Por Diego Manuel García
Teresa Berganza irrumpió en la escena vocal española como un fúlgido diamante. El suyo era un instrumento luminoso, pero provisto de claroscuros, el de una mezzosoprano muy lírica o aguda, de límpida emisión y una depurada técnica. Voz cálida y apasionada, de gran belleza tímbrica y expresiva musicalidad, junto a un elegante e incisivo fraseo y, al mismo tiempo, capaz de lograr las coloraturas más hermosas y perfectas. Asimismo, dotada de una gran extensión, desde una poderosa gama de graves pasando por un considerable registro central, y un agudo bien colocado y lleno de rotundidad, que le permitía ascender al do sobreagudo. Todas estas características la convirtieron en una consumada estilista capaz de afrontar con gran brillantez diferentes repertorios, y en especial Mozart y Rossini.
Una larga e intensa trayectoria
Nacida en la madrileña calle de San Isidro, siendo la menor de tres hermanos, animada por su padre, gran aficionado a la música, comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio de Madrid, en las disciplinas de piano, órgano, violonchelo y música de cámara. Paralelamente, y para ganarse la vida, acompañó a cantantes como Juanito Valderrama, Juanita Reina y a Carmen Sevilla en la película La hermana San Sulpicio, dirigida en 1952 por Luís Lucia, donde participaba en los coros y en el papel de “hermana pianista”. También formó parte del grupo de Cantores de Madrid y de la Masa Coral de Madrid, además de realizar grabaciones de zarzuela dirigidas por Ataúlfo Argenta. Terminó en 1954 sus estudios musicales, recibiendo el premio Lucrecia Arana. Aunque su gran pasión era el piano, para ampliar conocimientos empezó a recibir clases de canto de la profesora Lola Rodríguez Aragón, quien había sido alumna de Elisabeth Schumann, y descubrió en Berganza grandes posibilidades. Su debut oficial se produjo en el Ateneo de Madrid, el 16 de febrero de 1957, con un recital donde interpretó el ciclo de Schumann Amor y vida de mujer. En marzo de ese mismo año tendrá lugar su debut escénico en el Auditorio de la RAI en Milán, cantando el papel de Trujamán del Retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla. Tres meses después, volverá a ese mismo escenario para debutar en el papel de Isabella de L’Italiana en Algeri de Rossini, que se convertiría en una de sus grandes creaciones.
Su profesora le consiguió una audición en París con el director del Festival de Aix-en-Provence, quien la contrató para debutar en julio de 1957, con el papel de Dorabella del mozartiano Così fan tutte, junto a la Fiordiligi de Teresa Stich-Randall, dirigidas por Hans Rosbaud; con este mismo director, al mes siguiente y en el Teatro del Casino Deauville, cantó por primera vez el Cherubino de Las bodas de Fígaro, este personaje será verdaderamente paradigmático durante su carrera.
Los éxitos de aquel 1957 la lanzan a una fulgurante carrera internacional. Al año siguiente se produjo su debut en el Festival de Glyndebourne con Cherubino y en La Ópera de Dallas con Isabella de L’Italiana en Algeri, al que seguirá unos días después Neris de la Medea de Luigi Cherubini, junto a María Callas como Medea. En 1959 debutara en La Ópera de Viena con Cherubino, dirigida por Herbert von Karajan. En 1960 debutó en el londinense Covent Garden, con Rosina de El Barbero de Sevilla, con dirección de Carlo María Giulini. Con Cherubino cantó por primera vez en La Ópera de Chicago, en 1962, y el Metropolitan de Nueva York en 1967, y ese mismo año, en el Teatro Colón de Buenos Aires con Dorabella. Con Rosina se producirá en 1969 su debut en el milanés Teatro alla Scala, dirigida por Claudio Abbado. En el Liceu de Barcelona debutará en 1971, con otra de sus grandes creaciones: Angelina de La Cenerentola de Rossini.
Un acontecimiento de gran importancia en la carrera de Teresa Berganza fue su debut en Carmen de Bizet, que tuvo lugar en agosto de 1977 en el King’s Theater de Edimburgo, junto al Don José de Plácido Domingo, dirigidos por Claudio Abbado. En los años siguientes, Berganza interpretará Carmen con cierta asiduidad, hasta hacerlo por última vez en las funciones que tuvieron lugar en Sevilla en el transcurso de la Expo 92. Desde entonces su actividad estará fundamentalmente centrada en recitales, acompañada por Juan Antonio Álvarez Parejo, quien será su pianista habitual hasta su último concierto que tuvo lugar en Palacio de Congresos de Santander, en julio de 2008. En esa fecha Teresa Berganza cerraba un larguísima carrera a lo largo de 51 años.
Intérprete ideal de Mozart
Berganza aportó su impecable técnica, adecuación estilística y gran musicalidad en la interpretación de varios personajes mozartianos. Citar en primer lugar su creación del Cherubino de Le Nozze di Figaro, el papel que más veces interpretó en los escenarios, con más de cien representaciones y que más tiempo mantuvo en su repertorio, desde que lo cantase por primera vez en el Teatro del Casino de Deauville en 1957, hasta sus últimas representaciones en la Ópera de París, en 1980, con dirección de Chritoph von Dohnányi. El Cherubino de Teresa Berganza resulta referencial por el frescor del canto y, sobre todo, por un fraseo lleno de intencionalidad y extremadamente sensual. Habiendo quedado dos grabaciones de estudio ambas realizadas por EMI, una dirigida por un ya muy anciano Otto Klemperer en 1970, y la otra en 1976 con dirección de Daniel Barenboim, en ambos casos podemos escuchar las excelentes interpretaciones de Berganza. Existen diferentes tomas en directo, destacando la realizada en el londinense Royal Albert Hall, en 1961, dirigida por Carlo María Giulini y comercializada en CD por el sello Verona, donde una muy joven Berganza está realmente extraordinaria, hasta el punto de recibir más aplausos que la condesa interpretada por Elisabeth Schwarzkoph. Las dos arias de Cherubino “Voi che sapete” y “Non so più”, fueron incluidas por Berganza en muchos de sus recitales.
Dorabella del Così fan tutte fue otro de sus grandes papeles mozartianos que, como ya se ha comentado, supuso su debut internacional en el Festival de Aix-en-Provence de 1957. Existe una toma en directo de aquel evento comercializado por el sello Melodram. Berganza volvió a este Festival en 1961, conservándose dos tomas de la Televisión Francesa, que pueden verse en YouTube: el aria de Dorabella “E amore un ladroncello”, y el dúo con la Fiordiligi de Teresa Stich-Randall “Prendero quel brunettino”, que dan idea de la magnífica vocalidad y gracia interpretativa de la joven Berganza. Doce años después Decca realizó una grabación con dirección de Georg Solti, donde de nuevo puede escucharse la excelente Dorabella de Berganza, esta vez flanqueada por la Fiordiligi de Pilar Lorengar.
Su otro gran papel mozartiano es el Sesto de La Clemenza di Tito. Su acercamiento a este personaje fue primeramente discográfico, con una referencial grabación Decca, de 1967, dirigida por Istvan Kertesz, al frente de la Orquesta de la Ópera de Roma. Aquí se la puede escuchar en el mejor momento de su carrera, ofreciendo su dominio estilístico y perfecta línea de canto, con una antológica interpretación de la famosa aria “Parto, ma tu, ben mio”. Ya en 1969 lo cantará por primera vez en un escenario, concretamente en el Teatro Colón de Buenos Aires, con dirección de Peter Maag, y con éxito absoluto. En Madrid se ofreció esta ópera en versión de concierto (disponible en YouTube) en el Teatro Real (cuando aún era sala conciertos) en 1976, con Enrique García Asensio al frente de la Orquesta de la RTVE, donde Berganza cosechó un gran triunfo. Existe otra grabación Deutsche Grammophon, de 1979 con Karl Böhm al frente de la Staatskapelle de Dresde, donde sigue ofreciendo una buena interpretación de Sesto, aunque inferior a la realizada doce años antes con Istvan Kertesz.
También en 1979 Berganza participó en la demasiado esteticista película de Josep Losey del Don Giovanni mozartiano, donde interpretaba con picardía y desparpajo el personaje de Zerlina. Cierra su galería de personajes mozartianos la Giacinta de La finta simplice, que solamente cantó en la grabación discográfica del sello Orfeo, realizada en 1982, con dirección de Leopoldo Hager.
Sus grandes creaciones rossinianas
Como en el caso de Mozart, Berganza ha dejado su impronta en unos pocos personajes rossinianos que cantó con absoluta maestría. Su creación de Isabella en L’italiana en Algeri es verdaderamente extraordinaria, y ya puede comprobarse en su debut en La Piccola Scala, en 1957, con dirección de Nino Sansogno, en su intervención del acto II en el rondó “Pensa alla patria”, donde la joven Berganza muestra toda su deslumbrante calidad vocal y gracia interpretativa (este fragmento de la toma televisiva de la RAI, está disponible en YouTube). Destacar también su exquisita interpretación en la grabación para el sello Decca en 1963, con dirección de Silvio Varviso al frente de la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino. Berganza cantó por última vez Isabella en una serie de funciones que tuvieron lugar en el Teatro alla Scala en 1973, con la excelente dirección de Claudio Abbado, y donde vuelve a mostrar su precioso y dulce timbre, junto a un absoluto dominio de las agilidades. Afortunadamente una de esas funciones fue preservada para la historia con una toma en directo comercializada en CD por el sello Great Opera Performances.
Rosina de El barbero de Sevilla se convirtió en otra de las grandes creaciones rossinianas de Teresa Berganza, escucharla en “Una voce poco fa… Io sono docile”, del acto I, resulta un verdadero deleite canoro por la impecable línea de canto y la brillante resolución de las agilidades. De la mano de Carlo María Giulini, fue perfilando este personaje, siguiendo todas las pautas marcadas por Rossini. Esta colaboración de cantante y director obtiene unos óptimos resultados en su ya comentado debut en el Covent Garden de 1960, y que puede escucharse en una toma en directo comercializada en CD por el sello ICA Classics. También dirigida por Giulini, al frente de la orquesta de la Ópera Holandesa, Teresa Berganza participó triunfalmente en una gira por diferentes ciudades holandesas, y una de esas funciones fue tomada en directo y comercializada en CD por el sello Allmusic. De sus múltiples interpretaciones de Rosina cabe destacar las cuatro funciones que tuvieron lugar en la Ópera de Chicago en 1963, junto el excepcional Conte de Almaviva de Alfredo Kraus, y el magnífico Don Basilio de Boris Christoff. Se sabe por la crítica de la época el gran triunfo de la pareja Berganza y Kraus pero, lamentablemente, no nos ha quedado ningún documento sonoro. En 1965 el sello Decca realizó una cuidada grabación de estudio donde podemos de nuevo escuchar (esta vez con magnífica toma sonora) la extraordinaria Rosina de Berganza, junto a los magníficos Fígaro de Manuel Ausensi y Basilio de Nicolai Ghiaurov, dirigidos por Silvio Varviso al frente de la Orquesta Rossini de Nápoles.
En diciembre de 1969, la Rosina de Berganza obtuvo un gran triunfo en su debut en el Teatro alla Scala, en la producción de Jean Pierre Ponnelle, dirigida musicalmente por Claudio Abbado, le acompañaban Hermann Prey como Fígaro y Luigi Alva en el Conde de Almaviva; estas funciones scalígeras fueron el preámbulo del montaje que la televisión alemana realizó en 1972, con estos mismos intérpretes, comercializado en DVD por Deutsche Grammophon, con buenas imágenes en color, donde Ponnelle se hacía cargo de la escenografía y dirección escénica, y Claudio Abbado de la dirección musical al frente de la Orquesta del Teatro alla Scala; aquí podemos disfrutar de la vocalidad y actuación escénica de Berganza, en su incomparable Rosina.
Teresa Berganza ha sido de las mezzos que mejor han abordado el personaje de Angelina de La Cenerentola (su otra gran creación rossiniana) durante la segunda mitad de siglo XX. Su timbre levemente melancólico ha sabido captar la ambivalencia del final de la ópera con ese complicadísimo rondó-cabaletta plagada de saltos octava “Nacqui all’affanno… non piu mesta accanto al fuoco”, intercalando entre las notas exultantes y festivas ciertos matices de tristeza. Berganza debutó en este papel en el Teatro San Carlo de Nápoles en 1958, junto Nicola Monti como Don Ramiro y Sesto Bruscantini el papel de Dandini, con dirección de Mario Rossi, al frente de la Orquesta de Cámara Alexandro Scarlatti de Nápoles. Afortunadamente existe una toma en directo de aquellas funciones napolitanas comercializadas en CD por el sello Pantheon, donde podemos escuchar a una juvenil y esplendorosa Berganza, que deslumbra por su vocalidad y capacidad interpretativa. De nuevo el tándem Abbado-Berganza produce en La Cenerentola extraordinarios resultados, en la serie de funciones del Maggio Musicale Fiorentino, en 1971, con el montaje de Jean Pierre Ponnelle, e interpretaciones de Luigi Alva como Don Ramiro y Renato Capecchi en el papel Dandini, que tendrían su continuación en el Festival de Edimburgo de aquel mismo año, con idénticos protagonistas, y que constituyeron la antesala de la grabación Deutsche Grammophon, realizada en septiembre de ese mismo año, con la brillante dirección musical de Claudio Abbado y una esplendorosa Berganza.
Sus interpretaciones del repertorio barroco
Es preciso también señalar las brillantes aportaciones de Berganza al repertorio barroco: su bella creación de la doliente Octavia de L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi, que cantó por primera vez en Aix-en-Provence en 1961, grabada íntegramente por la Televisión Francesa (disponible en YouTube), que volvió a interpretar en ese mismo festival en 1966 y, finalmente, en la Ópera de Chicago en 1966. En Dido y Eneas de Henry Purcell, el papel de Dido, que estrenó en 1957 en el Auditorio de la RAI, volviendo a interpretarlo en los festivales de Aix-en-Provence de 1960 y 1961, y en la Piccola Scala de Milán con dirección orquestal de Bruno Maderna.
Mención especial merece su creación de Ruggiero en Alcina de Haendel, que interpretó por primera en una referencial grabación discográfica Decca de 1962, junto a la Alcina de Joan Sutherland, con dirección de Richard Bonynge, donde encontramos a una joven Berganza, en la plenitud de sus facultades vocales mostrando su bellísimo timbre y gran musicalidad, siendo una verdadera lastima que solo volviera a este personaje en una serie de representaciones del Festival de Aix-en-Provence en 1978. Muy tardíamente, en 1985, interpretará el Rinaldo de la ópera homónima de Haendel en las representaciones que tuvieron lugar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, con dirección de Antonio Ros Marbá. Finalmente, señalar su creación de Orontea de la ópera homónima de Antonio Cesti, que cantó en 1961 en la Piccola Scala de Milán y en 1970 en el Auditorio de la RAI de Milán. En todas estas interpretaciones de óperas barrocas, Berganza demostró su adecuación vocal y estilística a este repertorio.
Carmen y el repertorio francés
Ya se ha comentado más arriba la importancia que tuvo en la carrera de Teresa Berganza su interpretación de Carmen, creando un personaje pasional y de refinada sensualidad, y mostrando también su perfecto dominio de la lengua francesa. Sin embargo, su aproximación a Carmen fue un largo proceso de estudio y maduración. Después de cumplir 40 años, concretamente en 1974, Berganza recibió la proposición de Peter Diamand, entonces director del Festival de Edimburgo, para que cantase Carmen. Aún tendrían que pasar tres años para que se decidiera hacerlo. Finalmente, y después de 45 días de ensayos, el estreno tuvo lugar el 22 de agosto de 1977, en el King’s Theater de Edimburgo, con dirección escénica de Piero Faggioni y musical de Claudio Abbado al frente de la Orquesta Sinfónica de Londres. Acompañaban a Berganza el Don José de Plácido Domingo, Micaela de Mirella Freni y Escamillo de Tom Krause. Berganza tuvo un éxito extraordinario. Casi inmediatamente Deutsche Grammophon realizó una histórica grabación, con Claudio Abbado y la Sinfónica de Londres, donde a Berganza y Domingo les acompañaban Sherrill Milnes como Escamillo y la Micaela de Ileana Cotrubas.
En 1980, en la Ópera Nacional de París, con dirección musical de Pierre Dervaux, tuvieron lugar una serie de representaciones de Carmen, alguna de ellas tomada en vídeo, y que puede verse íntegra en YouTube, donde Berganza, aparte de su magnífica vocalidad, muestra su absoluto dominio escénico, moviéndose con gracia, bailando, o tocando las castañuelas; aquí puede contemplarse su gran actuación en “La Habanera”, “La Seguidilla”, en la escena de la seducción al final del acto II, o en ese impresionante y dramático dúo final con el Don José de Plácido Domingo.
Berganza también realizó una magnífica creación de Charlotte de Werther, cuyo debut se produjo en marzo de 1979 en la Ópera de Zurich, junto al cálido Werther de José Carreras, y dos meses después volvió a interpretarlo en el Covent Garden, junto al extraordinario Werther de Alfredo Kraus, dirigidos por Michel Plasson, todo un especialista de esta ópera. Ese mismo año lo cantó por última vez en Aix-en-Provence, con dirección de Jean-Claude Casadesus al frente de la Orquesta Filarmónica de Lille, junto al excelente Werther de tenor norteamericano Neil Schicoff. Una toma en vídeo de aquellas representaciones (disponible en YouTube) nos permite comprobar, una vez más, la capacidad de Berganza para introducirse totalmente en sus personajes. Su creación vocal y escénica de Charlotte brilla en extremo, sobre todo en su gran escena del acto III, o en ese patético dúo con Werther del final de la ópera.
La galería de personajes franceses cantados por Berganza se completa con su intervención en L’Heure Espagnole de Maurice Ravel, en el papel de Concepción junto al Torquemada de Alfredo Kraus, que tuvo lugar en la Ópera de Chicago en 1965, y del que existe una toma en directo comercializada en CD por el sello Living Stage, donde podemos escuchar a dos auténticos estilistas del repertorio francés. También, y de manera puntual, Berganza cantó en Miami en 1967, la Mignon de la ópera homónima de Ambroise Thomas. Por último, y solo en grabaciones discográficas de EMI, dirigidas por Michel Plasson al frente la Orquesta del Capitolio de Toulouse: La Périchole de Offenbach y Dulcinea del Don Chichotte de Jules Massenet con José van Dam.
Su gran aportación al repertorio español
La contribución que Teresa Berganza ha realizado en la difusión del repertorio español resulta impagable y muy difícil de resumir en unas pocas líneas. Es preciso comenzar por sus aportaciones a ese género tan genuinamente español que es la zarzuela, donde entre 1953 y 1956 realizó numerosas grabaciones, siempre bajo la dirección de Ataulfo Argenta, destacando títulos como El Barberillo de Lavapiés, El último romántico, La Calesera y La Pícara molinera. Después de la muerte de Argenta, en 1958, también grabó otros títulos como La Tempranica y La Chulapona, ambas dirigidas por Rafael Frühbeck de Burgos. También destacan las grabaciones que realizó para el sello Hispavox de varios títulos de Pablo Sorozábal, como Los burladores, La del manojo de rosas, Don Manolito y Adiós a la bohemia, todas ellas dirigidas por el propio autor. Años después también grabó junto a Plácido Domingo La Dolorosa y Los Claveles, con dirección de Luís Antonio García Navarro. En todas estas grabaciones Berganza aporta su magnífica vocalidad y gracejo interpretativo. Teresa Berganza en sus recitales por todo el mundo, ha realizado una verdadera divulgación de nuestro género chico.
Intensa fue la relación entre Berganza y las obras de Manuel de Falla, como sus interpretaciones de la cantata escénica La Atlántida concluida por Ernesto Halffter. Ya en el mismo año 1962, cuando esta obra fue estrenada en el Teatro alla Scala, Berganza cantó el personaje de Pirene en el Festival de Edimburgo, con dirección de Igor Markevich al frente de Sinfónica de Londres. También volvió a interpretar esta obra en la inauguración del Auditorio Nacional de Madrid en 1988, con la Orquesta Nacional de España dirigida por Jesús López Cobos. Existe una grabación Audivis Valois, tomada en directo en una representación de esta obra, que tuvo lugar en el Palau de la Música de Valencia en 1992, con dirección musical de Edmond Colomer, al frente de la JONDE. Berganza también grabó en 1978, para Deutsche Grammophon La vida breve y El amor brujo, con Luís Antonio García Navarro al frente de la Sinfónica de Londres. Las siete canciones populares, fueron un verdadero caballo de batalla de la cantante durante su toda carrera, siendo verdaderamente excepcional la interpretación que realizó en Londres en 1960, acompañada al piano por Gerald Moore, y que puede verse en el DVD de EMI, en su Clasic Archive, dedicado a Berganza, donde también se inserta el excelente recital que realizó en 1964 en Aix-en-Provence con Felix Lavilla (su primer marido) al piano, con interpretaciones de canciones de Xavier Montsalvatge, Fernando Obradors y Jesús Guridi. Destacar dos magníficas grabaciones con el sello Deutsche Grammophon, una de 1975 de canciones españolas de Enrique Granados, Joaquín Turina, Jesús Guridi y Xavier Montsalvatge de nuevo con Félix Lavilla, y la segunda con las siete canciones populares españolas de Falla y trece canciones de Federico García Lorca, con acompañamiento a la guitarra de Narciso Yepes.
Sumamente complicado resumir en unas pocas páginas, la carrera de Teresa Berganza, una de las grandes cantantes de los últimos 60 años.