Título: Cisne negro
Director: Darren Aronofsky
Compositor: Clint Mansell y Piotr Ilich Chaikovski
Cisne negro: la dualidad entre el bien y el mal
Darren Aronofsky nos presenta en esta cinta su interpretación del clásico El lago de los cisnes desde una perspectiva dramática y de suspense llena de contrastes. Gracias a una interpretación excelente, Natalie Portman consiguió el Oscar y el Globo de Oro como mejor actriz por esta película.
Nina Sayers (Natalie Portman) es una bailarina de ballet obsesionada con alcanzar la perfección. Cuando Thomas Leroy (Vincent Cassel), director de la compañía, decide producir El lago de los cisnes, Nina es seleccionada para interpretar el papel de la reina cisne, y se encargará de dar vida tanto al cisne blanco como al cisne negro. Pronto se siente presionada por un reto casi imposible, a lo que se suma una rivalidad con Lily (Mila Kunis). Su obsesiva búsqueda de la perfección, la extraña relación opresiva con su madre y la retirada forzada de la mítica bailarina Beth MacIntyre (Winona Ryder), la llevan a un extremo en el que su mente se quiebra.
La metamorfosis en una banda sonora
La música de la película viene de la mano de Clint Mansell, que realiza una partitura destructiva, mostrando la complejidad de una vida dedicada a la danza. Al mismo tiempo, consigue una musicalidad cercana al ballet de Chaikovski, pieza sobre la que se basa el film, adaptando y reinterpretando las bases clásicas. Mansell fusiona elementos del ballet con su propio estilo cinematográfico, introduciendo una melodía perturbadora, acorde con la temática.
Al igual que El lago de los cisnes, Cisne negro es una película de contrastes, una lucha interna entre el bien y el mal en la que la banda sonora supone un aporte imprescindible de información y una parte esencial de la trama. Gracias a ella, se amplifican los sentimientos de la protagonista y hace partícipe al espectador. Angustia, rivalidad, opresión, extenuación y ansiedad salen a la luz a través de una bailarina obsesionada por la perfección.
Nada más comenzar aparece la figura del clarinete junto a las cuerdas, que ya nos recuerda a la obra maestra del compositor ruso. Nina está teniendo un sueño idílico, pero pronto entra en escena la percusión rompiendo la musicalidad, junto a una base de cuerda oscura. La música advierte desde el primer minuto, y de forma muy sutil, que el sueño de Nina va a verse truncado por una oscuridad que la persigue: el cisne negro.
A lo largo de la película aumenta la angustia por medio de planos en constante movimiento cámara en mano, así como por el empleo de las cuerdas y el piano (instrumentos clave en la música de ballet) en tonos dramáticos. Con estos instrumentos volvemos a sentir los contrastes. De este modo, el compositor aporta leitmotiv que representan los diferentes aspectos que vive la protagonista.
El piano aporta la parte más íntima y delicada de Nina, con momentos más líricos y melódicos que representan la pureza e inocencia: el cisne blanco. Las cuerdas se van a encargar de crear una tensión que traspasa la pantalla. Por medio de melodías disonantes y oscuras, van a aparecer en escenas de conflicto o en los reflejos de espejos, un recurso habitual en la película para mostrar la desintegración mental de la protagonista, simbolizando así la metamorfosis de Nina en el cisne negro. El uso de instrumentos electrónicos de forma sutil aporta una atmósfera de inquietud que enfatiza el aspecto psicológico del filme.
El lago de los cisnes
En la representación final del ballet se aprecia un cambio brusco en Nina. Si a lo largo de la película bordaba el papel del cisne blanco y tenía problemas con el cisne negro, ahora es completamente al revés. La danza del cisne blanco se siente torpe, poco centrada, incluso tiene una aparatosa caída. Sin embargo, con la llegada del cisne negro, Nina se fusiona con la música, mostrando así que la metamorfosis está completa. Con una danza suelta y libre, se muestra cómo Nina ha dejado atrás sus ataduras y se ha convertido, finalmente, en el cisne negro.
En este momento, Mansell reinterpreta la coda de Odile llevándola a una tonalidad menor, aportándole un tono dramático y oscuro, para cerrar con un final apoteósico.
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