Mientras observo la lucha de la primavera, su ansia por brotar, en un paisaje de diferentes texturas, como si fuera una première de la vida, escucho la urdimbre tímbrica creada por el Dúo Qitayes. Es una mezcla de colores que alimenta la mente. Es un viaje, con la visión de un pájaro, que recuerda a la sinestesia del Messiaen más ornitólogo. Con los sentidos despiertos, imagino esta antología poética y melódica que tengo en mis manos abriendo una puerta a la evolución programática, mostrándonos el crecimiento del ser humano, rompiendo, como la primavera, con la tranquilidad del suelo del alma.
Première es el contar de unas vidas, es sumergirte, como si fueras un espía, en la historia poética de una familia. Es un álbum de recuerdos que, al mismo tiempo, se convierte en el boceto de una nueva vivencia para incluir en la memoria de Qitayes.
El temblor de las hojas de los árboles, que plantaba aquel hombre, abraza el comienzo de la música con la sabiduría de alguien que nos enseña que la vida guarda secretos, escritos en la naturaleza de un poema o en una nana que la amistad regala a la nueva vida. Encuentro un combate épico que dibuja, en su interválica, lo peor y lo mejor del alma viva, pero que no ceja en su empeño de celebrar el transcurso de los años contemplando en el espejo, con la paciencia que éste merece, un rostro que se surca de arrugas. Es un homenaje a la muerte de quien no llegó a hacer realidad una idea que prometía y a aquellos que vieron surgir una ilusión cumplida. Está construido con perlas sobre líneas negras, que brillan en colores sobre un mar blanco, acariciando la tierna aurora boreal que embellece a la familia. Misterios ocultos en versos dodecafónicos que pasean en bicicleta mientras atraviesan el bosque de hayas que plantaba aquel hombre que demostró que un solo ente puede hacer el mundo fácil a los más desfavorecidos.
El Dúo Qitayes nos presenta un trabajo con un hilo conductor que suma una creatividad conceptual muy personal al conjunto de las obras interpretadas.
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