Hay algo que los músicos tienen de especial: sensibilidad, capacidad de trabajo, de comunicación, de escucha… Pero entonces, ¿el músico nace o se hace?
El músico se forja día a día desde pequeño, como el orfebre trabaja el metal, como el artesano elabora una obra de arte con infinitas horas de trabajo y poniendo su corazón y su tesón al timón de la larga travesía.
Nuestros infantes pasan mucho tiempo en clases de todo tipo, pero pocas de las disciplinas que aprendan serán tan completas como la música. Por algo hay centros dedicados a enseñar todos los aspectos de que consta: el lenguaje musical, la música en grupo, el instrumento, coro, armonía, composición… El beneficio máximo se obtiene aprendiendo un instrumento durante al menos seis años, que es el tiempo necesario para poder considerar a alguien ‘músico’ (Zhang, Susino, McPherson, & Schubert, 2020). Sin embargo, antes de los 7 u 8 años es más positivo estimularlos exponiéndoles a todo tipo de experiencias musicales divertidas, emotivas, significativas y participativas, que empezar a tocar formalmente un instrumento.
Por M.ª Ángeles Manresa Molins
Pianista y profesora del Conservatorio Profesional de Música de Elche, autora de los libros La actuación musical y Cómo motivar para aprender con éxito un instrumento
La música no es una actividad extraescolar más
Según María Montessori, el periodo sensitivo de los sentidos, entre los que se encuentra el oído, se extiende desde los 0 hasta los 6 años. Es como una ventana que se abre de par en par en el cerebro del niño para dejar entrar fácilmente muchos estímulos. Es por esto que hay que aprovechar para que entre por ella música de variados estilos y formatos diferentes: cuentos musicales, música coral, orquestal, de diversos instrumentos, jazz, Barroco, pop, Clasicismo… La única condición es que sea de calidad, música atemporal, a prueba del paso del tiempo.
Inglés, judo, baile, pintura, teatro, fútbol, informática, ajedrez, clases de apoyo… o música. Son tantas las disciplinas que podemos escoger hoy en día a la hora de buscar extraescolares para completar la formación de nuestros hijos que es fácil perderse en la vorágine de actividades y horarios imposibles. Además, la tendencia social del momento nos arrastra hasta hacernos ver normal lo que no lo es, es decir, una agenda infantil atiborrada de clases y desplazamientos.
Los padres solemos proponer varias actividades a nuestro hijo y él va aceptando unas y rechazando otras según varios factores por este orden de influencia: el nivel de energía que tenga en el momento de la clase, lo atractiva que le resulte la actividad en sí misma, la predisposición o facilidad que tenga para aprender en esa materia (cuanto más alta más suele sentirse atraído y verlo como un reto) y, por último, pero no menos importante, la dinámica de interacción social que se genere entre los niños y entre estos y el profesor. Otras veces es el pequeño el que siente inquietud por aprender alguna cosa y nos lo pide con insistencia.
Todas las actividades enriquecen al niño, si se imparten bien, pero no todas tienen la misma cantidad de ‘nutrientes’ para la educación integral. Hay padres que elaboran, con muy buena voluntad y grandes dosis de sacrificio personal, una agenda de extraescolares compleja que a veces se añade a una larga jornada escolar de 8 horas (si comen fuera de casa). El pequeño, si es dócil, va de una clase a otra, de un profesor a otro, con un estrés que no se puede quitar de encima (lo he vivido con algunos alumnos). Y entonces la saturación de enseñanzas, clases y profesores más la falta de tiempo libre para jugar hace que el infante no tenga ganas de aprender, sino de acabar pronto con todo, porque además tiene otro montón de deberes que le quedan en casa y también tiene mañana un examen de mates o inglés. Hemos matado el gusanillo del deseo de aprender; el único gusanillo que nunca debiéramos aplastar.
Esta planificación educativa no beneficia a nadie, más bien perjudica. Y se suele hacer con la errónea certeza de que él o ella es una esponja que lo absorbe todo, o que si no lo hace ahora ya ha perdido el tren y por eso tiene que ser ya. ¡Papás y mamás! Hasta las esponjas tienen un límite de saturación, rebasado el cual, deja de absorber. Lo que no haga ahora seguramente lo puede hacer después y lo que sí es necesario es que disponga de tiempo libre para jugar a su aire o correr por el parque, porque solo se es niño una vez en la vida y este periodo pasa y no se puede recuperar.
La música es un completo compendio de disciplinas
El aprendizaje de la música se hace a través de un instrumento y consiste en varias asignaturas que van cambiando a lo largo de los años: lenguaje musical, coro, conjunto instrumental, orquesta, banda, acompañamiento, música de cámara… siempre con las clases individuales de instrumento vertebrando toda esta enseñanza. La edad a la que se empieza el Grado Elemental en los conservatorios de música es a los 8 años, mientras que el Grado Profesional va de los 12 a los 18 años, es decir, recorre toda la escolarización. En las escuelas de música esta edad es más flexible, pudiendo matricularse niños más pequeños o incluso los adultos. Después del Profesional es cuando viene el Grado Superior, que equivale a un grado universitario, a todos los efectos, y es cuando uno ya se especializa en el área que quiere.
Hay numerosas investigaciones y artículos que ponen de relieve una y otra vez los muchos beneficios que se obtienen al aprender música y tocar un instrumento, pero los políticos no acaban de apostar por ella y realizar las inversiones que necesita. La creación de auditorios, conservatorios, centros integrados, orquestas, programas de conciertos… se encuentran la mayoría de veces en el último puesto de la lista.
A modo de compendio de todos ellos voy a citar 25 beneficios que han puesto de relieve estas investigaciones y que he podido constatar con el paso de los años tanto como profesora como con mi propia experiencia como pianista. Por tanto, doy buena fe de ello.
Beneficios culturales y sociales
- Se obtienen muchos y diversos conocimientos: no solo el lenguaje de la música, sino también sobre los compositores más importantes de las distintas épocas, sobre obras maestras de la música, sobre un instrumento y sus peculiaridades, acústica, armonía, etc.
- El aprendizaje de un instrumento abre las puertas a conocer los muy diversos estilos de música que hay: clásica (desde el Barroco hasta el siglo XXI pasando por el Clasicismo, Romanticismo, Nacionalismo y todas las corrientes del siglo XX), pero también popular, pop, de películas, jazz, flamenco… La música con la que conectamos nos proporciona felicidad y reduce el estrés. Según los estudios estos beneficios son mayores cuando se toca que cuando se escucha simplemente.
- Si se aficiona uno a asistir a conciertos en directo no hay mejor actividad para el ocio: el arte ennoblece y enriquece el alma y el intelecto. Esto aleja a nuestros chicos de otras opciones menos recomendables, y les abre un inmenso campo de ocio muy enriquecedor. Además, la música es muchas veces la puerta de entrada a la afición por el resto de las artes: pintura, escultura, teatro, danza, poesía…
- Puesto que muchas de las clases son grupales (lenguaje, conjunto, coro, orquesta, banda…) los niños y adolescentes interactúan con los iguales, comparten problemas, experiencias… En la música se hacen a veces amigos para toda la vida y se aprende a respetar a los otros, a no competir malsanamente, a integrarse en el grupo… Los expertos concluyen que la pertenencia a un coro u orquesta desarrolla más el trabajo en equipo que las actividades deportivas.
- Ayuda a adquirir el sentido de responsabilidad, ya que cada clase en la que se toca el instrumento es un cara a cara con el profesor en el que no hay posibilidad de esconder el poco o mucho trabajo realizado. Es un compromiso a corto y largo plazo en el que también tienen que apoyar mucho los padres (económicamente, con su tiempo para llevarlos y traerlos a clase, emocionalmente cuando se atascan en el estudio…). Además de la responsabilidad de cuidar y dar buen uso al instrumento que tenemos para practicar.
Beneficios del área de la inteligencia emocional
- La perseverancia y capacidad de esfuerzo, tan necesarias en la vida, se practican día a día, pues cada obra que se aprende supone un reto de superación personal que solo puede lograrse con constancia y tesón. Ello implica entrenarse en la capacidad para aplazar la recompensa, es decir, en la paciencia y esperanza de que con trabajo, se logran resultados. Es por ello que esta disciplina ayuda a que los estudiantes de música sean, por lo general, muy buenos estudiantes en la enseñanza obligatoria.
- La confianza en las propias capacidades así como ver los problemas técnicos y musicales como un reto atractivo a superar, si es fomentado por padres y profesores, se instaurarán en la psique del alumno y le acompañarán toda la vida. Solo así mantendrá su motivación, podrá entrar en estado de fluir cuando practique y estará orgulloso de sí mismo cuando logre su objetivo.
- Se desarrolla la capacidad de concentración, la cual debe ser cada vez más profunda y prolongada. Esto sin duda es para el niño un diamante a la hora del aprendizaje escolar.
- La resolución de problemas se practica constantemente ya que hay que buscar soluciones creativas para resolver un pasaje técnica y musicalmente.
- La autoestima aumenta al avanzar en el aprendizaje: pues se siente que se es capaz de hacer algo que muchas personas no saben hacer y que uno mismo no hacía antes.
- El autoconocimiento personal y el conocer cómo funciona nuestro cerebro es algo que también se deriva de este aprendizaje: todos tenemos muchas cosas en común, a la vez que todos tenemos diferencias.
- La resiliencia y la capacidad para responder de forma equilibrada y con control en situaciones de estrés, como son las audiciones y conciertos, es un beneficio que le acompañará al niño/joven toda la vida. A ello le ayudarán las técnicas de relajación y respiración diafragmática, entre otras muchas cosas.
- La capacidad para expresar los propios sentimientos a través de la música, sea con la interpretación, sea con la composición, es muy importante y una de las finalidades del arte en general, pudiendo tener un efecto catártico (o de catarsis). Pero también se desarrolla la empatía, que es necesaria para ponerse en la piel del compositor cuando compuso esa obra con un carácter determinado, en ese momento de su vida.
Desarrollo de muchas partes del cerebro
- La psicomotricidad fina y gruesa experimentan un increíble desarrollo, y esto a su vez, desarrolla el equilibrio, el sentido del ritmo y las destrezas para el baile.
- La velocidad de reflejos se multiplica: logramos hacer consciente lo que hacemos inconscientemente, pero también conquistamos lo consciente para que pase a ser inconsciente. Si no, ¿cómo podríamos usar a la vez pies, manos, el canto, la vista, el oído y la memoria?
- La agudeza visual se hace más intensa. Sin una vista de lince no se puede descifrar bien una partitura, ya que un pequeño puntito o una letra lo cambian todo.
- La sensibilidad auditiva se incrementa. Ni qué decir tiene que el oído se cultiva y es capaz de discernir y reproducir cada vez más pequeñas variaciones en el tempo, la afinación, la intensidad y la calidad sonora. Los ruidos excesivamente fuertes molestan entonces, y uno llega a darse cuenta de lo ruidoso que es su propio país. Si uno llega a esa conclusión, es que va por buen camino.
- Se desarrolla muchísimo la conciencia corporal, es decir, se es capaz de escuchar y sentir cómo está nuestro cuerpo para conseguir economía de movimientos, la postura adecuada, la eliminación de tensiones parásitas, la respiración más profunda y consciente, etc.
- Aumenta la capacidad de aprender idiomas puesto que el aprendizaje de estos está muy relacionado con la destreza auditiva y con la capacidad de reproducir con precisión.
- Aumenta la capacidad lógico-matemática, ya que cuando aprendemos música tenemos que analizar lo que tocamos, la forma que tiene, los acordes, la armonía, el ritmo, etc. Siempre se ha dicho que hay una estrecha relación entre la música y las matemáticas.
- La memoria se entrena constantemente siendo necesario desarrollar los distintos tipos que existen: cinestésica, auditiva, visual y analítica, principalmente.
- Se obtiene la capacidad para organizarse y aprovechar bien el tiempo disponible: hay que discernir todos los días qué tarea es la más urgente o la más importante, ya que hay que compaginar la asistencia a varias clases lectivas semanales en el conservatorio con la asistencia al colegio/instituto y sus múltiples deberes. Hay un aprendizaje esencial en todo esto, y es que uno se da cuenta de que el tiempo del que disponemos es mayor del que creíamos en un principio.
- Se potencia la interacción ente ambos hemisferios cerebrales. Razón y emoción se dan la mano en la música y hacen que el individuo logre un equilibrio entre ambos.
- La creatividad se expande con la composición, la improvisación y la interpretación. Aprendemos de los grandes genios y nos anonadamos con su creatividad. Desarrollamos humildemente la nuestra y eso nos llena y alimenta.
- Practicar un instrumento desde pequeños previene el deterioro mental en la ancianidad.
A la hora de escoger una actividad formativa en la que involucrar a mis hijos sería, sin duda, la música. Es una disciplina extraescolar muy completa que supera a todas las demás en cuanto a capacidades que desarrolla y en cuanto a tiempo que absorbe para realizarla bien. Ahora bien, nuestros hijos tienen que ir con agrado y nosotros tenemos que proporcionarles el espacio, el tiempo libre, el profesor y el instrumento adecuado para poder hacerlo en condiciones, pues sólo así será beneficioso.
Es verdad que hay más cosas a valorar por los padres antes de decidir qué actividad escoger: el área de interés de cada niño, que es distinta, el lugar donde se vive y la facilidad que se tenga para llegar a cada sitio, otras actividades que tienen más prestigio social (el fútbol es uno de ellos), el presupuesto del que se disponga, los vecinos dispuestos o no a tener un vecino músico, la posibilidad de escoger el instrumento preferido… Pero son tantas las cosas buenas que se van adquiriendo que no puedo dejar de recomendar a todos los padres que si disponen de una buena escuela de música, conservatorio o profesor particular lo aprovechen y le den preferencia por encima de cualquier otra actividad. Ya sé que es más fácil de decir que de realizar, pero hay que escoger porque todo no se puede hacer bien. Quizá el idioma puede tener un paréntesis antes de meterse de lleno con él de nuevo o el deporte puede hacerse de forma menos comprometida mientras se asiste durante un tiempo a clases de música…
Las investigaciones del equipo de Boris Cyrulnik
Me encantaría ver que en cada colegio se establece un coro como algo habitual y normal, ya que la vivencia y aprendizaje de la música en un coro tiene aún mayores beneficios. Estos beneficios podrían obtenerse ya desde la etapa infantil, pero no hay un plan de estudios en este trienio donde se trabaje específicamente esta área. El neuropsiquiatra e investigador Boris Cyrulnik, dice que:
‘nosotros trabajamos con músicos, musicólogos y neurólogos asociados. Sabemos que un niño que toca un instrumento estimula el lóbulo temporal izquierdo (…). La zona temporal izquierda es la que trabaja el lenguaje. Los niños que tocan un instrumento hablan mejor y hablan antes que aquellos que no tocan ningún instrumento musical. Y los que no saben tocar ningún instrumento los metemos a cantar en un coro. Hemos constatado que los niños que hacen música socializan con más facilidad porque se sienten confiados con los demás. La confianza es el verdadero tranquilizante. Se sienten familiarizados con los demás, hablan con más facilidad, aprenden rituales de interacción, por eso socializan más fácilmente, les gusta la escuela y tienen un buen rendimiento escolar. Con la música y el deporte en el colegio, al hacer deporte estimulamos el cerebro y funciona mejor. (…) También el teatro, el dibujo y el cine son excelentes para desarrollar la empatía’.
Recuerdo que me contaban cómo mis cinco primos que viven en Alemania tocaban cada uno de ellos un instrumento diferente, que lo aprendieron en la enseñanza obligatoria y que en su propio centro había una orquesta escolar. Me quedaba muy sorprendida… Pero además de vivir en el país de mayor tradición de música clásica del mundo, no tuvieron televisión en su infancia y por supuesto no tenían móviles, ordenadores ni tabletas. Hemos mejorado unas cosas, pero a la vez hemos empeorado otras.
Llenemos nuestra vida y la de nuestros pequeños de música, de arte en general y de deporte. Restrinjamos al máximo el uso de las pantallas, porque el arte no nos aísla de las personas que nos rodean, pero las pantallas y las redes sí, nos aíslan, nos impiden vivir la naturaleza, mover nuestro cuerpo y desarrollar la creatividad, por más que se empeñen en dar la impresión de lo contrario.
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