Reseña | Ahlam

Ahlam, sueño en árabe, es el primer trabajo discográfico de NES, compuesto por tres músicos que unieron su talento en el barrio valenciano de Russafa: Nesrine Belmokh, cantante y violonchelista franco-argelina que ha actuado en el Circo del Sol y ha trabajado en la Ópera de Valencia y en la Orquesta West Eastern Divan de Daniel Barenboim; MatthieuSaglio, violonchelista francés conocido como “el chelo de los mil acentos”, ha ofrecido conciertos en más de treinta países con sus principales formaciones (Jerez-Texas, Cello Solo, Diouke, etc.); y David Gadea, percusionista valenciano que ha colaborado con artistas de renombre como Sole Giménez, ThaïsMorell, Josemi Carmona o Ximo Tébar.

Este trío presenta desde su misma formación —dos violonchelos y percusión— una propuesta musical diferente. Sus canciones en inglés, árabe y francés, desdibujan las fronteras de los estilos musicales al integrar pop, jazz, música clásica, música tradicional árabe y canción francesa, muestra de la multiculturalidad de sus propios intérpretes. La voz de Nesrine posee una fuerza de seducción fuera de lo común, hipnotiza e invita a soñar, una voz cargada de energía, espiritualidad y emoción que crea adicción desde la primera escucha. En sus letras, la joven intérprete explora la búsqueda de identidad, de la felicidad y habladel sentimiento amoroso.

Como la voz de Belmokh, la gran riqueza musical de este disco tampoco pasa desapercibida: desde los sonidos extremadamente variados del violonchelo de Saglio hasta la colorida percusión de Gadea, unas veces fuerte y feroz, otras muy suave y delicada. La sensibilidad musical de ambos intérpretes queda soldada con naturalidad y con total y completa elegancia a la voz dorada de Nesrine.

NES presenta un sonido muy rico que recorre un amplio abanico de sensaciones, tejidas a través de la química existente entre los tres artistas, su creatividad, sus experienciascreativas y sus raíces. Ahlam, en definitiva, es ununiverso innovador que desprende una frescura y una gracia arrolladoras.

Por: Anahí Quirós