En este disco tan personal, el intérprete y compositor ha querido llevar al límite las posibilidades tímbricas y rítmicas de su instrumento. Pero quizá no de la manera en la que se llevan a término estas premisas en la música más contemporánea. Bougouin habla con un lenguaje folclórico desde un instrumento que mucho sabe de la música popular. Y es por eso por lo que ha construido este universo sonoro a partir de tres arpas diferentes: un arpa electroacústica pequeña con cuerdas de nylon, su hermana con cuerdas de metal y un arpa electrónica con cuerdas Alliance. Tres arpas y nada más, EllasSolas.
Ritmos populares, melodías y escalas modales se mezclan con la sonoridad de guitarras eléctricas, arpas ‘preparadas’, percusiones sobre el cuerpo del instrumento, el groove de un bajo… Una amplia variedad estética donde los ostinatos rítmico-melódicos predominan y nos trasladan a un gran salón real donde la corte interpreta con unas stratocaster y arpas medievales mientras se danza con un elegante movimiento de cabeza. En definitiva, una fantástica composición, interpretación y producción de Frédéric con un lenguaje muy actual.
Este es un disco que tiene que ser recomendado en revistas como Melómano. Porque no hay que tener miedo a la belleza, a lo que aparenta ser simple, a lo popular, a una música hecha hoy para un público quizá más de ayer pero que parece ser el de mañana. Nos adentramos en un mundo donde las líneas son cada vez más difusas, donde lo que ‘solo es pop’ puede ser música digna de análisis, de escucha activa. La música buena es, sin género. Ojalá los jóvenes, esos que no salen de la música más urbana, escuchando discos como este, adentrándose (aunque sea de manera superficial) en la música instrumental con raíces.
Por Pablo de Diego
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