La música para viola de Bach no ha llegado aún hasta nosotros. Por ello, y mediante una rigurosa labor de reconstrucción musical que parte del modelo del músico alemán a la hora de transcribir sus propias obras o de terceros, ambos intérpretes se han propuesto aquí traspasar a sus respectivos instrumentos pequeñas piezas en origen para órgano, violín, clave o voz acompañada. Así, se dan cita refinados arreglos de corales luteranos escritos en la etapa de Weimar pertenecientes al Orgel-Büchlein o fragmentos desgajados de otras obras escritas al estilo de los tríos sonata, tanto de Bach como de algunos de sus coetáneos, como Telemann o su hijo Carl Philip Emmanuel, que generan nuevas creaciones, como las estimulantes sonatas en Do menor y Fa mayor.
Emilio Moreno, un camaleónico intérprete que como el mismo Bach pasa con soltura del violín a la viola, y Aarón Zapico, un acompañante diligente y riguroso como atestigua su labor al frente de Forma Antiqva, demuestran sin fisuras una innegable compenetración, suscrita previamente en su anterior colaboración dedicada a las sonatas apócrifas de Luigi Boccherini. La viola logra transpirar todo el aire melancólico y el carácter contemplativo asociado a su color instrumental, oscuro y severo, pero a la vez cálido e incisivo, cuya cantabilidad y fraseo cadencial el clave secunda con solícita atención.
Por Germán García Tomás
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