‘Cuando las cosas no funcionan, es elemental y necesario identificar las causas, para desenmascarar las falsas explicaciones y descartarlas con argumentos sustentables. Que profesores y estudiantes, reunidos en pequeños o medianos grupos, en estudios, conservatorios, universidades, en seminarios y congresos, en talleres y en bares, comiencen a pensar, leer y debatir con lucidez y apertura, y se capaciten para realizar los aportes necesarios para superar la crisis pedagógica tan prolongada que venimos padeciendo’.
Violeta Hemsy de Gainza
(fragmento de una entrevista realizada por Pep Alsina y recogida en El rescate de la pedagogía musical)
Por Alberto Rico Trigo, responsable socioeducativo de la compañía Kubbo
La biblioteca de los nombres olvidados
Junio de 2020. Entro a una web cualquiera para comprar libros online. Busco ‘Edgar Willems‘ para ver si encuentro algún ejemplar de quien es, sin duda, una de las grandes referencias de la educación musical en el siglo XX. Como si la web se convirtiera de pronto en un anticuario, aparecen muestras descatalogadas, libros en francés de hace varias décadas y más de un objeto que podía ser cualquier cosa menos un libro de Willems.
Busco en otra web y lo mismo. Y en otras dos más. Pruebo con ‘Violeta Hemsy de Gainza‘, que al menos es un referente más actual (tanto que sigue viva). Mismo panorama desolado y desolador. Lo intento con ‘Justine Ward‘, una de las pioneras de la educación musical en el siglo XX y tampoco. Con Jaques-Dalcroze, Kodály, Suzuki o Burnard parece que hay un poco más de suerte, pero tampoco demasiada. De hecho, en cualquier sección de educación musical o de pedagogía musical es más fácil encontrar libros de ejercicios para aprender a cantar o a tocar el piano antes que escritos donde se reflexione acerca de la naturaleza del aprendizaje musical o propuestas metodológicas completas.
Sin embargo, en nuestro país tenemos la suerte de contar con referentes teóricos verdaderamente relevantes como Andrea Giráldez o Pep Alsina, y con muchos ejemplos de conservatorios poniendo en marcha innovaciones realmente transformadoras, como nos señalaba Antonio Domingo, lutier educativo que lleva años formando al profesorado de música: ‘lo que yo puedo contar es que hay muchas ganas en el profesorado, mucha necesidad de cambiar las cosas. Mucho más de lo que puede parecer la costra que todos sabemos que tiene la educación musical en este país‘.
En Kubbo realizamos recientemente una encuesta a 60 docentes de escuelas y conservatorios de todo el territorio español y descubrimos que nos faltan referentes compartidos. Willems, Jaques-Dalcroze o Hemsy eran mencionados en un par de ocasiones mientras que aparecían otros nombres como Ángel Gabilondo, Elsa Punset o Ken Follet (suponemos que en realidad quien puso a este novelista en realidad quiso referirse a Ken Robinson). No entraré en valoraciones acerca de si realmente esas personas son las referencias más adecuadas en educación general, pero es evidente que faltan nombres mucho más relevantes. Por otro lado, Josep Lluís Zaragozà o Antonio Domingo parecían tener un poquito más de impacto, con tres y seis menciones, respectivamente, mientras que figuras como Maurice Martenot, Pamela Burnard o Maravillas Díaz no aparecían ni una sola vez.
Ante este panorama, Antonio Domingo nos trae la nota de optimismo necesaria con ejemplos de buen funcionamiento de conservatorios en Alcañiz, Jaén, Linares o Sevilla, así como la Escuela de Música Musicamos, la Escuela de Música Mestre Agut de Almanzora y muchos más. Durante el confinamiento, Antonio ha intentado dar a conocer estas iniciativas. Gracias a docentes de esos centros como Luis Manuel, Andrés Parada, Chusa Puerto o María Quintanilla, el Aprendizaje Basado en Proyectos entra en los conservatorios y llega hasta el Museo del Prado, las clases one-to-one se transforman en clases abiertas donde el alumnado va a horas que no son las suyas con naturalidad o se crean mediometrajes con la participación de las familias y guion del estudiantado y donde, en definitiva, la educación musical transformada es una realidad palpable.
Antonio afirma que ‘evidentemente, la educación en este país está muy mal, pero ¿quizá no será que siempre suena solo lo malo, como en el telediario? Evidentemente hay mucho que mejorar, hay mucha costra en equipos directivos, en procedimientos de selección del alumnado, en contenido curricular, en cómo se ha organizado la ley, en cómo no se utiliza la ley, en cómo las competencias no son utilizadas por el profesorado, es cierto, todo eso es verdad. Y eso hay que cambiarlo. Pero, ¿cómo se cambia? Trabajando y con modelos. Sacando a la luz a la gente que está asfixiada, o la gente que se considera que son los raros, o la gente que de alguna forma está ya haciendo cosas muy interesantes pero que, como son buenas noticias, no causan sensación’.
De ser intérprete a ser docente
Está claro que nos falta conocer con mayor profundidad las buenas prácticas que están en marcha y aportaciones de las grandes personas referentes en educación musical. Pero no solo de ellas. También necesitamos conocer aquellos saberes y propuestas que se han construido alrededor del aprendizaje y la educación en general. ¿No sería útil entender los procesos psicológicos de la memoria, la motivación o el aprendizaje que se dan en clase de instrumento? ¿No nos aportaría entender el funcionamiento de procesos de enseñanza que pueden mejorar la docencia tales como la renuncia estratégica, el andamiaje, el modelado, el ajuste, la activación de conocimientos, el traspaso de control, la reflexión sobre la acción y tantos otros? ¿No podría ayudarnos conocer el funcionamiento del aprendizaje cooperativo, la evaluación formativa o el aprendizaje-servicio?
Mara Nieto, técnica del Área Educativa de FUHEM, nos comenta que ‘para ser buen docente hace falta mucha formación de calidad, formación basada en lo que se sabe a través de la investigación en la psicología del aprendizaje y la pedagogía. Una persona no nace “buen profe”, hay que trabajarse. Y no solo en lo metodológico, sino también a nivel emocional. Y creo que es muy importante haber experimentado en primera persona estas otras formas de aprender. Pasa mucho que nos quedamos en la teoría y sabemos explicar cómo sería un buen aprendizaje pero puede ocurrir que luego no sepamos llevarlo a la práctica porque no sabemos cómo se hace. Entonces experimentarlo en primera persona para mí es fundamental para darte cuenta de que es posible, entender cómo se hace y comprobar los efectos que tiene en el aprendizaje. También es muy importante para ser buen docente que haya mucha, mucha, mucha reflexión sobre la práctica docente. Porque sin reflexión no hay cambio‘.
Por lo tanto, no se trata de conocer nombres de pedagogas al tuntún ni de aprendernos palabras técnicas que suenan bien. Más bien se trata de que la educación musical podría tener una mayor calidad si consiguiéramos generar más puentes entre el conocimiento educativo y el profesorado de escuelas y conservatorios. Porque no es cuestión de caer en ese discurso fácil de echar la culpa al profesorado por no saber quiénes fueron Montessori o Vigotsky o por no reaccionar adecuadamente con esa alumna que tiene TDAH. En lugar de eso, más valdría empezar a construir esos puentes que permitan seguir mejorando la calidad de nuestra profesión docente. Bastante tiene el profesorado muchas veces con comerse el coco arreglando partituras o intentando entender por qué a Laura no le funciona este pasaje así mientras Luis no consigue ni colocar la embocadura en condiciones.
Esto va más allá: hemos aprendido a ser músicos desde una perspectiva laboral muy concreta y quizá poco realista para la realidad profesional que tenemos. Todo el mundo se forma con idea de acabar en una orquesta y soñando con ser solista. Sin embargo, en el sector se sabe que la mayor parte de profesionales que se dedican a la música lo hacen desde la docencia musical. E incluso quienes se dedican a la interpretación, también es fácil que acaben dando clase: según la última encuesta de la Asociación de Músicos Profesionales de España (AMPE), prácticamente 1 de cada 4 músicos (22,9 %) que se dedican a la interpretación profesionalmente lo hacen de manera paralela a una actividad docente. De hecho, tal y como muestra ese informe, dedicarse a la interpretación en nuestro país hoy en día conlleva en un alto porcentaje de personas una situación de precariedad laboral sostenida.
‘Creo que a muchos docentes les faltan herramientas pedagógicas. En el plan de estudios de interpretación no hay ninguna asignatura de pedagogía y esto mismo ocurre en muchos másteres de investigación (obligatorios para ocupar una plaza de cátedra). Muchos profesores adquieren su puesto sin haber dado nunca nada que tenga que ver con la función docente‘, nos señala Lourdes Rosales, estudiante de viola en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. ‘Tras acabar el Superior el primer trabajo que solemos tener es en escuelas de música privadas, en las que impartimos, sin experiencia ni conocimientos, clase a niños pequeños. Y la verdad es que es bastante grave, porque al final los que nos hacemos cargo de los niños más pequeñitos solemos ser los que menos experiencia tenemos. Entonces yo creo que sí, es necesario que para que una persona desarrolle una carrera como docente tenga la formación adecuada’.
Mara Nieto lo complementa: ‘Al igual que una persona no se pone a ejercer Medicina sin haber estudiado nada sobre Medicina, creo que una persona no debería ejercer una labor docente sin haber estudiado y reflexionado sobre cómo hacer esto. Porque al final tiene un impacto en la vida de otras personas. Como formadoras somos agentes de cambio educativo y de cambio social y creo que si seguimos haciendo lo que venimos haciendo durante años y años no va a haber cambio social ni en la escuela ni en ningún entorno educativo. Por eso es importante la formación’.
Dedicarse a la docencia musical es algo maravilloso, pero no nos forman para asumirlo como tal, sino como un fracaso por no estar en el escenario. La cuestión, como veníamos diciendo, es que lo más probable es acabar dando clase, pero lo más presente en el currículum musical es aprender a ser intérprete. No nos forman para ser docentes a pesar de que la mayoría acabamos siéndolo de un modo u otro. Y, por supuesto, sin entrar en el resto de profesiones poco presentes en el imaginario colectivo del alumnado de música, tales como producción, lutería, gestoría, etc.
A raíz de estas reflexiones decidimos comenzar esta sección sobre innovación educativa en música. En próximos artículos profundizaremos en este concepto, para darle un significado útil a nuestro contexto y no unirnos a una moda que en muchos casos está cargada de pseudociencia y gurús simplistas. De momento, presentamos esta sección como un espacio donde pretendemos dialogar sobre esa doble identidad que implica ser músico y ser docente, esa suma de lugares que implica habitar el escenario y el aula a la vez, una forma de ser que transita dos realidades fusionadas. Queremos partir de la reagrupación de las ‘dos culturas’, científica y humanista, como reflexionaba Charles Percy Snow, y avanzar desde ahí hacia aquella ‘ecología de saberes’ que defendía Boaventura de Sousa Santos, donde tanto el saber académico, como otros saberes (prácticos, tradicionales, etc.) confluyan para lograr, en este caso, una educación musical de mayor calidad y con mayor impacto social.
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