La pianista y gestora cultural Andrea González publica próximamente su disco ‘Salvado’, editado por el sello Warner Classics, en el que recupera la música del monje Rosendo Salvado, gran humanista y defensor de los derechos humanos, que fundó el único monasterio benedictino existente en Australia. Además de su faceta pianística, por la que ha recibido distintos reconocimientos, se está posicionando como una de las gestoras musicales más innovadoras del panorama español, al frente del festival IKFEM, fundado por ella en 2014, y también como vicepresidenta de Juventudes Musicales de España. Tras ser directora técnica de la Orquesta Vigo 430 y gerente del Ensemble Taller Atlántico Contemporáneo, fue seleccionada en 2019 como una de las Top 100 Mujeres Líderes de España, un liderazgo que ejerce buscando tender puentes entre culturas y vías de comunicación entre las personas.
Por Susana Castro
Acaba de salir a la luz su disco ‘Salvado’, dedicado al monje español Rosendo Salvado, un tudense como usted que fundó un monasterio en Australia en el siglo XIX. ¿Cómo surge su interés por esta figura?
El interés surgió en 2014 cuando se estaba celebrando el bicentenario de su nacimiento en Galicia y descubrí su repertorio. Anecdóticamente estaba organizando el Festival IKFEM en Tui y alguien me comentó que por qué no ubicaba un piano al lado de la estatua de Rosendo Salvado. Se despertó mi curiosidad, ya que me dijeron que era músico, concretamente pianista, y yo no conocía esa faceta suya, es bastante desconocida en Galicia. Me dirigí a los Archivos Catedralicios de Tui, me reuní con el archivero, el padre Avelino Bouzón, quien me entregó sus manuscritos, que no se habían tocado hasta el momento. Me quedé maravillada al ver páginas de virtuosidad y lirismo… Después vino el conocimiento de su faceta humanística.
Usted afirma en las notas de su disco que la música era para Salvado el ‘epicentro de su misión’, ¿qué iniciativas llevó a cabo este monje benedictino que le llevan a sostener esta afirmación?
Salvado se formó como pianista y organista en el Monasterio de San Martín Pinario en Santiago de Compostela y con el padre Copa en el Monasterio de San Juan de Corias (Asturias). Tras la desamortización de Mendizábal, viajó a Italia, recalando en el Monasterio de Cava de Tirreni, donde llegó a ser organista. Su bagaje musical era inmenso, así que cuando llegó a Australia y fundó el monasterio en Perth (único monasterio benedictino en el país), utilizó la música como herramienta educadora.
Se llevó instrumentos de cuerda y de viento de Europa para enseñar música a los aborígenes. Observó que a ellos les gustaba cantar y bailar y pensó que un acercamiento a través de la música era posible. Llegó incluso a escribir un tratado de solfeo. Se decía que los aborígenes eran unos excelentes músicos y la banda de viento de este monasterio era muy famosa en la zona. Compuso muchas piezas, seguramente para recaudar fondos para la misión, y para él el componente artístico era siempre una herramienta educativa muy importante.
¿Cómo ha sido el trabajo de recuperación de esa música, desde los manuscritos hasta el disco?
Ha sido un viaje espectacular. En 2014, cuando me presentaron sus obras y las toqué por primera vez con una rápida lectura de los textos manuscritos, el trabajo de entender el lenguaje fue un poco tedioso. Más tarde, el Consello da Cultura Galega publicó sus partituras, la lectura era así mucho más sencilla. He estado en contacto con otros monasterios y recientemente encontré una nueva partitura en el Monasterio de Cava de Tirreni; es para voz y piano y en el disco la he grabado con Leonor Bonilla.
También incluimos en el disco una transcripción de un Salve Regina de Rosendo Salvado realizada por un monje australiano. Hay una danza aborigen llevada al piano que tiene una página repetida constantemente y de la que Salvado decía que animaba el espíritu del trabajo en la agricultura.
¿Qué destacaría de su música y por qué cree que es importante darla a conocer?
Su música es de una excelente escritura, de gran dificultad, y muchas veces está inspirada en la escritura de Thalberg o de Liszt; armónicamente es muy schubertiana y contiene melodías muy líricas y pegadizas, herederas de la ópera italiana. Merece la atención de los músicos, pero también es importante por la figura de Salvado, ya que se conoce muy poco sobre él a pesar de haber sido un pionero en la defensa de los derechos humanos en Australia. Además de antropólogo, fue el introductor de la homeopatía en Australia, y también introdujo el cricket en su abadía. Su dimensión humanística es enorme. Era una persona querida tanto por la esfera más terrenal como por la nobleza (era muy amigo de la reina Isabel II) y los cargos más altos de la sociedad.
Hace alusión a muchas influencias en su música, ¿hay constancia de que fuera conocedor de la música que se estilaba en esa época al margen de la iglesia?
Él escribió unas memorias muy amplias con los primeros estudios de antropología y de estudio de las medicinas, en las que también dedica algún capítulo a la música. Habla de cuando llegó a Australia y celebró un concierto de tres horas con un piano que le prestaron unas monjas evangelistas, ya que él no disponía del instrumento en la misión. Tuvieron que hacer una caminata a lo largo de varios días para llegar a Perth y poder realizar el concierto para recaudar fondos. Ese camino se conoce hoy como el ‘Camino de Salvado’ y hay peregrinación similar al Camino de Santiago. Algunos periodistas que estuvieron en el concierto dejaron constancia de que él tocó transcripciones de ópera italiana. Seguramente la época en la que más escribió, porque dispondría de un instrumento, fue cuando vivió en Italia, antes de 1845, que era una época de mucho auge de la ópera.
Tiene bastantes puntos en común con él, ya que también era gestor musical: tenía que buscar los medios para poder desarrollar todas estas actividades…
Cuando me hacen la pregunta típica de ‘quién es mi ídolo’, yo siempre respondo que un monje benedictino, Rosendo Salvado (risas). Cuando estuvo en Cava de Tirreni también fue nombrado administrador del Monasterio, además de organista y director de música. Su hermano Santos también era un músico genial y pionero en fotografía; fue maestro de capilla de la Basílica de El Escorial.
¿Qué fue lo que le llevó a querer grabar un disco con este proyecto?
Tenía la necesidad de aportar algo a mi entorno, a la sociedad, ahí entra mi vena de gestora musical. Se trataba de aportar algo nuevo, de valor.
¿Qué cree que aporta usted como intérprete a la música de Rosendo Salvado?
He realizado un estudio minucioso y he tratado de ponerme en su piel, pensando en qué querría transmitir él con esta música. He aportado mucho de mi parte, ya que a veces he encontrado algunas incongruencias en los manuscritos, sobre todo en las cuestiones de agógica (utiliza muchas palabras italianas). Hay mucho de mi visión y he tenido que repensar muchas veces qué quería conseguir. Creo que haberme leído sus memorias y conocer su personalidad, que era un enamorado de la vida, me ha enriquecido.
Es evidente que hay mucho trabajo y reflexión detrás de todo este proyecto, ¿en qué momento decide que Leonor Bonilla es la voz que necesita?
Ha sido maravilloso conocer a Leonor, es una cantante extraordinaria. La conexión fue inmediata entre nosotras y aportó una visión muy napolitana a la pieza. He tenido una gran suerte al poder contar con una cantante así, además es de mi generación.
La grabación discográfica surge a raíz del proyecto ‘De Rosendo a Rosendo’, con el que usted viaja a Australia, ¿cómo se desarrolló esta propuesta?
En 2016 tenía previsto viajar a Australia con el apoyo de Acción Cultural Española, la Embajada de España y la Xunta de Galicia y se cruzaron dos ideas. Yo iba a investigar en los archivos y tocar la música de Salvado, y al mismo tiempo la Embajada estaba realizando un proyecto para dar visibilidad a la cultura española. César Espada, consejero cultura de la Embajada, además de director de cine, estaba trabajando en un documental con Rosendo Mercado, el rockero. Al principio no vi clara la conexión más allá de los nombres, pero el resultado fue impresionante, ya que se juntaron dos figuras que comparten el amor por la vida, por hacer algo por la sociedad y aportar, y la música es su hilo conductor; tanto el monje como el rockero tienen eso en común. Fue una experiencia maravillosa y allí conocí a Eugenio Muñoz, productor e ingeniero de sonido, que es mánager de Rosendo (con un montón de discos de platino a sus espaldas), y con él surgió la idea de grabar el disco.
Para mí también ha sido muy importante buscar el componente estético, seguramente como consecuencia de mi faceta como gestora y de querer que todo tenga su valor. La idea de los colores de la portada surgió para destacar la gran faceta de Salvado como defensor de los derechos humanos.
Se publicará, además del CD, un DVD con imágenes grabadas en diferentes espacios por los que pasó Salvado y en los estudios donde se realizó la grabación (Estudio Uno y PKO Studios). Hemos contado con Agatha Ruiz de la Prada para la parte estilística; I.C.O.N. se ha encargado de la peluquería; Guitonails (Verónica Marcalla) de las uñas; y Eva Escolano del maquillaje. Para la grabación tuvimos dos pianos, un Steinway & Sons D y un Yamaha C7, con David Izquierdo y Luis Izquierdo como afinadores.
El disco cuenta con el patrocinio de AGADIC (Axencia Galega das Industrias Culturais) de la Xunta de Galicia, Deputación de Pontevedra y Concello de Tui, además de la colaboración de Patrimonio Nacional (con la cesión de los espacios en El Escorial para la grabación del DVD).
Por aquel entonces usted ya ofreció algunos recitales y conferencias en Australia al hilo de este proyecto, ¿cómo describiría la recepción del público?
Pude interpretar su música en el propio Monasterio y también en la Australian National University, en Canberra. La reacción fue increíblemente calurosa porque allí se conoce la figura de Salvado, es un personaje admirado y estudiado, pero no se conocía su faceta musical. Es posible que fuese uno de los primeros compositores e intérpretes en el país, habría que profundizar más en la historia, por eso no puedo afirmarlo con rotundidad. Desde el punto de vista académico el proyecto también tuvo una muy buena recepción, tuve la oportunidad de ofrecer masterclasses.
¿Habrá recitales de presentación del disco próximamente?
Sí, el primero será junto a Leonor Bonilla el 18 de diciembre para Mostra Espanha en Oporto. Se trata de un festival bienal que organiza el Ministerio de Cultura y Deporte en colaboración con la Embajada de España en Portugal y el apoyo de Acción Cultural Española y el Instituto Cervantes de Lisboa. Después habrá una gira de conciertos para dar a conocer el disco, no solo en España, sino también en Australia e Italia.
No es el único proyecto interpretativo que tiene ahora mismo entre manos, ya que está embarcada en la tarea de dar a conocer la poesía de Emilia Pardo Bazán.
Acabamos de realizar un recital en el Teatro Colón de A Coruña y en Paraninfo de Comillas con la musicalización de los poemas de juventud de Emilia Pardo Bazán, que no son muy conocidos y son una maravilla. El proyecto está a cargo el tenor Joaquín Pixán, con la participación de la mezzosoprano Nuria Lorenzo. Se han realizado varios encargos a compositores actuales, algunos gallegos como Teresa Bretal, Juan Durán, Margarita Soto Viso, así como a la mallorquina Carme Fernández Vidal.
Centrándonos ahora en su faceta como gestora musical, es usted fundadora y directora del Festival IKFEM, que celebró el pasado verano su novena edición, ¿cómo surgió la idea de fundar este festival y cuál es el camino que está transitando desde entonces?
La idea surgió en 2012, cuando se hermanaron Tui y Valença como una Eurociudad, y se pensó en crear un festival que pudiese simbolizar esta unión transfronteriza de culturas. Además de ese argumento, que es fundamental y siempre lo llevamos por bandera, por eso siempre invitamos a artistas de España y Portugal, me parecía muy interesante ofrecer un festival que hablase un lenguaje para todos los públicos. Pensé que tenía que programar un estilo de música que todos pudiésemos comprender, y ahí surgió la idea de crear un festival a través de los instrumentos de teclado porque generaban un puente intercultural, histórico y estilístico. Podemos tener desde música medieval con un organetto hasta música barroca con un clave, pasando por música clásica, jazz, pop, rock, música tradicional… se genera un ambiente muy ecléctico.
También es importante para nosotros la cuestión educativa, aunque con la COVID-19 hemos tenido que dejarla parada. Ofrecemos masterclasses, talleres y otro tipo de eventos relacionados con el cine o la moda. Por ejemplo podemos destacar el desfile que hicimos con Ágatha Ruiz de la Prada y Katty Xiomara en el Puente Internacional, una de nuestras ubicaciones estrella, ya que simboliza esa unión que comentaba. Siempre buscamos renovarnos y tocar temas actuales de forma transversal, como puede ser la igualdad, la sostenibilidad, etc.
Menciona la palabra ‘puente’ de forma reiterada, creo que este concepto de ‘tender puentes’ está en su ADN como gestora musical.
Sí, diría que en mi personalidad, ya que creo que es muy importante trabajar de manera colectiva y buscar la interdisciplinariedad. Considero que las enseñanzas artísticas deberían estar mucho más unidas, esto he podido vivirlo en otros países como Gran Bretaña cuando estudiaba, o en Italia y Portugal. Las artes deben trabajar de la mano, trabajar en conjunto, ya que el resultado a la hora de programar puede ser mucho más atractivo para el público.
También es importante tender puentes a nivel cultural. En 2021 se celebra el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible por parte de la UNESCO, firmado por muchos países, y precisamente el nombre elegido no ha sido ‘artes’, sino ‘creatividad’, porque en ese saco caben muchas disciplinas artísticas, y nuestra tarea es fusionarnos más, trabajar más de la mano, en colectividad.
Otro de tus grandes proyectos como gestora se llevó a cabo el pasado verano con Camiños Sonoros, en el marco del Xacobeo 21, una iniciativa que hermana música y patrimonio, con especial atención a los jóvenes músicos, ¿en qué consistió?
Fue un proyecto que acogió la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia en 2019, ya que ese año se impulsaba especialmente el camino de la Vía de la Plata. De esta forma, se generó una iniciativa en la que participasen los conservatorios de Galicia con conciertos celebrados en espacios patrimoniales ubicados a lo largo de la Vía de la Plata. Participaron más de cien músicos en dieciséis municipios diferentes, con conciertos de diferentes estilos musicales. Fue muy interesante porque la propuesta que realizamos fue contratar a los músicos, con alta en la Seguridad Social, y se les ofrecieron unos talleres con profesores de la Escola Superior de Arte Dramática de Galicia con el fin de que pudieran comunicar en el concierto, no solamente interpretar la música, sino crear una narrativa y trabajar la puesta en escena. La idea era llegar al público de una forma más atractiva. También se ofrecieron talleres de herramientas para gestionar sus carreras. El resultado fue muy positivo, haciendo protagonistas a los músicos de los conservatorios durante los tres meses que duró el evento.
Una de las cuestiones que más me llama la atención de este proyecto es el componente profesional que hay detrás. Es un reflejo de cómo se está profesionalizando la gestión musical en España y considero que usted es uno de los exponentes de esa revolución. ¿Cómo cree que debería ser la relación entre los gestores y el público en los tiempos en que vivimos?
La repuesta no es fácil, pero reconozco que hay varios puntos de vista como gestor. Hay quien considera que la música es un acto puro que no necesita ningún tipo de aditivo y que, como espectador, debes sentarte en la butaca y esperar a que el intérprete haga la magia para conectar. Estoy de acuerdo, ya que hay conciertos que nunca se me van a borrar de la mente, pero creo que hay que promocionar otro tipo de eventos, en los que no es posible llegar con esa magia, con esos intérpretes de cachés imposibles. Se tienen que generar espectáculos donde la puesta en escena haga conectar al público con los artistas. Creo que tenemos que preguntarnos qué debemos hacer para que el público se vaya contento y, desde mi punto de vista, esto se consigue haciendo que se marchen a casa entendiendo y comprendiendo lo que han escuchado y que hayan interactuado. Tiene que haber una perspectiva didáctica, si es para niños es más obvia, pero puede estar más enmascarada, logrando que el público entre en lo que viene a escuchar para que exista le interacción y se abra el canal de comunicación.
Además es usted vicepresidenta de Juventudes Musicales de España, ¿qué proyectos desarrollan actualmente?
La Red de Músicas, los conciertos en la Biblioteca Nacional y MusaE (música en los museos estatales), además de, por supuesto, el Concurso Permanente de Jóvenes Intérpretes, todo ello bajo la dirección de Miquel Cuenca, el director.
Para terminar… ¿qué hace Andrea cuando no está haciendo música?
Me encanta la naturaleza, cuando tengo tiempo con Daniel, mi marido, que es piedra angular de este proyecto, y soporte fundamental, igual que mi familia, nos encanta la alta montaña y caminar. Me encanta pasar tiempo con mis amigas, intento no perderme los momentos importantes con ellas y cuidar la amistad.
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