El 26 de mayo de 1929 se estrenaba en Roma Sonata Romántica, una obra en cuatro movimientos para cuarteto de cuerda creada por la compositora segoviana María de Pablos.
Este concierto, organizado con motivo de la inauguración del nuevo local de la Casa de España en Roma, representó además un estreno histórico para todas las mujeres de nuestro país: María de Pablos fue la primera mujer en ganar una plaza por oposición en la Real Academia de España en Roma en 1928, y el cuarteto Sonata Romántica supuso su primer trabajo como pensionada. La inauguración que motivó este concierto fue una cita de gran importancia para la institución española y el hecho de que Miguel Blay, director de la misma en aquel momento, diera un importante espacio del evento al estreno de la nueva obra de María de Pablos nos hace pensar en la confianza que este depositó en la nueva pensionada.
Sin embargo, como toda mujer pionera, María de Pablos tuvo que sufrir una larga lista de dificultades al intentar desarrollar una carrera artística en un mundo eminentemente masculino. Por todo ello, creemos fundamental sacar hoy a la luz la trayectoria de esta compositora silenciada por nuestra historiografía.
Por Pilar Serrano Betored
De Segovia a Madrid
María de Pablos nació en Segovia el 8 de noviembre de 1904 y era hija del matrimonio formado por Pablo de Pablos ‘funcionario de Correos’ y Manuela Cerezo. Ya en su ciudad natal estudió sus primeras lecciones de solfeo, pero su familia se trasladó a Madrid en 1914 por motivos laborales del padre.
Desde los 10 años, recién llegada a la capital, fue alumna del Conservatorio de Madrid, donde cursó las asignaturas de solfeo, piano, violín y armonía. Pronto destacó como alumna de esta institución, obteniendo los premios extraordinarios de armonía y piano en 1920, con tan solo 16 años.
Tras este brillante inicio, De Pablos inició la asignatura de composición en 1921, bajo la tutela del profesor y compositor Conrado del Campo. Podemos dilucidar la influencia inevitable de uno de los compositores españoles más importantes de la época. Su perfil de profesor interesado por elevar el nivel cultural de sus alumnos y sus consejos de escritura musical constante debieron sin duda animar a De Pablos a continuar sus estudios de composición durante y tras su paso por el Conservatorio.
Pero la formación musical no fue la única ocupación de María de Pablos en los años 20. La compositora compaginó sus estudios musicales con la preparación de las oposiciones a Correos. Hija de un funcionario del mismo cuerpo, podemos deducir que el interés del padre por asegurar una carrera profesional a su descendiente llevó a la joven a compaginar ambas ocupaciones. Además, no debemos olvidar que el trabajo de auxiliar de Correos fue el primer puesto de funcionariado que las mujeres españolas pudieron ejercer como trabajadoras públicas del Estado. Por lo tanto, ya desde su juventud, María de Pablos fue partícipe de varios procesos de inserción de la mujer en la vida pública española.
En 1926 María de Pablos ganaba plaza en estas oposiciones históricas para la mujer en España y, apenas un año más tarde, en el verano de 1927, finalizaba su carrera de composición con Premio Extraordinario en el Conservatorio madrileño, tras presentar dos composiciones creadas durante su último curso académico: Castilla, un poema sinfónico basado en textos de Manuel Machado, y Ave Verum, un motete a cuatro voces mixtas.
Una pionera en Roma
Tras el fulgurante inicio de su trayectoria en Madrid, otro hecho catapultó su incipiente carrera: en el verano de 1928, María de Pablos ganaba la oposición para la plaza por música en la Real Academia de España en Roma. Esta institución, fundada en 1873, daba la oportunidad a artistas de diferentes disciplinas a pasar cuatro años en la capital romana en régimen de pensión completa para desarrollar su trabajo artístico. En la plaza de música, María de Pablos fue la primera mujer pensionada por oposición de la historia de esta institución, siendo su predecesor inmediato el compositor Fernando Remacha.
Pero como en todos los procesos de emancipación de la mujer, la protagonista del cambio histórico lo fue sin tener consciencia de las hostilidades que le tocaría batallar por su condición de mujer en un mundo creado por y para hombres. La primera problemática era clara: una mujer viviendo sola en el extranjero en una Academia llena de hombres. Tanto la compositora como sus propios padres, tras la alegría por la obtención de la plaza, realizaron una serie de movimientos, contactos y comunicaciones con Miguel Blay, el director de la Real Academia de España en Roma, para conseguir que De Pablos pudiera marcharse a vivir a Roma con su madre y a ser posible fuera de esa Academia llena de hombres de su edad. La petición realizada por De Pablos antes de tomar posesión oficial de su pensión en Roma trajo consigo la respuesta negativa por parte de Miguel Blay y el inicio de una tensión entre ambos. Esta situación se resolvió negando la posibilidad a la compositora de vivir fuera de la Academia, pero aceptando que se instalara con su madre en una habitación lo más aislada posible del resto de becarios.
Tras las tensiones con el director durante sus primeros meses en Roma, fruto del desajuste producido entre los logros artísticos de María y las prácticas sociales de la época, la relación entre ellos debió mejorar, ya que, como narrábamos al inicio de este artículo, el 26 de mayo de 1929se organizó un concierto con motivo de la inauguración del nuevo local de la Casa de España en Roma en el que se estrenó el primer trabajo de María de Pablos como pensionada: Sonata Romántica, una obra en cuatro movimientos para cuarteto de cuerda. Pero no solo se estrenó la nueva obra de la pensionada, sino que ella misma intervino como pianista interpretando dos obras de Manuel de Falla, la Danza de la molinera y la Danza del amor brujo.
Tras el evento del 26 de mayo con motivo de la inauguración de la Casa de España, se produjo otro concierto en Roma, el 31 de mayo de 1929, pero esta vez en el Augusteo, la célebre sala de conciertos romana construida sobre el mausoleo de Augusto y que fue demolida en 1936. En este segundo concierto no solo se estrenó la nueva obra de María de Pablos Sonata Romántica, sino que también se interpretó Castilla, el poema sinfónico con el que dos años antes había ganado el primer premio de composición en el conservatorio madrileño. Con estos dos conciertos, María de Pablos puso un broche de oro a su primer curso como pensionada de la Real Academia de España en Roma. Aparte de Sonata Romántica, al menos dos títulos más fueron firmados por María de Pablos en su período como pensionada entre 1929 y 1930: Dos apuntes musicales españoles y Siete canciones, basadas en poesías de Antonio Machado y Enrique Diez Canedo.
La aventura parisina
Tras algo más de un año viviendo en Roma, a principios de 1930, María de Pablos decidió ampliar su formación musical en el extranjero, una actividad que la Academia de España en Roma exigía a todos sus pensionados. En esta circunstancia se unieron los caminos del compositor francés Paul Dukas y María de Pablos, ya que la segoviana eligió París y la École Normal de Musique para ampliar sus conocimientos musicales.
Cabe hacerse la pregunta de por qué María de Pablos eligió la ciudad de París y a Dukas como maestro. En este sentido, el nombre del francés ya había llegado a España como maestro de importantes compositores españoles y no sería difícil que De Pablos hubiera leído en prensa o escuchado en los círculos musicales madrileños el nombre de Dukas como maestro de Manuel de Falla o Joaquín Rodrigo.
María de Pablos estudió en París desde marzo de 1930 hasta diciembre de 1931, cursando en la École Normal de Musique las asignaturas de composición, bajo la tutela de Paul Dukas, y de armonía, con Nadia Boulanger.
De su paso como alumna por esta institución, se ha conservado un boletín de notas fechado en junio de 1931, en el que la compositora recibe la calificación de 15/20 y el comentario firmado de sus dos profesores. Nadia Boulanger escribe: ‘Muy música ‘muy interesada’ ha hecho un gran trabajo lleno de imaginación. Tiene reales dotes artísticas’. mientras Dukas afirma: ‘Progreso apreciable en estos tres últimos meses’.
Pero en este período parisino no solo tuvo la oportunidad de relacionarse con estos dos grandes profesores de la música francesa, sino que tuvo también la ocasión de coincidir en la misma aula con otros jóvenes compositores españoles alumnos de Dukas: Joaquín Rodrigo, Jesús Arámbarri y Arturo Dúo-Vital. En concreto, el curso 1930-31 fue testigo en la asignatura de composición de la presencia de estos cuatro compositores españoles. No podemos obviar la importancia del intercambio de experiencias y de aprendizaje entre estos cuatro importantes compositores españoles, algo que sin duda debió animar y ampliar las miras de la joven compositora segoviana, que pudo vivir en primera persona los inicios de carreras compositivas tan importantes como la de Joaquín Rodrigo, que en aquellos años ya estrenaba sus primeros trabajos en París.
Otra consecuencia positiva de su estancia parisina fue el enorme consumo cultural que la compositora realizó en este periodo, asistiendo a todo tipo de actividades musicales como conciertos, cursos, estrenos y visitando asiduamente centros culturales como las bibliotecas públicas parisinas y los teatros. Esta intensidad y alegría con las que María de Pablos se involucró en la vida cultural de la ciudad continuó durante toda su estancia en la capital francesa.
Madrid, un regreso inesperado
Parece inverosímil que, tras el entusiasmo de la compositora por participar de la vida parisina, ella misma informara a Miguel Blay, director de la Academia, de su intención de pedir un permiso de tres meses en su beca.
María de Pablos y su madre regresaron a Madrid en las Navidades de 1931. Varias cartas enviadas al secretario de la Academia, Hermenegildo Estevan, entre enero y febrero de 1932, dejan muestra clara de ello. Esta interrupción en su beca nos hace plantearnos diferentes hipótesis. La primera de ellas es que María de Pablos no estuviera satisfecha con las clases de composición de Paul Dukas en la École Normal de Musique y la segunda es que existiera algún motivo de carácter personal o familiar que la hubiera obligado a volver a vivir a Madrid.
La primera hipótesis se derrumba por el contenido de la correspondencia que María de Pablos enviaba desde París a Roma al secretario de la Academia, Hermenegildo Estevan, en la que habla continuamente de su alegría y felicidad por poder estudiar con su maestro francés y por su vida parisina. Por todo ello, creemos que la segunda hipótesis sobre su regreso a España tiene mucho más peso. Es decir, un motivo personal y/o familiar que le hubiera obligado a volver a Madrid.
Lo cierto es que existe un vacío documental desde la primavera de 1932 hasta septiembre de 1932.Es justo en ese momento, el inicio de curso del curso 1932-33, cuando María de Pablos inicia una estrategia de distracción respecto a la dirección de la Real Academia de España en Roma. Decimos esto porque a la luz de la correspondencia analizada en el archivo de la Academia, observamos un discurso contradictorio por parte de la compositora: a Hermenegildo Estevan, secretario de la Academia, con quien tenía confianza, le cuenta la verdad, mientras trata de engañar a Miguel Blay, director de la institución.
El paradero de María de Pablos tras el permiso de tres meses otorgado a inicios del año 1932 debía haber sido París o Roma, tal y como su beca le exigía, pero en una carta del 21 de septiembre de 1932, De Pablos cuenta la verdad al secretario de la Academia: la preparación de unas oposiciones que tendrían lugar en los próximos meses y que ella estaría preparando desde España. Lo cierto es que la segoviana no cumplió con las exigencias de la beca de Roma, que le obligaba a vivir y trabajar en la propia Academia en Italia o en algún país extranjero donde recibiera formación musical, en su caso París.
Al menos en dos ocasiones entre febrero de 1933 y 1934 María de Pablos trabajó como profesora sustituta en el conservatorio madrileño. Sin embargo, su incipiente carrera como profesora se vio truncada muy pronto. El 9 de abril de 1934, Bartolomé Pérez Casas anunciaba al director del Conservatorio el nombramiento de un nuevo sustituto para reemplazar a De Pablos alegando una enfermedad no especificada de la compositora. Tras su regreso a Madrid no ha quedado constancia de que la compositora volviera a Roma y tampoco aparece como aprobada en ninguna oposición del Estado en los años 30. Tan solo sabemos que, tras la Guerra Civil Española, María de Pablos pidió el reingreso en el cuerpo de Correos al que se reincorporó en 1939 y que regresó, en calidad de alumna, al conservatorio madrileño en 1941, cursando asignaturas como folclore o historia de la música.
El sueño truncado
María de Pablos fue ingresada en el Sanatorio Esquerdo de Carabanchel hacia los años 40 y permaneció allí como enferma crónica hasta su muerte en 1990. Los motivos de su ingreso o del tipo de patología psiquiátrica que pudo sufrir permanecen absolutamente opacos hoy en día. Sus familiares directos aseguran que el asunto del ingreso fue llevado con extremo mutismo y silenciamiento por parte de Manuela, la madre de la compositora, que jamás habló ni permitió hablar del ingreso de su hija y de la causa de este.
Recordemos que, en la España de los años 40, las prácticas psiquiátricas y su legislación sanitaria no estaban sometidas a los mismos controles que en la actualidad y más en un centro sanitario privado como este, por lo que otros motivos de carácter psicológico y/o moral podrían haber sido causantes de su ingreso: ¿depresión, ansiedad, trastorno de la personalidad, enamoramiento no aceptado por los padres?
A esta opacidad respecto a la causa de su ingreso hay que sumar el interrogante de su regreso inesperado desde París y su difícilmente explicable abandono de la beca de Roma. Muy probablemente ambos hechos estén íntimamente relacionados, aunque no dispongamos de documentos que lo clarifiquen. Lo único cierto es que María de Pablos terminó sus días en este sanatorio, viviendo con ello el truncamiento de una prometedora carrera artística.
La vida de María de Pablos supone, además, un ejemplo paradigmático de la emancipación de la mujer en la España de las primeras décadas del siglo XX. Víctima de las contradicciones propias de una sociedad machista, por un lado, se le exigía un comportamiento igualitario en su condición de pensionada en la Academia de España en Roma y al mismo tiempo se le condenaba moral y socialmente si no vivía bajo el yugo del proteccionismo y paternalismo al que estaban sometidas todas las mujeres de la época en una sociedad como la española en aquellos años.
Sometida a la vigilancia continua de su madre y de la propia sociedad de la época, a María de Pablos se le arrebató la posibilidad de emanciparse personal y profesionalmente de su familia y se le obligó a rendir intelectualmente tanto y más que a cualquier compositor hombre de su generación. A todo ello debemos sumar un final oscuro, trágico, con motivos nada claros que supuso el final de su prometedora carrera.
Por tanto, podemos concluir que su condición de mujer y su opaco ingreso psiquiátrico fueron determinantes en el truncamiento de su carrera compositiva y en el posterior olvido de su nombre y su obra. Esperamos que la presente investigación y la posible reinterpretación de sus obras vuelvan a dar luz a esta mujer pionera condenada a vivir en un mundo para hombres.
Catálogo de obras conocidas
Ave Verum (1927), Castilla (1927), Sonata Romántica (1929), Dos apuntes musicales españoles (1929-30), Siete canciones (1929-30) y La cabrerilla (1934).
Agradecemos a Nacho Arimany, sobrino-nieto de María de Pablos, la cesión de algunas fotografías que se muestran en este artículo.
Deja una respuesta