«Idomeneo, re di Creta» puede considerarse la primera ópera de madurez del genio de Salzburgo. Mozart compone esta ópera por encargo del Elector Karl Theodor de Baviera y su estreno tiene lugar en el Nuevo Teatro de la Corte de Munich el 29 de enero de 1781. Dos días antes del estreno, Mozart había cumplido 25 años. El autor del libreto era el Abate Gianbattista Varesco, capellán de la corte de Salzburgo. Mozart tuvo que retomar el libreto de Varesco y trabajarlo muy a fondo, para conseguir un texto adecuado.
La historia es la siguiente: al regresar de la guerra de Troya, Idomeneo naufraga durante una tormenta, prometiendo a Neptuno, si es capaz de salvarle, sacrificar a la primera persona que encuentre en tierra firme. Al final consigue salvarse y el primer ser humano que encuentra es su hijo Idamante, al que no veía hacía 10 años. Idomeneo trata de no cumplir su promesa, alejando a su hijo. Entonces la isla de Creta es debastada por un terrible monstruo, enviado por Neptuno. Idamante está enamorado de una princesa troyana prisionera llamada Ilia. A la vez, la princesa griega Elettra está enamorada de Idamante, quien mata al monstruo, convirtiéndose en un héroe. Finalmente, ante esta acción tan valerosa, Neptuno interviene haciendo que Idomeneo ceda su reino a su hijo Idamante.
Los cinco personajes principales de esta ópera son reales, incluso tienen una gran dimensión humana: el rey cretense Idomeneo, su hijo Idamante, la princesa troyana Ilia (hija de Príamo), la princesa griega Elettra (hija de Agamenón) y Arbaces (consejero del rey de Creta). Todos ellos pueden considerarse arquetipos, lo cual les confiere un sentido de intemporalidad.
Cabría señalar que «Idomeneo» también supone para Mozart un importante avance en su carrera, al conseguir liberarse de las ataduras que le unían con Salzburgo; rompiendo sus relaciones con el despótico arzobispo de esa ciudad, Hieronymus von Colloredo, quien siempre había tratado a Mozart bastante mal. Finalmente, también logra Mozart, por aquellas fechas, establecer distancias con ese padre diriikgente, dominante y posesivo que era Leopold Mozart. Después del estreno de «Idomeneo» y de su ruptura con Colloredo, Mozart marchará a Viena, a la corte del emperador, iniciando su más brillante etapa como compositor.
«Idomeneo» es una larga ópera que, si se representa con toda la música compuesta por Mozart, tiene una duración superior a tres horas. Olvidada durante más de siglo y medio, su redescubrimiento se produce hace algo más de cuarenta años, en los festivales de Glyndebourne gracias al director de orquesta John Pritchard, quien la vuelve a poner en circulación.
En «Idomeneo», Mozart concede un nuevo valor expresivo a las arias, precedidas por recitativos, que en el mayor de los casos tienen un gran valor musical. Por otra parte, esta ópera contiene mucha música sinfónica (obertura, intermedios, marchas, ballet, etc.); asimismo los coros tienen una gran importancia. Cabría destacar, por ejemplo, el número coral del primer acto: «Pietà! Numi, pietà!», con hermosísimos efectos producidos al dividir en dos mitades el coro. También en el plano coral, destacar en el tercer acto el número: «Oh voto tremendo!», que Mozart retomaría, mejorándolo, en el impresionante final de «Don Giovanni».
En el plano vocal, «Idomeneo» contiene brillantes números como, por ejemplo, el aria del protagonista del segundo acto: «Fuor del mar…», plagado de coloraturas y adornos de muy difícil ejecución y un final de aria, donde la voz debe subir a un si natural y posteriormente a un do4. El tenor que cante el papel de Idomeneo, debe asimismo afrontar en el primer acto el aria: «Vedrommi intorno…» y posteriormente en el tercer acto otra aria, en algunas versiones omitida, «Torna la pace al core…», también repleta de dificultades. Podemos también destacar las arias cantadas por Arbaces: «Se il tuo duol…», el recitativo: «Sventurata Sidon!…», seguida del aria: «Se colà en’ fati è scrito…», todas ellas también con abundantes coloraturas y adornos. Idamante (papel cantado originalmente por un castrato en la premier Munich y que posteriormente en la segunda versión vienesa de 1786 pasó a ser cantado por un tenor), en la actualidad, lo canta una mezzosoprano de agilidad, que pueda afrontar difíciles coloraturas. Destacar el aria de Idamante del primer acto: «Non ho colpa…», el duetto con Ilia del tercer acto: «S’io non moro a questi accenti…» y por último el aria alternativa: «No, la morte io non pavento».
El personaje de Ilia tiene, casi en el arranque de la ópera, el aria: «Padre, germani, addio!» y ya en el tercer acto la bellísima aria: «Zefiretti lusinghieri». Destacar finalmente las arias de Elettra, en el primer acto: «Tutte nel cor vi sento…», y el aria del acto tercero: «D’Oreste, d’Aiace», esta última con unas dificilísimas coloraturas.
Esta ópera posee asimismo una serie de duetos, terzetos y cuartetos auténticamente antológicos. Por ejemplo, en el segundo acto, con el coro iniciando el bellísimo: «Placido è il mare», con intervención de Elettra: «Soavi zeffiri, soli spirate,…» y vuelta del coro con «Placido è il mar…» , seguido del recitativo de Idomeneo e Idamante: «Vatteme prence» concluyendo con el maravilloso terceto de Idamante, Elettra e Idomeneo: «Pria di partir oh Dio…», con intervenciones, primero de Idamante, después de Elettra y por último de Idomeneo, entrelazándose, para acabar fundiéndose las tres voces. Sin duda este terceto va a influir cincuenta años después en la Norma de Vincenzo Bellini con un planteamiento parecido en el trío final del primer acto entre Norma, Adalgisa y Pollione. También el dueto del tercer acto, entre Idamante e Ilia, tiene paralelismos, con el dúo entre Norma y Adalgisa.
Finalmente, convendría reseñar la gran dificultad que tiene montar esta ópera, ya que requiere voces especializadas en este repertorio y capaces de sortear las muchas dificultades de la partitura. Voces femeninas existen, muy buenas por cierto. Ya se comentará al estudiar diferentes grabaciones.