A punto de culminar su primera temporada como director artístico de la Orquesta y Coro RTVE, hacemos balance del trabajo realizado con Christoph König y reflexionamos con él sobre el papel que cree que debe tener una de las agrupaciones sinfónicas más importantes de nuestro país. Sus objetivos son romper con los formalismos, hacer que cada músico importe y lograr un sonido propio.
Por Susana Castro
La primera vez que te subiste al podio en España fue en 1999 con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. ¿Cómo ha cambiado el mundo sinfónico nacional en estos veinticinco años?
Los instrumentistas de viento en España siempre han sido de muy buena calidad, ya que existe una gran tradición de bandas. En cuanto a las cuerdas, la enseñanza musical comenzó a desarrollarse más tarde, por lo que su calidad no era la misma antes que hoy en día. Las cuerdas han mejorado muchísimo en estos años.
También he notado cierta rigidez en cómo se imagina la música clásica. Hay algunas salas sinfónicas que se construyeron en una época en la que se veía la música clásica como algo snob. Estas salas tienen un trasfondo formal que no es muy acogedor. Después han venido salas como Las Palmas o Tenerife que han introducido elementos más modernos, más cercanos, que están ayudando a cambiar esa mentalidad. Las salas antiguas no permiten ciertos avances, así que hay que buscar alternativas para acercarse al público y que la música clásica en España no sea tan formal como lo era hace treinta años.
Si nos centramos en el caso concreto de la Orquesta RTVE, desde la primera vez que te pusiste al mando hasta hoy, que eres su director titular, ¿cómo valoras su recorrido?
Siempre he tenido la sensación de que la Orquesta RTVE es una formación de muy buenos músicos y muy hábiles, abiertos a nuevas ideas, muy modernos y muy directos en el trato; también me resultan dóciles, en el sentido positivo. Pero creo que no siempre ha sido una orquesta tomada en serio por parte de los máximos responsables de RTVE. El esfuerzo de crear la orquesta, con Igor Markevitch al frente, fue increíble, y vino a ocupar un espacio diferente al de la Orquesta Nacional de España. Los gerentes de la orquesta siempre han luchado, y agradezco muchísimo a Manuel Ventero su tremenda labor. Creo que la Orquesta RTVE necesita amor, apoyo y sentirse importante.
¿Cuáles son tus planes musicales para la orquesta?
La orquesta es muy flexible ante cualquier batuta y las ideas del director que se pone al frente, pero creo podría mejorar en dos campos: definir un perfil en cuanto al repertorio y lograr un sonido propio. Es genial que la orquesta sea adaptable, pero siendo una de las más importantes de este país, el día que yo me vaya me gustaría que sonase de una manera concreta, quizá no la mía, pero que sea reconocible y tenga sus propias características. La orquesta necesita un sello propio, estamos trabajando mucho la calidad del sonido y también juntando todos los elementos para determinar cuál tiene que ser nuestro perfil.
Nuestro público nos pide una música más variada, en comparación, por ejemplo, con la ONE. Tenemos que sacar a la luz obras poco conocidas que verdaderamente sean de mucha calidad. Lo ideal es motivar, inspirar, generar curiosidad al público sobre algo que todavía no conoce.
Has declarado en numerosas ocasiones que ‘necesitamos la sala llena’, ¿cómo se consigue esto?
Por ejemplo, dando clases gratuitas de instrumento a cada persona que cumpla 6 años; haciendo que haya dos clases de música a la semana en la educación obligatoria, ahí empieza todo. También es importante crear la imagen del músico como parte de la sociedad; la música clásica en España está al margen, algo que no sucede con el teatro o la literatura. Históricamente este país ha tenido compositores muy buenos y en los últimos años se está sacando a la luz música de gran calidad. Soy un claro defensor de la música española.
Esta misma temporada habéis tenido en programa obras de Arriaga, De Pablos o Montsalvatge, ¿te sientes cómodo en este repertorio? ¿Y la orquesta?
Sí, me gusta muchísimo. Por su parte, la orquesta es muy crítica con todo el material que interpretamos y cuando una cosa es buena, es algo evidente, como sucede en el caso de las obras que acabas de mencionar.
Consideras que hay que ‘buscar el equilibrio entre nutrir la curiosidad de la gente y la necesidad de tocar gran repertorio’. ¿Cómo llevas esto a una propuesta de concierto?
Invitando a una gran estrella solista, de primer nivel, con un repertorio conocido, que atraiga a muchísima gente, y en la segunda parte ofreciendo una sinfonía muy buena que nadie conoce de un compositor muy bueno. Incluso he pensado en programar cada año un concierto sorpresa, del que no se anuncie la segunda parte, carte blanche. El público acudiría al concierto sin prejuicios, sin expectativas, solo con ganas de disfrutar. Prometo no provocar más allá de lo digerible [risas]. Todavía no me he atrevido porque tengo que seguir acercándome a nuestro público, que me gusta mucho. Tenemos que atraer a más gente, sobre todo después de la COVID-19. Muchos se han asustado, y eso que en España la situación es mejor que en países como Estados Unidos, donde la mayoría de las salas tienen más problemas que antes.
Ahora mismo estamos tratando de atraer a más público a través de un concepto más variado, forjando, como decía antes, un perfil más específico para la Orquesta y Coro RTVE. Estamos trabajando mucho con el coro, tenemos voces increíbles, muchísimo talento, pero tengo la sensación de que podemos hacerlo mejor.
De hecho, una de las cosas que dijiste cuando te nombraron director artístico de esta casa fue que te hacía mucha ilusión hacerte responsable del coro, por tu relación con el mundo vocal. ¿Te gustaría que tomase más protagonismo en la temporada?
Sí, estamos en ello, aunque evidentemente no pueden participar en cada concierto de abono, hay que tener en cuenta los límites lógicos. El coro es importante y es un lujo poder contar con él; no conozco ninguna ciudad en la que haya tres coros profesionales asociados a las orquestas (OCRTVE, OCNE y ORCAM). Hay que nutrir la relación entre el Coro y la Orquesta RTVE.
¿Cómo ha sido la acogida que te ha dado la orquesta en el día a día?
Estoy muy sorprendido por la bienvenida que me ha dado la orquesta. La acogida más importante ha sido a través del trabajo, ya que en mi primer concierto sacamos adelante una Cuarta de Bruckner. Como ya he dicho, una de mis preocupaciones principales es trabajar el sonido de la orquesta, así que pensé muy detenidamente en el repertorio con el que quería abrir la temporada. Como mi antecesor ya había apurado todo el repertorio de Mahler y mucho de Strauss, no quería ser redundante. Quería dar a la orquesta algo que sé que le gusta, aunque todavía no han hecho mucho. Bruckner es fantástico para nutrir los elementos de la calidad del sonido y la parte espiritual de la música. También revisé la información disponible acerca de la asistencia del público a lo largo de las últimas veinte temporadas y comprobé que las sinfonías de Bruckner siempre han tenido éxito, gustan a la orquesta y al público. La implicación mental de la Orquesta RTVE en esta Cuarta fue el mejor regalo que podía haber recibido.
Insistes mucho en el trabajo que estáis haciendo para lograr un sonido propio. Acabáis de nombrar a Thomas Dausgaard como principal director invitado. ¿Este nombramiento es parte de ese trabajo de fondo?
Sí, por supuesto. Es una persona con la que la orquesta tiene un vínculo muy importante. Ha traído ideas interesantes y una energía potente. Creo que nos va a ayudar a mejorar la visibilidad internacional, algo que también es necesario. La trayectoria internacional de Dausgaard es muy importante y puede aportarnos otro impulso, ya que ha trabajado mucho con orquestas de los países nórdicos y Estados Unidos. Compartimos ideas sobre cómo deben organizarse los ensayos, la música y la energía. Estoy muy contento con que haya aceptado trabajar con nosotros.
Centrándonos en el repertorio lírico, acabas de participar en Gal·la Placídia, de Jaume Pahissa, que se ha llevado a cabo en el Teatro de la Zarzuela. ¿Cómo recibiste esta propuesta?
Mis raíces son el canto y el piano. Me formé como corista en una institución que acaba de cumplir 800 años y es el núcleo de la música clásica en mi ciudad natal, Dresde. Está formado por jóvenes de 7 a 17 años, pero es un coro completo, con todas las tesituras. Tuve una vida profesional desde muy pronto, con apenas 45 minutos al día de tiempo libre. Esto ha condicionado toda mi vida y, aunque tengo una voz que me hubiese permitido dedicarme al canto, me decanté por el trabajo que hago ahora, aunque siempre he sentido nostalgia por ese mundo. Por otra parte, comencé como pianista en la Ópera de Dresde, luego me convertí en Kapellmeister en Bonn y después me ofrecieron mi primera titularidad en una orquesta sinfónica. Había dirigido mucha ópera hasta entonces, pero a partir de ahí me dediqué más a la música sinfónica.
Aunque me encanta la lírica, hay algo que me gusta menos: la escenificación al modo alemán. En España se respeta más la música y la dirección musical, pero en Alemania el desarrollo histórico ha llevado a no respetar tanto el texto. La ausencia de buenos e importantes directores tras la Segunda Guerra Mundial ha hecho que la fuerza y el poder de los régisseurs y las gerencias de los teatros de ópera de los países de habla alemana haya ido creciendo, mientras que la cuestión musical ha decaído proporcionalmente. Esto me frustró y dejé a un lado el mundo lírico al acceder a la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Malmö.
Como dejé de dirigir este repertorio, ya no me llaman tanto, aunque acabo de hacer Las bodas de Fígaro en Zúrich. Que me tuviesen en cuenta en el Teatro de la Zarzuela para formar parte del equipo de una obra prácticamente desconocida de un compositor catalán ha sido un honor, estoy muy agradecido a la gerencia del teatro.
En mayo cerrarás temporada junto a la OCRTVE con El murciélago, de Strauss. ¿Qué te llevó a decirte por esta obra?
Esta pregunta me lleva a abrir la caja de Pandora para explicar una cosa que para mí es importante, algo que me gustaría introducir en la vida cotidiana de la OCRTVE. En España, las jerarquías son muy verticales, y yo no comparto este concepto. Creo que habría que probar la flexibilización de las jerarquías, paso a paso. En esta institución muchas veces me preguntan: ‘maestro, ¿esto cómo lo quiere?’, ‘maestro, ¿qué opina de esto?’. Y yo les digo: ‘somos un equipo y tenemos que recolectar todos los argumentos y ponerlos encima de la mesa antes de tomar una decisión’. No es que yo no tenga el coraje de decidir y asumir la responsabilidad, pero me gustaría trabajar en equipo. Quiero que los músicos sepan que son importantes para mí, porque yo no sueno.
Por todo ello hemos programado El murciélago. Me informo constantemente de la historia de la orquesta, hablo con mucha gente tanto dentro como fuera de la institución, y alguna gente de la orquesta me comentó que esta obra había tenido un éxito tremendo en el pasado. Además, como yo me siento muy cerca de este repertorio creí que era la mejor forma de cerrar la temporada.
También diriges la orquesta Solistes Européens de Luxemburgo. ¿Qué proyectos tienes entre manos para este final de temporada?
Soy muy activo como director invitado, y en breve se va a anunciar mi nombramiento como principal director invitado de una importante orquesta europea. Me tomo muy en serio mis responsabilidades con la OCRTVE y sé que podré compaginar ambas actividades.
Por otro lado, la orquesta de los Solistes Européens de Luxemburgo es como una piedra preciosa por una razón: no somos una orquesta estable, contamos con músicos de muchísimas orquestas muy buenas (concertino de la Tonhalle de Zúrich, trompas de la Filarmónica Checa, viola principal de la Orquesta de París, etc.) que nos juntamos para los proyectos; se parece más a hacer música de cámara, ya que cuando la situación empieza a hacerse difícil, nos separamos (risas). Es otra forma de hacer música, en una sala fantástica como es la Philharmonie Luxembourg, donde puedo hacer una programación muy variada. Allí he probado el concepto de concierto sorpresa y he promovido la música de la compositora Louise Farrenc, también con grabaciones de su obra. Es un mundo complementario con mis deberes y responsabilidades en la RTVE, me ayuda a probar nuevas ideas y después traerlas a España.
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