Piano Concertos from the Netherlands
Ronald Brautigam, David Kuyken, Ivo Janssen, Ellen Corver, Sepp Grotenhuis, René Eckhardt, pianos
Netherlands Radio Chamber Orchestra
Netherlands Radio Symphony Orchestra
Netherlands Radio Philharmonic Orchestra
Brilliant Classics 97000
★★★★★
La generación de compositores holandeses que escribieron conciertos para piano durante el siglo XX es muy notable. Este álbum muestra a un grupo de nueve autores que saca un partido extraordinario a todo el arsenal inherente a una orquesta sinfónica, repleta de matices y timbres. Océano sonoro que abarca el lenguaje tonal, el Neoclasicismo, el sistema dodecafónico y el minimalismo. He aquí nombres prestigiosos, como Kees van Baaren, el introductor del lenguaje dodecafónico en Holanda; Henriëtte Bosmans, compositora perteneciente a una familia de músicos radicados en Ámsterdam; o Henk Badings, un autodidacta dotado de un instinto dramático para la orquestación.
La obra más temprana es el Concierto en La menor de Carl Smulders, fechado en 1892. Aquí el solista es magistral, con un discurso que recuerda los grandes conciertos del Tardorromanticismo; en los tiempos rápidos los vibrantes acordes evocan a Liszt mientras que el Adagio posee un subyugante tema que luego el solista hace más íntimo con sus trinos; antesala de un tercer movimiento mágico. Alphons Diepenbrock dijo de Smulders: ‘Tus melodías crecen como rosas junto al imponente árbol de Wagner y Franck’.
Formidable el Concierto para dos pianos de Henk Badings, donde los solistas se explayan con variadísimas técnicas junto a una orquesta de tensión apasionante encumbrada en el Finale.
Henriëtte Bosmans maneja deliciosas texturas en su obra, que se asemeja a Ravel y Debussy, moldeando con ingenio un tema cada vez más rico (alusión a la melodía de violonchelo del Concierto para piano núm. 2 de Brahms).
Van Vlijmen está incluido. Partitura descomunal en un solo movimiento donde el papel solista se concibe por etapas, los grupos instrumentales crean variadas atmósferas mediante timbres inusitados (en particular la percusión es algo estratégico que nivela muy bien el discurso).
Figuran dos muestras de Kees van Baaren, el Concertino del año 1934, evocador de las mejores sonatas y rapsodias con un Lento maravilloso; y el Concierto de 1964, con solos pianísticos cautivadores y efectos sinfónicos brillantes.
Estupenda la música de Willem Pijper, orquestación de artesanía cuyo ritmo nos recuerda a Gershwin.
Alumno de Olivier Messiaen, Ton de Leeuw está presente con sus Danzas sagradas, un lienzo sonoro para disfrutar gracias al contrapunto, una orquesta trascendente y solista en cautivador monólogo.
El Concierto de Tristan Keuris, de 1980, se inicia con un clarinete que adentra en música muy estudiada: instrumentos de la orquesta van propagando temas en ecos tímbricos junto a un piano más partícipe que protagonista.
Y Leo Smit, cuyo concierto con orquesta de vientos (Harmonie en alemán) y vivo pulso que hará las delicias de todos los públicos; el Lento-chorale mira a las solemnidades del Barroco inglés.
Óptimas interpretaciones las ofrecidas por los pianistas, entre los que se encuentran Roland Brautigan y David Kuyken, así como las de las tres orquestas adscritas a la Radio holandesa (la Sinfónica, la Filarmónica y la de Cámara). La carpetilla, de jugosas notas en un inglés perfecto.





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