
Se ha escrito —y quizá fuera cierto— que la pianista catalana Alicia de Larrocha vino al mundo con una partitura de Iberia debajo del brazo. El amor por la obra fue constante durante toda su vida; comenzó a interpretarla en la adolescencia y en 2003, tras setenta años de carrera profesional, se despidió del publico tocándola.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
Ningún pianista ha interpretado la suite Iberia de Isaac Albéniz en tantas ocasiones como Alicia de Larrocha de la Calle: la ofreció en más de 400 conciertos; de estos, en casi 70, completa. Tampoco nadie realizó más grabaciones de la obra que ella, nada menos que cuatro integrales, un hito discográfico irrepetible: dos para el sello Hispavox, publicadas en los años 1958 (HH-1076-77, 2 LPs mono) y 1962 (HH-10-89/90, 2 LPs estéreo), y otras dos para Decca, años 1973 (SXL 6586/7, 2 LPs estéreo) y 1987 (417 888-1, 2 LPs estéreo, y 417 888-2, 2 CDs estéreo); además de otras diez grabaciones, completas o parciales de conciertos en directo, incluyendo una para la BBC Radio de Londres y otra para la CBS Televisión de Nueva York.
Iberia en concierto
La estilizada seguiriya de ‘Triana’ y el matizado Allegretto espressivo de ‘Evocación’, del Cuaderno IIyCuaderno I, respectivamente, se incorporaron al repertorio de Larrocha en sus primeros conciertos de posguerra: ‘Triana’, en el Palau de la Música, ante un público formado casi todo por miembros de Falange, que ‘aplaudió con extraordinario entusiasmo obligándome a tocar fuera de programa’ la pieza (carta a una amiga, 28-IX-1939) y las dos piezas juntas, el primero de octubre, en el Teatro Tívoli. En este concierto, organizado por la Sección Femenina de Falange, De Larrocha interpretó previamente el Scherzo opus 20, el Vals opus 42 de Chopin y la ‘Danza del terror’ de El amor brujo de Falla; obras de considerable complejidad y envergadura para una intérprete que pocos meses antes acababa de cumplir dieciséis años. Esta juventud, ligada a su condición de mujer, no podían ser ignoradas por la prejuiciosa crítica de la época tras el éxito del siguiente concierto, un titánico recital con obras de Bach en transcripciones de Liszt y Saint-Saëns, de Scarlatti, Beethoven (Sonata ‘Les adieux‘), Albéniz (los citados números de Iberia más ‘El puerto’, del Cuaderno I), Falla, Granados, Turina y Chopin, ofrecido el 30 de abril y el 5 de mayo de 1940 en el madrileño Teatro de la Comedia, adonde regresaba pasados cuatro años de haber debutado en la capital. Federico Sopeña, para el diario Arriba:
‘El prodigio está en poder hallar la técnica del pianoforte con una visión femenina de las obras que nunca las amanera ni desvirtúa […]. Hasta la apoteosis romántica del piano, el instrumento era relativamente dócil a las manos femeninas (no es extrañar que la más alta figura de la feminidad musical sea Wanda Landowska, clavecinista); pero después toda mujer puesta al piano caminó siempre entre dos peligros: el excesivo debilitamiento de la sonoridad y la interpretación matizada y amanerada de una sensiblería fácil […] Alicia de Larrocha está destinada, por la ausencia de aquellos radicales defectos, a ocupar un puesto muy interesante entre nuestras figuras del piano. Es innegable que su Chopin, por femenino que resulte, en sus manos se escucha con una sensación de naturalidad perfecta […]’.
Sin mayor búsqueda de fundamentos, ahondando sin embargo en el prejuicio, se leía en ABC: ‘Su feminidad y corta edad no son obstáculo para una musicalidad que produce forzosamente un entusiasmo arrollador’. En el barcelonés Solidaridad Nacional: ‘El arte musical de Alicia de Larrocha, prodigio de agilidad y tecnicismo, sorprende por un perfecto equilibrio impropio de una adolescente. El público ovacionó a la pianista, obligándola a tocar cinco piezas fuera de programa’.
El 6 de junio de 1952, en el Palau de la Música, cumplidos los 29 años, De Larrocha interpretaba la suite Iberia completa por primera vez.
La primera integral discográfica
Creado en 1953 por José Manuel Vidal Zapater, Hispavox fue sello pionero en España por aplicar en sus ediciones la técnica del microsurco. Previo consentimiento de su marido, el también pianista Juan Torra, cuya firma figuraría en el contrato, De Larrocha firmó con Hispavox en 1957 para la grabación de obras de piano con orquesta y de cámara para piano solo; otras obras del repertorio camerístico quedaban excluidas. El contrato, renovable cada dos años, establecía una regalía del 5 % sobre el precio de cada disco vendido. Entre 1958 y 1967, año en que la pianista firmó un contrato en exclusiva con Decca London Records (compañía con la que grababa desde 1954), aparecieron trece discos editados por Hispavox; y hasta la absorción de Hispavox por EMI en 1977, bien editados por este sello o por Claves, la compañía de Vidal Zapater participó en la grabación de un total de cuarenta y cuatro discos de Larrocha.
La primera grabación con Hispavox, y primera de las cuatro integrales dedicadas a la suite Iberia, no fue una experiencia fácil. Las sesiones tuvieron lugar en los estudios madrileños del sello durante los días del 20 al 24 de noviembre. Al término de la segunda sesión, De Larrocha confesaba por carta a su venerado maestro Frank Marshall la frustración que la embargaba. Había dedicado la sesión entera de ese día, y la del anterior, solo para grabar ‘Evocación’, ‘El puerto’, ‘Málaga’ (Cuaderno IV) y Navarra, pieza que acabaría completando el segundo de los álbumes. Tenía los dedos destrozados y ni con esas había conseguido imprimir la debida fuerza en las interpretaciones. El piano de Steinway & Sons, completamente nuevo, le había ocasionado muchos problemas porque estaba ‘duro como una piedra’. Únicamente se mostraba satisfecha por cómo había quedado ‘El puerto’; Navarra le daba auténtica pena. Cuando debía seleccionar pasajes de las distintas versiones grabadas no sabía por cuáles decidirse, ya que todos le parecían pésimos o igual de mejorables. Exhortándose a aguantar y mantener la moral alta, porque de lo contrario todo podría ir peor, concluía haciendo balance: ‘¡Ay, maestro! Esto de los discos es algo que acaba con los nervios del más pintao‘.
La frustración de Larrocha se explicaba por su ya habitual nivel de exigencia. Que las sesiones no marchaban como dejara entender a Marshall lo pondría de manifiesto el prodigioso resultado final de las mismas, cuando la comprensión profunda de la partitura de Albéniz y la altísima calidad técnica desplegada en su ejecución merecieron, como no podía ser de otra manera, la aclamación general de la crítica. El doble álbum de Iberia y Navarra fue galardonado por la Acadèmie Charles Cros de París con el Grand Prix du Disque en 1960; reconocimiento que De Larrocha volvería a recibir en 1974 por su tercera grabación de Iberia para Decca, junto al Grammy a la mejor interpretación Clásica solista instrumental sin orquesta, premio reiterado en 1988 por la cuarta integral de Iberia.
Consulta, entrecomillados: Mònica Pàges Santacana: Alicia de Larrocha. Notas para un genio. Alba Editorial, 2016.
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