José Prieto Marugán
No pasa el tiempo
el proyecto de construcción de una gran avenida, el abandono de los barrios periféricos, la renovación urbanística de la Puerta del Sol, los problemas del servicio doméstico, la inseguridad ciudadana y la sencillez con que los ladrones eludían el calabozo.
Desde luego no ha pasado el tiempo. Piensen ustedes, sin contar las preolímpicas, en las obras faraónicas de la capital (calles de Serrano, Recoletos …), en la “gran caverna” de la Puerta del Sol que se asoma a la superficie con esa cubierta acristalada a la que los madrileños no saben cómo llamar; si hablamos de servicio doméstico… ¡qué decir!; algunos barrios periféricos parecen del tercer mundo, y sobre la facilidad de algunos para escabullirse de la justicia, ¡para qué hablar!.
Desde luego Felipe Pérez González, el libretista y Chueca y Valverde, los músicos fueron auténticos visionarios.
El año que viene, 2010, se cumple el primer centenario del comienzo de las obras de la Gran Vía. Se anuncian representaciones de variado tipo, algunas “legales” y otras “piratas”. Ya veremos los resultados.
Mobiliario musical.
– Siéntese usted en ese timbal. Es una butaca muy cómoda.
Lo era, en efecto. Serrano se había hecho fabricar todo un mobiliario adoptando las formas de los instrumentos musicales. Todo aquello no era más que una manera de estimular su genio y su inspiración.
Cada uno busca su comodidad como puede. Hubo –y seguramente hay- compositores que necesitaban de ciertas comidas para despertar a su musa. Se sabe que muchos le daban –o le dan- al alcohol para inspirarse, porque en la dosis adecuada, una copita es un buen elemento inspirador. No sorprende que Serrano se encontrara a gusto rodeado de instrumentos. Pero, tenemos una duda, ¿qué instrumento había elegido para la mesa; o para la cama?
Una zarzuela cada día.
Marcos Redondo ostenta, casi con seguridad absoluta, tres récords: el primero de ellos haber cantado ópera en Palermo durante siete noches consecutivas, el segundo interpretar en el período de un año 362 zarzuelas –y mantener en diecinueve años una media de 309–, y el tercero grabar en una tarde hasta doce caras de disco”.
Mucho tenemos que cambiar para que estos récords, auténticas proezas, puedan ser superados. Hoy es al contrario. Un cantante famosos puede cantar. una ópera cada tres o cuatro días, no sea que se vaya a cansar. Y grabar varios trozos de música, en diez o doce días, ni siquiera consecutivos. Ya se encargarán los técnicos de hacer las mixturas adecuadas. ¿Y cantar 362 zarzuelas en un año, casi a una por día? Alguno puede que no las cante en toda su vida, sobre todo si piensa que es “arte menor”.
¿Incompletas o inconclusas?
Bartók | Concierto número 3 para piano y orquesta y Concierto para viola.Ambos terminados por Tibor Serly |
Berg | Lulú.El autor dejó escritos dos actos y parte del tercero. Fue completada por Friedrich Cerha, y se estrenó en 1979. |
Borodin | El príncipe Igor.Terminada por Rimsky-Korsakov y Glazunov. Se estrenó en 1890. |
Elgar | Sinfonía número 3.La terminó Anthony Payne |
Falla | AtlántidaTerminada por Ernesto Halffter, se estrenó en Barcelona en 1961, en versión de concierto |
Mahler | Sinfonía número 10.Dejó completo el “Adagio” y parte de los otros cuatro tiempos. La completó el musicólogo Deryck Cooke y se publicó en 1976. |
Mozart | Réquiem.Mozart llegó hasta el “Lacrimosa”, que casi completó. El resto de la obra fue terminado por Süsmayr, empleando fragmentos y apuntes del propio Mozart. |
Offenbach | Los cuentos de Hoffman. Terminada por Ernest Guiraud. |
Puccini | Turandot.Completada por Franco Alfano, fue estrenada en Milán en 1926 por Arturo Toscanini |
Los órganos de Móstoles.
El Diccionario de la Academia de la Lengua tiene para esta expresión popular, la siguiente explicación: “Personas, dichos, hechos, opiniones, ideas, etc., que debieran compadecerse o convenir en una relación de semejanza, conformidad o armonía, y son, por el contrario, muy disonantes o incongruentes entre sí”.
Nada que oponer, faltaría más, a la definición oficial aunque sea algo enrevesada, pero hemos encontrado, en Origen histórico y etimológico de las calles de Madrid), antiguo libro de Antonio Capmani, una explicación mucho más clara y simpática. Unos propietarios del pueblo de Arganda fundaron en la antigua iglesia de Santo Tomás una capilla para el culto del Santísimo Cristo, y para su mantenimiento cedieron sus grandes viñedos. “Con este motivo –se lee en el libro indicado– se labró una bodega a espaldas del convento de Santo Tomás con diversidad de órganos como en Móstoles, y si aquellos fueron célebres también alcanzaron su fama los de Barrio nuevo [así llamaban a esta zona madrileña].
Pero, a lo que nos interesa, ¿qué eran los tales órganos? Volvamos al libro: “Pero digamos algo de los órganos del Barrio nuevo, porque sabido es que entonces no había cafés donde acudir, así es que muchos sujetos iban a la bodega en que había dos o tres legos, y los bebedores tiraban de un sifón sobre el cual había un letrero en que se leía: vino tinto, otro con limón, otro moscatel, otro pardillo, otro blanco, y estos eran los órganos que pulsaban los consumidores que en gran número acudían, y allí hablaban y hacían sus tratos cada día”.
No es por contradecir a la Academia, pero esta última historia, nos parece más simpática y creíble que la oficial. Lo que no tenemos muy claro es la clase de “música” que podría salir de aquellos caños; quizá no fuera muy “concertada”, pero “alegre”, sin duda, ¡vaya si lo sería!.