Intelectual represaliada por el franquismo y miembro frustrada de la Real Academia Española, María Moliner es autora de una de las obras más útiles de nuestra literatura, el Diccionario de uso del español, a cuya realización consagra quince años de trabajo en solitario.
A partir de aquí, Paco Azorín imagina una ópera sobre la vida de la lexicógrafa aragonesa. El escenógrafo cuenta para el proyecto con la dramaturga Lucía Vilanova y el compositor Antoni Parera Fons, con quien ya había trabajado en una ópera anterior. María Moliner, estrenada en el Teatro de la Zarzuela en 2016, supone la reivindicación de una mujer maltratada por la historia y por el machismo dominante en las instituciones.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
Dos tomos, 97.700 entradas, treinta reimpresiones
‘María Moliner —para decirlo del modo más corto— hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana’.
Gabriel García Márquez, El País, 10 de febrero de 1981
María Moliner acababa de morir en Madrid. Pocas semanas antes, García Márquez, de paso en la capital, intenta visitarla en su casa de la calle Moguer. Debido a la precaria salud de la lexicógrafa el encuentro no se produce. Aunque en el transcurso de la enfermedad, el ‘conjunto de letras o sonidos que formaban la menor unidad de lenguaje con significado’, sus queridas palabras, la había ido abandonando, dejaba tras de sí un considerable volumen de fichas con voces para ser incluidas en ediciones posteriores de su Diccionario de uso del español.
Ni siquiera después de la publicación, en 1966-1967, pudo dejar de trabajar en la obra. Aquel fue un proyecto cuyo término, estimado al principio en entre uno o dos años, acabó dilatándose hasta los quince (‘empecé joven y con hijos poco más que niños y lo acabé cargada de nietos’) y después hasta que las fuerzas y la claridad intelectual dejaron de acompañarla. Porque, como señala Gabo, admirador entusiasta del Diccionario, ‘lo que esa mujer de fábula había emprendido era una carrera de velocidad y resistencia contra la vida’.
Para realizar semejante proeza María Moliner se inspira en el Learner’s Dictionary of Current English (Oxford University Press, 1948) del gramático Albert Sydney Hornby, que incluye, junto con las definiciones de las palabras, ejemplos de uso para las mismas.
Al trabajo dedica, al comienzo, entre dos y tres horas diarias, siempre después de su jornada como directora en la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales; llegará a trabajar hasta diez horas al día en el Diccionario, dedicando otras cinco a la biblioteca. Cuenta su hijo Pedro que la rutina de madre comenzaba despertándose a las cinco de la madrugada; sobre una mesita en la sala, tenía dos atriles y una Olivetti Pluma 22; dividía el folio en cuatro partes, para las fichas, y el proceso de ‘agarrar al vuelo todas las palabras de la vida’ (Gabo) daba comienzo.
Muchas palabras las encontraba en los periódicos, ‘porque allí viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad’. Cada palabra constará de definición, sinónimos, ejemplos de uso y un catálogo de voces afines. Las definiciones toman como partida las del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, si bien presentadas con mayor dinamismo. La ordenación etimológica se antepone a la alfabética. El lenguaje empleado se despoja del enrevesamiento y la retórica habituales en los diccionarios; es claro, sencillo y comprensible: un lenguaje determinado por la actualidad. La posibilidad de conocer la palabra, su contexto y su disposición correcta en la frase, convierte al Diccionario en una herramienta de utilidad máxima para quienes viven de la escritura; de ahí que también sea conocido como ‘diccionario para escritores’.
Después de hacer oídos sordos durante años a los apremios de la Editorial Gredos, vislumbrado ya el final de su paciente y solitario trabajo, María Moliner deja constancia de gratitud por la enorme deuda contraída: ‘A mi marido y a mis hijos les dedico esta obra terminada en restitución de la atención que por ella les he robado’. Al preguntársele cuántos hermanos tenía, uno de aquellos hijos afirmará con naturalidad: ‘Dos varones, una hembra y el diccionario’.
Protagonistas detrás de la escena
La ópera María Moliner está concebida como homenaje a la lexicógrafa zaragozana. Un homenaje con doble carga reivindicativa. En primer lugar, porque María Moliner fue represaliada por su compromiso social y educativo al acabar la Guerra Civil. En su calidad de funcionaria del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos (gana la plaza por oposición a los 22 años) participa de manera activa en uno de los grandes proyectos culturales de la República, las Misiones Pedagógicas. Como vicepresidenta de Misiones en Valencia organiza en la provincia una red de 105 bibliotecas con sede en la capital y cerca de 5.000 puntos con libros (también llamados bibliotecas, pero en la práctica una caja, una gaveta o una estantería con libros). Más tarde es puesta al frente de la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional de Publicaciones. Al comenzar la dictadura franquista, un proceso de depuración la degrada dieciocho niveles en el escalafón funcionarial. Carecer de militancia política y haber defendido a subalternos de derechas ante las autoridades republicanas le evitan mayores sanciones.
En segundo lugar, María Moliner es reivindicada, como mujer, ante Real Academia Española, que la desestima como miembro cuando es propuesta en 1972. El vacante Sillón B lo acaba ocupando un hombre cuyos muchos méritos debieron acaso de excusar comparación. A fin de cuentas, María Moliner tan solo había escrito en quince años el diccionario más consultado de la lengua española; excepción hecha, claro está, del diccionario de la Real Academia, realizado por 46 hombres a lo largo de doscientos años. A Carmen Conde, primera mujer en ingresar en la Academia en 1978, un miembro del personal de comunicación le reconoce, dejando al descubierto un sentir de culpa generalizado, el error de haber rechazado a María Moliner.
En injusticias como estas, en la gestación de obra tan monumental crecida entre anhelos y decepciones cotidianos, y en el deseo de mejorar la sociedad a través de la educación, estaban los elementos axiales para una ópera sobre María Moliner. Un melómano empedernido, apasionado siempre de trabajar mano a mano con la música, como el escenógrafo Paco Azorín, se convence enseguida, leyendo la biografía de Inmaculada de la Fuente, Exilio interior. La vida de María Moliner (Turner, 2011), de que ‘Ahí había una ópera’.
Apenas acabado el libro Azorín telefonea a la dramaturga y actriz Lucía Vilanova proponiéndole el desafío de escribir el libreto. Aparte de que era la autora del Diccionario, Vilanova lo ignora todo sobre María Moliner. Durante su investigación la descubre como una mujer esperanzada en medio de la adversidad, capaz de hacer de la necesidad virtud; todo lo contrario que su marido, Fernando Ramón, catedrático de Física en la Universidad de Valencia hasta ser depurado (privado de la cátedra y trasladado de manera forzosa a Murcia), cuya naturaleza era depresiva. María es quien tira para adelante cuando Fernando se hunde. ‘Esa cualidad me encanta —reconoce Vilanova— y también su discreción, siendo una mujer muy inteligente, muy válida, que nunca llamaba la atención; solo con sus obras, nada de vida social. No se sacó partido por humildad auténtica’.
Vilanova nunca ha escrito un libreto de ópera, pero conoce sus singularidades; de modo que canalizada su experiencia teatral hacia el nuevo objetivo. Escribe como si de una obra de teatro se tratase; luego comienza a reescribir el texto de principio a fin, a ‘pulirlo con el compositor, alargando escenas, recortando diálogos, incluso palabras’; motivo por el que acaba considerando el libreto como resultado de un hermoso un ‘trabajo de equipo’.
Azorín había trabajado ya con el compositor Antoni Parera Fons. En 2011 estrenaron en el Teatro Arriaga de Bilbao Con los pies en la luna, ópera documental para niños sobre la histórica misión del Apolo 11; una idea original de Azorín, que asume, además de la dirección escénica, la coautoría del libreto. También Parera sabe de la existencia de María Moliner solo por el Diccionario; enterado de sus circunstancia vitales, le entusiasma la idea de poner música a la historia de una mujer ‘exiliada en el mundo de las palabras’. El compositor, que se reconoce como ‘devoto de las palabras’, se decide a poner en estas el acento de la composición. Insiste en que la partitura proyectada para la ópera ha de tener ‘una música asequible, no eso de lo casi nadie se entera’; será natural y espontánea, una música viva.
Vilanova pone el punto final al libreto en 2014; dos años después, Parera concluye la partitura. María Moliner, ópera documental en dos actos y diez escenas, se estrena en el Teatro de la Zarzuela el 13 de abril de 2016, en conmemoración del 50.º aniversario de la publicación del Diccionario de uso del español. El compositor es galardonado ese año con el Premio Nacional de Música.
Estructura y resumen argumental. Comienza la cuenta atrás
La ópera tiene como marco temporal el período comprendido entre el 16 de julio 1951, cuando María Moliner concibe y comienza el Diccionario, y el 8 de septiembre de 1977, cuando la enfermedad que padece, arterioesclerosis, torna inconexas las palabras de su discurso abocándola paulatinamente al silencio. Cada escena corresponde a un día en la vida de la protagonista, anterior o posterior, a la publicación del Diccionario. Los Caballeros-Almanaque (tenor y dos barítonos) son los encargados de indicar la fecha al comienzo de cada escena:
- 16 de julio. Lunes. Nuestra señora del Carmen. San Atenógenes. San Antíoco de Anastasiópolis. Faltan 4.575 días para la publicación del Diccionario. María (mezzosoprano) riega las macetas en la terraza de su piso. Conecta la radio y escucha la voz de Pilar Primo de Rivera aconsejando al ama de casa la mejor manera de complacer al marido cuando regresa a casa del trabajo. Entra su marido Fernando (barítono). María le cuenta que acaba de tener una visión repentina: ‘¡Sentí que me fulminaba un rayo! | De pronto se desató una tormenta… | Y, cuando estalló en la terraza… | los cajones vomitaron fichas | con letras que volaban en el aire’. A continuación, le comunica su intención de hacer un diccionario: ‘Otro hijo más que alumbraré…’. Fernando reacciona con sorpresa: ‘¿Una mujer como tú, | con un pasado de izquierdas, | compitiendo con el Diccionario de la RAE? […] ¿Una mujer depurada por la dictadura de Franco?’.
- Martes. 13 de diciembre. Santa Lucía de Siracusa. 4.244 días para la publicación del Diccionario. María escribe a máquina. Entra una inspectora del Sindicato Español Universitario (mezzosoprano): ‘Unos vecinos han denunciado | que se oye teclear una máquina | hasta altas horas de la madrugada. […] En su pliego de cargos de la depuración | se le acusó de “muy leal” a la República’. María replica: ‘Me resulta repugnante que asignen a ese “muy leal” un valor político’. El Coro canta la aclaración: ‘Repugnante (adjetivo) […] Se aplica a lo que causa | repugnancia de cualquier manera’. ‘También se le acusa —prosigue la Inspectora— de: Persona de confianza para los rojos y especialmente para Teresa Andrés’. María responde que Teresa nunca se dirigió a ella como camarada. Suena el teléfono. La inspectora insta a María a responder. María descuelga, escucha. Cuelga. ‘¿Qué le han dicho de su amiga?’. ‘Ejecutada…’.
- Viernes. 4 de octubre. San Francisco de Asís. 3.200 días para la publicación del Diccionario. María lleva seis horas trabajando ininterrumpidamente. Para Fernando es ya suficiente. Atascada en la palabra ‘destino’, María quiere continuar, pero no encuentra sus gafas. No son las que lleva puestas. ‘Estas son las que me gradué́ el día | que tomé posesión de mi destino…’. De repente cae en la cuenta: ‘Destino en el sentido de “Plaza”. “Puesto”. | “Colocación”’. El Coro apunta la acepción: ‘Destino: Lugar en el que trabaja un empleado o un militar. | Por ejemplo: “Se marchó ayer a su destino”’. Fernando protesta: ‘¡Otra vez vas por la D! […] ¿No te das cuenta, alma de cántaro, | que las definiciones también tienen | palabras que hay que definir | y vas a estar así́ hasta el infinito?’. Le ruega que desista y abandone: ‘¡Solo son… palabras!’. María continúa tecleando. El Coro prosigue: ‘Destino: Uso o aplicación que se pretende dar | a una cosa. | Por ejemplo: “Una mesa sin destino fijo”. […] Destino: Lugar al que se dirige alguien o algo | como por ejemplo un barco. | Por ejemplo: “Cuando esta carta llegue a su | destino”. […] Destino. Fatalidad, hado, sino, suerte. […]’. Resignado, Fernando saca de su bolsillo las gafas de María y se las entrega. El Coro ofrece un último ejemplo de uso: ‘Su destino era buscar voces’.
- 23 de abril. Martes. San Jorge. 1.095 días para la publicación del Diccionario. Abrumado por la carga de trabajo, Goyanes (barítono), linotipista de la Editorial Gredos, duerme sobre una mesa. Signos y abreviaturas revolotean a su alrededor. Goyanes sueña en voz alta: ‘Cat. Fam. Intens. Flechita. | Lat. Liter. Esp. Cpt. | Asterisco. Negritas del cuerpo nueve…’. Suena el teléfono. Es María; le reprocha la lentitud en el trabajo.
- Jueves. 27 de abril. Madre de Dios de Montserrat. 2.190 días después de la publicación del Diccionario. María teclea en su máquina. Entran Emilia Pardo Bazán (soprano), Isidra de Guzmán y de la Cerda (mezzosoprano), Gertrudis Gómez de Avellaneda (soprano) y Carmen Conde (mezzosoprano). Felicitan María por el éxito editorial de su diccionario, motivo de su candidatura al Sillón B de la Academia; después la ayudan a escribir una carta pidiendo el voto de los académicos.
- 20 de julio. Martes. San Elías Profeta. 342 días para la publicación del Diccionario. María trabaja en la palabra ‘Exilio’. Entran los Caballeros Nocturnos (soprano, mezzosoprano, tenor, barítono); alumbrados por linternas, buscan libros comprometedores. Coro: ‘Exilio. Destierro; en especial, el impuesto a la persona de que se trata por las circunstancias de su país y, más particularmente, por las persecuciones políticas’. A María la palabra evoca su propio exilio interior; imagina cómo sería su vida de haber abandonado España tras la Guerra Civil.
María escribe una carta a su hijo: ‘Jardín de la Pobla. | Agosto de 1968. Querido Enrique…’. A la sombra, sentado junto a ella, Fernando también escribe a Enrique. Cada cónyuge hace partícipe al hijo de la preocupación por la salud del otro. A María le angustia el deterioro que aprecia en Fernando; a este, la debilidad y problemas de memoria que comienza a ver en María.
- 19 de marzo. Viernes. San José. 1825 después de la publicación del Diccionario. A instancias del vacante Sillón B (barítono) los Caballeros Académicos (coro) debaten sobre la candidatura de María. El Sillón B ataca a la lexicógrafa por sus críticas al DRAE; profiere burlas machistas: ‘¿Quién mejor que una mujer | para limpiar nuestra lengua? | ¿Quién la hará brillar mejor? | ¿Quién para darle esplendor?’. Los Académicos celebran el ingenio del Sillón B.
- Viernes. 10 de noviembre. San Andrés. 2.245 días después de la publicación del Diccionario. María teclea. En la radio, la voz de un locutor comunica que el resultado de la votación de la Academia ha recaído en Emilio Alarcos, lo que ‘supone la entrada en España de teorías lingüísticas avanzadas…’. La Academia necesitaba más un gramático que a una lexicógrafa. María apaga la radio. ‘Algún día, en el futuro —vaticina el coro—, alguna vez, ocupará ese sillón una mujer’. María apaga la radio y telefonea a Goyanes: ‘En esta próxima edición, no eliminaré | algunas de las palabras malsonantes | que, en la primera, no me decidí a poner. | Y eso se me ha criticado mucho’.
- 8 de septiembre. Domingo. Natividad de la Santísima Virgen María. 4.015 días después de la publicación del Diccionario. María se ha quedado dormida en la mesa, ante la máquina de escribir. Tiene una pesadilla en la que los Caballeros Oscuros le recriminan su pasado republicano; Pardo Bazán, Guzmán y de la Cerda, Gómez de Avellaneda y Conde la defienden. María es incapaz de recordar nada que no sea su diccionario. Aparece Fernando, fallecido años antes, con el aspecto que tenía en la juventud. Aunque Fernando no responde, María habla con él. Poco a poco su discurso va perdiendo sentido; las palabras empiezan como a escapársele: ‘Las palabras… se quieren… ir. | Se me… van… | Se… desintegran en… mi paladar…’. María regresa a su mesa; se sienta, reanuda el trabajo. Antes de que se sumerja en la oscuridad, el coro canta las acepciones y ejemplos de la palabra ‘silencio’.
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