Vivimos tiempos difíciles, que nos obligaron hace meses a reinventar la educación musical en las aulas de los centros escolares. Os queremos presentar la experiencia de María José Sánchez Parra que, a través de las redes sociales, nos acercó a profesorado y alumnado un universo musical que podíamos desarrollar en nuestra propia casa, con pocos recursos.
Ha desarrollado una pedagogía propia, basándose en pedagogos universales, que nos abre un horizonte para nuestras clases y nos demuestra que una enseñanza musical creativa e innovadora se puede vivir y disfrutar más allá de las cuatro paredes del aula, despertando emociones y desarrollando nuestras múltiples inteligencias con gran sencillez. Tiene innumerables seguidores en redes sociales e impartió clases en TVE en el programa ‘Aprendemos en clase’ de Clan TV, situando a la educación musical en el lugar que se merece, como eje transversal de la educación.
Por María José Sánchez Parra
María José Sánchez Parra es profesora asociada en la Universidad de Castilla-La Mancha, en la Facultad de Educación de Toledo. También es profesora de Música y Movimiento y Lenguaje Musical en la Escuela Municipal de Música ‘Diego Ortiz’ de la misma ciudad.
Desde los 7 años su vida ha estado ligada a la música, pues a esa edad comenzó sus estudios de violín en el Conservatorio ‘Jacinto Guerrero’ de Toledo con el profesor Santiago de la Riva. Terminado el Grado Medio (ahora Enseñanzas Profesionales), a continuación obtuvo el título de Magisterio de Educación Musical en la UCLM. En el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid obtuvo el título en Pedagogía del Lenguaje y la Educación Musical. Realizó el Máster en Creación e Interpretación Musical de la Universidad Rey Juan Carlos y, al mismo tiempo que trabajaba como profesora asociada en la Facultad de Educación de la UCLM, la tesis doctoral sobre la enseñanza del Lenguaje Musical en los conservatorios de España, que defendió a finales de noviembre de 2018, con calificación de Cum Laude. |
La transformación de la enseñanza musical durante los tiempos de la pandemia de la COVID-19
La llegada de la pandemia y el cese de las clases presenciales supuso un reto para los docentes: en cuestión de pocos días fue necesario buscar herramientas tecnológicas, plataformas digitales y recursos para poder adaptar nuestra metodología y dinámica de clases a un entorno online. Durante el estado de alarma, ante la gran variedad de opciones disponibles (Zoom, Skype, Classroom, etc.) opté por dar clases online a mis alumnos a través de directos privados en YouTube. Decidí utilizar esta plataforma porque me permitía transmitir en directo y también tenía la ventaja de que el contenido de las clases quedaba grabado al finalizar la sesión y así los alumnos podían volver a visualizarlo y seguir practicando si querían.
En mi caso, mi trabajo con mis alumnos pequeños de Música y Movimiento durante todos estos años se ha basado en el uso de una metodología activa que combina ideas de distintas corrientes pedagógicas musicales. Utilizar una metodología activa supone una propuesta de trabajo vivencial, en la que, además, la creatividad y la motivación juegan un papel fundamental. No se aprende música solo por leer un libro, la música es algo práctico, que entra por el oído, y que debemos vivir y sentir con todo nuestro cuerpo. En este sentido, me siento muy cercana a la pedagogía de Dalcroze, quien decía:
‘Me pongo a soñar en una educación musical en la que el cuerpo tendrá un rol intermediario entre los sonidos y nuestro pensamiento, y se convertirá en instrumento directo de nuestros sentimientos; las sensaciones auditivas fortificándose por todas aquellas provocadas por las materias múltiples susceptibles de vibrar y resonar en nosotros mismos. En la escuela el niño aprenderá no solamente a cantar y a escuchar de forma correcta, sino también a moverse y pensar correcta y rítmicamente’.
Emile Jaques Dalcroze fue uno de los precursores de las nuevas metodologías pedagógicas musicales. Su objetivo principal era desarrollar el oído musical a través de lo que él llamaba ‘el sexto sentido’, el muscular, desarrollado mediante el movimiento. En mis clases online me gustaba comenzar despertando ese ‘sexto sentido’ del que nos habla Dalcroze, realizando una actividad que consistía en improvisar al piano en modo mayor y hacer que los alumnos caminaran desde sus casas al ritmo de mi improvisación, y posteriormente realizar la misma actividad con improvisaciones en modo menor llevando a cabo otro tipo de movimientos. En otras ocasiones también comenzábamos las sesiones haciendo danzas tradicionales, pero adaptadas para llevarlas a cabo de forma individual desde casa.
Como la gran mayoría de los especialistas de música, otra de las pedagogías en las que me baso es en la de Orff-Schulwerk. Una de las rutinas que trabajo en mis clases consiste en trasladar las canciones a nuestro cuerpo transformándolo en un instrumento de percusión y trabajar la percusión corporal (palmas, pies y rodillas) para después pasar progresivamente al instrumental de pequeña percusión. Mientras dábamos las clases online, no pudimos utilizar el instrumental Orff, pero rápidamente lo sustituimos por objetos y materiales que teníamos en casa. Por ejemplo, los instrumentos de percusión de sonido indeterminado, como pueden ser las maracas, las cambiamos por unas botellas con arroz, pero utilizamos también cucharillas de metal, palillos chinos o lapiceros de madera, vasos de plástico duro, cojines que se convirtieron en tambores, e incluso construimos nuestra propia pandereta con un plato de plástico y unas chapas.
Respecto a la práctica del canto, es sin duda la metodología de Zoltán Kodály con la que más afinidad siento. Ya en 1929 Kodály hablaba de la importancia de la práctica del canto para el desarrollo emocional e intelectual en la formación y la educación del alumnado y de su importancia social. Mis alumnos se inician en la fononimia de Kodály desde un primer momento, ya que me parece muy interesante asociar gesto y altura a las notas musicales, pues creo que es una de las mejores maneras de ir haciendo oído interno, de ir desarrollando el pensamiento musical. En mis clases durante la pandemia siempre dedicábamos una parte de la clase a cantar y entonar. Uno de los ejercicios que hacíamos era el de ecos melódicos: realizaba yo primero los gestos de sonidos, sin cantar, solo representándolos con las alturas y los gestos de las manos, y luego el alumno repetía esos gestos y después los entonaba acompañado siempre de los gestos, que serán los que poco a poco le vayan dando la conciencia de altura de los sonidos.
Finalmente en mis clases también tengo presente la pedagogía de Edgar Willems a la hora de trabajar la educación auditiva y también para reflexionar sobre la dimensión psicológica de la música. Una de sus obras más importantes, Bases psicológicas de la educación musical, es una obra fundamental de pedagogía en valores humamos ya que no solo se trata de un libro de psicología musical en relación con la psicología del desarrollo del niño, sino que a Willems una de las cosas que más le preocupa es el valor espiritual que aporta la educación musical al alumnado que a su vez le va formando como persona. No debemos olvidar que la música en general, durante el confinamiento, ha sido una vía muy importante para exteriorizar los sentimientos y emociones que nos han invadido en este tiempo tan complicado que hemos vivido. Está demostrado en estudios científicos que cuando la música empieza a sonar se activan los circuitos del cerebro que están unidos al placer, aumentando el bienestar y consiguiendo una felicidad momentánea, tan importante y valiosa durante el aislamiento.
Mi experiencia con las redes sociales
A finales del año 2015 abrí un canal de YouTube con actividades musicales y actualmente ya tiene más de 120.000 seguidores. Creé el canal sin ningún tipo de pretensión, simplemente quería que los familiares de mis alumnos pudieran ver lo que hacíamos en clase, así que, de vez en cuando, iba subiendo actividades al canal que grababa yo misma con mi teléfono móvil. Por cierto, siempre con el permiso previo del centro y de las familias.
En un primer momento, la difusión de estas actividades era muy poca pues, como os he contado, era algo casi familiar. Pero poco a poco noté que había otros docentes de música que mostraban interés por la metodología y el material que utilizaba en esas actividades. Cada día sacaba un ratito para intentar contestar a todas las preguntas que estos seguidores me hacían, y me parecía muy interesante y enriquecedor porque intercambiábamos muchas ideas y, sobre todo, sentía que lo que estaba haciendo era valioso y ayudaba a otros profesores.
Con el tiempo intenté que las grabaciones cada vez fueran un poco mejores, por ejemplo, hacía una edición sencilla de los vídeos poniéndoles una portada, me compré un trípode, un móvil que tuviera una buena cámara, etc. En resumen, cada vez estaba más motivada con la idea de compartir mis clases, mis conocimientos, mis experiencias con otros docentes de todas partes del mundo. También notaba que el alumnado venía a mis clases con más ilusión y motivación, con ganas de saber qué actividades íbamos a realizar. Esto no solo me ocurría con el alumnado más joven de escuela de música donde trabajo, sino que también lo podía sentir con mis alumnos de la universidad, que cada vez estaban más involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje hasta el punto de que eran ellos mismos los que buscaban e inventaban actividades para que pudiera compartirlas en el canal de YouTube y en el resto de redes sociales. Por lo tanto, me encontré sin buscarlo una situación que no podía desaprovechar y es que, actualmente, las redes sociales son una de las maneras de comunicación y de búsqueda de información más usadas en jóvenes, niños y adultos, y por eso creo que tanto los docentes como el alumnado deben aprovechar todo lo que nos ofrecen las redes sociales y no estar ajenos a este fenómeno.
Con mucha constancia y cada vez intentando ser más profesional y rigurosa en las actividades que subía al canal de YouTube y demás redes sociales, mi trabajo en el aula poco a poco iba captando la atención de otros usuarios en YouTube, hasta que el 15 de mayo de 2018 colgué en YouTube un vídeo con mis alumnos de la Mención de Música de la Universidad de Castilla-La Mancha de la Facultad de Educación de Toledo haciendo un ritmo con las manos, titulado Nuevo reto ritmo manos. El vídeo dura exactamente 38 segundos, pero fueron suficientes para desatar todo un fenómeno que se hizo viral. Al día siguiente el vídeo alcanzó un millón de visitas y la gran mayoría de las personas que comentaban el vídeo me solicitaban que por favor hiciera un videotutorial explicando paso a paso este ritmo, así que grabé el tutorial que también se hizo viral. Actualmente estos vídeos cuentan con más de 6 millones de visitas.
La aparición de estos vídeos en mi canal hizo que los seguidores aumentaran considerablemente y que muchísimas más personas comenzaran a interesarse por mi trabajo visualizando mis vídeos más antiguos, pidiéndome nuevas actividades, escribiéndome personalmente con inquietudes y dudas o simplemente dándome las gracias por ayudarles en sus clases.
En resumidas cuentas, puedo decir que mantener vivo el canal también me mantiene viva pedagógicamente hablando, ya que sigo formándome y con muchas ganas de aprender más cada día para ofrecer un canal de pedagogía musical a través del cual mi objetivo principal es transmitir mi amor y pasión por la educación musical llegando a despertar el interés por la música en los más pequeños, pero que a su vez también pueda ayudar a otros docentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la música.
‘Aprendemos en casa’ de Clan TV
Uno de los primeros días del confinamiento al que nos vimos sometidos por la pandemia mundial de la COVID-19 preparé una publicación para mis redes sociales titulada ’15 vídeos con actividades de música y movimiento para niños’ con algunas de las actividades de mi canal de YouTube que eran más adecuadas para trabajarlas desde casa. Esta publicación tuvo una gran acogida y difusión entre los maestros, por lo que al poco tiempo me llegó la propuesta conjunta de TVE y el Ministerio de Educación y Formación Profesional para generar contenidos de educación musical para el programa ‘Aprendemos en casa’ emitido en Clan TV. Este proyecto me pareció muy interesante desde el primer momento ya que el programa iba a ofrecer una parrilla de contenidos educativos en abierto por las mañanas, atendiendo de este modo a la situación de los estudiantes con menos recursos que no iban a poder aprovechar las iniciativas de los aprendizajes con actividades online y evitando así que la brecha digital se agravara con la suspensión de clases.
Mi colaboración consistía en crear vídeos de educación musical con una serie de actividades que los niños y niñas de Educación Primaria pudieran realizar desde casa cada miércoles por la mañana, que era el día dedicado a la educación artística. Nunca antes me había visto en la situación de dar clase de manera virtual, así que tuve rápidamente que adaptar mis actividades para que el alumnado pudiera interactuar conmigo desde el otro lado de la pantalla. El reto era complicado, pero lo bueno que tienen los retos es que hacen que sacan lo mejor de nosotros mismos para conseguirlos. Para saber si las actividades funcionarían desde el otro lado de la pantalla, lo primero que hacía era diseñarlas y después las practicaba con mis alumnos de la escuela de música en nuestras clases online, así podía retocar aquellas cosas que quizá no terminaban de calar en el alumnado para después hacer la grabación del vídeo y enviarlo a TVE. Al principio fue un poco estresante, ya que de pronto me encontré con una carga de trabajo extra, sin embargo, hoy puedo deciros que fue una experiencia maravillosa y repetiría sin dudarlo. A nivel personal, me hacía muy feliz recibir cada miércoles mensajes de personas desconocidas dándome las gracias por las actividades que realizaba, o incluso me mandaban vídeos de sus hijos siguiendo mis clases, y eso era muy bonito.
Clases de música seguras
Este curso 2020-21 va a ser diferente para todos los docentes. En el caso de los especialistas de música, nos hemos quedado sin nuestros instrumentos y en la gran mayoría de los casos hasta sin aula. Sin duda, es un gran impedimento para nosotros, pero no por eso debemos desanimarnos. Creo que en tiempos difíciles como estos tenemos que sacar nuestro lado más creativo, apoyarnos los unos a los otros y sobre todo compartir nuestros conocimientos. Es tiempo de creatividad y de compartir y, como hemos visto, las redes sociales son un gran aliado en esto de la divulgación.
Cuando comenzaron las vacaciones de verano dedicaba gran parte del tiempo a pensar e imaginar una vuelta a las clases de música lo más segura posible. Lo primero que iba a necesitar era instrumentos, así que como muchos otros docentes pensé en que el alumnado podría traer de sus casas algunos objetos con los que podríamos hacer algo de música. Preparé un saco de tela en el que metí unas cucharas de metal y otras de plástico, un par de vasos de plástico duro, un par de palillos chinos o dos lapiceros de madera, un pañuelo, un recipiente con un poco de arroz y una pandereta casera. Una vez tenía el ‘saco musical’, preparé un vídeo para compartirlo en mis redes y que podéis ver en YouTube titulado ‘Ideas para clases de música seguras’. Muchos otros maestros habían pensado lo mismo que yo y a otros muchos no se les había ocurrido, por lo que el vídeo les fue de gran ayuda. También recibí muchos mensajes con ideas muy buenas para meter en el saco, como por ejemplo una pelota de tenis, algo para rascar tipo güiro, etc. Así que la idea se enriqueció con las aportaciones de otros maestros.
Ahora que ya estamos en clase y utilizamos el saco, puedo deciros que ha sido una gran idea y que, aunque volvamos a la normalidad total del aula, lo seguiré utilizando. He programado este año las clases con actividades de escucha activa con musicogramas, de percusión corporal, de percusión con nuestros instrumentos del saco musical, e incluso con danzas tradicionales adaptadas para poder realizar desde su sitio y con movimientos que impliquen pocos desplazamientos, como agacharse y levantarse, girar sobre nosotros mismos, etc. Para el trabajo melódico, la verdad es que llevo años utilizando el carillón, por lo que este año continuaremos con esta línea. Y seguiremos cantando con mascarilla.
Clases de música en un posible confinamiento
También estuve pensando en el escenario de un posible confinamiento, ¿qué hacer si nos vuelven a confinar? Durante el confinamiento no paré mis clases ni un solo día, con el alumnado de la universidad seguimos trabajando por Teams y con el alumnado de la escuela de música como ya os he comentado, hacía directos en YouTube. La experiencia fue bastante satisfactoria, pero en caso de un posible confinamiento, las clases de música y movimiento esta vez probaría a hacerlas por Zoom para, por lo menos, poder verles yo a ellos también y recibir así un feedback más directo, ya que la otra vez dependía de que las familias me enviaran vídeos de los alumnos realizando algunas de las actividades de las clases y de que me fueran contando cómo iban.
El guion que suelo seguir en mis clases online es:
- Empezamos con movimiento para despertar el ‘sexto sentido’ del que nos hablaba Dalcroze, con improvisaciones al piano o danzas adaptadas.
- Después utilizamos nuestro cuerpo como instrumento, haciendo percusión corporal, ya sea acompañando una danza, una canción o a través de ecos rítmicos, siguiendo las indicaciones de Orff.
- Luego esa misma actividad la repetimos con objetos de nuestro ‘saco musical’.
- Hacemos unos ejercicios de ecos melódicos con la fononimia de Kodály.
- Y, finalmente, dedicamos los últimos minutos a aprender a cantar y tocar canciones sencillas con nuestros carillones.
Ojalá no nos volvamos a ver en esta situación, pero si tenemos que volver al escenario online, tengo claro que no dejaré ni un solo día a mi alumnado sin su clase de música. Estamos todos de acuerdo en el papel tan importante que ha jugado nuestra querida música en estos tiempos tan difíciles que hemos vivido, dando unos minutos de felicidad y bienestar a todos aquellos que la escuchaban.
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