María Diez-Canedo es una flautista mexicana especializada en música antigua. Actualmente destaca en la interpretación de la flauta de pico y flauta travesera barroca y es miembro fundador del ensemble La Fontegara, con el que ha difundido el repertorio instrumental novohispano y europeo de los siglos XVII y XVIII. Ahora, el grupo acaba de presentar, con el sello Lindoro, ‘Luis Misón. Sonatas y tríos para flauta travesera, violín y bajo’, junto al violinista Manfredo Kraemer.
Por Alicia Población
¿Por qué decidió dedicarse a la música antigua? ¿Cuál fue el punto de inflexión?
En mi casa escuchábamos música siempre, a mi padre le gustaba mucho la música de Mozart, Beethoven, Chopin y Weber, pero los conciertos de L’estro armonico de Vivaldi eran unos de sus favoritos. Empecé a estudiar la flauta dulce a los 13 años y a tocar en consort de flautas en una academia de una maestra norteamericana que nos ponía repertorio del Renacimiento y del Barroco, y me encantó. Entonces mi padre me empezó a traer discos de Frans Brügen y me fasciné con él. Me aprendía de memoria las sonatas y conciertos de sus discos. Aunque probé otros instrumentos (piano, guitarra), siempre me sentí identificada con la música antigua y con la flauta. Ya en la preparatoria empecé a tocar en un grupo (Cantar y Tañer, de Benjamín Juárez Echenique, en el que hicimos mucha música virreinal mexicana). Comencé a estudiar el traverso y a oír a los grupos barrocos revolucionarios, como Musica Antiqua Köln, que fueron toda una revelación.
¿Cómo surge el ensemble La Fontegara? ¿De dónde viene el nombre?
Después de regresar de mis estudios en Boston y en La Haya, comencé a dar clases en la Escuela Nacional de Música de la UNAM (ahora Facultad) y me reencontré con mis amigos y colegas Eloy Cruz (guitarra barroca, vihuela) y Gabriela Villa (viola da gamba), con los que ya había tocado antes (en el grupo Témpore) y empezamos a montar repertorio del XVI al XVIII. Dimos nuestro primer concierto como La Fontegara en el Convento del Carmen (San Ángel, CDMX) en diciembre de 1988. El nombre viene del tratado de flauta de pico y glosas de Sylvestro Ganassi, Opera intitulata Fontegara, publicado en Venecia en 1535. Ganassi era un virtuoso de la flauta, también gambista, del grupo de vientos Piffari de San Marcos en Venecia. Parece que la razón del sobrenombre ‘da fontego’ es porque su familia vivía al lado del almacén o fontego de la harina, junto al puente de Rialto.
El grupo se fundó hace más de treinta años. ¿En qué hay que fijarse a la hora de escoger a tus compañeros de grupo? ¿Por qué Eunice Padilla, Rafael Sánchez Guevara y Eloy Cruz y no otros?
Eunice se unió al grupo en 1997, después de una gira a Venezuela. Tenía una formación muy sólida en clavecín y fortepiano (después de estudios en México con Luisa Durón y en Boston con John Gibbons) y dominaba la realización directa del cifrado del bajo continuo, y congenió enseguida con nosotras. Rafael, discípulo de Gabriela Villa (que decidió dejar de tocar), se unió al grupo en 2009, y al poco tiempo grabamos el álbum Godfather, con música de Carl Philipp Emanuel Bach y Telemann. Al igual que con Eunice, también fue una conexión inmediata. Además, coincidíamos en los mismos intereses, gustos musicales y nos entendíamos en la manera de trabajar y en el placer por hacer música juntos.
Para el nuevo álbum de sonatas y tríos de Luis Misón, del sello Lindoro, han contado con Manfredo Kraemer, un colaborador también habitual. ¿Qué es lo que más les gusta del sonido de Kraemer?
Manfredo tiene un sonido intenso, profundo, expresivo, de gran energía, que siempre nos cautivó. Es un mago del arco. Su manera de tocar y su entendimiento musical son fuera de serie. Admiramos su trabajo desde que estuvo en MAK, después con Rare Fruits Council y desde luego con Savall. Lo invitamos después de que Eunice trabajara con él en los cursos del Festival Instrumenta Oaxaca. Hicimos una excelente conexión, tanto musical como personal, y disfrutamos mucho, además de la música, la convivencia, ¡y la comida mexicana, que le encanta!
¿De dónde parte el interés por grabar la obra de Luis Misón? ¿Cómo llegan a la biblioteca musical de la Casa de Navascués?
Empezó cuando encontré la Sonata en La menor de Misón (ejemplar único) en un cuaderno manuscrito de flauta y bajo, en el Archivo Histórico del Museo Nacional de Antropología e Historia, en la Ciudad de México. Además de grabarla con La Fontegara en dos versiones (con clavecín y con fortepiano, en los discos ‘Sonatas Novohispanas’ y ‘Arca de Música’), realicé investigaciones en España en 2006-07 sobre Misón y esa colección de obras, asesorada, para mi gran fortuna, por Álvaro Torrente. Estas pesquisas dieron como fruto un artículo en los Cuadernos de Música Iberoamericana del ICCMU (‘La flauta en las dos orillas. Una sonata de Luis Misón en México’, 2007) y más tarde, mi tesis doctoral (2014).
Cuando María Álvarez Villamil encontró las seis obras inéditas de Misón en el archivo de la Casa de Navascués, Álvaro le sugirió contactarme. Comenzamos una intensa relación de trabajo en la edición crítica de las sonatas y los tríos, que culminó en su publicación por el ICCMU (2023) y la grabación realizada por Lindoro.
El trabajo con María ha sido estupendo y muy fructífero; le estamos enormemente agradecidos por su trabajo de gestión para llevar a cabo la empresa de estrenar las obras (2022, Casa de México, Madrid), grabarlas en el Teatro Carlos III de El Escorial (a cargo de Víctor Sordo y Sonia Gancedo) y, finalmente, hacer la presentación en el FestRibAlt de Navarra. Agradecemos también el apoyo de Álvaro Torrente, que ha sido crucial para este proyecto. Para los viajes trasatlánticos, contamos con y agradecemos el apoyo de Ibermúsicas (México, INBAL/SC).
¿Qué caracteriza la música de Misón?
La música de Misón, de estilo galante, es muy expresiva, rítmica y vivaz. Tiene personalidad y carácter propios y siempre está caracterizada por tener mucha gracia. Para un intérprete de flauta, es un repertorio idiomático maravilloso, del que hay muy poco en el ámbito hispano. Algunas de las sonatas tienen pasajes de dificultad técnica considerable que son un reto para la flauta de madera de una llave. Por algo se le admiraba por su virtuosismo y se le conocía como ‘el inimitable, delicado y gustoso Orfeo de nuestro tiempo’.
Usted es profesora y los miembros de La Fontegara también compaginan su agenda de conciertos con la docencia. ¿Qué perspectiva le da la enseñanza en su actividad concertística? ¿Considera que los músicos deben estar en activo cuando ejercen como profesorado en una institución educativa?
Sí, todos damos clase de nuestros instrumentos, de música de cámara y de algunos seminarios teórico-prácticos. Para nosotros es muy importante la docencia. Además de que nos gusta mucho dar clase, es una manera de transmitir y dejar algo de lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra formación y experiencia. Es básico que uno comparta sus conocimientos y su experiencia con los jóvenes, que serán los futuros profesionales de la música.
Además de ser profesores de la Facultad de Música de la UNAM, colaboramos con el proyecto formativo de la Dirección General de Música de la UNAM, Academia de Música Antigua (AMA): una orquesta barroca de jóvenes becarios, que actualmente dirige Eunice Padilla. Su labor pedagógica y de planeación de programas de diversas épocas y estilos ha sido fantástica. Nosotros participamos como tutores de los chicos (con clases de instrumento y montaje de las obras). Y se presentan en las principales salas de Ciudad de México. Los resultados han sido sorprendentes, de una gran calidad artística. Se invita a directores especializados para ciertos repertorios. Vendrá Manfredo Kraemer a dirigir un programa de Bach, y han dirigido Aarón Zapico, Josep Cabré, Bruno Procopio, Emilio Moreno, Marc Destrubé, entre otras personalidades de la música antigua.
La improvisación tien gran importancia en la música antigua, ¿cómo la abordan ustedes? ¿Se olvida hacer hincapié en la improvisación en la educación de repertorio antiguo en las instituciones?
El repertorio de glosas del siglo XVI y principios del XVII (sobre madrigales, chansons, bajos ostinatos, etc.) siempre me ha encantado y nos ha interesado mucho. El repertorio italiano y español del siglo XVII es uno de mis favoritos, y me encanta glosar y ornamentar en el momento. Sí, incorporo la enseñanza de versiones glosadas, recercadas, etc., así como la práctica de glosas y passaggi sobre intervalos y cadencias de los métodos y tratados españoles e italianos (Ortiz, Bassano, Spadi, Brunelli, Conforto, Bovicelli, Ganassi, Dalla Casa), y su aplicación. Pero, sin duda, nos falta más énfasis en el desarrollo de la improvisación, debido por un lado a que requiere destrezas técnicas considerables y por el otro, una madurez musical desarrollada, que no siempre se alcanzan a tener en la etapa de licenciatura.
En cuanto a la ornamentación ‘libre’ o italiana y a la incorporación de adornos estilo francés, ponemos gran énfasis en que se aprendan y se agreguen a las obras, tratando de hacerlo de manera creativa. El libro de Quantz y los ejemplos de obras italianas ornamentadas son parte de los materiales pedagógicos de mis clases.
¿De qué manera se puede acercar a más público a la música antigua?
Dándole mayor difusión, a través de conciertos, grabaciones y medios digitales. Cuando la gente asiste a los conciertos de música antigua, se fascina y sale entusiasmada. Nosotros tratamos de ofrecer propuestas de música poco conocida, pero que tenga cosas interesantes que decir. El problema, al menos en México, es que hay cada vez menos foros y menos festivales de música antigua. Los presupuestos son muy escasos y el interés de los programadores va hacia músicas más canónicas o más ‘taquilleras’. Resulta muy complicado hacer proyectos con colegas invitados de fuera, y nos vemos a veces rebasados por el trabajo académico. Sin embargo, estamos constantemente renovando nuestro repertorio y proponiendo obras interesantes, muchas veces de manuscritos inéditos de Nueva España. Acabamos de hacer un programa de mujeres compositoras e intérpretes, incluyendo sonatas de Isabella Leonarda, Anna Bon, Anna Amalia de Prusia y Sor María Clara del Santísimo Sacramento (cuaderno de tecla novohispano).
¿Cuáles son los próximos compromisos de La Fontegara?
Haremos la presentación del libro y del disco compacto ‘Luis Misón. Sonatas y tríos para flauta travesera, violín y bajo’ en México (FaM, UNAM, 9 de octubre de 2023), con la presencia de María Álvarez-Villamil, y en noviembre presentaremos una segunda versión del programa ‘Barroco en femenino’, de mujeres compositoras.
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