Reseña | Escuchar todos sus nombres

Manuel Gómez Ruiz, tenor, y Eleonora Pertz, pianista, firman este trabajo formado por un ramillete de piezas románticas, en forma de lieder, una sucesión de momentos delicados que nos trasladan a lugares mágicos repletos de naturaleza, amores de primavera, montañas azules, noches estrelladas y fuentes revoltosas. También hay dramatismo y tormentas, así como dolor y frenesí. Hay travesura, languidez, puro romanticismo en manos de mujeres. Una serie caracterizada por el contraste y la variedad, algunas lentas y poéticas, otras rápidas y juguetonas, cuyo propósito principal es que el oyente escuche sus nombres, los de tres compositoras románticas alemanas: Clara Schumann, Emilie Mayer y Fanny Hensel. Dos de las obras de Emilie Mayer son inéditas, grabadas por primera vez en la historia. La originalidad reside en la presentación de Ludwig van Beethoven, el último de los compositores, como musa y compañero, en igualdad con las mujeres predecesoras. La pregunta está en el aire: ¿qué habría ocurrido si estas tres mujeres hubieran sido alentadas para la composición en lugar de vivir en una época hostil?, ¿cuántas sinfonías habrían escrito, de cuántos libros y conciertos serían las protagonistas por derecho propio?

Sin duda, la interpretación de ambos músicos suma para la ecuación perfecta. La voz sólida de Manuel Gómez derrocha lirismo, poesía y fuerza. Por su parte, Eleonora es dueña de un piano sensible e íntimo, de técnica limpia y apasionada; entre sus dedos la cascada de sonidos parece brotar como agua de los arroyos. A todo ello, hay que añadir la exquisita y cuidada edición y la impecable grabación. En definitiva, el oyente se embarcará en un viaje íntimo y a la vez universal. Un paseo que, además de degustar, le hará reflexionar. Tres son sus nombres, pero hay miles esperando a ser escuchados, rescatados y recordados. Tres compositoras en particular y muchas en general. Escuchar todos sus nombres nos abre la ventana de un viento fresco y libre: el de todas las mujeres creadoras de la historia, aunque no sean blancas y alemanas, aunque no haya hombres cerca de ellas.

Por Patricia García Sánchez