Por Salvador Barberá
Solista de oboe de la Orquesta Sinfónica RTVE
La Orquesta Sinfónica RTVE tenía previsto interpretar la Novena de Beethoven los días 2 y 3 de abril en el Teatro Monumental, bajo la batuta de su director titular, Pablo González. El concierto se enmarcaba dentro de la programación especial «Beethoven 250 aniversario». Debido a la crisis sanitaria, dichos conciertos han sido anulados.
El oboe es un instrumento que dispone de un timbre tan característico que facilitó que se le considerara un instrumento relevante junto con las trompas cuando se llevó a cabo la ampliación de la primigenia orquesta, formada tan solo por instrumentos de cuerda.
Es un instrumento muy afortunado y es que, en general, tiene un papel muy destacado en el mundo sinfónico. Si ampliamos el análisis a toda la orquesta, la evolución técnica de los instrumentos hizo posible que el sinfonismo pudiera contar cada vez con mayor número de instrumentos, ya sean de cuerda o de viento. En el caso del viento madera, a mi modo de ver, todas las obras son igual de interesantes, en ellas podremos encontrar diferentes aspectos a destacar, independientemente de la presencia cuantitativa en la partitura.
La dimensión de la orquesta
Para ver el impacto de la sección de viento madera es importante conocer la dimensión del resto de la formación sinfónica, especialmente las cuerdas. En una orquesta sinfónica lo habitual es encontrar una formación de 16 violines primeros, 14 violines segundos, 12 violas, 10 violonchelos y 8 contrabajos. El número de componentes de la sección de viento madera es de 4, tres más un instrumento complementario que amplía y diversifica el sonido del instrumento original. Los componentes de la sección de viento madera por orden de registro (empezando por el agudo y terminando por el más grave) son: 3 flautas y 1 flautín o pícolo; 3 oboes y 1 corno inglés; 3 clarinetes y 1 clarinete bajo; 3 fagotes y 1 contrafagot.
Es obvio que cuanto mayor es el número de instrumentistas por «cuerdas» o instrumentos, mayor es la complejidad en la rutina diaria para conseguir los objetivos. Por poner un ejemplo, una sinfonía de Beethoven suele necesitar dos músicos por instrumento, y en la Segunda Sinfonía «Resurrección», de Gustav Mahler, serán cuatro los necesarios.
El caso de la Novena Sinfonía de Beethoven
Es importante conocer la plantilla en cada obra, la Novena Sinfonía de Beethoven lleva una plantilla de 2 flautas y 1 flautín; 2 oboes; 2 clarinetes; 2 fagotes y 1 contrafagot.
Los profesores de la Orquesta Sinfónica RTVE disponemos de un amplio archivo en el que podemos consultar las partituras que se van a trabajar en un futuro. Es por ello que cada miembro de la agrupación tiene la posibilidad, y también la obligación, de preparar de manera individual la obra antes de comenzar los ensayos con la orquesta. En el caso concreto de la Novena, es precisa una preparación individual previa más enfocada a conocer la obra y analizarla técnicamente. Será cuando empiece el ensayo con la orquesta cuando empezaremos a trabajar las texturas sonoras, la afinación, el empaste o el fraseo, en definitiva, lo que realmente es la música.
El Romanticismo abrió las puertas a los intérpretes de poder ofrecer un abanico de posibilidades tímbricas más amplio. El compositor te deja mayor libertad, aunque contenida, al poderse expresar de manera más evidente y así poder dar una imagen más real y definitoria de lo que expresa la partitura.
Con Beethoven llegan los extremos dinámicos, fortísimos y pianos extremos, que permiten encontrar matices mucho más sutiles que los que encontramos en el Clasicismo.
La grandiosidad de esta sinfonía está muy por encima de aspectos puntuales como el viento madera. Es una sinfonía realmente impactante, la verdad. A nuestra sección, no nos afecta ni a favor ni en contra, pues no influye en los músicos de orquesta que haya un cantante solista, o un coro. Quizá en este caso en concreto debamos bajar las dinámicas un grado o nivel para facilitar así una mejor emisión de la voz sin forzar.
Beethoven requiere una preparación muy completa, necesitamos un «músico total» que domine el empaste mediante un sonido bello y envolvente, lograr ataques precisos e incisivos (scherzo vivace), o ataques precisos pero delicados (en el comienzo de la sinfonía, por ejemplo, o en el tercer movimiento, Adagio).
También requiere una potencia sonora bastante evidente al llegar al éxtasis final del famoso pasaje con el coro. A mi modo de ver no es complicada técnicamente. Pero sí lo es para conseguir un bloque único sonoro, de ahí su grandiosidad y dificultad de conjunto.
La Novena Sinfonía de Beethoven está formada por los siguientes movimientos: I. Allegro ma non troppo, un poco maestoso; II. Molto vivace; III. Adagio molto e cantabile; y IV. Presto-Allegro assai-Presto-«O Freunde, nicht diese Töne».
Para el viento madera no existe un movimiento que destaque más que otro, pues cada pequeña sección que comprende este bloque (flautas, oboes, clarinetes y fagotes…) tiene un timbre característico que encaja en un movimiento o pasaje en concreto.
Podemos hablar de varios ejemplos a lo largo de la partitura. La introducción nos presenta unos planos sonoros con unas quintas y nuestros amigos los trompas, clarinetes, oboes, flautas y fagotes serán los que sentencien con el acorde de Re menor.
El Allegro vivace del segundo movimiento, y sus combinaciones con los staccati y con un vertiginoso compás de tres por ocho a uno nos muestra ese momento desafiante que es tan característico de las sinfonías del genial maestro y que podemos encontrar en la Tercera, Quinta y Séptima sinfonías.
También está el lirismo y expresividad que el compositor le da a las maderas en el tercer movimiento, Adagio molto e cantabile, en el que dialogan los clarinetes y los fagotes con la melodía principal y que posteriormente desarrollan los oboes y las flautas.
En el cuarto movimiento existe un solo que bajo mi punto de vista es uno de las melodías más bellas que se hayan compuesto para el melodioso y expresivo fagot, el solo que contrapone a la introducción de la archiconocida melodía en la «Oda a la alegría» de las cuerdas. También hay que destacar el momento en el que entra en la marcha con el pícolo, flautas y los oboes que empieza con esa lejana melodía que se acerca con los instrumentos de mayor envergadura y mayor capacidad sonora.
Ensayos y preparación de la sección de viento madera
Los ensayos están organizados normalmente en tres sesiones, una cada día. Durante ese período de tiempo, se trabaja en un orden que, en el caso de obras con coro y solistas, suele comenzar con la preparación de la orquesta, a la que posteriormente se une el coro, finalizando con la incorporación de los solistas.
Sabremos que tanto la sección de viento madera como la orquesta está preparada cuando hayamos logrado que los pasajes tengan sus dinámicas armonizadas en función de la partitura, incorporando las indicaciones del maestro, en caso de que las considere necesarias; comprobando así que las anotaciones de interpretaciones anteriores tengan validez, ya que es posible que para la versión que trabajamos en esta ocasión las indicaciones antiguas desaparezcan. Hemos de ser respetuosos con la partitura a la vez que flexibles para introducir los matices que desee aportar el director.
Es el director quien decide qué quiere en cada momento y lugar de la obra. Lo que sí hacemos, es consultar durante el ensayo al maestro las dudas que tengamos, para así poder unificar los criterios y conseguir un gran bloque sonoro.
Balance entre orquesta y coro
No podemos plantear una obra de orquesta y coro como un ejercicio de poder de una formación sobre la otra, sino como de un trabajo en conjunto en el que intentamos magnificar las virtudes de cada uno de ellos.
Al ser un grupo tan numeroso, se debe conseguir un bloque único formado por profesores de orquesta y de coro. Cuando estamos tocando y el coro está cantando, el maestro ajusta el volumen de la orquesta normalmente para que baje un nivel y así nuestros compañeros no fuercen tanto la voz; es el caso del cuarto movimiento «O Freunde, nicht diese Töne», donde la orquesta debe ajustar la masa sonora para que el coro se oiga con claridad.
Se podría decir que cuando entra el coro, en la «Oda a la alegría», la sección de viento madera se pone al servicio de la palabra, aunque más que ponerse al servicio de la voz o de la palabra, es más ponerse a los pies de tan maravillosa obra, y para ello hay que buscar la mejor manera de tocarla con gusto y precisión. Si para ello hay que bajar potencia sonora para que se oiga la palabra, por supuesto que lo haremos.
La Novena Sinfonía de Beethoven es una obra de arte sonora que ha traspasado todas las fronteras escuchándose en todo el mundo. La Unión Europea tiene como su himno la «Oda a la alegría» manifestando que, en el lenguaje universal de la música, esta oda es la expresión de los ideales europeos de libertad, paz y solidaridad.
Esta obra la hemos escuchado interpretada por orquestas sinfónicas, bandas de música, coros, incluso centros educativos… ¿Qué otra obra ha conseguido que llegue a todo el mundo? Seguro que las hay, pero creo que es la Novena Sinfonía de Beethoven la primera que nos viene a la mente. Eso es lo que me gusta de esta sinfonía, que es capaz de llegar a toda la humanidad sin diferencias, y así la disfruto.
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