Alfonso Carraté, director general de Orfeo Ediciones, empresa responsable de la edición de Melómano, y Susana Castro, actual directora de la revista, hablan sobre un cambio de etapa para Melómano
En junio de 1996, y tras fundar Orfeo Ediciones S. L, un tenor frustrado, que había dejado su carrera como cantante para dedicarse a la gestión cultural y ser gerente de la entonces conocida como Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, asumió la dirección de Melómano, la nueva revista de música clásica que irrumpía en un mercado musical y cultural híper activo en aquellos años de eclosión de orquestas, festivales y teatros. Se llamaba Alfonso Carraté, el humilde firmante de estas líneas de despedida. Desde aquel momento dedicó por completo su vida a la revista, que creció y evolucionó como lo hacen las cosas vivas hasta convertirse en baluarte y soporte del sector musical, apoyando sin cesar a los músicos españoles, con especial atención a los jóvenes, y poniendo muchas veces sus intereses por encima de los intereses económicos de la editorial.
Casi a punto de cumplir 30 años, ha llegado el momento de decir adiós a todos los que nos arroparon y nos siguieron en esta aventura, siendo el presente número de diciembre de 2025 el último que editará Orfeo Ediciones. Como no quisiera que la revista muriera conmigo, estamos en conversaciones muy avanzadas con otra institución musical que ha mostrado interés en hacerse cargo de Melómano a partir de 2026 y para mí sería un placer que lo hiciera. Si las cosas siguen el curso deseado, ellos mismos se presentarán a ustedes cuando corresponda.
Hace ya unos años que cedí la dirección de la revista a Susana Castro, que no solo recogió el guante con gran ilusión, sino que la ha mejorado en muchos aspectos, gracias entre otras cosas a un empuje y juventud del que yo ya carecía. A ella cedo ahora la palabra, con todo mi agradecimiento a su persona y al equipo que ha liderado en esta última etapa de Melómano, hasta ahora.
Por Alfonso Carraté
Cuando entré en Melómano hace doce años, primero como estudiante en prácticas, después como coordinadora de Redacción, más tarde como jefa de Redacción y, finalmente, como directora, jamás imaginé hasta qué punto esta revista sería una escuela, un hogar y un punto de encuentro para tantas personas que aman la música con una pasión contagiosa.
En estos años he tenido el privilegio de trabajar con un equipo de colaboradores y colaboradoras cuya entrega, rigor y sensibilidad han sido el verdadero motor de cada número. Sin su apoyo constante —su criterio, su puntualidad, su compromiso incluso en los momentos más complejos— Melómano no habría llegado puntualmente al quiosco ni habría mantenido la voz propia que la caracteriza. Ellos y ellas encarnan, mejor que nadie, lo que esta revista es y debe seguir siendo.
Mi agradecimiento se extiende también a los artistas que han confiado en nosotros, a los clientes y anunciantes que han apostado por este proyecto y, por supuesto, a todas las personas que han formado parte del equipo de Melómano a lo largo de estos años, especialmente a mi compañera de batallas, Irene Domínguez.
Ahora comienzo una nueva etapa profesional y personal. El cierre del ciclo de Alfonso Carraté al frente de Orfeo Ediciones me ofrece el marco perfecto para poner también yo un broche de oro al mío. A él le agradezco profundamente la oportunidad, la confianza y la generosidad con la que me cedió la dirección.
Melómano seguirá su camino en otras manos y deseo, de corazón, que continúe siendo un espacio de referencia, de encuentro y de apoyo para nuestro sector musical. Gracias por acompañarnos.
Por Susana Castro






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