El violinista Pablo Turlo Escorihuela, representante del Centre Superior de la Fundació Conservatori Liceu, se alzó con el Primer Premio de la categoría de Grado Superior del Intercentros Melómano 2022, cuya Fase Final se celebró el pasado 9 de diciembre en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). A sus 18 años, Turlo ha participado en conciertos y programas de alcance internacional, en solitario y formando parte de diversas formaciones de cámara
Por Marina E. Junquera
¿Cómo fue tu primer acercamiento a la música? ¿Hay algún músico más en tu familia?
La música formaba parte de mí desde antes de nacer. Mis padres son músicos y me han contado que cuando estaba en la tripa de mi madre me ponían música para que la fuera interiorizando. Además, mi hermano Alejandro, que tiene dos años menos que yo, también es músico, toca el violonchelo. Empecé a estudiar el violín a los 4 años, evidentemente gracias a mis padres. La mayoría de los niños con padres músicos se introducen en este mundillo desde muy pequeños. Después, algunos lo dejan, pero yo tengo la suerte de que siempre me ha gustado dedicarme a ello.
¿Por qué el violín y no cualquier otro instrumento?
Mis padres son profesionales de la música; mi padre es oboísta —solista de la Orquesta de València— y mi madre es pianista y profesora, por ello, no querían que tocara ninguno de esos dos instrumentos. Eligieron para mí un instrumento que les gustaba, el violín. A mí también me encanta, tengo recuerdos muy bonitos de mis primeros años estudiando violín. Allí nació todo.
¿Cómo ha sido tu formación en este instrumento?
Hasta los 16 años, cuando entré en el Conservatorio Superior de Música ‘Joaquín Rodrigo’ de Valencia, no había pisado un conservatorio. En mi familia creemos que estudiando en un conservatorio se invierte demasiado tiempo haciendo cosas de poco provecho y que se puede ganar mucha calidad de estudio haciendo otro tipo de cosas. Me siento muy afortunado en este aspecto porque creo que sin tener unos padres que pertenezcan al mundo de la música es muy difícil llegar a esta conclusión.
¿Quiénes han sido tus profesores?
Desde los 6 años he estudiado con Enrique Palomares. Para mí, es como un segundo padre, tenemos una confianza y un respeto mutuo muy difíciles de conseguir. Junto con mi padre, siempre han sido mis dos brújulas y, gracias a ellos, el camino desde que empecé con el violín ha sido muy bonito.
Como he dicho antes, a los 16 empecé a estudiar en el Conservatorio Superior de Valencia con Gumersinda Campos. Como profesora, me ha aportado muchísimo y, a la vez, ha sabido dejar espacio para formarme con mis otros profesores. Tanto en lo personal como en lo musical siempre me ha apoyado y ayudado en todo lo que ha podido, por eso le estoy muy agradecido.
Después, tras realizar dos cursos en Valencia, en septiembre de 2022 me mudé a Barcelona para proseguir con el Grado Superior en el Centre Superior de la Fundació Conservatori Liceu, con el profesor Jordán Tejedor, a quien ya conocía porque había viajado varias veces a Barcelona a dar clase con él.
‘La música formaba parte de mí desde antes de nacer’
¿Qué te parece la vida musical de Barcelona?
Me he mudado hace poco y por diversos compromisos he tenido que viajar muchas veces a Valencia. Sin embargo, Barcelona me ha parecido una ciudad multicultural en todos los sentidos, con una vida musical muy rica. Hay muchas oportunidades, tanto para hacer conciertos como para disfrutar de ellos. Quiero terminar mis estudios superiores en el Liceu, pero no tengo ni idea de lo que quiero hacer a nivel académico después.
En el Intercentros Melómano, fuiste finalista en la 20.ª edición, que se celebró en 2021, y ganador en la 21.ª edición de este 2022, ambas en la categoría de Grado Superior. ¿Cómo ha sido tu paso por el concurso?
Me presenté el año pasado por primera vez y recuerdo que fue una locura, porque vine directamente de la Semifinal del Concurso Juventudes Musicales de España, en la modalidad de Música de Cámara. Ese día, si me hubieran dicho lo que iba a pasar en aquella edición del Intercentros Melómano y en la siguiente, ¡no me lo hubiera creído! Al final, para ganar un premio de estas dimensiones tienen que darse muchas circunstancias, además de tocar bien.
¿Qué destacarías del Intercentros Melómano?
En primer lugar, quisiera destacar el altísimo nivel que hay entre los participantes. Sin duda, es de los mejores concursos a nivel nacional y eso genera mucho interés a los intérpretes más buenos de cada conservatorio. Por ello, también es muy difícil llegar a sacar premio. Además, fueron unos días de los que repetiría todo, por muchos motivos: me lo pasé súper bien tocando en las dos ediciones y el ambiente entre los participantes fue magnífico. Sin dejar de ser un concurso, se crea una atmósfera muy sana y eso es, en parte, gracias al trato de la coordinación, que hacen las cosas más fáciles y cercanas. Creo que esto es lo más bonito que se puede decir de un concurso, ya que pasa en pocas ocasiones.
En tus redes sociales hemos visto que has dedicado este Primer Premio a tu abuelo.
Desgraciadamente, mi abuelo falleció el año pasado y, precisamente porque no está, le he querido recordar. Además, cuando una persona falta, tristemente te das más cuenta del mucho bien que te hacía. Por muchas razones, mis abuelos son figuras muy importantes para mi familia, y siempre lo serán. Nunca han fallado cuando les hemos necesitado y, a su vez, nosotros también les hemos podido hacer felices en muchas ocasiones, incluso hemos cumplido alguno de sus sueños. Por ello, a día de hoy, le dedico todos mis logros, le recuerdo y así me comunico con él.
En el Intercentros Melómano te has atrevido con mucho repertorio contemporáneo, aunque también has llevado obras de compositores más canónicos, interpretadas tanto a solo como acompañado al piano por Stefanos Spanopoulos.
Para la primera ronda llevé Paganini y Bach, que fue lo más clásico que he presentado. Contrariamente, para las rondas presenciales elegí compositores menos conocidos y más contemporáneos. Para la Semifinal toqué la Sonata para violín solo ‘Jacques Thibaud’ de Eugène Ysaÿe —que violinísticamente es más conocido— y Tzigane de Maurice Ravel, también bastante típica entre las obras virtuosas para violín. En el Concierto de Finalistas llevé una obra casi de estreno, compuesta hace apenas dos años: La pequeña de Eduardo Ortega Egea. La conocí en el Concurso Internacional de Violín ‘CullerArts’, que se celebró en septiembre en Cullera (Valencia). Era la pieza de interpretación obligada en la Fase Final y me pareció interesante, a la par que compleja técnicamente. Para terminar, toqué el tercer movimiento del Concierto para violín de Erich Wolfgang Korngold.
Quizá este repertorio tan contemporáneo de las fases presenciales —quitando Korngold— no es el que más me gusta, pero lo creo muy indicado para un concurso de estas características. ¡Y parece que acerté, porque me dio los mejores resultados!
‘En el Intercentros Melómano se genera una atmósfera muy sana entre los participantes y eso pasa en muy pocos concursos’
¿Cuál es el repertorio que más te gusta o te interesa dentro del violín?
Uno de mis compositores preferidos es Astor Piazzolla. No solo por sus grandes obras, como las Estaciones Porteñas, sino porque lo identifico mucho con mi forma de pensar. Tenía una personalidad musical peculiar, quería provocar cambios en la música clásica y eso le conllevó alguna polémica. Yo, por eso mismo, también he tenido alguna decepción en concursos. Sin embargo, precisamente certámenes como el Intercentros Melómano, en los que se busca que el artista llegue al espectador, son los que me reconfortan y enseñan que voy por el buen camino, a pesar de todo. Otros compositores a los que admiro mucho son, por supuesto, Ravel, así como Brahms —especialmente su Concierto para violín, sus sonatas y su Sinfonía núm. 1— y Bach. Pero, de este último, cuidando la versión. No me gusta que se toque Bach de forma aburrida y sosa, él no querría eso porque no era soso para nada. Creo que un Bach, si está bien tocado, nunca me va a disgustar.
Además de tus conciertos y concursos como solista, tienes un dúo de violín y violonchelo con tu hermano Alejandro: Violincheli Brothers.
La idea de Violincheli Brothers fue de mis padres, aunque muchas personas les habían dicho anteriormente que podría ser buena idea juntarnos en un dúo. Sin embargo, es un proyecto muy difícil de poner en práctica. Queríamos crear algo que gustara a todo el mundo —no solo a los asiduos a las salas de conciertos—, que se saliera del estereotipo de solista de música clásica, para ser más cercano al público. Así, Violincheli Brothers busca la perfección de lo clásico, pero con el gancho de lo moderno y lo actual: es innovador, fresco y con una mirada diferente. Nuestros principales referentes son 2Cellos y nuestro sueño es llegar a ser como ellos, pero creando nuestra propia marca. De momento, estamos muy contentos porque creemos estar consiguiéndolo: tenemos mucha perseverancia, nos gusta hacer proyectos diferentes y no somos conformistas.
¿Siempre tocáis vosotros dos solos?
No. Además de nosotros dos, por Violincheli Brothers han pasado muchos músicos, pero, de todos ellos, Pau Chafer ha sido una persona de vital importancia para nosotros, en lo personal y lo musical. Es compositor, arreglista y un pianista muy versátil: clásico, jazz, pop, etc. Ha tocado con nosotros desde el primer espectáculo y nunca ha fallado. Además, nos está componiendo un concierto para violín, violonchelo y orquesta, que estrenaremos próximamente como solistas.
¿Cuál ha sido vuestra trayectoria como Violincheli Brothers?
Violincheli comenzó en abril de 2019, cuando estrenamos nuestro primer espectáculo ‘Desconchertantes’ en el Palau de la Música de Valencia. Y fue un éxito. Después, iniciamos una gira de conciertos, que se tuvo que parar por la COVID-19. Tras la pandemia nos llamaron los captadores de Got Talent España. Nos presentamos sin ninguna aspiración, solo para ver cómo era y, al final, pasamos a la Gala Final. De los doce finalistas, quedamos quintos. Gracias a nuestro paso por el programa nos salieron muchas ofertas y hemos hecho numerosos conciertos en estos últimos meses, a pesar de que aún había restricciones por la pandemia. Ahora, vamos a estrenar un nuevo espectáculo, ‘New Emotions’, también en el Palau de la Música de Valencia. Con él tenemos programadas varias giras por México y Sudamérica para verano.
En el ámbito de la música de cámara, también tienes un dúo violín y guitarra con Ausiàs Parejo, ¿por qué se distingue vuestro proyecto?
Ausiàs y yo formamos un dúo de jóvenes músicos que intentamos hacer de algo, en principio, poco comercial, accesible para todos los públicos, dándole a la música de cámara una nueva visión. Creemos que toda la música tiene el mismo valor y nosotros se lo queremos dar, por eso, en nuestro repertorio pasamos por todos los géneros, sin abandonar la excelencia musical: música clásica y contemporánea, jazz, tango, etc. Nuestros conciertos están pensados tanto para personas que no están acostumbradas a escuchar música clásica como para abonados a la temporada de cualquier orquesta. Queremos que todos, por igual, lo disfruten. Asimismo, hemos ganado varios concursos juntos, el primero de ellos hace ya cuatro años; también hemos hecho muchos conciertos.
‘Me gustaría definirme como artista, poder hacer de todo en el ámbito de la interpretación solista’
De cara al futuro, ¿a qué te quieres dedicar profesionalmente?
Sinceramente, no me veo siendo ni profesor ni músico de orquesta. Mi sueño es dedicarme al mundo del espectáculo con un proyecto tan bueno como es Violincheli y, aparte, ser un solista versátil. Uno de mis mayores referentes profesionales es Nigel Kennedy, que es un violinista súper versátil e impresionante en muchos géneros. En resumen, me gustaría definirme como artista, poder hacer de todo en el ámbito de la interpretación solista.
Tras ganar el Intercentros Melómano vas a comenzar una gira de casi veinte conciertos como solista por toda España, ¿cómo te sientes al respecto?
Afronto esta gira con mucha ilusión y muy feliz. También soy consciente de que si antes ya tenía que ser impoluto y perfeccionista estudiando, ahora con más razón. Así, podré mantener un nivel que me permita dar la talla en todos los conciertos que voy a ofrecer.
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