Título: Copying Beethoven
Dirección: Agnieszka Holland
Música: Ludwig van Beethoven, Antoni Lazarkiewicz
Copying Beethoven: un momento crucial
A cuatro días de estrenarse la Sinfonía núm. 9 en Re menor, opus 125, el maestro Ludwig van Beethoven (Ed Harris) necesita un copista que copie las partituras de la parte coral de la obra que revolucionará la forma de hacer música. Para ello llega Anna Holzt (Diane Kruger), quien ve una oportunidad para que el compositor conozca sus creaciones. Nadie la toma en serio por ser mujer, pero conseguirá ganarse la confianza del director.
Ludwig van Beethoven
La película realiza un retrato cruel del compositor, plagado de clichés. Atormentado por su sordera y lleno de complejos, vive una soledad en la que los demás carecen de importancia. Se centra tanto en la música que parecen insignificantes cosas como vivir en una casa sucia, rodeado de insectos y ratas. Socialmente, se le muestra rudo, constantemente malhumorado, tóxico e insoportable. Sus constantes cambios de humor y el mal trato que dispensa a su sobrino Karl, son una muestra de su dureza y falta de humildad.
Los errores en Copying Beethoven
El ficticio personaje de Anna Holzt intenta aportar ritmo a una trama poco interesante. Y es que la cinta peca de efectismo, con fallos de montaje y flashbacks mal empleados. A pesar de que la forma de dirigir la orquesta por parte de Ed Harris deja mucho que desear, la escena de la representación de la Novena es la mejor de la película, pues Beethoven se encuentra metido de lleno en la dirección de una orquesta que no puede oír. El paso del tiempo ha hecho mella en la película, ya que Holland no realizó una labor de investigación adecuada. Los errores históricos hacen de ella una ficción histórica más que un biopic.
La Novena sinfonía de Beethoven
Aunque están presentes otras obras, la película gira entorno a la Novena sinfonía. Los nuevos elementos que introdujo el compositor en esta obra tuvieron expectante al público vienés de la época. Minutos antes del estreno, Beethoven está inseguro. Su sordera ya le ha jugado malas pasadas, pero Anna le calma y le ofrece marcar el pulso desde el foso.
Es en este momento en el que aparece un juego de miradas entre Anna y Ludwig que va a contrastar con los momentos álgidos de la música. El comienzo en pianissimo de la obra ofrece una expectación en la audiencia que, paralelamente con la música, va in crescendo poco a poco hasta el fortissimo. La percusión es clave para concretar los cambios de planos que hacen ver la conexión entre director y copista.
El culmen de la película llega al mismo tiempo que el de la sinfonía, con el cuarto movimiento. El momento es crucial, Anna dirige al director, y el director debe hacer que la orquesta vaya al unísono. Con la entrada del coro se produce una similitud entre los movimientos directivos de Anna y los de Ludwig. La etérea sensación que produce no sería posible sin la aportación vocal y orquestal de la sinfonía. La tensión trasciende la pantalla, y esto no sería posible sin la importancia que la cinta aporta a la música.
El momento final de la obra es apoteósico, con la orquesta en tutti y un frenético tempo, que, repentinamente, culmina en un silencio sepulcral. Un silencio de vital importancia, pues sumerge al espectador al interior de Beethoven, transmitiendo lo que él oye: nada. El compositor tuvo que darse la vuelta para percatarse de la ovación de la audiencia. El estreno ha sido un éxito, y la música ha cambiado para siempre. Beethoven ha hecho historia.
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