
Jean-Philippe Rameau encontró en su opéra-balletLes Indes galantes la consagración a su dilatada carrera. Estrenada en 1735, la obra musicaliza cuatro historias que, a pesar de desarrollarse en países alejados entre sí, están unidas por el anhelo de sus protagonistas de amar y ser amados. Danzas de armonías audaces que resuenan en Turquía, Perú, Persia y Norteamérica.
Por Ana María Jara López
‘¡Para suplir los corazones robados, lanzad vuestras certeras flechas, guiad los placeres hacia lugares lejanos, puesto que Europa los ha despreciado!’. Con este mandato se dirige Hebes, hija de Zeus, al dios Amor en el prólogo de la opéra-balletLas Indes galantes (Las Indias galantes). Con música de Jean-Philippe Rameau y libreto de Louis Fuzelier, la obra fue estrenada en el Teatro del Palais-Royal de París en agosto de 1935 y modificada en marzo de 1736 cuando Rameau configuró la estructura que se mantiene actualmente de prólogo y cuatro entrées. Las referencias a la mitología solamente se encuentran en el breve prólogo inicial mientras que el dramatismo recae en los protagonistas de las tramas: los conquistados y conquistadores de países exóticos y del Nuevo Mundo.
El tema indiano y lo galante
Les Indes galantes de Jean- Philippe Rameau forma parte de un selecto grupo de obras escénicas que se alejaron de la tendencia a seguir empleando referencias mitológicas en su argumento. Sin juzgar los roles de los nativos y conquistadores, los compositores que se inspiraron en los paisajes del Nuevo Mundo buscaron historias de amor y redención considerando de manera positiva a los indígenas y su cultura. La primera de las obras vinculadas al tema indiano fue creada por Henry y Daniel Purcell, quienes estrenaron en el Dorset Garden de Londres su semi-ópera The Indian Queen. Inspirada en una obra teatral homónima de John Dryden y Robert Howard, el argumento muestra el arrepentimiento del inca Moctezuma, que busca el perdón tras una vida de violentas atrocidades. Fue precisamente la segunda parte de esa historia teatral la que emplearon Antonio Vivaldi y el libretista Alvise Giusti para crear Motezuma. Aunque la música está desaparecida, sí se tiene constancia de su estreno en el Teatro Sant’Angelo de Venecia en noviembre de 1733.
Dos años después se produjo el estreno de Les Indes galantes de Rameau y Fuzelier, la única colaboración entre el compositor y el libretista. Aunque la percepción del Nuevo Mundo que se muestra en la opéra-ballet no pretende ser historicista, sí parece tener referencias literarias. La segunda entrada, ubicada en Perú, pudo estar inspirada en la difundida obra Comentarios reales de los incas de Inca Garcilaso de la Vega. Escrita a comienzos del siglo XVII, fue editada en francés en 1691, y en ella el historiador mestizo narra las costumbres del imperio incaico y la llegada de los españoles. En un lugar indeterminado de América del Norte transcurre la cuarta y última entrée, en la que los personajes y la trama tienen evidentes similitudes con la obra del Baron de Lahontan, Dialogues de Monsieur le Baron de Lahontan et d’un Sauvage, dans l’Amérique,publicada en 1704. Dos de los protagonistas de la opéra-ballet aparecen en ese diálogo filosófico ofreciendo una percepción amable y pacificadora de los denominados ‘salvajes’. Sin embargo, Rameau evitó la crítica a la civilización europea que sí aparece en la literatura de Lahontan y que posteriormente sería la base del pensamiento ilustrado, abogando por la libertad y la igualdad.
Concluye el grupo la obra Montezuma estrenada en 1755 en el Teatro de la Corte en Berlín. Con música de Carl Heinrich Graun y libreto escrito en francés por Federico II el Grande de Prusia, esta ópera retrata la caída del imperio azteca mostrando la violencia y el horror sobre el pueblo vencido. Desde la percepción ilustrada, e incorporando crítica social al argumento, esta obra ofrece un punto de inflexión en la reivindicación de la política y el poder en la conquista.
La primera vez que aparece el término ‘galante’ en una publicación fue en la opéra-balletL’Europe Galante de 1697. El compositor André Campa, junto al libretista Antoine Houdar de La Motte, establecieron las bases de la opéra-ballet distanciándose de la encorsetada tragédie lyrique, incorporando a las danzas más representativas de la tradición francesa la melodía expresiva propia de las obras líricas italianas. El interés por una acción dramática con menos artificio que las obras de sus predecesores recorre la obra en sus cuatro entrées, en las que el amor galante, refinado y cortés recorre Francia, España, Italia y Turquía. Las referencias a esta obra que emplearía Rameau casi cuarenta años después en su Les Indes galantes parecen evidentes.
Música y danza en un viaje por amor
La puesta en escena de Les Indes galantes le otorgó la distinción de grand spectacle. Vestidos fastuosos, decorados que requieren maquinaria compleja, la danza como elemento imprescindible y una orquesta que permite múltiples opciones tímbricas. En su música se aprecia el respeto que sentía Rameau por la tradición francesa, tal y como deja constancia el propio compositor en el encabezamiento del libreto: ‘Admirador siempre de la bella declamación y del bello canto que reinan en el recitativo de Lully, procuro imitarlo, no como un servil copista, sino tomando como modelo, como él ya lo hiciera, la bella y sencilla naturaleza’. De esta manera, la prosodia francesa es respetada permitiendo que el texto sea comprensible y para ello las vocalisés y ornamentos quedan relegados únicamente para las palabras más relevantes. Los recitativos, próximos al concepto de airosos, y las arias, que adquieren un nuevo protagonismo, junto a los coros, se integran con piezas de música puramente orquestal a las que Rameau otorga una mayor flexibilidad en la forma que en obras anteriores. En su estreno en agosto de 1735 la opéra-ballet constaba de prólogo y dos entrées; fue en su tercera representación en marzo de 1736 cuando se incluyeron las dos últimas.
Comienza con un prólogo sencillo en el que se encuentra la única mención a la mitología: el Amor se ve obligado a emigrar a países lejanos tras el menosprecio de los europeos. La primera entrée, titulada Le Turc généreux (El turco generoso) cuenta la historia de la liberación de los esclavos enamorados. Destacan escenas de tormenta representadas en los trémolos de los violines recordando los recursos característicos de Vivaldi. Además, se aprecian cambios de tonalidad de manera audaz y atrevida que, sin duda, son el reflejo del profundo conocimiento armónico de Rameau. La segunda entrée, Les Incas du Pérou (Los incas de Perú), musicaliza la historia de amor prohibido entre un oficial español y una princesa nativa. Con efectos escénicos y pasajes repletos de disonancias, se convierte en una escena de gran dramatismo. En Persia se ubica la tercera entrée, Les Fleurs (Las flores), un enredo amoroso de gran emotividad y música más reposada. El amor vence las distinciones de clase para celebrar en el ballet de las flores el triunfo de las dos parejas de enamorados protagonistas. Concluye la opéra-ballet con Les Sauvages (Los salvajes) en un lugar sin concretar de América. Se incluye una de las danzas más populares de la obra en la ceremonia de la pipa de la paz. Los guerreros nativos y los conquistadores se preparan para celebrar la paz.
Arias de danza, intermedios danzados y bailes representativos del Barroco francés se integran en Les Indes galantes como un recurso más de la expresividad de la obra. Durante el reinado de Luis XIV la danza fue elevada a disciplina artística comenzando a profesionalizarse con la creación de la Académie royale de danse. Durante la regencia del duque de Orleans en el reinado de Luis XV, sucesor de su bisabuelo el Rey Sol, la tradición de los ballets de la corte comenzó a preferir la ligereza frente a la solemnidad. En el estreno de Les Indes galantes la bailarina principal fue Marie Sallé, cuya fisionomía se calificó de expresiva ingenuidad espiritual, con estilo ligero y elegante, respondiendo así a las nuevas exigencias del ballet.
Rameau: innovación y tradición
En 1722 Jean-Philippe se instaló junto a su mujer e hijos en la capital francesa para ocupar el puesto de organista en la Iglesia de Sainte-Croix de la Bretonnerie. El compositor, de 39 años de edad, contaba con una dilatada experiencia en otras sedes religiosas de importantes ciudades como Lyon, Montpellier o Dijon, su ciudad natal. Fue al conocer al acaudalado y músico amateur Alexandre Le Riche de la Pouplinière cuando la vida parisina de Rameau cambió. Tan solo nueve años después de su llegada a la ciudad se convirtió en director de la orquesta privada de Pouplinière y comenzó a recibir encargos de la Académie royale de musique, llegando a ser músico oficial de la corte poco después.
La primera obra que le otorgó notoriedad fue la tragédie en musique Hippolyte et Aricie, estrenada en 1733. Pero fue la opéra-balletLes Indes galantes la que impulsó definitivamente su carrera y le proyectó como un maestro del Barroco francés. Aunque la fama y la popularidad le llegaron rondando la cincuentena, Rameau siempre fue un músico conocido y respetado por los compositores y estudiosos. Su primer Livre de pièces de clavecin se publicó en París en 1706 y nunca dejaron de interpretarse, llegando a ser comparado con grandes nombres como Bach, Haendel o Scarlatti.
El mismo año de su llegada a París se publicó su Traité de l’harmonie réduite à ses principes naturels, que supuso una transformación de la percepción sonora. Los planteamientos expresados en el tratado son justificados mediante discursos matemáticos y acústicos. Rameau configuró lo que posteriormente se denominaría la teoría de las funciones armónicas y dictaminó las reglas para el movimiento de las voces, que siguen actualmente en vigor, siendo por tanto un referente imprescindible en la composición Su perfil de teórico le acompañó siempre y le permitió crear armonías complejas e innovadoras. Por ello, tras el estreno de Les Indes galantes,Rameau fue duramente criticado por los más acérrimos defensores de Jean-Baptiste Lully y la tradición francesa propia de tiempos de Luis XIV. Esa controversia se denominó Querelle des Anciens et des Modernes y no sería la última vez en la que Rameau se vería juzgado.
En 1741 llegó al círculo de Pouplinière el filósofo Jean-Jacques Rousseau, que había estrenado en Lyon una ópera titulada La découverte du nouveau monde, de la que fue compositor y libretista. El primer enfrentamiento con Rameau fue precisamente cuando este le acusó de plagio por esta obra. La réplica llegó en su Carta sobre la música francesa, escrita en 1753, en la que Rousseau expresa su defensa de la melodía italiana como la única capaz de expresar sentimientos oponiéndose así a la tradición francesa y atacando veladamente a compositores como Rameau. En aquel momento la postura más conservadora se asociaba a Jean-Philippe, quien a sus 70 años se vio envuelto en una nueva querella,conocida esta vez como La Querelle des Bouffons, en referencia a una compañía de músicos italianos afincados en París.
Rameau fue testigo de cómo su música era considerada innovadora o conservadora según el devenir de los gustos y tendencias. Un organista cuyos escritos sobre armonía siguen siendo referencia y un repertorio para tecla que nunca fue olvidado. Un compositor que obtuvo la fama y el reconocimiento en las obras escénicas de su madurez parisina y que en Les Indes galantes exportó danzas de la corte a territorios apenas conocidos. Una obra que nos recuerda que el amor no tiene fronteras ni entiende de diferencias sociales. Un sentimiento que merece ser luchado y respetado, un sentir que nos iguala a todos.
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