
El saxofonista Carlos Zaragoza recibió en 2019 el Premio del INAEM y el Colegio de España en París. Su primer disco, Five Verses, grabado en colaboración con el pianista Kishin Nagai y publicado con el sello IBS Classical, hace un repaso a las posibilidades expresivas y técnicas de su instrumento. Forma parte del cuarteto de saxofones Gaman Ensemble, y con este grupo también acaba de lanzar un primer álbum.
Por Manuel Pacheco
Eres natural de Toledo y te graduaste en el Conservatorio Superior de Música de Aragón, pero tras esto cursaste dos másteres en Francia ¿A qué se debió la decisión de continuar tus estudios en el extranjero?
Siempre he tenido una formación de saxofón de escuela francesa. Hay otras escuelas, la americana, la centroeuropea con sede en Alemania u Holanda. Pero el referente ha sido siempre Francia, es la escuela más purista, la más clásica, el instrumento se desarrolló allí. En Francia había profesores y solistas que a mi me encantaban, concretamente uno, Vincent David. Este hombre me inspiró mucho, me hizo fijarme en otras disciplinas artísticas, me hizo avanzar mucho y yo tenía claro que quería estudiar con él. Después de cursar un máster con él, tuve la suerte de entrar en el Conservatoire National Supérieur de Musique et de Danse de París, y allí hice otro máster con Claude Delangle. Estudiar con estas dos personas me atraía mucho. También está el hecho de que, en París, hay una gran actividad artística: conciertos, eventos, museos… Cuando terminas el superior, si te quieres empapar de todo esto, con París no fallas.
Resides y trabajas en París, pero has recibido galardones en España —en 2019, por ejemplo, el Premio del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM) y el Colegio de España en París— y das conciertos de manera regular por aquí. ¿Consideras que tu vida artística está compartida entre ambos países?
Como vivo en Francia, hago más cosas allí. Con el pianista con el que he grabado mi primer disco, Kishin Nagai, tocamos a menudo en el Festival Européen Jeunes Talents de París, y con Gaman Ensemble, el cuarteto de saxofones, ocurre igual porque estamos allí, conocemos a más gente y es más fácil. Pero, claro, al ser español también vengo aquí y hago conciertos. Digamos que compagino la vida artística entre los dos países.
De hecho, tu primer disco, Five Verses, está publicado con el sello español IBS Classical. ¿Cómo tomó forma este álbum?
El premio del concurso INAEM y Colegio de España es la producción de un disco. La génesis, la temática del disco, me llegó durante el confinamiento. Yo tenía bastantes ideas, pero eran todo cabos sueltos, no tenía un hilo conductor que me satisficiera lo suficiente. En el confinamiento tuve tiempo para escuchar y leer, y la propuesta de unir música y poesía me pareció muy atractiva. Como te decía, Vincent David me despertó la curiosidad por ver qué se hace en otras disciplinas y estudiar cómo se pueden combinar. La combinación de poesía y música me fascinaba, ya sea con el poema al mismo tiempo que la música, o como un interludio o un preludio a la música en sí. Y sobre la discográfica, el concurso te da libertad máxima para decidir qué grabar y con quién hacerlo. Ellos estuvieron de acuerdo con IBS Classical, y la experiencia fue muy enriquecedora.
¿En qué sentido?
Creo que hacer un disco a dúo o como solista marca un antes y un después en la vida de un músico, es tu carta de presentación. Por una parte, me hacía mucha ilusión porque iba a plasmar lo que soy, mi experiencia, pero al mismo tiempo tenía la presión de querer hacerlo bien porque aquello quedaría para siempre. El proceso me gustó, creo que es algo enriquecedor y que te hace madurar como músico. Y después, cuando tocas o te preparas un concierto, ya no eres el mismo, tienes más bagaje.
¿Cómo fue el proceso de grabación?
La preparación con Kishin Nagai fue excelente, es un chico con el que me entiendo perfectamente, un músico excepcional. Con Paco Moya, de IBS Classical, también. Fue una suerte grabar en esa sala, el resultado es muy bueno a nivel sonoro. Él trabaja muy bien, sabe hacerlo muy bien, y creo que su reputación es merecida.
El repertorio de Five Verses hace un repaso por la música de los siglos XX y XXI.
En el disco yo quería plasmar lo que se ha hecho con el saxofón en los últimos cien años. Con la transcripción de Le vieux coffret, el ciclo de canciones de Caplet, quería mostrar lo que es la ‘voz‘ del instrumento. Luego está la sonata neoclásica de Hindemith, que él escribió para trompa alto pero que autorizó que la tocara el saxofón, y tres obras contemporáneas que muestran la actualidad y las posibilidades del instrumento. Vincent David, por ejemplo, ha creado en …Y… un tejido sonoro que acompaña muy bien la lectura del poema de Juan Ramón Jiménez en el que se inspira. Five Verses de Orlando Bass consta de cinco conceptos extraídos de los sonetos de Shakespeare, y que luego se han traducido musicalmente y con un resultado completamente distinto a lo anterior.
Estas dos últimas son encargos que has realizado a sus compositores. ¿Has trabajado con ellos durante la creación de las obras?
He trabajado especialmente con Orlando. Vincent es compositor y saxofonista y sabe perfectamente qué va a funcionar y qué no. Orlando es más joven, y aunque conoce muy bien el instrumento hemos estado trabajando, por ejemplo, los multifónicos del cuarto movimiento, para ver lo que va a resultar bien y lo que no. Él también es pianista, y la parte de piano está muy bien escrita. El trabajo y la colaboración también sirven para entender cuál es su idea y cómo puedo apropiarme yo de la obra, porque el objetivo no es calcar la partitura, sino también que cada uno aporte su granito de arena. Aunque en casos como este, la primera versión de la obra es inevitablemente la de referencia.
Senderos… que bifurcan de Luis Naón cierra el disco ofreciendo sonoridades nuevas aportadas por la electrónica.
Es una obra que no se toca mucho, porque para interpretarla en directo hace falta un equipo de audio y una sala específica, su sonido es muy envolvente. En el disco se aprecia esa sensación lejanía, con algunos efectos como un galope de caballo o una lechuza hacia el final de la obra, porque la pista de audio está muy lograda, pero en directo es aún más impresionante. Está basada en un texto de Borges porque Luis Naón también es argentino. Sería atrevido decir que se acerca al tango, pero sí que mantiene algo de ese fervor, ese fuego interno. Es una música llena de detalles, no solo tiene efectos para encontrar sonoridades, sino que hay mucho detrás, es una música muy profunda. Hay obras contemporáneas que son más ‘objetivas’, en el sentido de que a la hora de interpretarla no puedes ir mucho más lejos de lo que ya vas, pero con Senderos… que bifurcan diría que, si ahora la tuviera que volver a tocar, estoy seguro de que descubriría cosas nuevas.
¿El hecho de que tu instrumento sea relativamente moderno condiciona la elección del repertorio, o hay un compromiso por tu parte con la creación más reciente?
Hay instrumentos como el violín o el piano que son los reyes, y que tienen una literatura enorme. El saxofón se creó en torno a 1840, es un bebé en comparación con… la flauta. En mi caso, y aunque el disco incluye transcripciones, me gusta tocar música moderna. Intento guardar un equilibrio entre el repertorio nuevo y original y las obras transcritas, para desarrollarme como músico, pero también para mostrar la versatilidad del instrumento. Creo que el saxofón tiene potencial para convertirse en el instrumento de referencia del siglo XXI. Tiene mucha potencia porque está hecho de metal, pero puede sonar amaderado al ser de la familia de viento madera; además, es un instrumento que tiene pocos ‘defectos’, comparado con instrumentos más antiguos como el oboe. Todo esto despierta el interés de los compositores.
¿Este potencial se corresponde con el espacio que recibe en la programación de conciertos o la divulgación de su repertorio? En España, por ejemplo, no se escuchan muchos conciertos con el saxofón como solista.
Creo que, en Francia, al ser la cuna del saxofón, se programa más, hay más conciertos con música para el instrumento. También se apuesta mucho por el repertorio contemporáneo y hay muchos ensembles que usan saxofón. Por mi parte, con el álbum traté de plantear un descubrimiento del saxofón a través de la literatura, mostrar todo lo que puede hacer.
La música de nueva creación también tiene un papel importante en el primer proyecto discográfico de Gaman Ensemble, tu cuarteto de saxofones. ¿Qué puedes contarnos de este disco?
La formación del grupo fue algo bastante anecdótico, porque está compuesto por cuatro saxofonistas españoles que coincidimos en París durante nuestros estudios. Nos conocíamos desde hace mucho tiempo, y ya habíamos tocado juntos en alguna ocasión en España. Cuando nos reunimos allí formamos el cuarteto y decidimos montar un programa de música española con la particularidad de que todos los compositores incluidos debían haber pasado por París: haber vivido allí, o haber estudiado o hecho su carrera en la ciudad. El resultado es un repertorio que muestra la evolución de la música española con influencia francesa de los últimos 100 años. En este programa hay más transcripciones. Hemos recuperado, por ejemplo, un cuarteto de Jesús Guridi que se toca muy poco; hemos hablado con los propietarios de los derechos y estaban contentos de que se pusiera en valor su música. Tocamos otra obra de Joaquín Nin para piano, la Danza triste de Granados y Vistas al mar de Toldrá —una vez más, una obra inspirada en poemas—. Y, finalmente, una creación de Félix Ibarrondo, Il Dolore, que ha compuesto para nosotros y que es una pieza en cierto sentido central del álbum. Es una obra corta pero muy bien escrita. Ibarrondo tiene muchas obras para saxofón que son geniales, y ha sido una suerte para nosotros poder trabajar con él. El álbum también se ha grabado con IBS Classical.
Con Gaman Ensemble has tenido varios conciertos en este final de temporada. ¿Qué compromisos os esperan para estos próximos meses?
Hemos hecho un curso de verano para jóvenes saxofonistas en Campo de Criptana. Tiene clases individuales y grupales, y también tocamos en conciertos abiertos al público en el Teatro Cervantes. Ahora en octubre tocamos en el Colegio de España de París, y estamos pendientes de acordar un concierto de presentación del disco con la Embajada de Francia en España.
¿Y qué hay de tu propia actividad?
Voy a participar en la próxima edición del Andorra Sax Fest, que se ha convertido en un gran festival de saxofón. En 2018, cuando aún estaba estudiando, recibí el Primer Premio del concurso que se organiza dentro del festival. Ahora voy como profesor y jurado. Es un gran festival que no para de crecer, y que ha llegado a ser un referente para el instrumento. Se hace cada año con muchas actividades, muchos conciertos, mucha gente interesante y de mucho nivel. Allí en una semana entras en contacto con el mundo del saxofón a nivel internacional.
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