro país es comparable a cualquiera de otros países vecinos, tanto de Europa como de América. Prueba de ello, es la excelente sección de contrabajos que posee la Orquesta Sinfónica de Madrid que actúa en el Teatro Real.
El nivel de los concursantes que se presentan a las oposiciones habituales que se realizan en nuestro país, para ocupar un puesto estable en alguna Orquesta Sinfónica, nos permite apreciar este avance y progreso.
Con la Esperanza de que sigamos disfrutando todos, de esta salud contrabajística, les animo, cuando tengan la oportunidad, si es que aún no la han tenido, a no perder la oportunidad de asistir a un concierto, recital en donde el protagonista sea este instrumento «profundamente grave, tremendamente misterioso, noble, sólido y generoso» que es el contrabajo.
Características fundamentales del contrabajo
Afinación: El contrabajo moderno de cuatro cuerdas esta afinado por cuartas justas y de la siguiente manera: esquema (1)
Sin embargo el sonido real corresponde a la octava inferior. En la orquesta sinfónica se usan también contrabajos de 5 cuerdas; la quinta cuerda, que será la mas grave, se utiliza para obtener el Do bajo: esquema (2)
Extensión: esquema (3)
Timbre: El contrabajo tiene un timbre sombrío, sin embargo posee cualidades líricas y dulzura en su primera cuerda sol. Es un instrumento insustituible para efectos misteriosos, tenebrosos y también grotescos.