El pasado 6 de diciembre el pianista de origen búlgaro Roberto Rúmenov Iliev se alzaba con el Primer Premio del Intercentros Melómano en su categoría de Grado Superior.
Tras ofrecer al jurado y al público un variadísimo programa, el músico consiguió llevarse también el Premio al Mejor Intérprete de Música Ibérica y el Premio al Mejor Pianista, lo que le permitirá ofrecer a lo largo de los próximos meses 15 conciertos diferentes, destacando entre ellos el que ofrecerá como solista junto a la Orquesta Sinfónica RTVE, así como otros muchos premios que le permitirán abrirse paso en el mundo profesional al que comienza a asomarse.
Por Susana Castro
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la música? ¿En tu familia existía previamente tradición musical?
Sí, mi padre es músico y toda su familia lo es, empezando por mi abuelo. Todos los hermanos de mi padre, que son siete, son músicos también, así como todos mis primos. Casi todos cantan o tocan algún instrumento. Yo soy una de las pocas personas de mi familia que ha escogido el piano, ya que tanto mi padre como casi todos los músicos de la familia tocan instrumentos de viento, como el clarinete, el saxofón o similares.
¿De dónde surge tu interés por el piano?
Según me cuenta mi madre, desde muy temprana edad mostré mucho interés por la música. De hecho, cuando apenas tenía 3 o 4 meses, me encantaba escuchar en la televisión canales de música. Si cambiaban de canal, a las noticias o cualquier cosa que no fuese música, enseguida me ponía a llorar. Sobre los 5 o 6 años les dije que quería probar a tocar el piano. Me compraron un piano eléctrico de juguete y me encantó; vieron que mostraba mucho interés y a los 6 años comencé a recibir clases en Bulgaria.
Tal y como cuentas, toda esta primera etapa se desarrolla en Bulgaria pero, ¿de dónde viene tu relación con España?
En un primer momento mis padres se mudaron a España por trabajo. En 2007 mi padre recibió una oferta en Madrid junto a otros compañeros músicos suyos, así que decidimos mudarnos aquí porque había más trabajo que en Bulgaria. Estuvimos aquí dos años y en 2009 regresamos a Bulgaria porque había otras ofertas de trabajo allí. Después, en 2012, nos fuimos a Palma y allí estuvimos cuatro años, de nuevo por el tema laboral, aunque también vimos que para mis estudios había más oportunidades allí, incluso mi profesora de Bulgaria nos lo recomendó. Hasta 2016 estuvimos en Palma y desde entonces vivimos en Madrid.
‘Creo que un pianista debería ser muy flexible a la hora de enfrentarse al mundo’. Roberto Iliev
Entiendo que debido a tanta movilidad has estudiado en distintos centros a lo largo de estos años, ¿verdad?
He pasado por diferentes centros. En Mallorca estuve primero en Mésmúsica y después en el Conservatorio Profesional de Música y Danza de Palma. Ya en Madrid realicé 5º y 6º de Grado Profesional en el Centro Integrado de Enseñanzas Artísticas de Música ‘Federico Moreno Torroba’ con Javier Rovira, y fue maravilloso.
Tuvo que ser un cambio grande para ti pasar a estudiar en un centro integrado.
Totalmente. Tenía un montón de ventajas con respecto a mi situación anterior, sobre todo en cuanto a horarios. Hasta ese momento llegaba siempre muy tarde a casa y apenas podía estudiar, solo utilizando mi teclado eléctrico con auriculares. En el CIEM Moreno Torroba todo se compaginaba muy bien y los profesores del centro sabían lo que era tener que dedicarle tiempo al instrumento y a otras asignaturas propias, como análisis, armonía, etc., eran muy flexibles en cuanto a fechas de exámenes, tareas y demás.
A nivel personal también sería una experiencia muy buena, al encontrarte con gente de tu edad que tenía tus mismos intereses.
Sí, me sentía mucho más identificado con los compañeros y mucho más a gusto que antes porque, precisamente, tenían mis mismos intereses.
A pesar de tanto cambio de centro lo que sí se mantiene es tu relación con tu profesora de Bulgaria.
Eso es, sin Antonina Boneva hubiese sido imposible llegar hasta donde estoy ahora. Ella es la que me ha dado la base y después he ido creciendo con otros profesores, pero siempre apoyándome en ella. Está al tanto de todo lo que hago y de todas las piezas que integro en mi repertorio. También me siento muy agradecido a Rosalina Lambova, otra profesora que, a su vez, fue alumna de Boneva. Ella fue la que me enseñó y orientó durante un año antes de empezar a recibir clases de Boneva.
‘Hay una energía muy fuerte que emana de mí en los concursos’. Roberto Iliev
Poco a poco la música fue ocupando tu tiempo cada vez más hasta que decides prepararte para acceder al Grado Superior, ¿qué te hizo decidirte por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid?
Tenía claro que quería seguir en Madrid realizando mis estudios de Grado Superior. Me presenté a las pruebas y entré en el aula de Graham Jackson. Creo que el nivel de este conservatorio es muy bueno, en cuanto a profesorado diría que es espectacular, estoy muy contento de haber entrado en este centro. Desde segundo curso estoy con Mariana Gurkova, pero mantengo a Graham Jackson en la parte de música de cámara.
Tu interés por el mundo del piano, ¿pasa necesariamente por ser solista o prefieres combinar varias facetas? ¿Cómo te planteas el futuro?
En un mundo en el que todo fuese perfecto yo sería solista, ese es mi mayor sueño, ganarme la vida ofreciendo conciertos, pero no creo que pueda suceder…
¡La esperanza es lo último que se pierde!
Eso es verdad (risas). Siendo realista, creo que un pianista debería ser muy flexible a la hora de enfrentarse al mundo. Creo que tendría que tener tanto capacidad para ser solista como destreza para ser pianista acompañante o ser pianista en un grupo de cámara. Y también sería esencial tener conocimientos pedagógicos para ser profesor de piano o de cámara, creo que es un plus que podría venir muy bien. Se necesita ser un poco de todo y tener todos estos campos abiertos porque no se sabe en qué momento vas a necesitar hacer cada uno de esos trabajos, no puedes ser siempre solista.
Esa parte en la que hablas de ser profesor… suena casi más a necesidad a que haya un interés real, ¿te gustaría llegar a serlo?
Considero que ser profesor puede ayudarme mucho a la hora de entender por lo que pasan los estudiantes, en ese sentido puede ser muy favorecedor, a nivel personal, pero es verdad que le tengo un poco de miedo a ser profesor porque es un rol muy importante en la vida de los alumnos; es fácil que algo salga mal y por eso le tengo mucho respeto. Todavía no me he atrevido a proponérmelo como una meta porque creo que aún tengo que crecer mucho.
En cuanto a repertorio, ¿qué es lo que más te interesa? Lo que ha quedado claro en el Intercentros Melómano es que eres muy ecléctico, has traído obras de muy diversa naturaleza, de compositores muy distintos entre sí, lo que te ha llevado, por ejemplo, a ganar el Premio al Mejor Intérprete de Música Ibérica.
Tengo mucha afinidad hacia ciertos compositores, pero hay tantas posibilidades que no sería capaz de elegir solo unos cuantos. Sí que es cierto que siento mucha atracción por Chopin desde muy niño; siempre he tenido en dedos cualquier cosa de Chopin desde que tengo memoria, aunque sea una pieza fácil. También me gusta mucho Liszt, porque en general me gustan las piezas virtuosísticas, me llaman mucho la atención, creo que por eso tengo esa afinidad y esos intereses y creo que se me dan un poco mejor, esas piezas las abordo con mucho interés. En cuanto a repertorio en general, mi objetivo sería abarcar todo lo que pueda, para mí un pianista de referencia es Sviatoslav Richter, uno de los pianistas que más repertorio tenía, mi objetivo sería hacer algo parecido a ese titán del piano. Me gustaría seguir estudiando mucho y encontrando más opciones y más compositores.
‘Quiero aprovechar al máximo la oportunidad tan grande que me ha dado el Intercentros Melómano’. Roberto Iliev
Como ganador del Premio al Mejor Intérprete de Música Ibérica obtienes dos conciertos, además de la gira del Primer Premio, en el Festival Ibérico de Badajoz y en el Festival de Música Española de Cádiz. Te van a pedir que integres obras de autores españoles (o portugueses en el caso del Ibérico), ¿tienes interés por la música española?
Sí, la verdad es que me encanta. De las obras que he tocado o he escuchado todo me ha gustado. Mi primera obra española fue El Pelele de Granados, en 5º de Grado Profesional, y después también toqué Almería de Albéniz, y lo disfruté mucho. Tienen un lenguaje muy propio, muy peculiar y característico, me llama mucho la atención.
Eres un asiduo de los concursos, has participado en muchos, además con gran éxito, ¿qué es lo que más te llama la atención de estas experiencias?
En Bulgaria, desde bien pequeño, empecé a participar en concursos. Mi profesora tenía la costumbre de preparar a sus alumnos para ello. Siempre me ha gustado la experiencia de que un jurado evalúe el esfuerzo que he hecho durante varios meses o incluso años. En algún sentido, diría que muestro más mi potencial en los concursos que en los propios conciertos. Hay una energía muy fuerte que emana de mí en los concursos. Necesito mostrar todo el trabajo que hay detrás y me llena de alegría y emoción el momento de mi audición. Además, en la mayoría de los concursos suele haber pianos en muy buenas condiciones y disfruto mucho tocándolos. Nunca sabes el piano que te vas a encontrar, así que también es un reto.
¿De dónde surgió la idea de presentarte al Intercentros Melómano?
Descubrí el concurso hace un año, pero en la edición anterior no pude participar porque se me pasó el plazo y tampoco estaba muy bien preparado. Este año sí he tenido mucho tiempo para prepararme y, debido a la pandemia, todos los concursos han sido online, me apetecía muchísimo participar en el Intercentros Melómano al ser presencial.
¿Cómo elegiste el repertorio?
El tiempo de cada fase ha sido el factor que más peso ha tenido en este caso. Para la primera fase elegí tres piezas cortas porque teníamos un máximo de 10 minutos. Para mí es una costumbre presentar al principio de mi participación un preludio y fuga de Bach; consideré lógico incluir un estudio virtuosístico después, por eso elegí a Rajmáninov; y, finalmente, elegí una pieza de Weber, a pesar de que no la había tocado antes en público. La empecé a estudiar dos meses antes del concurso, fue bastante arriesgado, pero mi profesora, Mariana Gurkova, me animó a incluirla, me lo tomé como un reto. Para la Semifinal, como eran 15 minutos, tenía dos piezas muy largas, así que decidí seleccionar movimientos, de ahí que interpretarse una parte de Tombeau de Couperin de Ravel y, para variar, elegí Scarlatti. En el Concierto de Finalistas pensé que en 20 minutos tenía que mostrar distintos registros: la Polonesa-fantasía de Chopin y la Toccata de Prokófiev estaban claras, pero pensé en que sería interesante meter algo contrastante, así que la Sonata núm. 88 de Soler me iba perfecta, pensé que habría una estructura clara para gustar al jurado.
¿Qué tal fue la sensación de participar en un concurso presencial en plena pandemia?
Fue una experiencia increíble, maravillosa, muchísimo mejor de lo que esperaba. La verdad es que estuve encantado con todo. Me encanta viajar solo, así que esa parte la tenía resuelta, lo afrontaba con la mente abierta, estoy muy acostumbrado a viajar a Bulgaria solo para visitar a mis abuelos. Lo que más me gustó fue, por supuesto la organización, que fue espectacular, y también que fue muy dinámico, en un día hicimos un montón de cosas, se me hizo muy ameno, pero a la vez muy intenso. Nunca había formado parte de un concurso en el que se hiciesen dos fases en un solo día, y la verdad es que la experiencia fue increíble. Se lo recomiendo a todo el mundo.
Ahora que va a llegar el momento de empezar a disfrutar del premio con la celebración de tus conciertos, que se alargarán en el tiempo debido a la pandemia, ¿con qué sensaciones afrontas la gira?
Estoy muy emocionado de formar parte de cualquier concierto, así que mucho más al ser una gira de conciertos. Estoy muy motivado y quiero hacer todos los conciertos de la mejor manera posible, que el público disfrute. Quiero aprovechar al máximo la oportunidad tan grande que me ha dado el Intercentros Melómano.
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