Por Susana Castro
En este año 2020 se cumplen 30 años del comienzo de su trayectoria profesional, ¿qué balance hace de todos estos años?
Tres décadas dan para muchos movimientos en todos los sentidos, tanto estilísticos como a nivel de intercambio de experiencias con otros músicos y grupos, que suponen algunos discos grabados, aproximadamente una treintena entre los propios y las colaboraciones.
También un trabajo de profundizar en la música en un aspecto que va más allá de lo musical, que ha incluido varios viajes de residencia y estudio en universidades, escuelas y academias, y también con profesores particulares en Grecia, Turquía e Israel. Compatibilicé mi carrera profesional como cantante con la de terapeuta en Medicina Tradicional China.
La verdad es que ha sido un ir y venir del sonido a la luz, y viceversa. Cuando cantaba lo hacía como si tuviera una aguja de acupuntura en la mano y cuando ponía agujas en los resonadores (puntos de acupuntura) los invocaba a través de sus nombres alquímicos y el sonido revelado. Sí, muchos movimientos en la búsqueda única que creo que todos estamos llamados a realizar hacia el origen, a completarnos a través de la experiencia de nuestra dualidad y trascenderla.
¿Se han cumplido todos los objetivos que se había propuesto cuando comenzó esta andadura?
Al principio uno es como esas características cabezas de diente de león que tanto me han gustado siempre: llenas de filamentos que hacen que su caída sea más lenta, por lo que tienen más posibilidades de que el viento las transporte más lejos. Ahora parece ser que científicos de la Universidad de Edimburgo han descubierto que ayudadas por un pequeño remolino anular que fluye sobre ellas, se mantienen más tiempo en el aire y llegan más lejos.
De algún modo, como esas esporas de la achicoria silvestre —que algunos solo asocian al hecho de pedir un deseo mientras soplan encomendando sus anhelos a la Providencia o al campo cuántico, y que otros observan desde la perspectiva científica en base a la perfección de un complejo mecánico y estructural que optimiza de una manera sensacional el propósito de ese ser, que es dar origen a otra nueva vida en un ciclo perfecto, sin principio ni final—, me dedicaba a fluir.
Seguí fluyendo y realizando prácticas de vuelo apasionadas, incluso temerarias, por las que acumulo unas cicatrices que un día se mostraron como heridas en carne viva, siendo para mí un gran recordatorio y un homenaje a la mujer que fui y por la cual hoy en día soy la que soy. Mientras aprendía a despegar suavemente, tener un vuelo placentero
—con algunas vueltas acrobáticas— y un equilibrado aterrizaje, vi que había una coherencia en todo aquello.
No soy una mujer de tratos cerrados o blindados con la vida. Y los objetivos me recuerdan a las expectativas; en cierto modo, si no se cumplen, te hacen entrar en el desánimo, derrotismo, frustración. No resueno con la idea de objetivo sino más bien con la del trayecto. Todavía tengo mi avión aparcado en la puerta de mis días.
¿Y por dónde le llevará ese trayecto en el futuro?
Este año seguiré trabajando sobre este disco que celebra mis treinta años de carrera profesional. Está prevista también la grabación a finales de año de ‘Sefarad en el corazón de Grecia’, el tercer volumen de la pentalogía sonora en curso dedicada a las principales geografías de la diáspora sefardí, recuperando del corpus canciones escasamente interpretadas e incluso inéditas.
Continuaré con el trabajo de dirección del CIMM, el primer Centro Internacional de Música Medieval de España con sede en el Real Monasterio de Santa María de la Valldigna, auspiciado por la Conselleria de Cultura de la Comunitat Valenciana y la Mancomunitat de la Valldigna. Está previsto reanudar la actividad en septiembre con asignaturas para instrumentos medievales como las vihuelas de arco, vihuelas de rueda, cítolas, laúd medieval, percusión, vientos y voz, con diferentes profesores, referentes internacionales, además del taller de construcción de los propios instrumentos musicales medievales con los que el alumno no cuenta muchas veces pero que tendrá opción de construir bajo la guía y supervisión de un lutier especializado y luego tañer y recibir clases.
Por último, preparamos un gran trabajo en torno a Alfonso X que tiene como núcleo central los instrumentos musicales que aparecen en los códices de las Cantigas de Santa María, ya reconstruidos en su totalidad (64 piezas) por Jota Martínez, como colección única en el mundo.
Para conmemorar esta efeméride ha publicado su nuevo disco, ‘Trobairitz’, ¿qué repertorio podemos encontrar en él?
Es un disco dedicado a mujeres cantautoras no profesionales —ya que este era un modo de vivir o de ganarse la vida asociado a las clases inferiores— de la Edad Media, que componían música y poesía y quisieron dejar en estas líneas un testimonio de todo aquello que les tocó vivir con intensidad: ciertas emociones y afectos, ciertas experiencias de relieve que las impulsaron a dejar una impronta más permanente que no solamente la materia finísima y fútil de aquello vivido que no puede quedar atrapado en el espacio ni el tiempo, para que no quedaran olvidadas y se vieran reflejadas en el pergamino, en el papel.
Mientras que de sus compañeros, los trovadores, se conservan un gran número de poesías y canciones, casi 3.000 conocidas y unos 450 trovadores, el número de obras que se atribuyen a las trobairitz es de aproximadamente 32, yendo desde 23 hasta 46 según diferentes autores.
¿Qué le ha llevado a seleccionar estas obras?
Leí todos los textos y tuve que tomar decisiones que dejaban fuera de este trabajo piezas que para mí son de un gran valor histórico y artístico. Cada uno de estos textos es una joya, a cual más preciosa, que nos da una información sobre estas mujeres de las que se esperaba que ‘debía ser ben enseignada (culta) y saber ben trobar (tener talento para componer música y poesía)’. Además de otras lindezas que habrían de adornarla, según De Blois, como las que sugieren que ‘llevaba y hacía volar halcón y azor, sabía jugar bien al ajedrez y a las damas, leer cuentos y contarlos, cantar canciones.’
Elegí piezas que describieran la mayor variedad de situaciones posibles, así que tenemos algunas cansos donde el tema principal es el amor, entre las que encontramos el testimonio de Bieris de R (¿Romans?), que dedica sus versos de admiración o incluso homo-eróticos a otra mujer; también una tenso en la que tres mujeres, una más experimentada y otras dos, piden a esta consejo sobre si contraer matrimonio o no, describiéndose los inconvenientes que este reportaría a favor de tomar la sciencia por marido, con lo cual podrían dedicarse a desarrollar otro tipo de maternidad sobre ‘hijos gloriosos’, refiriéndose a los hijos del conocimiento. También he incluido la única de las piezas que cuenta con notación musical: ‘A chantar’, de Beatriz de Dia.
A pesar de la situación que estamos viviendo ahora mismo, ¿espera poder llevarlo a concierto próximamente?
Por supuesto, hay que buscar alternativas a la situación que vivimos, y la cultura, como el agua, tiene que buscar un cauce alternativo para llegar a su destino final. Habrá que hacer un gran ejercicio de revisión de todo ese tejido, ese ecosistema que habíamos ido consolidando durante los últimos años en torno a la cultura para que pueda seguir siendo efectivo, operativo y cumpliendo su función. Los gobiernos autonómicos y central tendrán que posicionarse e intervenir para que no se produzca un colapso o crisis de dimensiones que podrían llegar a ser dramáticas.
Por el momento, en julio tenemos prevista una grabación para televisión del concierto íntegro de Trobairitz. Será en Valencia, dentro del seno del festival Etnomusic que, aunque sin público, ha mantenido su programación, y en otoño esperamos llevar a cabo una gira por Europa que incluirá destinos como Alemania, Hungría, Polonia o República Checa.
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