Dicen que hay amor. Tonos Humanos del Cancionero de Mallorca y otros manuscritos
Armoniosi Concerti
Juan Carlos Rivera, director
Mariví Blasco, soprano
Lindoro NL-3032
Si en la actualidad se producen discos con la música de las mejores bandas sonoras y las canciones de los musicales, hace trescientos años los tonos teatrales más populares trascendían las paredes de teatros y corrales para plasmarse en cancioneros y alegrar y conmover a toda la sociedad. Gracias a aquellos tratados musicales podemos disfrutar hoy de algunas de las mejores muestras del arte del tono, firmadas por compositores como Juan de Zelis, Juan Hidalgo, Sebastián Durón, José Marín o Francisco Monjo.
Aunque no todas las piezas están directamente relacionadas con el teatro, es obvio su origen escénico. Escuchamos unos etílicos cromatismos en La borrachita de amor enseguida despejados con las vivas coplas de Al poderoso ruego, extraídas de la zarzuela de 1672 Los celos hacen estrellas, de Juan Vélez de Guevara. Mariví, que actualmente goza de una gran visibilidad en la interpretación de Barroco español, deja traslucir toda su emotividad en cada tono y dota de vida y frescura poesías olvidadas de una época en la que, ricos y pobres, afortunados y desdichados, se volcaban en el teatro como desahogo de una sociedad aislada de los progresos científicos y envenenada de superstición.
Junto al ya popular Ojos, pues me desdeñáis de José Marín, estremece el anónimo Niña, si encontrares durmiendo a Cupido, respiro ambas de la enérgica tonadilla hispana, en la que la cantante era también bailadera y se acompañaba de palillos. Sostienen la armonía los “músicos de cuerdas”, en este caso una nutrida sección de cuerda pulsada que late a una con la soprano.
El siglo XVII, que en tantos campos fue tiempo de rigores para nuestro país, demuestra trescientos años después un ingenio y talento inagotables, desempolvados con el dulce gusto de ensembles como Armoniosi Concerti.
Por: Pablo F. Cantalapiedra
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