Edición especial para coleccionistas. 34 fragmentos de ópera, con arias, dúos, etc, una selección de todas sus grabaciones en 2 CDs.
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Para una visión más completa del significado de este homenaje parece oportuno recoger los títulos de la óperas de las que se incluyen uno o más fragmentos, en orden de aparición en los dos compactos: “Norma”, “La Wally”, “Gianni Schichi”, Andrea Chernier”, “Tosca”, “Madama Butterfly”, “Rigoletto”, “Il trovatore”, “Manon Lescaut”, “La Boheme”, “Adriana Lecouvreur”, “La traviata”, “Turandot”, “Anna Bolena”, “Lucia de Lammermour”, “Orphée at Eurydice”, “Carmen”, “Il barbieri di Siviglia”, “Dinorah”, “Romeo et Juliette”, “Samson et Dalila”, “Le Cid”, “Manon”, “Louise”, “La vestale”, “La sonnambula”, “Le nozze di Figaro” y “Otello”.
Griega por el origen de su familia, pero nacida en Nueva York y sin entrar en competencia o comparación con otras grandes sopranos de sus tiempo, Maria Callas se convierte en mito por una serie de características absolutamente personales que la distinguen sin temor a equivocarse y que en ocasiones permitieron pasar por alto algunos de sus posibles fallos. Tal vez son dos al menos los detalles que la hicieron excepcional. Por su lado la belleza de su timbre, por otro su extraordinaria “presencia” en la escena. Y no se trata de una cuestión de proporciones sino de personalidad física que acompañaban todos y cada uno de los impulsos de su voz. Frescura, fuerza, lirismo limpio sin cargas de excesiva dulzura y, dando forma a todo ello, su calidad como actriz que podía “decir” sin cantar, lo que cantando llegaba a conmover. Entre los treinta y cuatro ejemplos de su hacer reunidos en este homenaje, dos pueden servir de ejemplo de excepción para confirmarlo, precisamente en dos óperas de Puccini y Verdi que encajan en la concepción superada del Romanticismo en nuestro siglo. Me refiero a “Vissi d’arte”, de “Tosca”, y a “Addio del passato”, de “La traviata”. La referencia no supone una inferior valoración de sus personajes preferidos, como pueden ser los de “Norma”, que interpretó un mayor número de veces, o los de la “Medea”, de Chrerubini, que reincorporó a los repertorios, y el de Giula de “La Vestale”, de Spontini, en cuyo regreso a los escenarios tuvo gran influencia. Con estos dos CDs se abre la Edición especial para coleccionistas que son numerosos porque su voz pasó de una aceptación comparable con otras a convertirse en un mito más allá del mundo de los aficionados a la ópera.