Manuel de Falla: El sombrero de tres picos. Joaquín Turina: Sinfonía Sevillana. Orquesta Nacional de España dirigida por Ataúlfo Argenta. Grabación de estudio para DECCA, realizada en Madrid, 1955, y editada por London International, YW 91013 (LP Mono). Ediciones posteriores de la misma: London Records LL 1688, CS 6050 (LP Estéreo); Alhambra MCC 30007 y SCLL 14001.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
Repasar el legado discográfico del director cántabro conduce el ánimo a oscilar entre emociones. Del estupor ante la variedad y extraordinaria calidad de sus grabaciones, verdadero gozo para el amante del repertorio clásico español, pasamos al entusiasmo y de este a la melancolía, hecho el silencio tras la música. Cuánto no habría conseguido Argenta de haber aplazado la inflexible Átropo su acción siniestra. Alexis Weissenberg, solista invitado de la Orquesta Nacional de España en los años de titularidad del maestro —si bien nunca coincidieron en el escenario—, valoraba la carrera artística de este con sencilla elocuencia al decir que lo logrado en sus pocos años de vida ‘ha sido más importante que muchas cosas logradas por hombres de mucho talento que han vivido mucho más tiempo’.
En el período dedicado en exclusiva a la dirección orquestal (1946-1958; trece años tan solo), Argenta disfrutó de una continua progresión ascendente. Para ello, debió renunciar a su condición de notable pero imperfecto concertista de piano y renacer como director de orquesta. Dio un total de 720 conciertos con 40 agrupaciones musicales europeas y manejó un repertorio de casi 600 obras. En una época de gigantes, con directores de la talla de Karajan, Celibidache, Solti, Fricsay, Kubelik o Bernstein en plenitud, Argenta se hizo un lugar en el panorama musical como valor incuestionable.
De entre los directores españoles del momento fue el único en emprender una sólida carrera discográfica. Como proyectos irrealizados quedaron la grabación para DECCA (compañía con la que tenía firmado contrato hasta diciembre de 1959) de las integrales sinfónicas de Brahms con la Filarmónica de Viena y de Beethoven con la Filarmónica de Israel. Su muerte, en la misma década que desaparecieron Toscanini y Furtwängler (maestros con los que llegó a ser comparado), supuso un insuperable revés en la proyección mundial de la música española.
Impaciencia y nervios
‘[…] hay que ver lo que me espera los próximos días. El 15, concierto aquí [Kassel], viaje esa misma noche a Berlín, el 16 ir a la radio para ver qué programa dirijo el 17 con la orquesta. Después, estudiarme las partituras entre ese día y el 17 por la mañana. Y por la tarde, concierto a las 4 (3 hora española), que ya sabrás que lo puedes oír’. (Carta de Argenta a su esposa, Juana Pallares).
Posiblemente ya con una batuta fina, larga y sin mango, como la empleada por Furtwängler, con autoridad suficiente pero devorado de inseguridad por dentro, Argenta debutó como director de orquesta el 17 de mayo de 1942. El contrato le llegó de repente, previa confirmación de su solvencia como pianista, en un momento en que el esfuerzo bélico de la Alemania nazi comenzaba a privar de hombres capaces a la vida civil. Un concierto radiado con programa español (Falla, Turina, Granados) para solaz de los soldados de la Wehrmacht. Hasta aquel país en guerra, pero lleno de oportunidades profesionales, acudió Argenta en la primavera de 1941, becado por el Reich para un curso de perfeccionamiento con el pianista Winfried Wolf en Potsdam. De aquel primer concierto radiado no se conservan críticas, pero debió ser tan del agrado de los promotores que en seguida llegaron contratos para dirigir la Orquesta de la Ópera de Dusseldorf, la Orquesta de la Radio de Hamburgo, la Radio de Frankfurt, la Radio de Stuttgart, la Radio de Baden-Baden y la Radio de Múnich. Se conservan, en cambio, fragmentos de críticas dando cuenta de Argenta como concertista. Bajo el título Ataúlfo Argenta. Der junge Spanische Meisterpianist (El joven maestro pianista español) pudo leerse en la prensa alemana: ‘[…] en las obras de Scarlatti, Bach-Busoni y Brahms mostró un fuerte sentido tectónico y una adaptación dúctil a su contenido espiritual’, ‘[…] tocó con una técnica flexible y una fina sensibilidad por los efectos artísticos’, ‘Su forma de tocar con una división del fraseo profundamente estudiada destaca por su calidad y equilibrio’, ‘[…] el simpático artista demostró su extraordinaria capacidad con energía y fue vivamente aclamado por el numeroso auditorio’ (Juan González-Castelao, Ataúlfo Argenta, 2008).
Winfried Wolf despertó en Argenta la pasión por la dirección orquestal, pero la instrucción para el oficio la recibió de Carl Schuricht, quien lo introdujo en el conocimiento y preparación del gran sinfonismo germano. A la austera y precisa tradición interpretativa de la Escuela Alemana legada por el director prusiano, Argenta supo incorporar la sensualidad colorista de la Escuela Franco-Belga, representada por el maestro suizo Ernst Ansermet, a todos efectos un segundo mentor.
Cuando el curso de la contienda, decididamente adverso para Alemania, comenzó a hacer imposible la vida artística, Argenta no vio otra alternativa que regresar a España con su mujer e hijas a finales de 1943. El conservatorio de Kassel, institución en la que entró como alumno y acabó siendo profesor (asistente de piano para la ópera), había sido destruido por los bombardeos Aliados en octubre. Tampoco la casa de Argenta, en los alrededores de la ciudad, escapó a la destrucción.
Al frente de la Orquesta Nacional de España
En 1945 Argenta entró por oposición en la joven Orquesta Nacional como profesor de piano y celesta. Con motivo de una baja por enfermedad del titular Bartolomé Pérez Casas, fue requerido por la Comisaría de Música para dirigir a la agrupación. El concierto tuvo lugar el 10 de octubre en el Teatro Calderón de Madrid. Obertura del Oberón de Weber, Concierto de Brandemburgo núm. 3 de Bach y Sinfonía núm. 2 de Brahms en la primera parte; en la segunda, La isla alegre de Debussy-Molinari y Danzas fantásticas de Turina. Conviene recordar que entonces Brahms, poco interpretado, era compositor desafecto del público español.
Una anécdota del ensayo evidencia el firme carácter de Argenta y su conocimiento de la obra del hamburgués. Cuando, al final del Allegro non troppo, solicita al trompa determinado matiz de expresión en el solo y este replica que acostumbran a hacerlo de otra manera, la contrarréplica, desafiante, descoloca a los músicos: ‘Por eso. Como siempre lo habéis hecho mal, ya es hora de que lo hagáis bien’. Testigo de la calidad de Argenta (Kapellmeister Ataúlfo, como le motejara a sus espaldas) y la excelente acogida del concierto, desde su tribuna en la prensa Joaquín Rodrigo habló de la ‘escasez de nuevos valores capaces de sostener el ritmo de la música española de los últimos cincuenta años’.
El 23 de mayo de 1946, en el marco de las celebraciones organizadas en memoria del humanista Antonio de Nebrija, Argenta dirigió a la ONE en el sevillano Teatro Lope de Vega. Fue su presentación en provincias y el sexto concierto con la orquesta. En el programa, la Sinfonía Heroica de Beethoven y otras dos obras que el maestro incorporaba ese día a su repertorio: El sombrero de tres picos de Falla y la Sinfonía Sevillana de Turina. En El correo de Andalucía, el compositor Telmo Vela Lafuente reseñó el ‘gran triunfo’ de la Nacional y del ‘eminente maestro Ataúlfo Argenta’; lo que no disipó su disgusto por la excesiva duración del programa. En ABC Sevilla se dijo que ‘la orquesta sonó pujante y dominadora’ en la Heroica; que ‘exteriorizó el sorprendente colorido y la gracia folclórica que el compositor describe con humorismo y maestría’ en la Sinfonía y que con la Danza de El sombrero de tres picos ‘se rubricó una espléndida sesión musical’ en la que el maestro Argenta se distinguió como ‘nuevo valor español de la batuta’.
Sobre las grabaciones
Disponemos de cuatro grabaciones de El sombrero de tres picos dirigido por Argenta. Dos con las suites completas y otras dos con danzas de la Segunda Suite. Completas son las grabaciones pertenecientes a los años 1955 y 1956, realizadas en Madrid, con la ONE. La primera es la excelente grabación de estudio para DECCA, editada por London International, que constituye el motivo del presente artículo. De la segunda grabación completa conocemos la fecha y el lugar: 19 de octubre de 1956 en el Palacio de la Música. Se trata de un concierto retrasmitido por Radio Nacional de España y conservado en los fondos del ente hasta su publicación en formato CD por el sello Almaviva, DS-0121.
Las grabaciones parciales de la Segunda Suite (Seguidillas, Farruca y Danza final) pertenecen a conciertos con agrupaciones extranjeras transmitidos asimismo por emisoras de radio. El 8 de diciembre de 1954 Argenta dirigió a la Orquesta Sinfónica de Viena en la Gran Sala del Konzerthaus. La señal del concierto fue radiada por la Rot-Weiss-Rot vienesa. El sello Orfeo, C 277 921 B, editó el registro en formato CD en 1992, junto con el poema sinfónico Don Juan de Strauss, programado el mismo día, y la Sinfonía Escocesa de Mendelssohn, perteneciente a un concierto de Argenta —misma orquesta, misma sala— del 6 de mayo de 1953.
La última grabación de las danzas, editada en CD por el sello Stradivarius, STR 10059, pertenece a un concierto dado en París el 28 de febrero de 1957 transmitido por la Société Nationale de Radiodiffusion. El programa, dedicado a Falla, fue extenso: Interludio y canciónde Salud ‘¡Vivan los que ríen!’ de La vida breve, con Teresa Berganza como solista; Noches en los jardines de España, con el pianista Gonzalo Soriano; Siete canciones populares españolas, de nuevo con Berganza; El amor brujo y, como cierre, las tres mencionadas danzas. Disco óptimo en cuanto a interpretación y con buen sonido que posiblemente sea hoy inencontrable.
Frente a las cuatro grabaciones de El sombrero de tres picos Argenta grabó la Sinfonía Sevilla de Turina en una única ocasión. Fue en la misma sesión para DECCA editada por London y Alhambra. Con posterioridad la Sinfonía ha sido editada por RCA Classics, WD 71326.
Otros clásicos a tener en cuenta
Grabación de tímbrica rutilante y arrolladora sonoridad, referencia indiscutible entre las interpretaciones de El sombrero de tres picos, es la de Jesús López-Cobos al frente de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, en el que sin duda fue el período discográfico más fructífero del maestro zamorano. Telarc 80140, 1987.
La grabación de Edmon Colomer dirigiendo a la Joven Orquesta Nacional de España, Audivis Valois 4642, de 1989 (aunque realizada dos años antes), no alcanza en interpretación el nivel de excelencia de López-Cobos, pero destaca por su colorido y bella musicalidad. Completa este CD el Concierto para clavecín y cinco instrumentos.
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