El Huésped del Sevillano podrá escucharse el día 26 en versión semiescenificada
Después de meses de duro trabajo, la Orquesta Sinfónica Chamartín cierra su temporada con la popular zarzuela El Huésped del Sevillano, de Jacinto Guerrero.
El título que será dirigido por César Belda, contará con la participación del Orfeón Chamartín y cuatro solistas de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero.
El huésped del sevillano es una zarzuela en dos actos estrenada el 3 de diciembre de 1926 en el Teatro Apolo de Madrid con música de Jacinto Guerrero y libreto de Juan Ignacio Luca de Tena y Enrique Reoyo. Su éxito fue rotundo desde la primera representación.
En Toledo, a principios del siglo XVII, Juan Luís, un joven pintor, tiene el encargo del rey para que pinte una Virgen Inmaculada con destino al Real Oratorio. El artista espera encontrar a la modelo que le sirva para realizar su obra. Conoce a Raquel y queda prendado de su belleza: es la mujer que busca para su cuadro. El conde don Diego, aprovechando la salida de la joven Raquel de su casa, la hace prisionera, llevándola al Mesón del Sevillano, en espera de la ocasión para sacarla de la ciudad.
El rapto de Raquel llena de indignación a Juan Luís, que está enamorado de ella. Constancica, moza del mesón, pone al corriente a Rodrigo, criado de Juan Luís, de todo lo que sabe respecto a la situación de Raquel: don Diego y sus secuaces preparan la fuga, huirán de la ciudad llevándose a su víctima. La llegada al mesón de un fraile que transporta varios hábitos a su convento da la idea a Rodrigo de robar uno y disfrazarse de religioso para no despertar sospechas. La figura de Miguel de Cervantes está presente en el mesón como huésped. Confunde a Constancica con una gran señora disfrazada de fregona, y al darse cuenta de su error, surge en su mente la idea de escribir su novela ejemplar.
Rodrigo es descubierto por el conde y sus hombres, quienes se disponen a apalearle. En este momento la justicia llama a la puerta del mesón. Los bandidos se ven descubiertos y Rodrigo promete salvarles si le indultan del apaleamiento. Ellos acceden y Rodrigo hace que se disfracen también de frailes. Así hacen, y cuando penetran los corchetes en el mesón, se encuentran con los cinco falsos religiosos que se disponen a mortificarse, según indica Rodrigo, quien, cogiendo un vergajo, va atizando vergajazos a uno y otro, incluido don Diego, hasta hacerles ver las estrellas. Cuando ya se ha cansado de pegar, la entrada de Juan Luís hace ver toda la verdad a los representantes de la ley, que se llevan detenidos a los malhechores. Raquel y Juan Luís ya no se separarán jamás. El pintor hará su obra más completa y Cervantes incubará su celebérrima obra.