Por Karmelo Errekatxo
Juanjo Mena (Vitoria, 1965) es uno de los jóvenes directores que están aportando sabia nueva al mundo orquestal español. Discípulo de Carmelo Bernaola, García Asensio y Celibidache, especialmente del primero, es director artístico y titular de la veterana Orquesta Sinfónica de Bilbao. Entre otros valores le caracteriza un vivo interés por la grandes obras del siglo XX, así como las creaciones de la joven generación de compositores del país. Frühbeck de Burgos lo mencionó como uno de los posibles directores de la Orquesta Nacional.
Con la veterana orquesta bilbaína ha sido especialmente invitado por Valery Gergiev para tomar parte en “Las Estrellas del Festival de las Noches Blancas” que este año conmemora el tricentenario de San Petersburgo.
¿Qué recuerdo guarda de su maestro Bernaola?
El recuerdo principal es una especie de energía que me empuja hacia adelante, me incita a no callarme, a no decir solamente cuestiones triviales sino a entrar en lo importante de las cosas, a hablarlas, a acometerlas. Es una energía que me invita a afrontar todo lo que es música con una mayor fuerza, con una mayor dignidad. Quizá ahora, cuando no le tengo, cuando le echo en falta, veo todo lo que me daba antes, o incluso potencio todo lo que él me dio. He querido coger un poco su testigo o intentar mantener esa energía arrolladora que él era.
¿…y qué impresiones de su etapa de estudio de dirección de orquesta con García Asensio?
Una sensación muy importante de crecimiento de cuando llegué el primer día, que parecía ser el último de la clase, a ser el primero en tres años que acabé la carrera, el primero que conseguía de nuevo un premio después de mucho tiempo. Fueron tres años en los que dio resultado todo el trabajo previo que yo había hecho, cantando, dirigiendo coros, estando en contacto con grupos instrumentales, con la pequeña orquesta del Conservatorio de Vitoria. Es decir, todas mis vivencias y experiencias musicales hasta los 16 ó 17 años de edad dieron su fruto en esos tres años, de los 18 a los 21, en los que acabé la carrera.
Luego llegó la etapa de estudios con Celibidache.
Fue un complemento perfecto al equilibrio en el planteamiento de la dirección en el aspecto muy trabajado a nivel técnico con García Asensio y, en la línea del propio Celibidache, un complemento técnico que es fundamental y necesario, pero no desde el aspecto técnico gestual o direccional, sino sobre el punto técnico musical que yo había recibido de Bernaola a través de los conocimientos de armonía, de orquestación, de los balances de instrumentación. Se puede decir que fue el otro vértice del triángulo que completó ese aspecto fundamental en la dirección de orquesta que es el yo interior, que se reforzó mucho en aquella época con el maestro rumano. Me di cuenta de que lo importante es su personalidad, su naturalidad, su especialidad en la manera de hacer música. En ese sentido entendí que todo era un complemento y un conjunto que culminaba con él en la genialidad y que había que ir, cada día, a la búsqueda de la genialidad.
Tras varios cometidos con otros conjuntos y orquestas, fue nombrado director artístico y titular de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS). ¿Cómo es su trabajo con la veterana orquesta vasca?
Fue la primera orquesta que apostó por mí al acabar la carrera con Premio de Honor, la primera que me dio un concierto que propició un conocimiento mutuo muy satisfactorio. Durante mi época en la Joven Orquesta de Euskalherria y de colaboración con la Orquesta de Euskadi siempre estuvo en contacto conmigo, culminando en la invitación a la titularidad. Fueron los propios músicos de la Orquesta y su gerencia quienes determinaron que yo estuviera al frente de la BOS. Con respecto a mi trabajo con ella, como tal orquesta veterana, tenía una serie de conflictos previos adquiridos, de manera de funcionar, que debía cambiar. Coincidió con el cambio a la nueva sede del Palacio Euskalduna que resultó un momento óptimo para dar el empujón, para ir adelante. Otra cosa es que el trabajo del día a día es enorme, porque la recuperación de este tipo de orquestas longevas es mucho más complejo; necesita muchísima más atención que las orquestas de nueva creación.
Al año siguiente del nombramiento de la BOS se le otorgó el Premio “Ojo Crítico” de Radio Nacional de España.
En su momento fue una gran distinción. Ese premio significaba la culminación de todo un período que se inició con los grupos de música contemporánea de la Escuela de Música “Jesús Guridi”, con Carmelo Bernaola. Era también una especie de premio a una etapa de dedicación a la joven música vasca, pero, como en su día comenté, era como si te colocaran en la diana: ahí está éste, y debes responder.
Se le considera defensor de la música contemporánea y de las jóvenes generaciones de compositores.
Es que siempre he mostrado atención hacia ellos, la debida atención que ha de tener un director de esta época. Siempre he tratado su música con el máximo rigor. No lo he hecho para aparentar, para sumarme puntos. He tenido una gran implicación en su música poniéndome al servicio de los compositores. Otra cosa es que todavía me siento con un gran débito con respecto a ellos.
En algunos círculos musicales vascos se pensó que se había precipitado un poco admitiendo la titularidad de la BOS sin haber dedicado más tiempo a colaborar al lado de alguna personalidad internacional de la dirección.
Después de cuatro años –yo acabo mi contrato en junio- creo que se ha producido un cambio en la BOS, cambio que, insisto, era difícil, o no ocurrió anteriormente. Puedo mostrar la evidencia de una realidad diferente, una orquesta con un potencial mayor, con una capacidad mejor para hacer la música, con mucho trabajo por delante todavía. Pero debo reconocer que el momento que vivía la Orquesta era óptimo para realizar este trabajo. Quizá si la BOS hubiese estado en otro nivel mucho más alto, yo no hubiese aceptado su titularidad. Dos años antes se me ofreció la titularidad de otra orquesta vasca y dije que no, cuando creí que no estaba preparado para hacerlo.
¿Se sorprendió cuando Frühbeck dio su nombre, junto al de otros dos músicos también jóvenes, como candidato a la dirección de la ONE?
Fue una sorpresa muy grata. Que el director español de mayor carrera internacional, aunque se nos olvide a veces que Frühbeck de Burgos (por ejemplo, esta temporada ha abierto Boston con cuatro semanas), la Orquesta Nacional le quiere, que un director de esa valía haya pensado que yo pueda estar capacitado para dirigir la ONE me ha honrado enormemente. El trabajo que yo hice con la Orquesta, del que él era consciente, también me apoyó, entiendo, en esa dirección. En cualquier caso creo que hay otros muchísimos directores españoles de mi generación, o anteriores, que podrían hacer un enorme y buen trabajo en la Nacional.
¿Hay algún dato que refuerce los rumores de una invitación más firme para hacerse cargo de ella?
Ahora mismo creo que la situación no es diferente a la del momento anterior a la carta de Frühbeck al director general del INAEM. Solamente ha habido un mayor tiempo de contacto con la Orquesta que ha sido bueno. Desconozco si hay algún rumor con respecto a ello. Si llega alguna oferta, en su momento será tratada, pero al día de hoy debo decir que no hay nada al respecto. Ahora mismo estoy trabajando por un proyecto en el que tengo invertida mucha energía y es el de la Sinfónica de Bilbao.
¿Tendría que abandonar la BOS en el caso de que el asunto siguiera adelante?
Ése es un asunto que ni siquiera me lo he planteado. He visto que mucha gente fácilmente ha decidido que no es posible, cuando hay claros ejemplos de que, aunque no debamos hacer comparaciones de la entidad de las orquestas o de las ciudades, existen hechos como el de una persona tan importante en la vida musical del país como Víctor Pablo Pérez. Está al frente de dos orquestas de enorme valía, de enorme potencial y calidad como son la de Tenerife y la de Galicia, haciendo un trabajo muy bueno con las dos. Esto no es que me lo haya planteado, que es la primera cuestión, pero me sorprende cómo otros ya lo han descalificado.
¿Estaría dispuesto a compartir con otro músico la dirección de una orquesta?
Creo que no es posible, que no es compatible. No se puede seccionar la dirección de una orquesta entre dos personalidades artísticas. Habrá quien diga que las personalidades artísticas son iguales, pero eso es imposible. Son complementarias, o pueden serlo, pero es muy difícil dar rumbo a un barco con dos capitanes a bordo.
¿Cuál es su aportación a las orquestas que dirige?
Entrega, trabajo y rigor. Son básicos en mi manera de afrontar la dirección de cualquier orquesta a la que se me invite. El rigor, que no está reñido con otros aspectos conexionados con la dirección como son el crear música, el hacer vibrar. No estoy diciendo que no haga esto pero sí que me siento en estos momentos de mi carrera como un director que tiene un gran rigor en lo que trabajo, que tiene una gran entrega en lo que hace. No busco fáciles resultados de las orquestas sino que intento siempre ir al meollo de la cuestión.
¿Teme a los riesgos o le estimulan?
Los riesgos los afronto siempre. Cuando considero que no estoy preparado para alguno no lo hago. Eso no quita para que no tome riesgos importantes que se me presentan. Si estoy donde estoy ahora es porque ha habido situaciones en mi vida que han pasado rápidamente, me han hecho un guión para ver mi respuesta y no he dudado en hacerlo cuando he considerado que en esa situación yo podría desenvolverme, enriquecerme y podía aportar algo.
¿Una gran sinfonía de Bruckner, o la Turangalila de Messiaen obtienen la respuesta que merece el esfuerzo?
A veces para mí es mucho más complejo tratar una sinfonía de Haydn, música de Vivaldi o la Cuarta de Beethoven que las sinfonías de Bruckner o la Turangalila. Hay cosas que los directores debemos ver que están más cumplimentadas o más enraizadas dentro de uno y a las que podemos dar salida antes. Hay que saber dónde se cometen esos riesgos. últimamente ha sido gratificador realizar con mi orquesta la Consagración de la Primavera después de la primera vez que la hice, hace cuatro años con un resultado nada satisfactorio. Entonces fue un riesgo pero, posiblemente, si yo no hubiese acometido aquel riesgo, hoy no hubiese hecho esta otra con resultado mucho más satisfactorio.
¿Cuál es la visión de presente y futuro de un músico de la nueva generación?
El futuro es muy esperanzador. En estos diez últimos años, en cuanto a infraestructuras, organización y crecimiento cultural de España, todo es diferente. Esto ha dado muchas facilidades a mucha gente joven, incluso a generaciones posteriores a la mía, que han tenido muchas puertas abiertas para poder formarse, ampliar sus estudios fuera, disponer de dinero, becas, de conocimiento de orquestas extranjeras que vienen encantadas a tocar en los auditorios españoles. Creo que de aquí a veinte o treinta años habrá una generación que será de enorme potencial por todo lo que han podido recibir.
¿Por qué se sentiría tentado a dejar la Sinfónica de Bilbao?
Mi proyecto es la Sinfónica de Bilbao. Así lo admití hace cuatro años, iniciando un proceso de cambio. Ese proceso todavía no ha llegado ni a un 33% de lo que debe ser. Lo más satisfactorio para un director es ver crecer y progresar, formar y construir algo por lo que ha luchado. Para una orquesta que ha confiado en mi trabajo, a la que yo he dedicado tantísimo esfuerzo, ahora que empieza a ver la luz, que empieza a tener mejor nivel y que puede progresar todavía en ese importante paso para hacer la música, sería un poco injusto por mi parte que ahora, a medio camino, determinase marcharme. Para hacer eso tendría que irme a un orquesta donde iniciara un proyecto importante, quizá de la misma entidad que yo inicié hace cinco años. Quiero decir que, ahora mismo, es este proyecto el que más me atrae y quiero terminarlo.
Tampoco sería bueno para mi formación o mi crecimiento personal ir saltando de un sitio a otro aprovechando las oportunidades, el buen trabajo, el dinero o la fama. Lo más importante de todo es que lo que a mí me agrada es hacer música. Ahora bien, si a uno le ofrecen una grandísima orquesta donde todos los problemas administrativos, de gestión, de proyección están salvados y le dicen “tienes este fantástico instrumento, ponte a hacer música”, sin duda esto sería algo que a mí me atraería enormemente porque creo que ése es mi momento ahora. Quiero centrarme en la música.