Cumplidos los 85 años, Pau Casals se embarca en una cruzada por la dignidad humana, la fraternidad y la paz. En el equipaje solo una partitura, el oratorio que compusiera en los primeros años de exilio, acabada la Guerra Civil. Meses antes de morir, en el marco del Festival Casals de Puerto Rico, grabará la obra, que se publica póstumamente.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
Reivindicación del director
Es innegable que la fama de Pau Casals como violonchelista ha eclipsado su fama como director de orquesta. Sus interpretaciones de las suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach, registradas para EMI en Londres y París en 1936 y 1939, acumulan numerosas reediciones. La última remasterización es de 2011. La primera y única compilación de sus grabaciones orquestales, realizadas principalmente en la década de 1950, es de hace más de treinta años.
Sabido es que Casals liga su vida a Bach cuando de manera casual descubre una partitura de las suites para violonchelo en la edición de Friedrich Grützmacher (1867), en una librería de viejo de la calle Ample de Barcelona. Corre el año 1890 y tiene 13 años. Habían pasado apenas dos desde que escuchara el instrumento por primera vez y decidiera tocarlo, dejando definitivamente olvidado el violín, que empieza a estudiar a los 5 años, y el órgano, con el que da su primer concierto a los 7 en la iglesia de su Vendrell natal, donde era organista su padre. Con el violonchelo de ¾ que este le compra da un concierto en Sant Salvador (Tarragona) en el verano de 1889. No era su primera actuación con el instrumento: llevaba meses tocando en el barcelonés Café Tost por 4 pesetas al día, los siete días de la semana.
El hallazgo de las suites propicia la adquisición de un violonchelo normal. Desde ese momento, ya con el violonchelo o el piano, con las suites o con El clave bien temperado, del que interpreta, a modo de gimnasia espiritual, dos preludios y fugas cada mañana, la música de Bach será el ‘milagro’ siempre renovado que acompañe a Casals hasta el final de su vida. El bicentenario de la muerte del compositor, en 1950, le brinda la ocasión de reinterpretarse a sí mismo como director de orquesta en los festivales de Prades (hoy Festival Pau Casals de Prades) y posteriormente en el de Marlboro. La Guerra Civil española y el exilio en Francia durante la Segunda Guerra Mundial habían interrumpido esta actividad a la que se entregara con determinación y tanta pasión como con el violonchelo. El inquieto Casals soñaba con dirigir desde sus días de estudiante de violín. Pero no es hasta 1908, cumplidos los 31 años, cuando se pone al frente de la Orquesta Lamoureux de París. Dirige la Quinta sinfonía de Beethoven. Tal es el éxito que vuelve a dirigir la orquesta a los pocos días. Los cientos de conciertos que dirige durante esa década los alterna con sus compromisos como solista de violonchelo. La prensa de Londres, donde acude a dirigir con frecuencia, lo compara con Arturo Toscanini, el director más célebre del momento.
En 1920 Casals funda su propia orquesta. En la presentación en el Palau de la Música Catalana, el 13 de octubre, la Orquesta Pau Casals interpreta la Suite en Re mayor de Bach, la Séptima sinfonía de Beethoven, Ma mère l’Oye de Ravel, y el poema sinfónico Ideals del húngaro Emanuel Moór. Hasta hacerla económicamente viable, durante siete años, Casals financia la orquesta con sus ingresos como violonchelista. Directores y solistas de todo el mundo acuden invitados a actuar con el conjunto. Casals sorprende por su personalísima manera de dirigir. ‘Tiene el vigor del hombre —afirma el chelista Pascal Tortelier—, la frescura del niño, la paciencia del ángel’. El director sir Adrian Boult pasa un mes en Barcelona asistiendo a los ensayos diarios de Casals. De regreso a Londres afirmará haber recibido un verdadero curso de dirección. El violinista Eugène Ysaÿe alaba su maestría, su refinado sentido estilístico y una comprensión tan perfecta de las obras ‘que desquicia, emociona y asombra’.
El día del alzamiento militar sorprende a Casals ensayando la Novena sinfonía de Beethoven. Informado, comunica a los músicos que están ocurriendo disturbios en las calles de Barcelona. Realiza después una exhortación: ‘Queridos amigos, no sé cuándo volveremos a estar nuevamente juntos. Como un adiós de cada uno a los demás, ¿podríamos tocar el final?’. Acabada la Oda a la alegría los músicos se despiden y la Orquesta Pau Casals queda disuelta. En sus dieciséis años de existencia actuaron en 326 conciertos, muchos gratuitos o a beneficio de la clase trabajadora, mediante la Asociación Obrera de Conciertos, creada por Casals en 1926.
Un canto de esperanza y paz
Con motivo del estreno en San Francisco de El pessebre, oratorio para cinco solistas, coro y orquesta, en 1962, el crítico del Chronicle, Alfred Frankenstein, definió a Casals como ‘el único compositor vivo que puede escribir una obra larga como si el siglo XX no hubiera existido y hacerse tomar en serio’. Con respecto al carácter de la música, añadía que esta era como el mismo Casals: ‘cálida, cordial, genial y humana en grado máximo’.
Compuesto entre 1943 y 1946 sobre un poema de Joan Alavedra y orquestado por Enric Casals, hermano menor del compositor, El pessebre obvia, en efecto, las aportaciones musicales de su tiempo. Melódica y armónicamente posee una factura posromántica con ocasionales reminiscencias del folklore catalán. Desde una perspectiva formal, la inspiración encuentra de nuevo su razón en Bach. Así la compleja textura contrapuntística apreciable en el fugato del Preludi inicial, el Cor des cammells, el Cor dels Reis Màgics o en El plor de l’infant Jesús. También en el deseo de Casals de hacer partícipe al público en la obra, al modo de un coral bachiano. A tal efecto el número final, Glòria, presenta una textura homofónica. Los versos finales responden a otro deseo expreso del compositor, movido en este caso por sus profundas convicciones humanistas. En la versión definitiva del texto, de 1947, Alavedra añadió: ‘Pau a la terra! | Mai més cap guerra! | Mai més pecat! | Pau als homes de bona volunta!‘.
Después del estreno de El pessebre, que tiene lugar en Acapulco el 17 de diciembre de 1960, Casals anuncia el comienzo de una cruzada por la dignidad humana, la fraternidad y la paz con el oratorio y su mensaje como divisa. Con texto en catalán, en español y en inglés, dirigirá la obra en más de sesenta ocasiones. Especialmente emotivos fueron los conciertos en el Vaticano, la Sede de las Naciones Unidas y Jerusalén, el mismo día de un atentado integrista cuya columna de humo pudo ver Casals desde la ventana de la habitación de su hotel.
Sobre la grabación
En tres días, del 14 al 16 de julio del año en que llegaría a cumplir 96, 1972, Casals graba El pessebre en San Juan de Puerto Rico. Es la única grabación original autorizada por el compositor. Y es espectacular. Cantan Olga Iglesias (soprano), Maureen Forrester (mezzo), Paulino Saharrea (tenor), Carlos Serrano y Pau Elvira (barítonos). Casals dirige al Coro del Conservatorio de Música de Puerto Rico y a la Orquesta del Festival Casals de Puerto Rico. En 1974, Columbia Records (LP M2 32966) publica la grabación en Estados Unidos y Discophon (LP 4267/8) en España.
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