Por Juan Antonio Llorente
Mitad gallega, mitad andaluza; madrileña descendiente de gallegos afincados en Cádiz, María Rey-Joly reconoce en sus orígenes la sangre francesa de sus antepasados, que llegaron a la Península Ibérica hace siglo y medio. De esa savia que refleja la segunda parte de su apellido, el Joly, variante españolizada del adjetivo francés que anuncia la belleza, y que encaja con justicia el retrato de esta joven soprano que en pocos meses ha sabido saltar hasta el protagonismo en letras grandes del cartel desde la democrática gloría del coro.
¿Aparte de antecedentes galos, reconoce en su genealogía raíces musicales?
Mi madre es cantante del Coro Nacional; de ahí me viene todo, empezando por la afición. Anteriormente no había músicos en mi familia.
¿Y usted, cómo se inició en la música?
Desde muy pequeña empecé a estudiar piano; más tarde violín y, cuando decidí dedicarme al canto, lo dejé todo y me preocupé exclusivamente de la voz.
Estamos acostumbrados a que las voces se acompañen al piano; usted se ha formado también en el violín ¿Con cuál de los dos instrumentos se acopla mejor su voz?
Los dos tienen mucho que dar. La gran formación musical te la proporciona el piano, pero la línea y la expresión que puedes conseguir en el violín con el arco, además del «legato», te pueden ayudar mucho en el canto. En general, creo que cualquier instrumento le puede venir bien a la voz.
¿Cuándo comenzó a cantar profesionalmente?
Empecé a cantar en el Coro de la Comunidad de Madrid, durante el tiempo en que estuvo haciendo óperas en el Teatro Real. En ese momento es cuando empecé a trabajar. Primero haciendo refuerzos, y a medida que estudiaba, manteniéndome en contacto con el mundillo de la lírica. Como solista, lo primero que hice fue Margarita La Tornera, donde cantaba un papel muy pequeño. Como principal, el de El Juramento, en la Zarzuela, ha sido el primero.
¿Cómo la descubrieron?
A raíz de ganar el pasado año el concurso Alonso comencé a moverme y a cantar más. Premios como ese dan mucha publicidad, y hacen que la gente empiece a interesarse por ti, y a prestarte oído para conocerte mejor.
Pero el Alonso es un Concurso más de la larga relación que acumula en su curriculum ¿Tanto le interesan este tipo de certámenes?
El concurso viene bien en una etapa determinada de tu vida, que es aquella en la que te encuentras más o menos preparado y quieres empezar a cantar. Entonces son buenos, y te vienen bien porque necesitas una fuerte presión, y una gran tensión para prepararlos. En ese momento te pueden ayudar, si sabes servirte de ellos como trampolín. Luego no creo que sean beneficiosos. Incluso pueden ser contraproducentes si se da el caso de que estás cantando, te presentas y no te llevas nada. Se pueden volver contra ti de forma negativa.
Esa tensión que dice también puede ser perjudicial para la voz.
Me refiero a la tensión psicológica de concursar, por lo que tiene de probarse a sí mismo.
Su carrera profesional acaba de empezar. ¿Se ha planteado ya los pilares sobre los que le gustaría establecer un base sólida desde el comienzo?
Ante todo, elegir bien el repertorio. Es tan importante como una buena educación musical. Si desde el principio no tienes en cuenta la elección correcta del repertorio, o te equivocas al seleccionarlo, puedes cantar unas temporadas y perjudicar tu salud vocal. Aparte de esto, necesitas estar satisfecha con tu vida personal. También es fundamental para una cantante sentirse bien consigo misma.
En lo que respecta a la elección de repertorio, con sólo 24 años ¿sabe ya cuál es el suyo?
El que abarca desde papeles en la línea de Mozart, del tipo de Pamina o Fiordeligi, que me van bien, a la ópera francesa, como la Manon de Massenet, una Antonia o un Fausto, en la que me siento muy cómoda,. Voy a intentar incorporar además algún personaje de Puccini, teniendo en cuenta siempre que todavía soy muy joven y debo cuidar mi voz ahora que se está desarrollando. Pero necesito estar muy pendiente del repertorio, para que no vaya a ser demasiado grande inicialmente. Y que ese repertorio que no podré cantar hasta dentro de unos años, cuando no tenga problemas, vaya evolucionando poco a poco.
Mencionaba papeles donde su voz se siente más cómoda ¿Cuántos tiene estudiados en estos momentos?
Óperas enteras cuatro o cinco, y estoy preparando algunas que en cualquier momento pueden pedirme.
¿Cuáles ha cantado hasta ahora?
Desde el punto de vista serio y profesional, La Medium, de Giancarlo Menotti, Pamina, de La Flauta Mágica… Y principales, poco más.
¿Dónde los ha interpretado?
Primero en la Escuela de Canto, y en algún caso hemos tenido la oportunidad de sacar fuera los montajes.
¿Con cuál ha disfrutado más, por sentirse especialmente identificada en el terreno vocal?
Vocalmente me siento más cómoda en Pamina, con quien me siento identificada también como personaje.
¿Qué papel le gustaría preparar, convencida de que es el bombón que le caerá de un momento a otro?
Estoy trabajando la Fiordiligi, del Così fan Tutte. Se puede decir que la tengo prácticamente montada, porque es un personaje que me encanta, tanto desde el punto de vista dramático como vocal. Igual que ocurre con toda esta ópera de Mozart, que no tiene ningún desperdicio y que me encanta, Fiordiligi es un papel que tiene mucho partido para sacar.
Antes hablaba de cuidarse emocionalmente. ¿Cómo vive una cantante, a quien se ve en el escenario y luego desaparece, como si fuese de casa al camerino por un túnel secreto?
Yo intento llevar la vida más tranquila posible, separando radicalmente la profesión de lo personal. Si en tu vida privada estás pensando en el trabajo y viceversa, no llegas a disfrutar ninguna de las dos cosas.
La pasada temporada se le presentó redonda: comenzó cantando Margarita la Tornera, siguió con El Juramento y después Le Revenant, de José Melchor Gomis, además de Norma en El Maestranza. ¿Se ha especializado en obras desconocidas, o son papeles que le han venido impuestos?
No es una decisión mía. Llegado el momento me los ofrecieron, me resultaron interesantes y los acepté. Pero no deja de ser pura coincidencia.
Vamos, que no es esa línea de rescate la que se ha marcado…
Es muy interesante descubrir obras nuevas y redescubrir otras olvidadas, porque hay muchas cosas de una gran importancia que la gente no conoce. Alternar obras de repertorio con estas otras sería para mí lo mejor.
¿Se presenta bien el panorama para los compañeros de su generación, o tiene que considerarse una privilegiada dentro del colectivo?
No sé si soy privilegiada. El momento me parece que es bueno, porque están surgiendo muchas veces jóvenes buenas y preparadas. Pero a otros niveles, no sé si estamos en tan buena racha, Me gustaría que así fuera.
¿Qué se necesitaría para materializar ese deseo?
Quizá más oportunidades a la hora de trabajar. Y fundamentalmente, en España. Hay gente a quien le falta experiencia, y muchos teatros, en lugar de contar con ellos, a la hora de contratar recurren a cantantes de fuera, porque necesitan «consagrados». No le brindan la oportunidad a voces de aquí, que valen mucho y merecen tener su oportunidad.
Al enunciar los requisitos básicos para una carrera sólida no mencionaba el disco, un apartado que parece interesar a muchos de sus colegas ¿Cuál es su postura frente a la grabación?
Creo que es fundamental, porque sirve para mostrarte aquí y fuera de España. Es ridículo pensar que la publicidad no es importante, porque no es así. Y el disco es un importante vehículo para darte a conocer.
Preparación, repertorio, técnica, corazón, gusto… ¿Cómo aliñaría una buena ensalada musical?
Desde luego, con una buena técnica. Sin una buena preparación que te ayude a resolver esos problemas que continuamente te está presentando la partitura, no puedes hacer nada. Después necesitas un poquito de cada cosa, porque un cantante no es sólo técnica, o sólo expresión dramática. Debe reunir en su perfil un poco de todo. Aparte de la técnica se necesita corazón, sentimiento, una buena carga dramática para la interpretación… Si no, a mí me faltaría algo. A veces se dice que un cantante es técnicamente bueno, pero no me emociona. Y yo necesito que me llegue de verdad, y que me haga disfrutar con sus sonidos.
¿Tiene modelo?
En ese punto, a mí me gusta mucho Plácido Domingo, uno de esos artistas que por más que les escuchas, cada vez que regresas a su voz, te sigue emocionando y te sigue llenando.
¿Tiene algún modelo femenino a imitar, alguna voz, española o internacional?
De unas me gusta una cosa, de otras, otra. No encuentro una sola que reúna todas las características que requiero, tan completa como para considerarla mi modelo definitivo. La más cercana podría ser Renée Fleming, además de por el grado de exigencia, por el tipo de repertorio que ha elegido al plantearse su carrera, en el que se incluyen muchas cosas que yo podría cantar.
¿Qué aficiones tiene aparte de cantar?
Si tuviera tiempo, me gusta leer, estar tranquilamente en casa, ir al cine… O meterme en la cocina, porque me gusta cocinar. Y, en el polo opuesto, también me gusta, aunque no suelo encontrar con quien hacerlo, salir al campo, montar a caballo, hacer piragüismo, excursiones de aventura. Pero cuando intento arrastrar a alguien, no encuentro quien se anime. Y sola no me apetece hacer todo esto.
¿No escucha música?
Cuando no estoy trabajando. Si estoy sumergida en el trabajo, ensayando continuamente, llego a casa y me apetece relajarme, no escuchar música.
Cuando lo hace ¿escucha a otros cantantes?
Depende del momento. A veces pongo música de cámara, o una ópera, o simplemente canción, y escucho a Luis Miguel, o cualquier otro tipo de música, dependiendo de lo que me vaya pidiendo el cuerpo.
¿Va a la ópera?
Sí, y me gusta mucho porque creo que es una increíble forma de aprender.
¿Qué le dió Margarita la Tornera, de Chapí?
Como experiencia, trabajar en esta ópera ha sido muy positivo para mí. Aunque el personaje era muy pequeño y vocalmente tenía muy poco cometido, estar en los ensayos con artistas tan buenos y tan impresionantes como Plácido Domingo, Elisabete Matos y todos los que intervenían en la producción te enseña mucho. Simplemente viéndoles trabajar, observando desde fuera a los demás, estando con ellos. Parece mentira todo lo que se puede aprender en un teatro.
Disfrutará también actuando
Muchísimo, me encanta eso de salir y pisar el escenario. Estar ahí, delante del público, me gusta mucho. Si no…
Pasa de la enormidad del coro al cogollo del reparto y finalmente al cuadro protagonista. ¿Piensa dar el salto en solitario al recital o al concierto?
Lo que más me atrae es la ópera, pero de vez en cuando está bien cambiar. En determinados momentos, dependiendo de dónde sea y en qué condiciones te lo ofrezcan, el recital puede ser muy interesante.
¿Ya lo ha hecho? ¿Qué le ha parecido?
Muy distinto a la ópera sobre todo por el grado de concentración que exige. Ahí es donde encuentro la mayor dificultad.
Pero a cambio consigue una especial complicidad con el público. Los que se han atrevido a dar el paso, como Janowitz y Fassbaender, dos maestras suyas, no se arrepienten.
Hay quien en el recital se siente más seguro, o le atrae más el repertorio. A mí me atrae más el de la ópera, donde disfruto con la escena y a la hora de interpretar personajes distintos, compartiendo la experiencia con otros cantantes. Creo en la ópera, porque el público se involucra en el argumento y en la historia de los personajes desde que se levanta el telón hasta que la historia que allí se cuenta termina. El recital es más duro, ya que cada vez que empiezas una canción tienes que contar una historia nueva, que te pide otra manera distinta de interpretarla.
También hay que valorar esa proximidad con la audiencia.
Vienen por ti, pero luego se tienen que meter en cada argumento Y eso es lo realmente difícil: llegar a ellos con lo que estás cantando.