Por Víctor Valenzuela
Josep Vicent ha sido recientemente designado Director Titular y Artístico de la orquesta Sinfónica de Baleares.
Vital, enérgico y sereno a un mismo tiempo, comunicador sin límites, carismático e inteligente, Josep Vicent es uno de esos escasos artistas que, por encima de todo, emocionan a su público desde el escenario. Por si fuera poco, es confortable y cercano como persona. Su singularidad despierta fuertes pasiones y, como es inevitable, aunque muchos le adoran, también despierta envidias. Su frecuente presencia en los medios de comunicación más diversos le han convertido en uno de los directores de orquesta más reconocidos por el gran público y es fácil que le paren por la calle al reconocerle. A estas alturas, su carrera no precisa presentación, pero si hay que describirle en dos palabras, como ser humano y como director de orquesta, estas son “Emoción viva”.
Aunque todos conocemos sobradamente el optimismo y la energía positiva que usted siempre trasmite, y que de verdad se agradece, ¿cómo ve la precaria situación de la música en España y más concretamente, de la mayor parte de nuestras orquestas?
Uno de sus éxitos más sonados en los últimos años ha sido el impulso que The World Orchestra ha recibido bajo su dirección, lo que le ha valido, entre otras cosas, el importante apoyo de la Comunidad Europea, las giras de gran formato en 4 continentes, o incluso, el que haya sido invitada a participar en un ciclo tan renombrado como el de Ibermúsica en noviembre de 2013. ¿Cuáles son los aspectos más destacados de esta nueva etapa de la Orquesta?
Habló usted, de paso, sobre el impulso que recibimos desde la Comunidad Europea. Pues puedo compartir con los lectores de Melómano la gran noticia de que para este año que empieza, hemos sido votados en los estamentos culturales de la UE con la máxima puntuación por encima de cualquier otra institución cultural del continente. “The World Orchestra”, hemos sido los primeros y mejor valorados, exactamente 95’5 puntos sobre 100. La verdad es que esto me enorgullece, sobre todo por el “premio” simbólico que supone para el esfuerzo de todo el equipo de “East-West Music” con la orquesta. Las giras nos llevarán esta temporada a Sudáfrica, Holanda, España, Francia y Balcanes, un tour de verdad increíble para un solo año.
¡No tenga ninguna duda de que es así! Han sido giras en Chipre, Canadá, China, México, Alemania, Austria, España, Holanda…y en breve Sudáfrica de nuevo. Semanas o meses en cada una de esas latitudes, nada de ir y volver, semanas intensas de vida compartida con nuestra gente y la de allí….Mi vida ha cambiado, mi perspectiva del mundo ha cambiado totalmente tras unos años al frente de esta formación, cuyo espíritu de entrega espero que no muera nunca…la sensación de sentirse útil en el mundo, la sensación de que el sonido tiene un poder curativo palpable de verdad, la sensación de sentirse arropado, rodeado de gente que te apoya…la emoción de los viajes, las risas, las broncas, los buenos y malos momentos de una experiencia vital así…claro que es inolvidable. Proyectos futuros se están cociendo para tierras como Irán, Paraguay, nuestro regreso a México…cada proyecto es un nuevo mundo, musical y humano. Al fin y al cabo la música en mayúsculas es un acto de amor.
El acuerdo alcanzado entre la World Orchestra y el Festival de Pollença en 2012, donde fueron artistas residentes, parece que se ha consolidado para próximas ediciones. Háblenos de lo que supone esta experiencia para su orquesta.
Hace tiempo que The World Orchestra ha mantenido relaciones de estabilidad con algunas de las salas, espacios o festivales que ha visitado. Muy importante fue nuestra residencia en el Orford Festival de Quebec en Canadá, o los tres años de colaboración con Kurhaus en Holanda para los conciertos por la Paz. Durante 2013 seremos formación residente en “Grachten Festival” y “Lowlands festival” en Amsterdam, también Orquesta residente invitada de la “KZN Philharmonic Orchestra” en Durban, y también en el Festival de Pollença. Este proyecto último, liderado por mi amigo y compositor español Joan Valent, ha sido parte de nuestro trabajo ya en 2012, y no encuentro palabras para expresar lo magnífica que ha sido la experiencia desde el punto de vista creativo y musical: conciertos en la calle, de cámara, pedagógicos y sinfónicos en un “todo” de verdadera emoción creativa y de contacto muy directo con su público. De verdad, inolvidable, más aun en esta época, donde sin duda sientes lo importante que es para los gestores culturales que se cree conexión profunda con el público y los medios de comunicación, como ha sido el caso. Las relaciones de “estabilidad” programática en colaboración con Festivales permiten trabajar con presupuestos más limitados y obteniendo un mayor rendimiento artístico a la inversión económica que se realiza.
Su presencia en fosos de ópera como el del Teatro de La Monnaie en Bruselas, la Ópera de Leipzig, el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el Teatro Real, La Maestranza de Sevilla o el Arriaga de Bilbao, son una expresión más de su polifacética carrera. ¿Cree que un director debe especializarse en ópera o sinfónica, o más bien opina que la diversidad enriquece al artista?
Desde hace años mantengo una intensa relación con diversos teatros de ópera y actividades escénicas en general. Creo que cada artista siente mejor que nadie cuándo debe o no decidir centrarse en un aspecto concreto de su actividad. Es un asunto muy personal, intransferible. Para mí la música tiene un elemento escénico muy importante, incluso en el simple ritual de un concierto. Creo en esa idea integradora de las artes…al fin y al cabo, la “ORQUESTA”, ese término, viene de la denominación del espacio escénico en los antiguos teatros griegos, donde se ejecutaba la acción. Pero del mismo modo le digo que en las últimas dos temporadas mi actividad está totalmente centrada en el mundo de los conciertos. La música sinfónica en concierto me ha absorbido en esta etapa de mi vida; felizmente, no me entienda mal.
Es habitual encontrar música española en sus programas y escucharle a usted defenderla con pasión. ¿En su opinión estamos en disposición de poder “presumir” de nuestra música?
¡Por supuesto! Intento programar buena música, y la música española lo es indiscutiblemente. Intento hacer música cercana a mi espíritu, intento dar conciertos con un profundo contenido emocional y capacidad de sorpresa, y la música española lo tiene. Nada más natural para mí que hacer mi música, la de las culturas que conozco bien, y estoy de verdad orgulloso de ella, tanto de la nueva música (hay compositores en nuestro país que me provocan enorme tranquilidad al ver que se sigue escribiendo magníficamente bien), como de los antiguos (estoy muy orgulloso de mi disco sencillo, melódico, bello, con la integral de oberturas de Martin i Soler). Para mí, Falla, Don Manuel, es un río de agua nueva cada vez, y la energía de su música da tremenda fuerza a mis conciertos. Disfruto verdaderamente viendo cómo esa música histórica adquiere una nueva luz con la visión de mi generación, tamizada por el paso del tiempo. Desde mi perspectiva, podemos presumir sin miedo de nuestra música y de nuestros intérpretes. Y estoy convencido de que si lo hiciéramos con más asiduidad cambiarían las cosas en el panorama cultural.
Otra de sus principales señas de identidad es el apoyo a los jóvenes valores. ¿Es cierto que ya estamos a la altura de otros países, a la hora de formar y promocionar a las nuevas generaciones?
Hace unos meses le hubiera contestado con un rotundo POR SUPUESTO, pero a día de hoy me encuentro desolado, preocupado por los derroteros por los que veo discurrir a nuestro sistema educativo. Estoy convencido de que los políticos no acaban de ver el gasto en educación (y aún menos en educación musical) como una inversión en futuro y calidad de vida para nuestro país…estoy preocupado…no sé…Lo que sí es cierto es que a pesar de todo, somos una indiscutible “potencia” en el terreno de la música y ya es hora de empezar a creernos que es así. Debemos promocionar a los nuestros con la energía que se merecen para ayudarles a construir sus carreras y dejarnos de complejos históricos.
La música ES JOVEN. El mensaje sonoro sólo alcanza la plenitud cuando se emite desde un espíritu repleto de ilusión y energía, joven, sea cual sea la edad del intérprete, del público, ¡o del compositor! Esa es la clave para comprender la esencia de esta pregunta que me hace. No me gusta llamar “clásica” a nuestra música; me parece el peor invento posible para intentar trasmitirla a futuras generaciones. Ese término es casi como un ejercicio de “anti-marketing”. Quiero analizar mi propia experiencia con la música, el proceso personal que me ha hecho adentrarme paulatinamente en espacios sonoros que me parecían lejanos o complicados en un momento dado, para concluir, sin lugar a dudas, que la única barrera que existe para llegar a cualquier público, es el propio prejuicio y la falta de valentía en trasmitir con la inspiración propia de un alma joven y enamorada, en este caso, del sonido. Hago un esfuerzo, pero en 25 años de carrera, no puedo recordar ningún momento en que público joven no se sintiera atraído por la música bella, por el sonido sincero dado con entrega. Para mí, la música es sinónimo y fórmula, de y para la juventud.
Su trayectoria profesional le ha llevado no solo a triunfar en España, sino a ser invitado por importantes orquestas europeas y sudamericanas. Háblenos de su experiencia como director invitado al frente de otras formaciones.
Sí, es cierto, en unos meses estaré ocho semanas seguidas en Sudamérica, donde, entre otros proyectos, tendré varios programas en la temporada de la fantástica Orquesta Sinfónica de Chile y un mes seguido invitado por la Orquesta Filarmónica de Montevideo. Haremos mucha música juntos, con el tándem Bach-Stravinski como telón de fondo. Como ejemplo, valga mi larguísima relación con esta formación uruguaya que vive un momento dulce con sus conciertos en el bellísimo histórico Teatro Solís y su residencia en el recién inaugurado y ultramoderno Auditorio del SODRE. Me gusta sentir que las relaciones artísticas evolucionan con el paso del tiempo, y me gusta sentir esa madurez que llega con los años. Viví y trabajé veinticinco años en el norte de Europa, pero con la mayoría de estas formaciones internacionales mantengo relaciones a muy largo plazo, en concreto con Montevideo y sus músicos, mis amigos y fantásticos intérpretes, y sus gestores Augusto Techera y Álvaro Méndez… desde 2005… imagínese.
Una faceta algo menos conocida, pero no por ello menos importante, es su dedicación a la composición, especialmente en el terreno de la música para cine y obras para percusión. ¿Puede hablarnos de algún proyecto importante en este terreno?
Lo cierto es que, sin pretensiones excesivas, y sin darme mucha cuenta, he ido haciendo bandas sonoras en mi tiempo libre de la tarima, ya casi una decena de ellas…Me divierte, me emociona estar al servicio de otro artista, del director, del guión…y jugar con el sonido. Algunas han quedado correctas y otras francamente bien. Es un placer, un pequeño hobby que se me va de las manos (risas). Mi última banda sonora para el director español Miguel Toledo (La Senda), es ahora candidata a los Goya y acabo de empezar un nuevo trabajo para la directora alemana Stephanie Pedros, en la co-producción con Los Angeles de “Reality Check”. En cuanto a la música de cámara, sí, son muchas…no tanto últimamente, en que mi lenguaje es más minimal y más ligado al piano, pero escribí intensamente en el pasado para el “Amsterdam Percussion Group”, obras muy estructurales, influenciadas enormemente por el maestro Iannis Xenakis, con quien tuve una intensa relación, y también algunas piezas-concierto, como mi ITACA o mi INSOUND, donde intenté encontrar una voz en el percutir, un “cantabile” ligado al ritmo…En todo caso, permítame insistir en que no es mi “pasatiempo” con la escritura el que merece la atención, siempre secundario a mi profesión de verdad, la de intérprete.
Pienso que el registro discográfico cumple diversas funciones. Por un lado, la indiscutible labor de divulgación, sin duda necesaria desde mi punto de vista. Por otro, el posible mercado que se genera, que es en nuestra época algo relativo y en todo caso muy dividido entre diferentes medios de distribución impulsados por las nuevas tecnologías, y cuyo uso de un modo paralelo es indispensable. Pero lo más importante, para mí, es la función del disco como testimonio histórico, como memoria y aprendizaje. Disfruto mucho el proceso de edición o producción de cada álbum y desde los inicios de mi carrera han sido ya innumerables grabaciones para discográficas muy diversas, desde el primer disco en solitario (Fin de Siglo) con el Ministerio de Exteriores (la antigua Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas) que distribuyó Diverdi, hasta los dos últimos este mismo año para Columna Música con The World Orchestra (Foxtrot for Orchestra), y para Deutsche Grammophon con solistas de la orquesta de la Islas Baleares (Kaiassa). Quedó en mi memoria una sensación romántica del hecho de la grabación y la mezcla en estudio, tengo tantos recuerdos de los muchos discos en los que participé hace años como percusionista con la orquesta del Concertgebouw, recuerdo al maestro Chailly en sus conversaciones con los productores de DECCA, recuerdo al mismísimo Oliver Messiaen en las sesiones de su “Turangalila Symphony” o al, también ya fallecido, maestro George Solti grabando Stravinski y Shostakovich, qué tiempos…
¿Quiere confesar a nuestros lectores algún sueño no cumplido?
Tantos, tantos… mi camino en la música es muy personal, casi diría íntimo y… espero seguir teniendo salud y energía para seguir aprendiendo… queda todo el viaje de esta profesión infinita por recorrer.